Spunkitsch
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Spunkitsch

  1. 116 páginas
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Spunkitsch

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Índice
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Información del libro

Artefacto constituido de puro lenguaje que, paradójicamente, armoniza la brutalidad del realismo con la sutileza del romanticismo. Entre lo paródico y lo grotesco, es un libro que ha arriesgado una voz singular y que desde su inconfundible apuesta estética en gesto autocrítico nunca deja de apuntar a los mismos escritores. Es visible la destreza de Aguirre para los juegos de palabras, a tal punto que, como se ha dicho del gran cubano Guillermo Cabrera Infante, no escribe en "spanish" sino en "spunish", es decir, un español calamburesco. Y partiendo de aquella ocurrencia, el título de este volumen de cuentos ensaya un nuevo calambur: al "spunish" añade lo "kitsch" y la jerga "spunk" que equivale a "eyaculación".

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Información

Año
2020
ISBN
9789585264564
Edición
1
Categoría
Literatura

SEE YOU LATER, ALLIGATOR

Es la noche más oscura:
de café, la taza pura.
No es cortado sino expreso,
bien amargo, bien espeso.
Es un mix o blend o mezcla
de variantes muy diversas:
ya tenía el de Satipo
y, hace poco, en Monterrico
(es el barrio donde vivo)
elegí del supermarket
unos tres o cuatro empaques.
Este cúmulo de granos
y una caja de cigarros
consumí como a las diez,
a las diez del día de ayer,
al teclear el plan, boceto,
de un futuro mamotreto.
En el Word ya redactaba
(o perdón: solo jugaba),
cuando en eso, de repente,
me suprimen la corriente.
(Luz del Sur, en un reporte,
anunciaba lo del corte,
pero, estricta, mi sirvienta
en los tachos todo avienta).
Puta madre, qué tal joda,
¿cuánto espero y hasta qué hora?,
increpé a los inocentes
lamparines, fluorescentes.
Como nunca oí respuesta,
fui a jatear a pierna suelta
con la cara frente al techo,
con las manos en el pecho,
y engranados los diez dedos:
posición de muerto fresco.
«Una historia para Víctor»
titulábase mi archivo,
bajo el cual, en burdas frases,
barajaba personajes
con sus fachas y sus nombres,
vestimentas, dejos, voces.
Nada más constaba entonces
(muchos datos en desorden)
cuando ayer, a golpe de once
(ayer, lunes veinticuatro),
se detuvo mi aparato
por la falta de energía
en mi casa y las vecinas.
Y recién el día de hoy
la corriente regresó:
tipo cinco, tipo seis,
o capaz hora del té
(no lo bebo: es un cliché).
Tarde, pues, prendí mi lap
(qué se creen: una Mac),
y a las ocho de la noche,
con mi texto y con mi coche,
me esperaba el men de Lustra
(Víctor Ruiz, por si las dudas)
para dar una lectura
en el Centro de Cultura
de española jefatura.
(Es el «Centro Cultural»:
acomodo la verdad
si rechina o suena mal).
En el Centro mencionado
no estaría yo solano,
no es que iría yo solís.
Precisaba Víctor Ruiz
que conmigo, en esa mesa,
leerían Ezio Neyra
y don Carlos Yushimito:
es decir, total, un trío,
de colegas y de amigos.
(Y si quito el «don» a Ezio
no es cuestión de menosprecio
ni hablo, en clave, del talento:
lo que pasa, como dije,
es que el ritmo me constriñe).
Como sea, la huevada
es que solo me quedaban
dos, tres, horas cuando mucho,
y por eso, sobre el pucho,
decidí un experimento:
transcribir mis propios sueños.
La cuestión, digo en resumen,
es que acá se agolpan, unen,
varios sueños de ayer, lunes.
Y otrosí digo disculpen
si se ve que mi costumbre
no es la rima ni es el verso;
si la cago en el conteo
de las sílabas y acentos;
si parece que, al revés,
habla el cuy del BCP
(o hasta Yoda, puede ser).
image
Es en plena madrugada
(pleno REM o pleno MOR)
que mi cel bajo la almohada
mueve el catre en un temblor.
Vibra, estalla y me revienta
las orejas hasta el fondo,
y en el acto me despierta
con la letra de Glass Onion.
(Siempre Beatles en mi cel:
nuevo tema cada mes
pero siempre de los mismos:
John y Paul y George y Ringo).
Tiembla, chilla, el bruno Samsung
con el tema del White Album,
y el sonar de mi armatoste
me descubre echando el bofe:
exploraba las honduras,
los rincones de mi Lula,
al estilo Michael Douglas
(Dóglas, Dáglas, como gusten).
Y a cualquiera que pregunte:
¿a quién, diablos, es que aludes?,
le contesto: Lula es Lourdes,
si es que aún no lo deduce.
Lula o Lu, la trujillana,
fue la chica Pepsi-Cola;
no era Lo, no era una ñaña,
Lourdes era una señora.
Y si Lula es una dama,
yo intenté ser caballero:
le cambié de nombre o chapa
en dos párrafos obscenos:
una vez le puse Fa,
no recuerdo el otro mote;
no me pidan revisar
ni el Manual ni Karaoke.
Pero al grano: ronca John,
y constato que, en rigor
(eso pienso en el minuto),
quien me canta es un difunto.
Y después también sostengo
que si justo fue John Lennon
quien fugó con la calaca,
pues la morsa no era Macca.
Vuelvo al punto, me desvié.
La cuestión es que a las tres
me resbalo del sommier
y aterrizo en el parqué
por buscar el negro cel.
No es tan cierto, sin embargo,
no es veraz lo que se apunta,
porque fue a las dos y tanto
que dañaba mi columna:
la mentira es por el guiño
a la noche más oscura
del epígrafe de Niño.
(Corrección: de Niño no era,
mucho menos de Dormani;
lo leí por vez primera
en la prosa de don Francis).
Como sea, yo respondo.
Y a lo lejos, en el fondo,
hay rumores que anticipan
a la voz del tipo (¿tipa?),
y que noto semejantes
a la brisa sibilante,
al graznar de las gaviotas,
a las aguas espumosas.
(¿A estertores de una morsa?).
Mientras él o ella tarda,
preparando la garganta,
verifico si este fono,
este número que ignoro,
ha sonado en estos meses:
puede ser (siempre sucede)
que un asunto, plan, reciente
no haya yo debidamente,
por la prisa o por quién sabe,
caleteado con la clave.
Pero no, no es una furcia.
No es agarre o casquilucia.
(Palma escribe: pelandusca;
para Bryce: una maroca;
huachafita: Vargas Llosa).
No es amante ocasional,
ni siquiera es una jerma.
Es un hombre al celular
y no sé quién es el menda:
¿será usted, señor Leonardo,
un adú, compinche, amigo
del señor de nombre Carlos
y apellido Yushimito?
Lo correcto y atinado
(en seguida le retruco)
es decir quién ha timbrado:
¿no es acaso lo más justo?
Y el sujeto me responde
(neutro, plano, sin euforia):
lo importante no es mi nombre,
lo que importa es esta historia.
¿Cuál será, le digo, el cuento
que me ofrece un NN
? ¿Quién joroba cuando sueño
como un tronco y como un nene?
(Y mascullo para mí:
¿cómo intenta interrumpirme
cuando casi estoy a un triz
con mi Lula de venirme?).
Le informaba, don Leonardo
(no se arredra este fulano),
que el señor apellidado
Yushimito por el padre,
y Del Valle por la madre,
fue encontrado en una calle,
una calle arequipeña,
tras golpearse con las peñas
y ahogarse entre las olas
que, pasando de la costa,
se colaron en las casas
y acabaron en la plaza.
No me creo lo del chino
y le cuelgo el celular.
Aunque, cerca de las cinco,
otra vez mi Movistar
me acribilla los oídos
disparando Glass Onión
(el acento se ha movido
porque así pronuncia John).
Y si Lennon me despierta,
no solloza una guitarra
(del White Album, otro tema):
llora en boca de otra guarra
con espasmos mi trompeta.
Esta guarra ya no es Lula,
de Trujillo no procede.
Quien se aferra de mi tuba
es itálica en papeles
y redonda por las grupas.
Una pera, una redoma,
con 10 puntos la new roman:
esta vez coge la posta
(que, inflamada, es una antorcha)
Caterina o su recuerdo
(no se pierdan: es un sueño).
Pero, a veces, era Cate:
esas veces que, en el catre,
al igual que de sus letras
despojábase de prendas.
Otras veces, en el chat,
se apodaba como Cat
(en el chat o en el correo).
«Tania Kerr» incluso leo
en la página ocho-cinco
del segundo de mis libros.
Dicho esto, lo presumo,
no se capta lo de Tania.
Ahora mismo, sobre el pucho,
les explico lo del alias:
Tania Kerr es la new roman
si, al jugar con «Caterina»,
una C por K se torna,
una R se duplica,
y la serie se deforma
o en dos nombres se desgrana:
una gringa es la que aflora
tras urdir el anagrama.
Regresemos, sin embargo
(nuevamente me distraigo)
al chirriar de mi prepago:
tras dos horas de descanso
(por los golpes en el coxis),
la pantalla de mi móvil
titilaba con el nick,
sobrenombre, alias, chaplín,
que le puse a mi chochera
tras hurgar en su novela
(me...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portadilla
  3. Portada
  4. Créditos
  5. Contenido
  6. Los 9 principios
  7. What’s in a name?
  8. El gato de Sumatra
  9. See you later, alligator
  10. Leonardo Aguirre