La sociabilidad perdida
eBook - ePub

La sociabilidad perdida

Cultura, economía, política y sociedad en Olavarría, 1880-1930

  1. 116 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

La sociabilidad perdida

Cultura, economía, política y sociedad en Olavarría, 1880-1930

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

El Municipio de Olavarría, en la provincia de Buenos Aires, fue una sociedad abierta y móvil que se expresó en los circuitos sociales, económicos, culturales y políticos. Sus preocupaciones se manifestaron en el intercambio entre la prensa, las instituciones y la opinión pública, lo cual dinamizó la sociabilidad y la vida política. Contribuyeron a ese dinamismo las movilizaciones y fiestas organizadas por las sociedades de socorros mutuos, que potenciaron la esfera pública y propiciaron una integración de la elite y los sectores populares.En este libro, María del Carmen Angueira aborda la historia de Olavarría, haciendo foco en la población y su participación en la política y cultura de la región, para así destacar la hábil capacidad de cambio social y político por los derechos ciudadanos y democráticos que estaba presente en esta comunidad.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a La sociabilidad perdida de María del Carmen Angueira en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de History y World History. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2020
ISBN
9789876918510
Categoría
History
Categoría
World History

CAPÍTULO 1
¿Cómo fue Olavarría en sus comienzos?

En 1828 había pobladores blancos que llegaban a estas tierras habitadas por otros, los catrieles, naturales del lugar.
En ese tiempo Juan Manuel de Rosas, coronel de las Provincias Unidas del Río de la Plata y gobernador de Buenos Aires, organizó la extensión de la frontera sur del Estado argentino, y designó al coronel Mariano García para fundar el fuerte de Laguna Blanca, primer asentamiento de corta duración. En la actualidad, esa extensión equivale a la ruta que une Olavarría, Laprida y Coronel Pringles.2
La política de Rosas fijó pactos de convivencia con las tribus de Catriel, Cachul y Venancio, en zonas vecinas al arroyo Azul y Tapalqué.3
El poblado tuvo desde sus comienzos casas de material y ranchos, donde convivía la población originaria dedicada a tareas comerciales y militares junto a criollos blancos. La aldea recibía de las tribus vecinas mercancías, como pieles de animales, tejidos, ropa y, a pesar de su prohibición, alcohol. También ingresaba al lugar gente autorizada para cambiar sus productos por yeguas.4
En 1842, parte del actual partido de Olavarría pertenecía a los partidos de Tapalqué y Azul. El resto, comprendida la zona oeste de las sierras, fue territorio indígena según los tratados de paz.5
El área que ocupa actualmente la ciudad de Olavarría estaba conformada por tierras ubicadas en la zona de frontera, según el Estado disponía. Así, Juan Nepomuceno Terrero, socio y familiar de Rosas, recibió tierras para usufructuar en calidad de propietario, “en puntas del río Tapalqué”. Las otras tierras fueron concedidas a Catriel y a sus tribus; después sus descendientes las reclamarán, porque el Estado no había cumplido con lo dispuesto por la ley de entregárselas.6
El pueblo de Olavarría se funda el 25 de noviembre de 1867 durante la comandancia de Álvaro Barros en la frontera sur de Buenos Aires.
En virtud de la ley provincial de 1877, referida a la tierra del partido, esta fue convenientemente subdividida y entregada a la explotación. La zona comprendía 4 leguas cuadradas alrededor del pueblo, más las 16 leguas cuadradas que alcanzaba el ejido municipal y que fueron entregadas a hombres y mujeres procedentes de los más diversos países, quienes con dedicación y constancia hicieron de la región una de las zonas más ricas de la provincia. El 9 de marzo de 1881 se convierte en partido con una extensión de 7.714 kilómetros cuadrados y una población de 49.333 habitantes, de los cuales 25.000 habitaban en la ciudad.7
Durante esos años “los dueños de Olavarría eran un puñado de hombres, a saber: J. Yarto, Ángel Moya, Lorenzo Garay, L. Quinteros, Joaquín y Manuel Carranza, Manuel Fernández, Vicente Bahía, los 40 de la guardia nacional, el capitán L. Florinda y Agapito Guisasola, quien dijo que la vecindad del cacique Cipriano Catriel no les había inspirado temor alguno. Sin embargo, agregó, aumentaron los pobladores que llegaban de otros lugares, a partir de 1877, cuando no hubo más malones. Tiempo después, tuvo un socio nuevo en el trabajo del hotel José Yarto, Vicente Bahía. Ellos fundaron una estancia donde ahora se encuentra el Pueblo Nuevo”.8
Los pobladores contaban que algunos de ellos hicieron sus pulperías. Otros, como fue el caso de Guisasola, construyeron un gran rancho de cuatro habitaciones montado con maderas de sauce, álamo, cañas de tacuara y sogas; un cuero para puertas, paredes de barro y paja, techo de junco y revoques lisos de mezcla, porque todavía no se conocía la cal. En aquella casa con piso natural, pero bien pisonado, estableció hotel y billar. Más tarde, al poder traer el material desde Azul con la carreta del Estado, consiguió puertas y ventanas de pino, muebles y otros lujos.
Los inmigrantes recibieron las tierras y fueron hombres y mujeres de los más diversos países, quienes con dedicación y constancia transformaron el lugar, en uno de los más prósperos de la provincia bonaerense.
Junto con el cultivo intensivo de la tierra, llegaron a nuestro medio, en 1900, las trilladoras. Fueron sus propietarios don Juan Baldana, don Pedro Ala, don Miguel y Francisco Rossi, don Pablo Fassina y otros […] Las primeras trilladoras con su equipo de casillas, depósitos de combustible, carro aguatero, etc., eran arrastradas por tardos y pesados bueyes. Posteriormente, en 1904, llegaron los primeros motores a tracción, sin que ellos significaran la total sustitución de los bueyes, los que se siguieron empleando por varios años.9
Durante la cosecha la ciudad expresaba pura alegría. Las trilladoras recorrían las calles antes de ir a cada chacra. En un pintoresco desfile, los vecinos saludaban a los conductores. Mientras, niños y mayores arrojaban semilla a cada máquina, como serpentina, para augurar éxitos. La tarea de la cosecha duraba tres o cuatro meses, con 30.000 a 40.000 bolsas de cereal recogidas. Una vez finalizada, los peones eran recibidos en los comercios del pueblo y todos compartían el festejo.

La evolución de los pueblos originarios

Los pueblos originarios fueron denominados de manera distinta, según la época: durante el siglo XVIII, tehuelches septentrionales, y en el XIX, pampas, durante el proceso de mestizaje entre el blanco recién llegado de distintas regiones del país y el mapuche (araucano) procedente de Chile.
Lo llamativo y digno de recalcar es “la persistencia de un tiempo más que importante de lo no araucano, como lo justifica la arqueología de la provincia de Buenos Aires al sur del Salado”.10
Los documentos registran la existencia de una expedición militar, la de Federico Rauch, en 1826-1827, cuyos milicianos eran cuatrocientos tehuelches al mando del cacique Negro junto con otros, pampas, del cacique Juan Catriel. Al mismo tiempo había patagones, tehuelches y araucanos formando, según la clasificación realizada por José Sánchez Labrador, una nación con los indios pampas que era “un agregado de muchos individuos de todas ellas”.11
En 1872 el poblado de Catriel estaba afincado a 4,5 leguas del arroyo Azul, a la vera de la colina de Nievas: “Tenía una extensión de tierra […] a la orilla derecha del arroyo Azul, y dio origen al actual barrio Villa Fidelidad, sobre el camino a Tapalqué, en el partido bonaerense de Azul”.12 El Estado dispuso ganar dichas tierras y desalojó a los catrieles. Las fuentes registran el éxodo, que parecía más el producto de una invasión debido al despliegue de organización y poder demostrado durante cuatro horas.13
Los catrieles respondieron y hubo sucesivos enfrentamientos conducidos por Juan José Catriel, quien con 5.000 indios sitió Azul. Se llevó 500 cautivos y 1.500 cabezas de ganado. También quemó la estancia San Jacinto, propiedad del comandante Celestino Muñoz, atacó la galera de Bahía Blanca en Juárez e invadió Olavarría.
Al año siguiente volvieron a invadir este último pueblo (en ese mismo año llegó el telégrafo a Carhué). En 1877 las tropas enviadas por el gobierno, al mando del teniente coronel Teodoro García, destruyeron las tolderías de Juan José Catriel y Marcelino. Así, todos ellos fueron reducidos.
La matanza de los indios de Catriel en los toldos de Traico provocó el desbande de su tribu y el sometimiento de aquel al Estado nacional. Otro jefe, Manuel Grande, fue derrotado en la laguna de Burgos junto con Chipitruz. Este murió de viejo en Olavarría, cerca de sus parciales, pero ya dispersos en la zona de Sierra Chica hasta la segunda mitad del siglo XX.

La conformación del partido

El poblador Agapito Guisasola relató cómo se realizó la tarea perimetral del pueblo, con la superficie de tierras cuadradas otorgadas al municipio en 1876. El agrimensor fue Juan Coquet, designado por el gobierno de la provincia de Buenos Aires, según la ley de ejidos de 1870.
En definitiva, 1877 fue el año en que el territorio quedó fraccionado en 120 manzanas de 100 por 100 varas para solares, 196 quintas y 851 chacras. Cada manzana equivalía a 86,60 milímetros, y su medida era de cuatro solares de 50 por 50; una quinta correspondía a seis manzanas y una chacra de seis quintas, más las calles de 20 varas. Todo el suelo fue cuidadosamente amojonado. Dichas tierras limitaban al norte con el Estado nacional y las tierras de Zoilo Miguens y testamentaría de Manuel B. Belgrano; por el noroeste, con las de Martín Colman, el Estado y la escribanía de Manuel Belgrano; por el suroeste, con las de Juan Antonio Martínez Vidal y Eulalio Aguilar, y por el sureste, con las de Celestino Muñoz –San Jacinto– y el Estado.
Por la misma ley, las chacras de Olavarría fueron destinadas a la población de extranjeros, los rusos del Volga. Al poco tiempo, ellos desistieron de habitarlas por no considerarlas aptas para la siembra. Quienes las recibieron fueron otros, un grupo de extranjeros y criollos. Aunque no fueran del todo bien vistos en un principio, accedieron a la posesión de ellas. Esta obra fue realizada durante la gestión de Carlos Tejedor como gobernador de la provincia de Buenos Aires en 1879. Los derechos de posesión fueron reconocidos en 1882 y más adelante, con la visita de otro funcionario, Dardo Rocha, se convirtieron en propietarios. Asimismo, ellos pagaron el valor de las tierras al municipio un año después, en 1883, y con dichos recursos entre 1890 y 1896 se construyeron puentes, iglesias, etc. Así, la iglesia parroquial fue otra obra realizada para la comunidad de Olavarría durante esos años.14
El cronista militar Remigio Lupo, en su paso por Olavarría durante la expedición de Julio A. Roca al sur, relató con sorpresa que, cuando llegaron a media tarde, le llamaron la atención las muchas casas de material, con relación a un poblado pequeño y apartado. Observó, asimismo, en la mirada de los pobladores, una transparente alegría y esperanza de la paz definitiva para la región, ante la presencia militar, en un territorio lindero a la frontera sur de Río Negro.15
El censo provincial de 1881 registra que la actividad prioritaria era la ganadería. El número de ovejas superaba diez veces a los vacunos, veinte veces a los equinos y treinta a los porcinos. La actividad ganadera creció a partir del comercio entre blancos e indios, pero aún más cuando los catrieles fueron expulsados de la región. Entonces, Olavarría dejó la condición de frontera y se convirtió en partido en 1881. Por último, la llegada del Ferrocarril del Sud en 1883 completó los cambios iniciados. Todos estos elementos contribuyeron al desarrollo de una producción ganadera sostenida en la región.16
Avanzó la producción agrícola con la llegada de inmigrantes rusos alemanes del Volga que se establecieron en las colonias de Nievas, Hinojo y San Miguel. Aprovecharon el territorio fértil donde habían estado los catrieles. Fueron los primeros colonos en introducir los sembrados de trigo, maíz y arrobas de papa, avena, cebada y lino.
La zona contaba con una rica extensión de canteras a 4 leguas de Olavarría, y así se potenció como actividad la explotación minera, en las laderas de los cerros, puesto que tenían mármol de distintos colores y piedras con óxidos férricos y mangánicos.
La Compañía Ferroviaria del Sur, de capitales ingleses, comenzó a funcionar en virtud del decreto provincial del 12 de agosto de 1863. En 1880 experimentó su mayor expansión, vinculada a la explotación agroganadera e industrial en el partido. El pueblo de Hinojo –al oeste de la ciudad–, una zona minera y agrícola, consiguió un creciente desarrollo urbano, gracias a la visión de tres de sus activos comerciantes, Ángel Bardi, David Spinetto y Eugenio Piaggio, que agilizaron los progresos.
Más adelante, los pueblos de Recalde, Rocha, Iturregui, Santa Luisa y otros dispusieron de estaciones de tren, lo que les permitió el traslado de la producción lechera y de cereales.
Otros lugares favorecidos en esta etapa fueron Blanca Grande y Espigas. El primero había sido hasta 1869 un antiguo fuerte convertido en comandancia, y más adelante estancia ganadera de 2.328 hectáreas. Una de las actividades más sobresaliente fue trabajar el ganado cimarrón para aquerenciarlo en la zona: se lo hacía pernoctar en un predio alto, con una reducida pendiente, para que desp...

Índice

  1. Cubierta
  2. Acerca de este libro
  3. Portada
  4. Dedicatoria
  5. Agradecimientos
  6. Introducción
  7. Capítulo 1. ¿Cómo fue Olavarría en sus comienzos?
  8. Capítulo 2. Sociabilidad e identidad
  9. Capítulo 3. Centralismo y autonomía municipal: manipulación electoral en la práctica política
  10. Conclusión
  11. Bibliografía
  12. Álbum de imágenes
  13. Créditos