¿Por Qué Confiar en la Biblia?
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¿Por Qué Confiar en la Biblia?

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¿Por Qué Confiar en la Biblia?

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Si estás leyendo este libro y no eres cristiano, primero que todo, gracias por escogerlo y haber leído hasta acá. Por lo menos espero que encuentres aquí algo que te rete a pensar sobre los cristianos, sobre el cristianismo, sobre la Biblia y, en última instancia, sobre Jesús, en formas que tal vez sean diferentes a cómo has razonado hasta ahora. Espero que llegues a darte cuenta que nosotros los cristianos no creemos lo que creemos sin razón alguna.Si ya eres cristiano, espero te ayude a comprender mejor por qué confías en la Biblia, y después te ayude a capacitarte para hablar sobre esa confianza y defenderla de las objeciones de las personas que no confían en ella. La verdad es que, al final de cuentas, a pesar de que el mundo nos acusa con frecuencia, el cristianismo no requiere que las personas hagan un "salto de fe" irracional que nos lleve a creer cosas ridículas y sin evidencia. Por el contrario, nuestro "salto de fe" real consiste en depender de Jesús para salvarnos de nuestros pecados, precisamente porque Él es eminente y completamente confiable.

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Información

Año
2020
ISBN
9781629461946

CAPÍTULO CINCO
PERO, ¿PUEDO CONFIAR EN TI?

“Todas las calles están repletas de vehículos. El ruido de las multitudes es como en la víspera de Año Nuevo. Espera un momento…. Podemos avistar al enemigo. Cinco—cinco grandes máquinas. La primera cruza el río. Puedo verla desde aquí... me entregan un boletín informativo… están cayendo cilindros marcianos por todo el país. Uno afuera de Búfalo, uno en Chicago, St. Luis… parecen estar sincronizados y espaciados... Ahora la primer máquina llega a la orilla. Está de pie vigilando, viendo la ciudad…Espera a las demás. Se levantan como una línea de torres nuevas en el lado oeste de la ciudad… Ahora están levantando sus manos de metal. Ha llegado el fin. Está saliendo humo…humo negro, moviéndose lentamente sobre la ciudad. ¡Las personas que están en la calle ya las pueden ver! Están corriendo hacia el río Este... cientos de ellos, ¡huyendo como ratas! Ahora el humo se esparce rápidamente. Ya han alcanzado Times Square. Las personas intentar escapar, pero no sirve de nada. ¡Todas caen como moscas! Ahora el humo está cruzando la Sexta Avenida…Quinta Avenida… 100 metros….están a quince metros…”
[Entonces se escucha un sonido, después un forcejeo, luego un silencio. Y después esto, entre las ondas de radio]: “2X2L llamando a CQ… 2X2L llamando a CQ… ¿Nueva York? ¿No hay nadie en el aire? ¿No hay nadie en el aire? ¿No hay nadie…?”.
El domingo, octubre 30 de 1938, cerca de las 8:15 de la tarde, esta fue la emisión de noticias que muchas personas por todo el país escucharon al sintonizar las emisoras de la compañía CBS (Columbia Broadcasting System). En pocos minutos, el productor de la estación localizada en Nueva York estaba al teléfono con un furioso alcalde de la zona oeste de EUA, demandando que la estación cesara su emisión porque había turbas en las calles de su ciudad. Justo después de eso, los reporteros de otros medios de noticias comenzaron a llegar a la sede de CBS, demandando respuestas de lo que se había transmitido al aire. Así es como el productor describió la escena:
Las siguientes horas fueron una pesadilla. El edificio de pronto estaba lleno de personas y uniformes azul marino oscuro… Finalmente, la prensa se desencadenó sobre nosotros, rapaces por el horror. ¿De cuántas muertes sabíamos nosotros? (implicando que ellos sabían de cientos). ¿Qué sabíamos de la fatal estampida en Jersey? (implicando que era una de muchas). ¿Cuáles muertes por el tráfico? (las zanjas debían estar atestadas con cadáveres). ¿Los suicidios? (¿No habían escuchado de uno en Riverside Drive?) Todo es bastante vago en mi memoria y también bastante terrible.19
Resulta que, gracias al cielo, no hubo ni una muerte en toda esa noche— ni por las estampidas o el tráfico o por suicidio. Ni tampoco ninguna por mano de los marcianos. Esto es porque la “difusión de noticias” que hizo que tantas personas entraran en pánico ese día era en realidad solo un programa de radio, una producción dramática de la novela de H.G. Wells, La Guerra de los Mundos.
La gente siempre se ha preguntado qué llevó a tantas personas a entrar en pánico por un programa de radio. No es que nunca antes hubieran escuchado dramas ficticios; de hecho, la producción de “La Guerra de los Mundos” era parte de una serie llamada “El Teatro Mercurio al Aire”. Por alguna razón, sin embargo—los temores sobre una inminente guerra con Alemania, el hecho de que las pausas comerciales estaban un poco más espaciadas de lo normal en este programa, un programa popular en otro canal que se tardó mucho y causó que las personas se perdieran el comienzo—se creó una perfecta tormenta que provocó que un buen número de personas ¡pensaran que los marcianos estaban invadiendo la ciudad de Nueva York!
Creo que es fascinante pensar en este episodio en comparación con los relatos de la vida de Jesús que tenemos en la Biblia. ¿Qué tal si, como las personas que escucharon la emisión de CBS de la Guerra de los Mundos, simplemente estamos malentendiendo el propósito de los escritores bíblicos? ¿Qué tal si ellos no estaban intentando decirnos lo que realmente estaba sucediendo, sino que intentaban hacer algo diferente—tal vez escribir ficción o crear una leyenda o incluso tratar de engañarnos? En otras palabras, dado que ahora podemos estar muy seguros:
a. Que nuestras traducciones de los manuscritos bíblicos son precisas;
b. Que nuestros manuscritos bíblicos reflejan con exactitud lo que los originales decían; y
c. Que, en efecto, estamos viendo los documentos correctos y los mejores para obtener información;
La siguiente pregunta es, ¿podemos estar seguros de que las personas que escribieron los documentos bíblicos eran en sí mismos dignos de confianza? ¿Estaban ellos realmente pretendiendo decirnos con exactitud lo que ellos creían que sucedió?20
Buscando pistas
Lo interesante del fiasco de La Guerra de los Mundos es que varias veces durante la transmisión, había pistas de que lo que estaban escuchando no era un reportaje real de noticias, sino una novela ficticia.
Tampoco eran pistas sutiles. Por ejemplo, las primeras palabras que fueron transmitidas por radio fueron, “El Sistema de Radio-emisión Columbia y sus estaciones afiliadas presentan a Orson Welles y el Teatro Mercurio al Aire en La Guerra de los Mundos por H. G. Wells”. También, las siguientes palabras después de que el hombre se atragantara en gas marciano fueron, “Estás escuchando una presentación por CBS de Orson Welles y el Teatro Mercurio al Aire en una dramatización original de La Guerra de los Mundos por H. G. Wells. La actuación continuará después de un breve intermedio”. El programa se fue a pausas comerciales cuatro veces durante la emisión. Con todo, ¡la CBS fue obligada a hacer un anuncio tres veces más esa noche, a lo largo de toda su red nacional diciendo que no había habido ningún ataque de Marte!
Para los radioescuchas que acaban de sintonizar “Teatro Mercurio en el Aire” de Orson Welles en la emisión de 8 a 9 p.m., hora del este, y no se dieron cuenta que el programa era meramente una adaptación modernizada de la famosa novela de H. G. Wells, Guerra de los Mundos, estamos repitiendo el hecho que ya ha sido aclarado cuatro veces en el programa, que, aun cuando se usaron los nombres de algunas ciudades americanas, como en todas las novelas y dramatizaciones, la historia entera y todos sus incidentes fueron ficticios.21
Por el amor de Dios (y esto era lo que CBS quería comunicar en el sarcástico anuncio), ¡las personas debieron haber escuchado las pistas! Debieron haber reconocido los indicios en el programa en cuanto a que no se pretendía reportar eventos reales. Era tan obvio.
Está bien, regresando a nuestro tema, ahora debemos preguntar, “¿Existen indicios como estos en la Biblia?” ¿Existen indicaciones de que no debería ser leída como un intento de historia, sino más bien como ficción, leyenda, mito o algo más? Bueno, sí existen algunas pistas, pero en realidad apuntan en la dirección contraria. Todas apuntan a la conclusión de que los escritores bíblicos realmente tenían la intención de informar los eventos exactamente como ellos los vieron.
¿Qué estaban haciendo?
He aquí la cuestión. Si quieres afirmar que los escritores bíblicos tenían una intención diferente que la de informar con precisión, la honestidad intelectual demanda que no solo hagas una aseveración al respecto. Al contrario, tienes que proponer una alternativa plausible. Si ellos no tenían la intención de reportar los eventos verídicos, entonces, ¿qué era exactamente lo que estaban haciendo? Pensemos en esto:
1. Los autores bíblicos podrían haber tenido un propósito no histórico en sus escritos. Tal vez ellos, como H. G. Wells, solo estaban intentando escribir una novela, la cual sabían que no era verdad y que nunca pensaron que alguien más la fuera a tomar como verdad. De manera similar, tal vez ellos estaban inventando una leyenda—es decir, tomando un conjunto de eventos bastante normales y embelleciéndolos con detalles extraordinarios. Es cierto que las personas que inventan leyendas a menudo creen que sus historias pueden comunicar alguna verdad (aunque esta comunicación se haga de forma críptica), sobre los orígenes de su pueblo u otro aspecto de la realidad. Esto es así, aun cuando reconocen que los exagerados detalles de su historia son inventados. El problema se da cuando los lectores posteriores de la historia no siempre hacen esa distinción y piensan que la historia es verdadera. Así que, tal vez lo que tenemos en la Biblia es ficción, no información, y lo que sucede con los cristianos es que sencillamente no captan la diferencia.
2. Los autores bíblicos pudieran haber tenido propósitos engañosos. Tal vez ellos, como tantas personas antes y después, estaban tratando engañar a todos y hacerles creer algo que en realidad nunca sucedió. Tal vez todo fue una gran farsa o un juego de poder o una ambición que se salió de control.
3. Los autores bíblicos mismos pudieron haber sido engañados. No necesariamente porque alguien los haya engañado deliberadamente. Tal vez sus propias mentes los engañaron, o tal vez las tradiciones que ellos escucharon de otros cristianos habían sido alteradas. Cualquiera que sea la razón, tal vez el engaño no fue hecho por los autores, sino más bien a los autores, y ellos inconscientemente transmitieron el engaño a nosotros.
4. Finalmente, tal vez no importa mucho cuál era el propósito de los autores bíblicos, porque aun si ellos intentaban darnos descripciones precisas de lo que había sucedido, sus relatos son irremediablemente confusos, contradictorios y llenos de errores, de manera que finalmente no podemos confiar en nada de lo que ellos dicen.
Tal vez uno de estos escenarios captura la realidad de los hechos. Pero, ¿qué si pudiéramos estar seguros de que ninguno de estos es verdad? Si llegamos a la conclusión de que es probable que los autores no intentaban escribir ficción o leyendas, que no estaban intentando engañar, que ellos mismos no estaban siendo ilusos o engañados y que sus escritos no están llenos de errores como algunos han acusado, entonces estaríamos en una muy buena posición para concluir con un mayor grado de confianza que los autores realmente tenían la intención de darnos información precisa. Al llegar a ese punto, podemos decir con confianza que esos documentos son históricamente fiables. Ahora, no menciono esto para decir que estamos seguros que transmitieron el mensaje bien; esa es una pregunta para el siguiente capítulo. Pero aun así nos provee un gran avance, porque no es cosa pequeña ser capaz de decir con confianza, “Los autores bíblicos no escribieron ficción, no escribieron una farsa, no fueron engañados y no estaban confundidos. Ellos realmente creían que todo lo que escribieron sucedió”.
Escritores de ficción
Comencemos a considerar esto analizando la primera posibilidad, es decir, que los autores bíblicos pudieran haber tenido un propósito no histórico, y que, por lo tanto, no pretendían que nosotros realmente creyéramos lo que estaban diciendo. La primera pregunta que hay que hacerse aquí es si los autores tal vez nos dijeron directamente de alguna manera que estaban escribiendo ficción, algo así como cuando CBS le dijo a su público que lo que escuchaba era una actuación. La respuesta es no, no existe nada como eso en la Biblia. En efecto, una y otra vez los autores bíblicos con toda claridad afirman lo contrario. Nos dicen, tan claramente como sea posible, que quieren que creamos lo que están diciendo.
Aquí vemos, por ejemplo, cómo Lucas comienza su relato de la vida de Jesús:
Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido
(Lucas 1:1-4).
Lucas no podría ser más claro sobre su intención. Él ha “investigado con diligencia todas las cosas desde su origen” y ahora las está escribiendo “por orden” para que su compañero Teófilo “conozca bien la verdad de las cosas” en las cuales él ha sido instruido sobre Jesús. Lo que sea que Lucas esté haciendo, no está escribiendo un libro que quiere que disfrutemos, pero no creamos.
Juan también nos dice su intención al escribir un relato de la vida de Jesús:
Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre. (Juan 20:30-31)
¿Puedes verlo? Otra vez, él no está escribiendo ficción, realmente quiere que las personas crean que Jesús es el Cristo—lo que significa que quiere que nosotros creamos que las cosas que él escribió en su libro, realmente sucedieron. Asimismo, en otro lugar Juan nos dice el propósito de sus escritos: “Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos… y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna.” (1 Juan 1:1-2) ¿Lo ves? La última cosa que Juan pretende que alguien diga sobre su libro es, “Ah, ese Juan, tan bueno para contar cuentos. ¡Realmente debería publicar un libro!” No, él quiere que conozcamos que él, de forma real, verdadera y efectiva vio algunas cosas, las escuchó, incluso las tocó y experimentó, y ahora él nos las proclama a nosotros. Al menos en cuanto a su intención, Juan no escribe ficción o leyenda; él realmente quiere que nosotros creamos lo que escribe.
Más allá de estas obvias declaraciones de intención, estas son otras indicaciones de que los autores bíblicos quieren que creamos en lo que escribieron. Por ejemplo, piensa en cuán frecuentemente los autores se refieren a algunos eventos históricos específicos y verificables. Este tipo de ejemplos están por todo el Nuevo Testamento, pero un ejemplo es suficiente para probar este punto. Observa este corto pasaje del evangelio de Lucas:
En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia, y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
Un comentarista ha mencionado que solo en el espacio de dos versículos, Lucas menciona no menos de 21 referencia a personas, lugares y circunstancias históricas, de las cuales todas y cada una de ellas son comprobables y verificables—¡o falsificables si Lucas las hubiera escrito mal!22. Esta condición de ser comprobables fue cierta desde el mismo momento en que Lucas las escribió. El mismo tipo de cuidado con los detalles también se hace presente en el segundo libro de Lucas, Hechos, al igual que en todos los otros libros del Nuevo Testamento. Mi argumento es que, Lucas y los otros autores bíblicos no escribieron ficción o leyenda, sino que cuidadosamente entretejieron sus historias al detalle, probando que se trataba de una vida histórica real. Ellos genuinamente querían que nosotros creyéramos lo que escribieron.
¿Pero qué si ellos genuinamente querían que nos creyéramos las mentiras que estaban contando?
¿Con intención de engañar?
Esto nos lleva a la segunda posibilidad, que los autores bíblicos pudieran haber tenido un propósito engañoso. ¿No podría haber sido que ellos solo estaban perpetrando una farsa al mundo, intentando que creyéramos cosas que realmente no sucedieron? ¿No es posible que todas estas insistencias donde los autores reiteran que hablan la verdad—incluso todos esos datos históricos puestos allí por añadidura—están allí solo para atraparnos, para engañarnos, para hacernos creer un montón de mentiras?
Bueno, está bien. Todo es posible. Pero nuestro objetivo aquí no es solo identificar algo que es apenas posible. Es intentar llegar a algún tipo de confianza sobre lo que es probable. Y el hecho es que, cuando piensas en esta situación con cautela, la probabilidad de que los autores bíblicos estuvieran intentando engañarnos llega lo más cerca posible al cero absoluto. Consideremos unos cuantos puntos:
Primero que nada, lograr una farsa gigantesca de este tipo hubiera sido extremadamente difícil, si no es que completamente imposible. Por un lado, todos los veintisiete libros del Nuevo Testamento fueron escritos dentro de solo unas pocas décadas de la vida de Jesús. Esto quiere decir que, al comenzar a circular todos esos libros, había literalmente cientos—y probablemente miles—de personas que estaban aún vivas y habían visto con sus propios ojos a Jesús y lo que Él hizo. Entonces, si Lucas, por ejemplo, solo estuviera inventando cosas o incluso adornándolas, había suficientes personas a su alrededor que podrían haber dicho, “Espera. Eso no sucedió. Estás inventando cosas, Lucas”. Nadie nunca dijo eso. Este argumento se fortalece cuando te das cuenta que incluso las personas que tenían el mayor interés en poner fin al cristianismo, no negaron que Jesús realmente haya hecho y dicho las cosas que los autores bíblicos afirmaban que hizo. Ellos simplemente lo acusaron de ser un mentiroso, de estar en un error. Si hubiera habido alguna razón para pensar que Él no las había dicho— que los autores bíblicos simplemente habían i...

Índice

  1. CAPÍTULO UNO NO CREAS TODO LO QUE LEES
  2. CAPÍTULO DOS ¿PERDIDO EN LA TRADUCCIÓN?
  3. CAPÍTULO TRES TRANSMISIÓN: ¿COPIAS DE COPIAS DE COPIAS DE COPIAS?
  4. CAPÍTULO CUATRO ¿ESTOS NO SON LOS LIBROS QUE BUSCABAS?
  5. CAPÍTULO CINCO PERO, ¿PUEDO CONFIAR EN TI?
  6. CAPÍTULO SEIS EL MOMENTO DE LA VERDAD: ¿REALMENTE SUCEDIÓ?
  7. CAPÍTULO SIETE CONFÍA EN LA PALABRA DE UN HOMBRE RESUCITADO
  8. UNA PALABRA FINAL: LA SIGUIENTE PREGUNTA
  9. APÉNDICE: RECURSOS PARA CONTINUAR LA EXPLORACIÓN
  10. Otros Títulos por Publicaciones Faro de Gracia