La Tarea del Pastor
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La Tarea del Pastor

William Still

  1. 164 páginas
  2. Spanish
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La Tarea del Pastor

William Still

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La vida del pastor está llena de distracciones, cuestiones de administración, programas y actividades de la iglesia, que le pueden desviar de sus responsabilidades prioritarias. En este sencillo pero tremendo libro, el Pastor Still nos recuerda de su papel principal—apacentar las ovejas por el ministerio de la Palabra y la oración."Una vez empezando, yo no podía dejar la lectura de este breve pero poderoso librito. Pues, tiene un tema principal: apacentar las ovejas con la Palabra de Dios. Si se requiere más ánimo para cumplir esta tarea, o una visión renovada para hacerlo, entonces se debe leer este libro y tener su impulso."THABITI ANYABWILE, Pastor Principal, First Baptist Church, Grand Cayman Islands"Un librito magnífico por un misionero extraordinario al cual debo yo una deuda inmensa y personal. Vibra con la energía espiritual."SINCLAIR FERGUSON, Ministro Principal, First Presbyterian Church, Colombia, SC"La Tarea del Pastor es uno de mis libros favoritos para regalar. Esta obra clásica presenta lo mejor del pensamiento del Pastor Still, y de sus convicciones más apasionadas sobre la obra del ministerio, el cual él amaba tanto y cumplió con tanta excelencia."PHILIP GRAHAM RYKEN, Wheaton College, Wheaton, Illinois

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Información

Año
2020
ISBN
9781629462240

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Capítulo Cuatro:
Comisionado por Dios

Recordará que vimos, en el capítulo anterior, los peligros que enfrentan predicadores y maestros que viven en otros siglos en vez del presente, y que predican en otros “idiomas” diferentes al propio. Quiero retomar este tema, no para tratarlo de manera general y a grandes rasgos como antes, sino para enfocarme en las amenazas y dificultades que puede encontrar en su situación local. Sin embargo, primero permítame comentar que, mientras miramos hacia atrás y leemos la historia bíblica, podemos aprender no solo del buen sino también del mal ejemplo de los patriarcas y personajes de la antigüedad (la Biblia es fiel aun en cuestión de las fallas de sus personajes sobresalientes); de la misma manera que un ministro joven que acepte el llamado al pastorado asociado con un pastor establecido: el joven no solo puede aprender cómo llevar a cabo su cargo sino cómo no hacerlo.
Déjeme recorrer por un momento los siglos pasados. Sabemos que no podemos compararnos a los apóstoles por su carácter único, ni siquiera a varones como los reformadores; pero nuestra actitud hacia los personajes fuera de la Biblia tiene que ser categóricamente diferente de la que tenemos hacia los escritores bíblicos, ya que la inspiración por la cual estos autores escribieron es categóricamente diferente a todas las demás inspiraciones. Las Escrituras tienen un balance perfecto, no solo entre sus varias partes sino dentro de sí mismas; en cada nivel y en cada dimensión hay un equilibrio. Por el otro lado, es indiscutible que la Reforma hizo más en sacar a la luz la doctrina de la justificación que la doctrina de la santificación. Al estudiar español en la Universidad de Cambridge, uno de mis miembros, William Hunter (que actualmente es profesor en la Universidad de Exeter), desenterró un tratado maravilloso sobre el tema de la santificación por Louis de León (un monje del siglo XVI, que podría dar a los conferencistas y adeptos del movimiento “Keswick” algunos tips muy buenos), que pasa por alto, por supuesto, algunas de las imperfecciones medievales, y me dijo que dicho tratado sabía a puro San Agustín. Cuando le pregunté sobre dónde hablaba de ello, respondió: “¡En todas partes!”.
Un Cambio de Énfasis
Regresando a la Reforma. Tomé un ejemplar del comentario de Calvino sobre Romanos y mantuve entre los dedos de una mano las páginas en donde trata los capítulos 3 al 5 (que se enfocan en la doctrina de la justificación), y asimismo las páginas en donde habla sobre los capítulos 6 al 8 (donde se enfoca en la doctrina de la santificación) y la diferencia del grosor le indicará que invirtió mucho más esfuerzo sobre el tema de la justificación que de la santificación. Esto no es una crítica; esa fue la necesidad de esos tiempos. Sin embargo, creo que la falta de exposición de la doctrina de la santificación ha afectado mal a la Iglesia después de la reforma, aunque no se debe considerar por culpa de los puritanos. Ni Keswick ni la llamada “enseñanza de la santidad” han podido suplir la falta con suficiente profundidad ni amplitud bíblica, ni tampoco con balance suficiente. No debemos reverenciar cualquier escrito por un hombre con la misma autoridad que las Escrituras. No se trata solo de la verdad sino de un balance funcional de la verdad. Tendremos mucho que comentar acerca de la actividad del Espíritu en el ministerio de la Palabra, y quiero que vea desde un principio a lo que quiero llegar.
Vamos a brincar los siglos intermedios y llegar directo a las influencias de los últimos veinticinco años del siglo XIX y la totalidad del siglo XX. Consideremos la diferencia entre la era de la Ruptura Escocesa (el tiempo de los Bonar, McCheyne, y Chalmers, con su clímax en 1843) y la edad introducida por Moody y lo que siguió después. En la era más temprana, santidad o santificación fue el tema prevaleciente del ministerio cristiano, y en ese contexto se efectuó una obra maravillosa de evangelismo, dentro de la rutina ordinaria del ministerio pastoral sin grupos musicales, pancartas, o cualquier tipo de promoción. A la par, una combinación del carácter extrovertido de nuestros amigos norteamericanos condujo al tema de la salvación, de tal modo que todo el esfuerzo se concentró en llevar a la gente a Cristo, y muy poco a edificarla en Él. Esto queda patente en vista del establecimiento de tantas misiones independientes o semiindependientes en las áreas donde la Iglesia no había trabajado con suficiente alcance.
Obsesión con el Evangelismo
Alguien puede decir: “Uno no puede edificar a la gente en Cristo hasta que la lleva a Él”. Eso es acertado pero, ¿qué tal si una preocupación completa como esa lo dominara, o la omitiera, o se rehusara, o incluso luchara en contra de edificarlos en Cristo? ¿Qué tal si cuidamos toda una rebaño de chivos y no haya quien los cure? Y eso es sin mencionar la posición altamente peligrosa de altanería en la cual se encuentran comunidades cristianas enteras, cuando sus vidas se enfocan exclusivamente en la tarea evangelística. Algunos de los casos más difíciles en el mundo cristiano son aquellos que han estado tan ocupados en evangelizar, que no han permitido que la Palabra se dirija sobre ellos mismos y por lo tanto, tienen a la Biblia como nada más que un conjunto de textos evangelísticos para lanzar a otros, o al menos para servir como carnada para esconder el anzuelo del “evangelio”. El triste declive en la calidad del testimonio y vida cristianos en nuestro país se debe principalmente al hecho que la iglesia evangélica durante varias generaciones no ha sido otra cosa sino una guardería masiva no solo de infantes, sino peor todavía, de bebés ya crecidos. Esta es la misma situación (o va a lo mismo) como cuando el Espíritu Santo ha sido derramado abundantemente en el campo misionero, y la Iglesia queda abrumada por una inundación de “bebés” cristianos, sin que nadie les enseñe o atienda, y quedan desprotegidos ante todos los excesos carnales y las influencias sectarias y heréticas a su alrededor. Podría proporcionarle un buen número de ejemplos contemporáneos misioneros de esto en Nueva Guinea, India, África oriental, Brasil, y más. Por ejemplo, alguien de Brasil me dijo últimamente que la rapidez de la extensión del evangelio ha resultado en muchos cristianos no enseñados, que resultan ser una presa fácil para las sectas que tuercen la verdad de Dios. Por eso, los cristianos necesitan enseñanza por medio de la literatura y ministerios que enseñan la Biblia. Tal vez podría dar unos ejemplos propios.
Entonces, ¿es malo llevar a esta gente a Cristo Jesús? Claro que no, pero si un gran número de ellos apostatan de la verdad y en la última instancia de Cristo, ¿acaso es una buena cosa? Pese a la gran efusión del Espíritu Santo (llámese avivamiento o como quiera), la naturaleza humana es propenso al error. Si nuestro uso y administración del poder y dones del Espíritu tienden en la práctica hacia una táctica a corto plazo en vez de una estrategia a largo plazo (recuérdese que todo lo que Dios hace de manera soberana lo ve desde y hacia la eternidad, e hila todo de manera constructiva e integral), precipitaremos un problema que tal vez no podamos solucionar. Como resultado, toda la escuela de Cristo se volverá una vasta guardería con salones desbordados de gente, donde tampoco habrá maestros para ellos, porque todos los que deben ser maestros se encuentran fuera para traer cada vez más niños a la escuela. Y cuando no se encuentra la maestra dentro del salón, ¡los niños se ponen a jugar! Aquí tenemos entonces una guardería fuera de control, casi plagada con niños, y todos los monitores, guardianes y profesores se encuentran afuera en busca de más niños.
Este deseo desordenado por el evangelismo se vuelve una fiebre que necesita curarse. Sin embargo, es la situación que está atravesando nuestro país: padecemos de un complejo evangelístico, una obsesión con ello que, en el mejor de los casos, resulta muchas veces no fructífero. En el peor de los casos es simplemente un intento de evitar la responsabilidad cristiana de madurar y alentar a otros a hacerlo para que hagan un impacto maduro y perdurable en el mundo. Esto sucede principalmente porque tenemos a la Biblia como el libro que contiene el mensaje del evangelio. Los evangélicos no suelen usar la Palabra “contiene” por cuestiones de los liberales, que la usan mal y alteran su significado en la Confesión de Fe Westminster y el Catecismo Menor. Sin embargo, llega a lo mismo al final del camino, porque aunque los evangélicos generalmente afirman que toda la Biblia es la Palabra inspirada de Dios, se encuentran muy lejos de basarse sobre la totalidad de sus escritos inspirados. Toda su búsqueda es para “el evangelio sencillo”, y si no lo encuentran en sus páginas (y algunos se esfuerzan mucho para hacer que las historias del Antiguo Testamento se vuelvan el evangelio sencillo pero truncado), se hace a un lado a la Biblia, aún con reverencia. La Palabra resulta igualmente inútil para ellos, como también para los liberales que hacen a un lado a la Biblia con desprecio.
Sin embargo, no hacen esto todo el tiempo sin que sus conciencias sean perturbadas. De hecho, muchos se sienten apenados y frustrados cuando contemplan sus fracasos en instruir y edificar a sus creyentes inmaduros. Por eso, en el ambiente evangélico prevaleciente, no es fácil que se adopte una política de alimentar a toda la grey con toda la Palabra de Dios, a fin de darles una dieta completa, variada y balanceada.
Algunas congregaciones dirán: “Esto no es el evangelio. Usted no predica el evangelio. No es evangélico”. Todo esto lo podrán decir porque uno no saca el mismo mensaje de cualquier texto o pasaje que uno escoge. Han estado diciendo eso acerca de mí durante años. Uno puede ignorar este tipo de comentarios con toda seguridad cuando uno ve lo que la Palabra de Dios, en su profundidad y amplitud, hace en transformar el carácter de la gente, de manera que lo único que replico es esto: “De todos modos, lo que enseño se encuentra en la Biblia: es Palabra de Dios”; pero muchos predicadores preferirían morir en vez de escuchar a la gente decir que no predican el evangelio. Entonces sacan el mismo mensaje viejo, que deja a la gente cristiana vacía y no alimentada. Así dicen los cristianos en este caso: “Nosotros somos salvos, y este es un mensaje para los inconversos”. Y echan miradas altivas a los pobres pecadores, que tienen miedo de entrar por sus puertas, o han sido arrastrados allí por los cazadores de almas y se sientan en la banca entre los santos con mucho temor, porque se sienten cada vez más incómodos al imaginarse los ojos de todos los demás en ese lugar, incluso los del pastor, enfocados en ellos.
¿Cómo puede un ministro con una perspectiva balanceada de la Palabra de Dios, y con plena intención de ministrarla, encarar a tales personas? Conozco a muchos que preferirían pararse para ser fusilados, antes que encarar a un grupo de cristianos airados sobre los cuales se ha vuelto la Palabra de Dios. He visto una crueldad mucho más grande hacia los siervos del Señor por parte de tales personas, que de inconversos que detestan el evangelio. El diablo siempre hace una obra más mortífera por medio de cristianos endurecidos, que por los inconversos, y le saca mucho más placer a eso.
Una Manera Más Fructífera
Hablo por experiencia. Tal parece que en el inicio de mi ministerio, nuestra etapa agresivamente evangelística duró unos dieciocho meses. Desde entonces, hemos tenido cuarenta y nueve años de enseñanzas bíblicas sólidas basadas en libros bíblicos enteros, una y otra vez por medio de dos cultos los domingos, estudios entre semana, y por cuarenta y ocho años de apuntes durante el estudio bíblico. Comoquiera, cada nuevo ministro que llega a nuestra ciudad se entera a las pocas semanas sobre una ocasión en que se desarrolló un circo evangelístico auspiciado por nuestra congregación, que no hemos vuelto a repetir después de cuarenta y nueve años. ¡Qué tan difícil es deshacerse de una mala reputación! Después de dieciocho meses de evangelismo agresivo (durante los cuales atrajimos a grandes multitudes, principalmente gente evangélica de toda clase de iglesia, asamblea, misión y secta), les prediqué la Palabra de Dios frente a la gran guardería de niños que tuvimos entonces, muchos de los cuales ahora se encuentran maduros. Dentro de una semana, de un domingo a otro, uno no podía ver a esa multitud hecha “misionera” por causa de la nube de polvo que dejaba atrás al retirarse. Algunos me han calumniado a mis espaldas por años por la manera “no evangélica” en que predico, e incluso me han acusado de impulsar a sus jóvenes consentidos a meterse en antros de placeres mundanos porque cesé de proveer entretenimiento evangélico para ellos; pero lo único que procuraba era alimentar a las ovejas.
No puedo enfatizar esto demasiado, no tan solo desde mi experiencia sino la de muchos de mis hermanos en el ministerio. Le podría llevar a una iglesia en Escocia donde un evangelista muy dotado, cargado con la necesidad de edificar a sus creyentes, fue impulsado a comenzar a enseñar la Palabra. Su imagen se vio impactada negativamente, y al final, abandonó el intento y volvió a las fatigosas rondas evangelísticas, y así al placer, pero no al provecho de su pueblo. Ellos no lo soportaban, y en vez de perder a numerosas personas y antagonizar a los que fielmente le apoyaban, el pobre sucumbió y no logró dar un golpe para la renovación de su congregación en nuestra tierra, lo cual estuvo dentro de sus posibilidades y dones. Por años, cuando él enfrentó la impopularidad y les dio la Palabra, hubo una cosecha de misioneros y obreros cristianos de su congregación; pero ellos, lástima, han desistido.
Indiscutiblemente es bueno apoyar el evangelismo. ¿Quién no lo haría si trata fielmente la Palabra? No obstante, una cosa es ganar almas y otra, producir evangelistas, misioneros, ministros, sin mencionar testigos poderosos para Cristo en un sinfín de vocaciones. La tarea de la iglesia no es solo ganar almas sino edificarlos de tal manera que sean “lanzados” a la mies. Es la Palabra en su plenitud y poder que edifica el carácter cristiano. Donde hay personas, así sean pocas, dispuestas a sentarse bajo la Palabra en su plenitud por suficiente tiempo, encontrará que sucede una de dos cosas. Pueden llegar a ser tan agitadas que tendrían que decir: “¿Señor, qué quieres que haga?”. Hemos visto a varones y mujeres más allá de la mitad de la vida, algunos muy cómodos, con familias ya crecidas, que ejercitan un testimonio eficaz en su vocación secular y son catapultados a nuevos ministerios. Por ejemplo, un anciano gobernante jubilado de la tercera edad de la congregación donde James Philip es ministro, salió juntamente con su esposa, una maestra pensionada, por un periodo de dos años de ministerio a la isla Fair, la isla habitada más remota en el Reino Unido. Le escuché decir desde el púlpito antes de salir, que fue el ministerio de la Palabra lo que le impulsó a hacerlo. No todos tendrán que ir, pero todos los que responden a la Palabra se ofrecerán a sí mismos a Dios. Otros, sin embargo, se retirarán y se caerán en algún tipo de desviación plausible; retirarse respetuosamente (tal vez algunos no tan respetuosamente) de la reunión de oración, para volverse “leña inútil” o hasta aguijones en la carne del pastor.
Engorde las Ovejas
Ahora bien, dejemos esto a un lado y veamos todo el campo del ministerio pastoral. Recuerde que “pastorear”, así como “apacentar”, esencialmente se trata de alimentar a la grey. Déjeme seguir adelante y decir, de manera reverente, que la tarea del pastor cristiano es la de engordar a las ovejas para el sacrificio. En Israel, eso se trató de usar como sacrificio en el templo. En mi propia congregación, la dificultad es que el Señor ha arrebatado a tantos para que edifiquen en la fe, que a veces hemos tenido luchar demasiado para mantener un núcleo funcional.
Sin embargo, volviendo una vez más al ministerio pastoral, pareciera que muchos ministros cristianos aceptan pastorados o cargos como medios de seguridad económica básica, un vivir, como nuestros hermanos anglicanos lo llaman, y luego utilizan esto como punto de partida para dedicarse a intereses personales en uno u otro de miles de vocaciones relacionadas. El interés puede ser la aplicación del evangelio (o lo que ellos saben, o entienden, o aun malentienden de este) en la política, servicio social, movimiento ecuménico, o el trabajo de evangelismo en el sentido no denominacional; o tal vez en la administración de todo un complejo de organizaciones desde su propia iglesia, etc. Muchos hombres alcanzan fama para sí mismos en estas ocasiones como conferencistas, organizadores, escritores, buenos miembros de comités, e incluso hasta entretenedores. Ellos mantienen vocaciones casi independientes, o que tienen muy poco que ver con la tarea del ministerio pastoral de alimentar a las ovejas, de la cual deriva su pan diario.
Ahora bien, puede pensar que en este mundo moderno me estoy poniendo demasiado duro y se pregunte: “¿Acaso no puedo pasar un poco de tiempo aparte de mi propia grey, a fin de apacentar otras ovejas?” Muy buena pregunta. Contéstela. Raras veces acepto una invitación que me llevaría fuera de mi tarea de ministrar a mi propia gente sin primero rechazarla. Parece que tengo algo que decir aquí que es muy importante. Espero que esto que está leyendo, lo comprenda. Lo que quiero decir es esto: demasiados ministros encuentran otras cosas que hacer porque no les gusta el ministerio pastoral, y les resulta demasiado difícil porque trabajar con la gente crea demasiados problemas, o porque se han vuelto fríos no viendo mucho fruto, y terminan desalentados. Los ministros tienen que hacer algo para justificarse a sí mismos, para levantar su ego y expresarse y satisfacerse. Si se dedican a administrar organizaciones grandes, o pasan su tiempo siempre en rondas de visitas, se sienten productivos; pero si se dedican al estudio y ministerio de la Palabra de Dios, crean toda clase de problema para sí mismos e inquietan a mucha de su gente, hasta que sus congregaciones pronto se encuentren en medio de incertidumbre y frustración.
No Acepte Ser Desviado
Si nos dedicamos a algo fuera de nuestras congregaciones como, por ejemplo, las tareas del presbiterio (ya que alguien las tiene que hacer) o algún otro tipo de trabajo que se encuentra a la mano, no olvidémonos que somos llamados por Dios para ser ministros de la Palabra a su pueblo, pueblo al cual somos unidos en matrimonio en el Señor. Recordemos también el hecho prosaico que nuestro sueldo no se paga por quienes nos invitan al trabajo fuera de la congregación, sino por la grey que estamos descuidando. Esto es un asunto ético muy sencillo; ya que implica buscar otro empleo y hacer caso omiso al que, de hecho, somos pagados a efectuar. Es demasiado inmoral, y Dios no puede ni quiere bendecir a los que lo hacen. Su deber a su propia grey es ante Dios, y Él no bendecirá a quien abandone el cargo. “Deja que los muertos entierren a sus muertos, y tú ve, y anuncia el reino de Dios” (Lucas 9:60), y apacienta tu grey. “Como pastor apacentará su rebaño” (Isaías 40:11). Esto no significa una ronda sin fin de visitas fieles a casas, sino el alimentar de sus almas con la Palabra.
Algunas personas de mi congregación, cuando comencé a hacer esto, dejaron de asistir a la celebración y no me permitieron hablar de estas cosas en sus casas. Entonces escribí apuntes bíblicos en nuestro informe mensual de la congregación. Eso no los obligó a leer, pero es maravilloso cuántos de los que no asistían terminaron leyendo mis apuntes. Y si estos apuntes tan solo lograron que se aferraran a su oposición, ni modo, eso también requiere una reacción cristiana. ¿Acaso no somos llamados a ser los que dividen a las personas? (cf. Lucas 12:49-53).
Supongo que la razón por la cual hacemos caso omiso a este deber de suma importancia es porque decimos: “Pues creo que no estoy logrando un buen crecimiento entre esa gente terca. La Palabra no parece impactarlos, y les predico y predico y predico, pero nunca me dan una sola palabra de aliento, mucho menos gratitud. Al menos se aprecia lo que hago en el comité de educación del presbiterio, también en el comité intereclesiástico, o en la unidad, o en la asociación literaria, o mi papel con el ayuntamiento, o con los ecologistas”. Sí, es cierto, pero no está teniendo en cuenta que algunas de estas aplicaciones del evangelio no son buenas, y hasta se vuelven necesarias porque la membresía cristiana no ha sido vitalmente afectada e influenciada por el...

Índice

  1. Prólogo
  2. Prefacio del Autor
  3. Introducción
  4. Capítulo Uno: “Apacienta Mis Ovejas”
  5. Capítulo Dos: El Pastor Fuera del Púlpito
  6. Capítulo Tres: Completo y Contemporáneo
  7. Capítulo Cuatro: Comisionado por Dios
  8. Capítulo Cinco: Caminar por la Cuerda Floja
Estilos de citas para La Tarea del Pastor

APA 6 Citation

Still, W. (2020). La Tarea del Pastor ([edition unavailable]). Publicaciones Faro de Gracia. Retrieved from https://www.perlego.com/book/2080911/la-tarea-del-pastor-pdf (Original work published 2020)

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Still, William. (2020) 2020. La Tarea Del Pastor. [Edition unavailable]. Publicaciones Faro de Gracia. https://www.perlego.com/book/2080911/la-tarea-del-pastor-pdf.

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Still, W. (2020) La Tarea del Pastor. [edition unavailable]. Publicaciones Faro de Gracia. Available at: https://www.perlego.com/book/2080911/la-tarea-del-pastor-pdf (Accessed: 15 October 2022).

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Still, William. La Tarea Del Pastor. [edition unavailable]. Publicaciones Faro de Gracia, 2020. Web. 15 Oct. 2022.