Manifiesto por el progreso social
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Manifiesto por el progreso social

Ideas para una sociedad mejor

  1. 232 páginas
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Información del libro

El progreso social puede verse como un objetivo a alcanzar o como una amenaza de la que conviene apartarse. En décadas recientes hemos atestiguado el declive de la pobreza mundial y el arribo de la democracia a numerosos países, la ampliación de programas de salud y educación, con innegables mejoras en la esperanza y la calidad de vida, pero a la vez reina una atmósfera de escepticismo sobre la posibilidad —y la conveniencia— de inducir un progreso social como el alcanzado por las sociedades más desarrolladas, con su cauda de desigualdad y sus costos ambientales. En busca de soluciones a los problemas globales, el Panel Internacional sobre Progreso Social reunió a más de 300 científicos sociales para que, con base en estudios novedosos, con una vocación multidisciplinaria y una mirada prospectiva, revisaran numerosas opciones de cambio social a largo plazo, exploraran los retos actuales y propusieran formas de mejorar las principales instituciones de las sociedades modernas. De ese trabajo colaborativo surge este manifiesto, en el que el ánimo utópico convive con el pragmatismo, en el que la búsqueda de justicia es compatible con el fortalecimiento de actores clave, como la empresa o el mercado. La conclusión es simple y a la vez entraña enormes complicaciones: sí es posible una sociedad mejor pero urge armonizar diversas fuerzas. Para lograr un cambio cultural de grandes proporciones, se requiere una audaz mezcla de idealismo y sensatez. Es lo que este manifiesto ofrece.

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Información

Editorial
Grano de Sal
Año
2020
ISBN
9786079876258
Edición
1
Categoría
Teoría social

Parte I

Fuentes de preocupación, razones para la esperanza

1. Éxitos globales y catástrofes inminentes

En muchos sentidos, las tres cuartas partes de siglo posteriores a 1945 fueron una época dorada para el mundo. De entrada, no hubo una conflagración global similar a la segunda Guerra Mundial. Ha habido una tendencia de largo plazo de aumento del ingreso promedio, impulsada por el incremento del comercio y de la innovación tecnológica. El crecimiento del ingreso estuvo acompañado por la disminución de la pobreza mundial en su conjunto. China registró la reducción de la pobreza, por lo que toca al ingreso, más espectacular de la historia humana. Los indicadores globales de desarrollo humano como escolarización, mortalidad infantil, mortalidad materna y esperanza de vida han mejorado de forma indiscutible comparados con los de hace siete décadas. Ha habido una constante expansión de la democracia, con una ola de descolonizaciones en la primera mitad de ese periodo, y la caída del comunismo y de muchas dictaduras en la segunda. La posición de las mujeres en las estructuras de gobierno ha mejorado, aunque lentamente, y los derechos civiles han avanzado en muchas partes del mundo.
Pero el exitoso desempeño global, en general y en promedio, esconde profundos huecos de progreso lento, incluso con retrocesos. La cifra absoluta de pobres en África ha aumentado, pues el crecimiento económico no ha seguido el ritmo del crecimiento poblacional. La peor crisis económica desde la década de 1920 golpeó al mundo en 2008, un golpe del cual la economía mundial se sigue recuperando. Aunque la desigualdad entre individuos en el mundo en su conjunto ha caído por el rápido crecimiento de China, la desigualdad en los países desarrollados como Estados Unidos ha aumentado abruptamente, en especial durante los últimos 30 años. Ese aumento en la desigualdad combina ingresos muy altos en las altas esferas con declives relativos en los sectores medios y bajos de la distribución del ingreso, pues muchas industrias y ocupaciones tradicionales han sufrido fuertes presiones. Esos dos rasgos —el rápido crecimiento de algunos países pobres y el rápido aumento de la desigualdad en los países ricos— están relacionados con el avance de la globalización y de la tecnología, y con la forma en que los actores y las instituciones han orientado tales procesos. La brecha relativa entre países ricos y países pobres se ha cerrado, una vez más, por el rápido crecimiento de países como China, la India, Vietnam y otros, pero la brecha absoluta es grande y sigue aumentando.
FIGURA 1.1. Mil años de crecimiento económico global
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NOTA: el ajuste en la paridad de poder de compra (PPC) sigue el valor real de las divisas en mercados nacionales.
FUENTE:www.gk1world.com/NewOurVision.
La degradación ambiental y el uso excesivo de agua han aumentado y el cambio climático añade más presión a los ecosistemas en una dimensión escandalosa. Aunque la democracia formal haya avanzado y no ha habido guerras a gran escala, los conflictos de menores proporciones han aumentado, algunos de ellos ocasionados por la escasez de recursos. El aumento del terrorismo en los albores de tales conflictos ha desestabilizado el entorno político, normalmente tranquilo, de muchos países. Una combinación de conflictos, degradación ambiental y desigualdades entre naciones ha aumentado de manera significativa la presión migratoria de refugiados que buscan seguridad y migrantes económicos que buscan una vida mejor. El aumento de la presión, a su vez, ha producido una reacción violenta en los países receptores de migrantes, sobre todo aquellos donde los ingresos medios y bajos se han contraído por las fuerzas del comercio y de la tecnología. En las democracias establecidas, los procesos políticos formales han puesto en el escenario a líderes y discursos animados por la xenofobia y con una fuerte vena autoritaria. Los líderes de opinión no han temido hacer comparaciones con la turbulenta década de 1930, cuando la inseguridad frente a los rápidos cambios llevó al auge del fascismo en algunos países. Incluso ya no parecería ciencia ficción pensar que Estados Unidos pudiera tener un gobierno protofascista, racista y xenófobo que simpatizara con los regímenes autoritarios del mundo y con una diplomacia voluble que pudiera provocar una escalada nuclear.
Por lo tanto, conforme nos acercamos a la tercera década del siglo XXI, resultan palpables la confusión y la aprehensión de la población a pesar de todos los logros de los últimos tres cuartos de siglo. El miedo es que el progreso de largo plazo de la humanidad se descarrile en las próximas décadas conforme las crecientes presiones sobre la equidad, la sostenibilidad y la democracia se influyan unas a otras, y que las tensiones resultantes destrocen el tejido económico, político y social. Los éxitos de los últimos 75 años no deberían esconder que ahora estamos al borde de un abismo. Si logramos sobrepasar el obstáculo con éxito, las probabilidades de que continuemos con un progreso social de largo alcance son buenas. Pero es importante asomarse al abismo para entender cómo hay que cruzarlo.

ÉXITOS GLOBALES

Antes de asomarnos al abismo, veamos brevemente el reciente progreso en retrospectiva. Durante el último milenio, el PIB per cápita real global aumentó más de 15 veces. La figura 1.1 muestra el PIB mundial en los años 1000, 1600 y después, cada cuatro años a partir de 1820 y hasta 2008. El primer despegue llegó con la Revolución industrial en el siglo XIX, pero la verdadera aceleración llegó tras la segunda Guerra Mundial. Las tres décadas posteriores a ese conflicto se han llamado “la época dorada del capitalismo”, pero para el mundo en su conjunto las seis décadas previas a la crisis de 2008 también fueron una época dorada. Debieron pasar mil años para que el PIB per cápita mundial se multiplicara por 15, pero sólo 60 años para multiplicarse casi al cuádruple entre 1950 y 2008.
Las cifras para los países a nivel individual representan el patrón global del éxito. Para 1945, el PIB per cápita del Reino Unido era más de 15 veces su valor en el año 1000, gracias a la Revolución industrial del siglo XIX; en sólo 60 años tras 1945, su PIB per cápita aumentó más del triple. En 1978, al inicio del proceso de reformas, el PIB per cápita chino apenas duplicó el nivel que tenía en el año 1000 pero 30 años después ya era seis veces mayor a su valor de 1978. Al momento de su independencia, en 1947, el PIB per cápita de la India era 20% superior a su valor mil años antes; durante los 60 años posteriores a su independencia, aumentó casi cinco veces.1
FIGURA 1.2. Tres décadas de reducción de la pobreza
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FUENTE: Banco Mundial, Grupo de Investigaciones sobre el Desarrollo.
Por supuesto que se critica el uso del PIB per cápita por ser un promedio, pues esconde la desigualdad y la pobreza. Desafortunadamente, los datos distributivos no se remontan tan lejos, pero la información que tenemos también sugiere un patrón de éxito a nivel global en las últimas tres décadas. Para el mundo en su conjunto, ha habido un espectacular declive de la pobreza (véase la figura 1.2). La proporción de gente en extrema pobreza —el porcentaje de la población por debajo de un nivel de consumo de $1.90 dólares al día— se desplomó de 42% en 1981 a 11% en 2013. Esta caída tan pronunciada se debió sobre todo al éxito de China, donde la pobreza ha disminuido drásticamente desde el inicio del proceso de reformas. Algunos lo han llamado el desempeño más espectacular de la historia de la humanidad por lo que toca a la pobreza, pues muchos cientos de millones de personas han salido de esa situación en el transcurso de tres décadas. Se pueden ver patrones similares para muchos países asiáticos como la India tras 1991, Bangladesh en las décadas de 1990 y 2000, y Vietnam luego del año 2000. Por supuesto que la reducción de la pobreza no es uniforme (como discutiremos más adelante), pero el declive de la pobreza a nivel mundial y en los mayores países debe valorarse como un éxito global de las últimas décadas.
FIGURA 1.3. Medio siglo de indicadores sociales
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FUENTE: Base de datos del Banco Mundial.
Los datos de las gráficas 1.1 y 1.2 dan una visión monetaria del bienestar, la cual ha sido criticada, con razón, por ser demasiado acotada. ¿Cómo se han desempeñado en el mundo otros indicadores que capturan distintas dimensiones del desarrollo humano? La figura 1.3 presenta datos globales sobre cuatro de esas dimensiones: escuela primaria terminada, mortalidad infantil, mortalidad materna y esperanza de vida.
Es clara la drástica mejoría en todas esas dimensiones durante el último medio siglo. La esperanza de vida ha aumentado de menos de 50 años en 1960 a más de 70 medio siglo después. Este incremento fue apuntalado por una reducción de la mortalidad infantil que se redujo de una tasa de alrededor de 120 muertes por cada mil nacidos vivos a 30 en el mismo periodo. La estimación de la mortalidad materna ahora representa sólo poco más de 200 muertes por cada 100 mil nacidos vivos. Esta cifra sigue siendo muy alta, pero bajó en comparación con la tasa de casi 400 muertes hace un cuarto de siglo.2 Por último, la tendencia de la tasa de la escuela primaria terminada también es impresionante en el mundo. La tasa ha aumentado de 74% en 1970 a 90% en la década de 2010. En todas esas dimensiones de desarrollo humano, por lo tanto, el mundo muestra éxitos en promedio y en el largo plazo.
Los indicadores no asociados al ingreso que se presentan en la figura 1.3 no captan otros aspectos del progreso social, en particular los relacionados con la democracia. La figura 1.4 presenta algunas tendencias y patrones de dicha dimensión. El primer indicador es, de manera bastante simple, el número de países que son miembros de la ONU. La cifra se duplicó: pasó en 15 años de 51 países en 1945 a 102 y se triplicó la cifra original 30 años después. Esto refleja las olas de descolonización de las décadas posteriores a la segunda Guerra Mundial, lo que representó una luz para el progreso social gracias a las independencias y la autodeterminación de las ex colonias.
Pero la independencia de las antiguas potencias coloniales no necesariamente significa democracia dentro de los países. La figura 1.4 muestra el número de democracias existentes en el mundo, de acuerdo con la categorización de Polity. Lo anterior representa un aumento constante que coincide con las oleadas de descolonización que también se reflejan en el número de miembros de la ONU. Pero vino una ola posterior tras la caída del Muro de Berlín en 1989, cuando el número de democracias saltó de 49 a 56 y luego a 67; este número siguió aumentando conforme la ola se extendió hacia África en la década de 1990. Por supuesto, la democracia formal no significa necesariamente participación popular en el gobierno, lo cual depende de muchas cosas, como el acceso a la información, que ha avanzado muchísimo durante las últimas dos décadas gracias a la propagación de los teléfonos celulares y al creciente contacto...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portadilla
  3. Portada
  4. Créditos
  5. Contenido
  6. Prólogo, por AMARTYA SEN
  7. Prefacio
  8. Agradecimientos
  9. Introducción: el futuro está en nuestras manos
  10. Parte I | Fuentes de preocupación, razones para la esperanza
  11. Parte II | Acciones para el progreso social
  12. Conclusión: movilizar a los que harán el cambio
  13. Apéndice. Índice de Repensar la sociedad para el siglo XXI. Informe del Panel Internacional sobre Progreso Social
  14. Bibliografía