Educar en el feminismo
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Educar en el feminismo

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Cómo formar personas libres, seguras de sí mismas y respetuosas sin importar su sexo¿Sabías que las niñas a partir de los 6 años se sienten menos inteligentes que los niños? ¿Y que los chicos subestiman las capacidades de sus compañeras en la universidad?La culpa es de los estereotipos: los juegos y referentes culturales entrenan a las niñas y niños sobre cómo tienen que comportarse, expresarse y relacionarse. Colores rosas, muñecas, cocinitas y princesas. Colores azules, barcos piratas, fútbol y superhéroes. Proponemos dos escenarios distintos con perversas consecuencias: las niñas deberán ser sumisas, tranquilas y obedientes, y los niños no podrán llorar y ser sensibles, deberán ser fuertes y valientes. ¿No sería mejor que fueran libres para sentir, expresarse y actuar?Necesitamos niñas y niños con conciencia y compromiso, que defiendan en público la igualdad. Que tengan capacidad de pensar más allá de lo convencional y no se dejen influir por los modelos que a menudo se muestran en la televisión, el cine, la literatura, las redes sociales... Para construir una sociedad justa e igualitaria, nuestras criaturas tienen que ser poderosas, justas, solidarias y felices. Para todo esto, es necesario educar en el feminismo.

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Información

Editorial
Plataforma
Año
2018
ISBN
9788417114510

PARTE II. COEDUCACIÓN

3. Ni las niñas son de Venus
ni los niños de Marte

Educar en igualdad

No podemos avanzar si la mitad de la humanidad va por detrás.
MALALA YOUSAFZAI
¿Educas a tus hijas e hijos de la misma forma? La mayoría de madres y padres no educamos de la misma manera a nuestras primeras criaturas que a las segundas. Ni mucho menos a las terceras o en adelante. Con la primera hija o hijo cometemos errores que no cometemos con el segundo. Y cuando se tienen más, se van cometiendo menos errores y nos relajamos más con cada nueva criatura. Es normal, la educación de cada hija o hijo está supeditada a nuestro contexto: con unos somos más inexpertos, con otros estamos más ocupados y con los últimos nos hemos convertido en personas más flexibles o inflexibles. Por este motivo, los psicólogos coinciden en que nuestra posición al nacer en nuestra familia va a condicionar parte de nuestra personalidad. De la misma forma, si tienes una hija o un hijo, ocurre que, de forma inconsciente, los educas de forma diferente.
Cuando hablo con madres y padres que tienen hijas e hijos, casi siempre coinciden en que intentan educar a sus criaturas en igualdad, en la medida de lo posible. Es muy complicado y la sociedad no favorece que se pueda dar una educación en igualdad a niñas y niños en el mismo entorno: para que realmente estemos hablando de coeducación, habría que usar siempre un lenguaje inclusivo, darles las mismas referencias bajo los mismos aspectos con modelos femeninos y masculinos, fomentar juegos y juguetes no estereotipados, favorecer deportes que no diferencien niñas y niños, reconstruir los espacios y un largo etcétera. No desesperes, este es un largo recorrido.
Cuando se habla de fórmulas para prevenir la violencia machista, el machismo y las desigualdades sociales que perjudican a las mujeres, se llega a la misma conclusión: es necesaria una educación en igualdad para niñas y niños, desde el hogar, la escuela y la sociedad. Está claro que sería muy ingenuo pensar que solo con eso resolveríamos todos los problemas del machismo, ya que también son necesarias leyes y cambios en el sistema económico, político y social, pero si no educamos a las criaturas de hoy en el feminismo, jamás serán impulsoras de este cambio social en el futuro. Tenemos que educar a las niñas para que sean feministas empoderadas y a los niños para que sean aliados del feminismo.
En una reunión de madres y padres que tuve en el aula de Infantil de una de mis hijas, me sorprendió que, sobre el pupitre de cada criatura, estuvieran escritos sus nombres en unas cartulinas azules para los niños y rojas para las niñas. Cuando le pregunté a la profesora por qué había hecho esa diferenciación, nos explicó que todavía había niñas y niños que no identificaban correctamente su género, y cuando ella les decía: «Que todas las niñas se levanten a la pizarra», algunos niños se colaban en el grupo de niñas, y al revés. En ese momento me pregunté qué problema había en que criaturas de cuatro años no tuvieran claro su género o que lo tuviesen claro, pero no se correspondiera con su sexo. ¿Por qué es tan importante dividir a las personas en dos grupos? Básicamente, para estereotiparlas según su género. Esta pequeña diferenciación no solo perjudica su forma de relacionarse en la sociedad, la construcción de su identidad y el desarrollo de estereotipos: sobre todo favorece las desigualdades y el machismo.
Para que las futuras personas que toman decisiones estén implicadas en el feminismo, es crucial educar a nuestras criaturas para que sean conscientes del patriarcado y el machismo y quieran eliminarlos. Las investigaciones35 demuestran, además, que el éxito es más probable donde las intervenciones han trabajado con ambos, niñas y niños, mujeres y hombres, de manera sinérgica o sincronizada.

Cómo ser niña o niño

Hemos visto cómo los estereotipos perjudican a las mujeres, porque establecen una construcción del género muy concreta, que las limita y genera desigualdades que son percibidas desde que son bien pequeñas. La sociedad decide cómo debe ser una niña y cómo debe ser un niño y así se los educa y se les construye su identidad desde el momento en el que nacen.
Aunque es un tema complicado, quiero dejarte caer las tendencias en torno a las construcciones de los diferentes sexos y géneros. Hoy en día, deberíamos ser más abiertos con respecto a la construcción del género de cada criatura. Según la teoría queer, el sexo, el género, la identidad y el deseo sexual son construcciones sociales: designar a cada uno con el nombre de homosexual, heterosexual, hombre o mujer podría suponer, incluso, una restricción.
Científicamente, ya sabemos que no existen solo dos sexos: hembra y macho. Muchas personas son intersexuales y tienen características genéticas y fenotípicas propias de mujeres y hombres de forma simultánea (rasgos físicos de un sexo y hormonalmente de otro, por ejemplo). En los Juegos Olímpicos han estallado casos en los que se ha humillado e insultado a personas intersexuales porque han competido como mujeres (ya que han sido mujeres toda la vida porque socialmente su género se ha construido como tal) y luego se ha descubierto que eran intersexuales. En todo el mundo existen casos parecidos: los güevedoces son personas de la República Dominicana que nacen con caracteres sexuales femeninos y son criados como niñas, pero a los doce años les crece el pene y les bajan los testículos. Algunas de estas criaturas deciden ser chicos y otras deciden operarse y ser chicas. Los berdache, también conocidos como los dos espíritus, son individuos que pertenecen a pueblos amerindios de América del Norte, donde el espíritu femenino y masculino convive en el mismo cuerpo. En la India, existe un tercer sexo denominado hijra (jisras). Además del sexo, las personas construyen su género, y este tampoco es exclusivamente femenino o masculino. Por todos estos motivos, Canadá ha incluido en sus pasaportes el género no especificado X para dar cobertura a las personas intersexuales, andróginas o trans.
Está demostrado que hay una amplia variedad de géneros, que, además, pueden tener orientaciones sexuales diversos: se puede ser gay, lesbiana, bisexual, transgénero, transexual, pansexual, cisgénero, fluido, asexual, poliamorosa, queer…, por lo que puedes parecer un hombre y ser una mujer, parecer una mujer y sentirte hombre y mujer, no sentirte ni hombre ni mujer, sentirte andrógino, tener pluma, o no… y te pueden gustar hombres y mujeres, cualquier género, cualquier sexo o ninguno.
La construcción del género conlleva importantes desigualdades sociales, así que lo ideal sería que las personas actúen, se vistan y se expresen con total libertad, sin que se cuestione por ello su sexualidad o su género. Criaturas libres, personas que decidan por ellas mismas cómo quieren ser, qué aspecto tener, qué vida llevar y a quién querer. Hoy, nuestra sociedad está estructurada de forma que mujeres y hombres somos desiguales, no hay personas, hay solo hombres por un lado, con todos los estereotipos que conllevan, y mujeres por otro, con su carga de roles impuestos.
Judith Butler36 plantea el género y la sexualidad normativos, en contraposición con los géneros, identidad y sexualidad subversivos, como construcciones sociales que las personas hemos desarrollado por vivir en el contexto en el que vivimos; según Butler, empezamos mal si tomamos como referencia, por ejemplo, al hombre vestido de mujer, porque ya le estamos asignando un género: el de hombre. ¿Por qué? Posiblemente por el concepto compartido que tenemos todas las personas. Sin embargo, ¿no sería mejor que cada persona decidiera cómo desarrollar su feminidad o su masculinidad libremente?

Feminidades y masculinidades

Una amiga me contó que cuando era pequeña quería ser un chico. Le parecía mucho más divertido comportarse como un chico y hacer las cosas que hacían ellos. Sus referentes eran los personajes masculinos de las películas, de los libros, porque vivían las aventuras intrépidas mientras los personajes femeninos apenas hacían nada interesante. Se identificaba con George, de Los cinco, porque era una niña que se sentía niño y podía hacer cosas de chicos. Mi amiga se sentía diferente y tenía comportamientos estereotípicamente masculinos, lo que se ha conocido popularmente como un marimacho. Un día, una profesora convocó a su madre y su padre para una reunión y, con mucha solemnidad, les dijo que su hija era lesbiana. O transgénero. En realidad, daba igual que ella fuera lesbiana o trans: el problema residía en que no se comportaba como se supone que tiene que comportarse una niña.
Lo que ni mi amiga ni la sociedad sabían era que, dentro del género binario, femenino y masculino, las personas pueden expresarse de forma muy diversa. Hoy esto se conoce como las nuevas feminidades y masculinidades.
La feminidad y la masculinidad son los atributos, comportamientos y roles que se asocian a los varones y a las niñas ...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portada
  3. Créditos
  4. Dedicatoria
  5. Índice
  6. PARTE I. FEMINISMO, SÍ, GRACIAS
  7. PARTE II. COEDUCACIÓN
  8. PARTE III. RELACIONES ENTRE CHICAS Y CHICOS
  9. Colofón
  10. Agradecimientos
  11. Notas