El diablo listo y otros poemas
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El diablo listo y otros poemas

  1. 288 páginas
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El diablo listo y otros poemas

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Proscrito y vituperado por el régimen soviético durante casi setenta años, la obra poética de Gumiliov siguió viva gracias a la resistencia cultural de quienes la copiaban clandestinamente, para hacer circular en secreto los versos de uno de los poetas más influyentes del denominado Siglo de Plata de la Poesía rusa. Luis Gómez de Aranda, con la asesoría filológica de Elena Kúrchenko, ha traducido del ruso una selección de poemas escritos por este gran autor entre 1902 y 1921, para ofrecer en español una edición bilingüe en la que destaca el vitalismo de Gumiliov y su pasión por la claridad, el exotismo y la libertad.

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Información

Año
2011
ISBN
9788493921293
Categoría
Literature
Categoría
Poetry

El corazón de oro de Rusia
Homenaje y prólogo
Por LUIS FRAGA

«(…) POR LA DESIERTA calle Basséynaya resonaban los pasos de dos transeúntes de última hora. Uno era un hombre alto y esbelto con andar seguro y firme. Llamaba la atención por su extraña vestimenta: pelliza larga de piel de ciervo blanco con dobladillo bordado y un gorro del mismo tipo. Bajo el brazo, una abigarrada cartera africana hecha con piel de un animal tropical que al parecer él mismo había cazado. Un atuendo algo insólito para pasear por el Petrogrado revolucionario de 1920.
»Junto al desconocido, casi corriendo a pasos cortos, iba su joven acompañante.
»—Nikolay, ¿a dónde vamos? —preguntó en voz baja la chica mientras miraba con timidez alrededor.
»El hombre de la pelliza de ciervo se detuvo súbitamente, elevó hacia el cielo un dedo estrecho y como afilado de su blanquísima mano de finura aristocrática, y pronunció, aleccionador:
»—Usted, claro, ¿se ha olvidado de qué día es hoy? ¡Pues precisamente esta fecha, en la noche del 14 al 15 de octubre de 1814, nació Lérmontov! El poeta preferido de Usted y mío. ¿No le da vergüenza no saberlo?… ¡Encargaremos una misa de réquiem por él! Y seremos, seguramente, los únicos en todo el mundo que rezarán por él, que recordarán el alma del poeta (…).
»(…) La iglesia estaba vacía. Las luces pálidas de unas velas ante los iconos se disolvían en la oscuridad húmeda. De alguna parte de detrás del coro surgió, ágil, un sacerdote joven.
»—¿Por quién rezamos, señoría?
»—Por la preclara memoria del boyardo Mijaíl.
En la profundidad de las bóvedas oscuras sonó el eco bajo del “Bendito sea nuestro Señor... (Благословен Бог наш…)”. Empezaba el réquiem.
»Nikolay Gumiliov (pues así se llamaba el hombre misterioso de la pelliza de ciervo) cayó de rodillas, y a pesar de la gelidez de las losas de piedra, no se levantó hasta que la misa hubo terminado.
Nikolay Gumiliov, retratado por Olga Della Vos Kardovskaya.
»La turbada Írochka, su joven alumna y seguidora, Irina Vladímirovna Odóyevtseva, se santiguaba con fervor (…).
»Era como si el telón del mundo del más allá se hubiese retirado por un instante y el joven Lérmontov estuviese iluminando con sonrisa maliciosa el sombrío Petrogrado del año 1920.
»Más tarde tuvo lugar una velada improvisada en memoria del “profeta de la poesía rusa”. Junto a la estufa de lo que antes había sido antesala y ahora constituía el único espacio habitable del inmenso piso de Gumiliov, Nikolay Stepánovich e Irina Vladímirovna tomaban té de zanahoria con pan seco de pasas. El fuego ya empezaba a apagarse cuando Gumiliov empezó su narración sobre la vida y el destino del gran poeta del Cáucaso. Relataba vivamente, con ímpetu, como si él mismo hubiera participado en aquellos acontecimientos y delante de la joven Odóyevtseva fuesen mostrándose uno tras otro las escenas de la vida de Lérmontov. (…)
»(…) Cuando la acompañaba a casa, Irina no podía contener las lágrimas.
»—Cálmese Usted de una vez, no vaya su familia a pensar que la he ofendido en algo. ¿Quién va a creer que Usted esté llorando por Lérmontov, que murió hace más de un siglo?
»—¡No puedo! —sollozaba Irina— ¡Me da tanta pena! ¡No sabía que su muerte hubiera sido tan terrible!
»Gumiliov le ofreció en silencio su pañuelo. Luego, al inclinarse, miró los ojos de la chica llenos de lágrimas:
»—La estaba regañando, dijo Nikolay, pero ahora de pronto deseo que muchos años después de mi muerte alguna criatura joven llore por mí así, como Usted lo hace ahora. Como por un novio al que han matado (…)».
Del libro de memorias
de Irina Vladímirovna Odóyevtseva.
POR LO MENOS tres son los motivos que hacen sumamente recomendable la lectura del texto al que estas líneas sirven de prólogo.
Primero, la excelencia literaria de los versos aquí traducidos. Quien no conozca la poesía de Gumiliov se verá sorprendido por la fuerza de sus imágenes y la distinguida simplicidad de sus expresiones, que siempre apuntan a objetivos elevados y nobles.
Segundo, la calidad de la traducción lograda por Luis Gómez de Aranda y Elena Kúrchenko, dos personas que tanto han contribuido al conocimiento en España de la cultura rusa. Tercero, la inmensa categoría humana de Nicolay Gumiliov y cómo ésta se muestra en su vida, sus inquietudes y sus realizaciones.
De hecho, este libro es, ante todo, un merecido homenaje al gran poeta nacido en la noche del 14 al 15 de abril de 1886, en Kronstadt, ciudad con nombre alemán muy cerca de San Petersburgo. Al parecer, durante aquella noche se abatió sobre esta ciudad de Rusia una fuerte tormenta, y la anciana niñera de la familia interpretó sus relámpagos y golpes de viento como signos proféticos destinados a presidir la vida del recién nacido. Tenía razón.
En efecto, el destino de Gumiliov refleja como pocos otros la suerte de los intelectuales de Rusia en aquella época convulsa. Y su muerte, perpetrada por personas peores que él, nos puede servir de enseñanza y de advertencia sobre la naturaleza invariable del comportamiento humano y sobre lo necesario que para todos sigue siendo que seamos capaces de construir sociedades y sistemas políticos que aspiren a que entre los rasgos humanos prevalezcan los más nobles, y no los más viles, como con tanta frecuencia sucede.
En la obra de Gumiliov, sin embargo no hay intenciones políticas ni reflexiones sociales, ni teorías revolucionarias o idealistas sobre la construcción de mundos mejores. De todo esto el verdadero artista siempre desconfía. No ha de sorprendernos, por lo tanto, que él siempre se definiese como “apolítico”. Lo suyo era la poesía y la vida. La creación de belleza y de situaciones. Y a ello dedicó su vocación literaria y su afán aventurero.
La poesía de Gumiliov es inusual. Aunque él fuese uno de los fundadores del denominado “acmeismo”, ni su estilo ni sus versos pueden encuadrarse en movimiento literario ni etiqueta alguna. Llaman la atención, subrayemos esto, cuatro signos de estilo. Primero, su fuerza expresiva. Segundo, la elegancia concisa de sus frases. Tercero, el poder visual de sus imágenes. Cuarto, la energía heroica de su universo temático.
Sirvan estos cuatro trazos para esbozar una primera caracterización general de la poesía de este gran patriota ruso, de ese héroe de guerra que fusilaron los bolcheviques en 1921.
Pero también estos cuatro trazos explican por qué no se trata de una poesía para todos los públicos. Nabokov lo tachó de “poeta para adolescentes”. Otros (que afirmaron lo mismo sobre Joseph Conrad), de “escritor para hombres”. Y los comunistas afirmaron todo sobre él (o, más bien, sobre ellos mismos) al mandarlo directamente al paredón, prohibir sus obras y enviar a su único hijo a Siberia.
Proscrito y vituperado durante casi setenta años, Gumiliov fue hasta hace muy poco tiempo inaccesible para el lector que intentaba hacerse con sus versos. Por haber sido fusilado como enemigo del poder soviético, sus libros no se encontraban en las bibliotecas. Pero perduraron algunos ejemplares en bibliotecas domésticas. En la clandestinidad, se copiaban a mano o en “самиздат” (“samisdat”) con máquinas de escribir medio rotas. Por las noches algunos se arriesgaban a prestar a gente de confianza la lectura secreta e inconfesada. Del poeta se hablaba sólo en voz baja.
En tiempos de Gorbachov se levantó la prohibición. Pero el mundo ya no era el mismo. Ya no era el de la Rusia esperanzada y vigorosa que Gumiliov había conocido en los albores de un siglo XX que todavía no mostraba los contornos de lo que acabaría siendo: el más espantoso de la Historia.
Incluso en la Perestroika, pues, Gumiliov siguió siendo un poeta desconocido. A finales de los ochenta sus versos empezaron a leerse, sí, pero someramente, sin atención especial, y los amantes de “rarezas” empezaron a coleccionar los libros que tomo tras tomo iban apareciendo. Pero el espíritu de los tiempos, ahora más blando y agotado en nuestra parte del mundo, ya no era el mismo. Pocos hacían el esfuerzo de comprender no ya a Gumiliov, sino todo el Siglo de Plata de la poesía rusa. Y, sin embargo, de eso precisamente se trata. De comprender. Comprender la obra. Comprender la época. Comprender las personas, y los destinos, más que las biografías; los destinos de esas personas que vivieron y murieron en unos años de la Historia en los que Europa y el mundo no eran conscientes de que iban al desastre que finalmente se produjo.
Repitamos lo escrito: nadie era consciente de la catástrofe a la que nuestra civilización occidental se encaminaba. Nadie, ni el más inteligente, era capaz de verlo. ¿Por qué? Los acontecimientos, eso sabemos ahora, iban a llevar al fin de los tres imperios en los que se basaba la estabilidad mundial: los ecos de la catástrofe que significó el hundimiento del llamado Imperio Austrohúngaro todavía perduran a principios del siglo XXI en Kosovo y Serbia. Sin la muerte del orden otomano no hubiesen tenido lugar varias guerras como la reciente de Irak, por no hablar del conflicto en Palestina. Sin la caída de los zares del modo desastroso en el que se produjo, ni el mundo hubiese sufrido el error del comunismo, ni Rusia se hubiese precipitado al abismo del que ahora por fortuna empieza a salir. Ni tampoco, y entonces este prólogo no sería el mismo, Gumiliov hubiese sido asesinado.
Pero, repitamos la pregunta, ¿por qué nadie veía la catástrofe que estaba a punto de suceder? A esto se puede responder con una palabra. Y ésta es: tragedia. Una tragedia dentro de otra tragedia. Presididas por un destino imprevisible y cruel. Esa es la forma en la que los hechos iban a producirse. Los acontecimientos, pues, como en las obras de Sófocles, se estaban desencadenando no tanto por nexos causales de culpa, sino de tragedia.
Tragedia. Esa es, insistamos, la palabra. Por eso tal vez sea más importante comprender los destinos colectivos que comprender la Historia. Por eso tal vez sea más importante comprender los destinos individuales que comprender las biografías. Por eso, para cualquier artista, no es tan importante ser querido y alabado y glosado después de la muerte, pero sí, y muy necesario, ser comprendido.
Intentemos, pues, comprender ese destino de Gumiliov que al final demostró ser trágico en una época trágica. Una muñeca rusa de tragedias, por así decirlo. Una tragedia individual, miles de tragedias individuales en San Petersburgo, millones de tragedias individuales en Rusia y en toda Europa se inscriben en una inmensa tragedia colectiva en Occidente cuyos catastróficos efectos todavía no han terminado en el momento en el que se publica este libro. La guerra que comenzó el 1914, ¿la denominarán algún día los historiadores otra “Guerra de los Cien Años”?
Como a todos nos sucede, la trama del destino de Gumiliov empieza en su infancia. Y la suya fue una infancia de lucha ante la adversidad y las dificultades. Pese a su timidez, Nicolay intentaba ser desenvuelto y amable; pese a su debilidad y sus enfermedades, era líder entre los demás niños. Como es natural, esto no lo oculta en su primer libro, publicado en 1905 cuando el autor tan sólo tenía 19 años. El título lo dice todo: El camino de los conquistadores. Por cierto, como en otros idiomas, esa palabra la toma el ruso del español: конквистадор. En dicha colección de poemas se encuentra, en estado embrionario, todo lo que después vendría. Un universo heroico, fuerte, orgulloso. Valiente.
Pero de modo aún más claro vemos todo el Gumiliov futuro en las primeras palabras del primer verso del primer poema que, con tan sólo 16 años, publica el 8 de septiembre de 1902: “Я в лес бежал из городов, В пустыню
от людей бежал… (“Al bosque y al desierto fui buscando huir de las ciudades, de la gente…”).
Con estas palabras ante nosotros, conviene que nos detengamos un momento y miremos el calendario. Y ello porque este verso no puede pasar inadvertido a quien conozca la obra de otro autor que, igual que Gumiliov, combatió en el frente de la Guerra del 14, y con el que cabe vislumbrar más de un elemento común. Me refiero a Ernst Jünger, autor de La emboscadura. Ambos autores parecen venir del mismo planeta. Los dos, por ejemplo, son autores visuales. Los dos, viajeros y amantes de la aventura, de lo insólito, de lo extraordinario, del riesgo. Los dos, guerreros condec...

Índice

  1. El corazón de oro de Rusia. Homenaje y prólogo por LUIS FRAGA
  2. Nota del traductor
  3. Я в лес бежал из городов…
  4. Al bosque y al desierto fui buscando
  5. Песнь Заратустры
  6. El Canto de Zaratustra
  7. Credo
  8. Credo
  9. Умный дьявол
  10. El diablo listo
  11. Мне надо мучиться и мучить…
  12. Al tiempo, torturar y torturarme
  13. Крест
  14. La cruz
  15. Ягуар
  16. Jaguar
  17. Мечты
  18. Sueños
  19. За гробом
  20. Más allá del sepulcro
  21. Жираф
  22. Jirafa
  23. Крыса
  24. La rata
  25. Игры
  26. Circenses
  27. Основатели
  28. Fundadores
  29. Сада-Якко
  30. Sada-Yakko
  31. Орёл
  32. El águila
  33. Поединок
  34. El duelo
  35. Одиночество
  36. Soledad
  37. Маркиз де Карабас С. Ауслендеру
  38. Marqués de Carabás para S. Ausländer
  39. Читатель книг
  40. Lector de libros
  41. У меня не живут цветы...
  42. No hay flores en mi casa
  43. В небесах
  44. En los cielos
  45. Пять быков
  46. Cinco bueyes
  47. Акростих
  48. Acroverso
  49. Девушке
  50. A una joven
  51. Дорога
  52. Camino
  53. Современность
  54. Ahora
  55. Туркестанские генералы
  56. Los generales de Turquestán
  57. Она
  58. Ella
  59. Генуя
  60. Génova
  61. Рим
  62. Roma
  63. Птица
  64. El ave
  65. Персей Скульптура Кановы
  66. Perseo Escultura de Cánova
  67. Вилла Боргезе
  68. Villa Borghese
  69. Болонья
  70. Bolonia
  71. Неаполь
  72. Nápoles
  73. Я вежлив с жизнью современною
  74. Soy algo tolerante con las cosas
  75. Смерть
  76. Muerte
  77. Восьмистишье
  78. Octava
  79. Дождь
  80. La lluvia
  81. Отраженье гор
  82. Reflejos de las montañas
  83. Я не прожил, я протомился
  84. Sólo he sufrido
  85. Змей
  86. Dragón
  87. Деревья
  88. Árboles
  89. Детство
  90. Niñez
  91. Осень
  92. Otoño
  93. Ледоход
  94. Deshielo
  95. Ещё не раз вы вспомните меня
  96. Aún recordarás algunas veces
  97. Я и Вы
  98. Usted y yo
  99. О тебе
  100. De ti
  101. Предложенье
  102. Proposición
  103. Канцона І
  104. Canción I
  105. Канцона ІІ
  106. Canción II
  107. Канцона ІІІ
  108. Canción III
  109. Рассыпающая звёзды
  110. Derramando estrellas
  111. Баллада
  112. Balada
  113. Слово
  114. La Palabra
  115. Природе женщины подобны
  116. Seméjanse a las aves y a las fieras
  117. Моя мечта летит к далёкому Парижу
  118. Mi sueño vuela hacia el París lejano
  119. Наступление
  120. Ofensiva
  121. Слонёнок
  122. El pequeño elefante
  123. Индюк
  124. El pavo
  125. Нет, ничего не изменилось
  126. Nada en torno ha cambiado
  127. Я рад, что он уходит, чад угарный
  128. Compláceme que acabe este delirio