Historia y sistema en Marx
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Historia y sistema en Marx

Hacia una teoría crítica del capitalismo

  1. 400 páginas
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Historia y sistema en Marx

Hacia una teoría crítica del capitalismo

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Una distorsión recorre el pensamiento político de los dos últimos siglos hasta el presente: la deformación de la teoría crítica del capitalismo elaborada por Karl Marx. Esa distorsión, producto de constantes y progresivas interpretaciones del marxismo ortodoxo y del marxismo occidental, ha impedido una correcta comprensión no solo de las líneas maestras del pensamiento de Marx, sino también de conceptos fundamentales como los de historia, sistema o dialéctica. Como remedio, César Ruiz Sanjuán propone una "nueva lectura de Marx" que muestre la brecha entre las derivas del marxismo y la obra de Marx, y que manifieste su incontestable actualidad.Historia y sistema en Marx ofrece un amplio y riguroso estudio del conjunto de la producción teórica de uno de los más influyentes pensadores del siglo xix, desde sus escritos de juventud hasta sus textos de madurez, y construye una visión global de su obra.

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Información

Año
2019
ISBN
9788432319488
VIII. LA TEORÍA DEL VALOR Y LA CRÍTICA DE LAS CATEGORÍAS
LA EXPOSICIÓN SISTEMÁTICA DE LAS CATEGORÍAS
Marx accede a su objeto teórico, las relaciones de producción y de intercambio de la moderna sociedad burguesa, a partir de la sistematización de las mismas que realiza la economía política. La exposición de Marx consiste en llevar a cabo la crítica de esta ciencia, en la que se organiza teóricamente la visión inmediata que la sociedad burguesa tiene de sí misma, hasta alcanzar el punto en que pueda ser expuesta dialécticamente. De ello se desprende que dicha exposición está intrínsecamente vinculada al nivel de desarrollo alcanzado por la economía política. Este desarrollo de la ciencia se corresponde asimismo con un determinado desarrollo de su objeto teórico, la sociedad capitalista. Solo con el desarrollo pleno del sistema capitalista, una vez que el capital se ha convertido en «la potencia económica que lo domina todo»[1] y se ha subordinado todas las demás relaciones sociales, ha podido consumarse la ciencia en la que dicha sociedad se comprende a sí misma.
En este sentido, es preciso atender a la distinción fundamental que establece Marx entre el desarrollo histórico del modo de producción capitalista y el sistema capitalista ya desarrollado, el cual produce a partir de sí mismo sus propias condiciones de existencia. Marx entiende la sociedad burguesa como un sistema orgánico en el que los distintos elementos que la componen se remiten unos a otros y se presuponen mutuamente, conformando una totalidad que no es el simple resultado de la suma de dichos elementos, sino que está definida por sus relaciones recíprocas, las cuales están al mismo tiempo determinadas por el lugar y la función que tienen esos elementos dentro de la totalidad:
Si en el sistema burgués consumado cada relación económica presupone a la otra en la forma económico-burguesa, y así cada elemento puesto (jedes Gesetzte) es al mismo tiempo presupuesto (Voraussetzung), ese el caso con todo sistema orgánico. Este sistema orgánico mismo en cuanto totalidad tiene sus presupuestos, y su desarrollo hasta alcanzar la totalidad consiste precisamente en subordinarse todos los elementos de la sociedad o en crear los órganos que todavía le faltan a partir de aquella[2].
Esta totalidad orgánica genera a través de su mismo funcionamiento sus propios presupuestos, a partir de los cuales se autorreproduce como sistema, y en este proceso se generan asimismo las formas mentales objetivas a través de las cuales las personas integradas en dicho sistema toman conciencia de su posición dentro de él. La crítica marxiana se realiza a través de la exposición de este proceso social dentro del sistema capitalista constituido, el cual queda netamente diferenciado del movimiento histórico que ha dado lugar a dicho sistema. Con esta nítida distinción establecida por Marx, ya no tiene cabida en su pensamiento la concepción de una dialéctica histórica tal como intentó desarrollarla en sus escritos de juventud[3]. Y a fortiori tampoco la que le ha sido atribuida por el marxismo tradicional, según la cual la dialéctica sería el reflejo abstracto del desarrollo histórico efectivo. Marx establece en estos momentos una diferencia fundamental a nivel metodológico entre el sistema capitalista constituido y el proceso histórico a través del que surge este sistema. Los supuestos históricos no pertenecen al sistema desarrollado, el cual genera a partir de su misma existencia sus propios presupuestos, en base a los cuales se autorreproduce como sistema: «Las condiciones y presupuestos del devenir, del surgir del capital suponen precisamente que este todavía no es, sino que tan solo deviene; desaparecen, por tanto, con el capital real, con el capital que pone él mismo, partiendo de su realidad, las condiciones de su realización»[4].
Quedan así establecidos dos modos de considerar lo histórico, correspondientes a la distinción entre historia pasada e historia contemporánea: «Los presupuestos históricos, que como tales presupuestos históricos son pasados y, por tanto, pertenecen a la historia de su formación, no pertenecen de ningún modo a su historia contemporánea, esto es, no pertenecen al sistema real del modo de producción dominado por el capital»[5]. Es a este segundo modo de lo histórico al que está dirigida la exposición de Marx, que pretende reproducir conceptualmente el movimiento del sistema capitalista desarrollado, en el cual los distintos elementos que lo componen se presuponen recíprocamente. En tanto que los presupuestos que operan como mecanismos de autoconservanción del sistema son generados por el propio sistema constituido, basta con analizar lo que Marx denomina «historia contemporánea» del mismo, siendo innecesaria la investigación histórica: «No es necesaria la mirada retrospectiva a la historia de su surgimiento […] la misma historia tiene lugar diariamente ante nuestros ojos»[6].
El método de Marx está encaminado a sacar a la luz las conexiones internas del sistema orgánicamente articulado que es la sociedad capitalista, un sistema funcionalmente diferenciado que se autodesarrolla y que está constituido por un conjunto de elementos que actúan recíprocamente unos sobre otros. Como observa Riedel, «Marx hace dependiente la posibilidad del desarrollo dialéctico del presupuesto de que sea expuesto un sistema que se reproduce a sí mismo»[7]. Dicho sistema, caracterizado por la forma de proceso, es expuesto por Marx de modo que muestra la vinculación necesaria que existe en las relaciones esenciales que se dan en él y las formas de manifestación. Esta concepción metodológica general aparece expuesta con suma claridad en el siguiente pasaje de las Teorías sobre el plusvalor:
Cada presupuesto del proceso social de producción es al mismo tiempo su resultado, y cada uno de sus resultados aparece al mismo tiempo como presupuesto. Todas las relaciones de producción en las que se mueve el proceso son, pues, tanto sus productos como sus condiciones. En la última forma –cuanto más consideramos su forma en su manifestación real (wirkliche Erscheinung)– queda el proceso más y más solidificado, de modo que estas condiciones aparecen como independientes del proceso y determinándolo, y las propias relaciones de las personas que forman parte del proceso se les aparecen a estas como condiciones cósicas, como poderes cósicos, como determinaciones de las cosas; y cuanto más todo elemento del proceso capitalista, incluso el elemento más simple, como por ejemplo la mercancía, es ya una inversión (Verkehrung), tanto más puede aparecer toda relación entre personas como atributo de las cosas y como relación de las personas con los atributos sociales de estas cosas[8].
La deducción conceptual de Marx tiene como objetivo poner de manifiesto la estructura interna del sistema, sacando a la luz las conexiones esenciales que no se presentan como tales en su superficie[9]. Para ello es preciso que las categorías expuestas se articulen entre sí de un modo determinado por la lógica interna del desarrollo conceptual. Y es este desarrollo de la exposición lo que Marx califica en su obra de madurez como «dialéctico», atribuyendo esta determinación a lo que denomina alternativamente como su «método de desarrollo» o «modo de exposición». Marx se refiere con desarrollo a la exposición de los resultados de la investigación, y diferencia claramente el modo de exposición del modo de investigación. En el epílogo a la segunda edición de El capital, tras citar la descripción de su método realizada por un autor ruso, Marx observa en este sentido:
Al describir el autor lo que él llama mi verdadero método de una manera tan acertada, y tan benévola por lo que se refiere a mi empleo personal del mismo, ¿qué otra cosa ha descrito sino el método dialéctico?
Ciertamente, el modo de exposición (Darstellungsweise) debe distinguirse formalmente del modo de investigación (Forschung­sweise). La investigación tiene que apropiarse el material en detalle, analizar sus distintas formas de desarrollo y rastrear su conexión interna. Solo después de haber realizado este trabajo, puede ser expuesto adecuadamente el movimiento real. Si esto se logra y se refleja idealmente la vida del material, puede parecer que se estuviera ante a una construcción a priori[10].
A través de la investigación tiene que llevarse a cabo el examen pormenorizado y el análisis del objeto, y solo cuando este proceso está concluido se puede realizar la construcción conceptual a través de la que se reproducen teóricamente sus relaciones esenciales y sus formas de movimiento. Se trata de una exposición sistemática a través de la que «se refleja idealmente» el objeto real. Pero como Marx señala en este pasaje, ello puede generar la impresión de que se trata de una «construcción a priori», algo que consideraba preciso evitar en la medida de lo posible, como se desprende del siguiente pasaje de los Grundrisse: «Más adelante, antes de que se cierre esta cuestión, será necesario corregir la manera idealista de la exposición, que produce la apariencia de que se tratase solo de determinaciones conceptuales y de la dialéctica de estos concep­tos»[11]. Para ello es necesario remitir en los puntos nodales de la exposición al material empírico a partir del cual son extraídos los conceptos que lo reproducen en el ámbito teórico, de modo que se hagan patentes los supuestos fácticos del desarrollo conceptual, el cual no constituye en ningún caso, como pretende el idealismo hegeliano, un movimiento autónomo, sino que es la expresión teóricamente organizada de los resultados de la investigación.
Pero la construcción conceptual de Marx no se limita en ningún caso a realizar una ordenación externa del material empírico, como es el caso de la economía política, sino que se encuentra regida por un determinado orden interno que confiere a la exposición carácter sistemático. Por ello es esencial en la exposición marxiana el orden de sucesión en que se presentan las categorías. Para llevar a cabo la construcción conceptual a través de la cual se reproduce teóricamente el objeto real, es necesario que las categorías se deriven unas de otras según un orden necesario que está determinado po...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Legal
  4. Introducción
  5. PRIMERA PARTE. GÉNESIS DE UNA CONCEPCIÓN HISTÓRICA DE LA REALIDAD SOCIAL
  6. I. Antropología y política
  7. II. Antropología, sociedad e historia
  8. III. La concepción materialista de la historia
  9. SEGUNDA PARTE. LA EXPOSICIÓN SISTEMÁTICA COMO CRÍTICA DE LAS CATEGORÍAS
  10. IV. Coordenadas teóricas de la crítica de la economía política
  11. V. Deducción conceptual y desarrollo histórico
  12. VI. El lugar de la historia en la exposición sistemática
  13. VII. La dimensión hegeliana de la teoría de Marx
  14. VIII. La teoría del valor y la crítica de las categorías
  15. Bibliografía