Introducción
Me planteo escribir este libro en un momento de mi vida como feminista radical y activista, siempre en primera línea, en el que la complejidad de la trata y la prostitución, me asaltan. Estas dos realidades me desafían como mujer y como participante en este movimiento de liberación que busca la igualdad y las libertades.
La explotación de mujeres y niñas por la industria del sexo va en aumento debido a la versatilidad y pujanza que han experimentado en los últimos años las grandes mafias y los traficantes. La globalidad del mercado y las nuevas tecnologías han convertido esta pandemia en una transformación de la economía neoliberal cada vez más lucrativa y potente. No en vano es la tercera potencia mundial junto al tráfico de armas y el narco.
La prostitución existe porque los varones compran el sexo de las mujeres pobres. La a legalidad en la que se desenvuelve, debido a la hegemonía ideológica patriarcal, política y económica, ha convertido a nuestro Estado en el primer consumidor de sexo pagado de la Unión Europea. Esa desidia institucional aniquila y apuntala la prostitución como fenómeno social aceptado y legitimado que entra en conflicto con los Derechos Humanos.
Nuestro Estado y su gobierno no mueven un dedo para promocionar una erradicación que, todas sabemos, conlleva leyes específicas, acciones, presupuestos y dinero para llevarlas a cabo. La sensibilización y reeducación de las instituciones, de la Judicatura, de las Fuerzas Armadas, de los diferentes estamentos de la política, del tejido civil, más juzgados dotados de personal adecuado y educado en género para que las causas, denuncias y sentencias sean rápidas y efectivas.
Se requieren también lugares de atención y casas de acogida. Para todas estas medidas se precisan soluciones de Estado. A día de hoy, el ya firmado Pacto de Estado contra la Violencia de Género, está inactivo por la desidia de los partidos de la derecha. Nos matan, nos violan, nos maltratan y mi impresión, así como la de la mayoría de las mujeres, es que nos quieren muertas. No hacen nada para evitarlo.
Los vientos renovadores de alianzas activadas recientemente debido a la voltereta política por la que acabamos de pasar, nos hacen concebir alguna esperanza. Las mujeres que han entrado en el reciente Gobierno están moviendo las piezas de un tablero que ha estado demasiados años inertes.
En cuanto al terrorismo machista hay, por desgracia un gran excedente de juezas y jueces sin conciencia de género, desconectad@s de la realidad social, sin educación ni sensibilidad y una enorme carga de misoginia. Son l@s que juzgan a violadores, maltratadores, acosadores y asesinos de mujeres y criaturas con una manga tan ancha como su falta de empatía y flacidez mental. Así salen las sentencias terroríficas, crueles e injustas para las víctimas, sus criaturas huérfanas y en definitiva, para la mitad de la sociedad más uno, nosotras las mujeres. Su gran desprecio y su ignorancia es el desprestigio y la erosión social que ahora mismo tiene la injustica patriarcal.
Necesitamos un debate interno
El movimiento feminista, y aquí lo reflejo, necesita abrir un diálogo interno sobre la prostitución y la trata de niñas, sector este último que es delito, pero que en la realidad cada día entran en nuestro país con su sistema prostibulario alegal, más niñas a través de traficantes, proxenetas, fronteras porosas y la existencia de algunos policías corruptos.
Tenemos que sentarnos a deliberar cuál es el mejor recorrido en el feminismo para que las mujeres prostituidas y en trata dejen de estar en tal situación de abandono y vulnerabilidad. Amén de cargar con la estigmatización social, las violencias y el desprecio de los putómanos en particular y la ciudadanía en general.
Mi propuesta pasa por una generosa colaboración entre las mujeres feministas de las diferentes corrientes a fin de deliberar y consensuar cuál es el camino y también las soluciones. Necesitamos acudir a ese debate desprovistas de cualquier miedo, desasosiego, cobardía y el qué dirán... algunas compañeras y cómo nos juzgarán. Pero ¡ojo!, debemos hacerlo junto con ellas, las prostituidas, las olvidadas, las despreciadas, las que todo el mundo hace ver que no saben de su existencia. Necesitamos oír su voz. Que hablen, que nos digan qué quieren. Que sean libres de escoger entre legalizarse, abolir o tener derechos. Nosotras explicamos lo que haga falta, pero deciden ellas. Me niego rotundamente a lo contrario. Y cuando, se necesite el tiempo que sea, todo esté claro, será el momento de la Res política.
Con el mandato que nos den las putas sobre qué hacer con sus existencias, buscaremos las soluciones y el dinero. Sin estas tres cosas nunca saldremos del más de lo mismo y jamás entraremos en el futuro que ya está aquí. Insisto, su voz-voluntad, arbitrios y necesidades.
Tópicos interesados sobre la prostitución
En el día a día de mi vida feminista, pública y privada, he oído a muchas mujeres y también hombres, afirmar que la prostitución es un uso social o laboral como otro cualquiera. Y, en concreto, hay dos frases recurrentes que acaban conmigo siempre que las oigo, “lo hacen porque quieren” y “es un dinero fácil para no fregar escaleras”. Lo cual indica que la prostitución está bien vista e incluso bien aceptada en el imaginario social y político. Y que a las a las mujeres prostituidas solo se les permiten dos salidas. Ser prostitutas o fregar escaleras...
Escribo estas líneas hoy, desde la indignación, el cabreo más visceral y el asco irreverente hacia la justicia patriarcal por una terrible conjunción de sucesos acaecidos en pocas semanas, con respuestas de la judicatura que nosotras las mujeres rechazamos.
Me refiero tanto a “La Manada” como a las inquietantes cifras de abusos y violaciones que van en aumento, las asesinadas por varones y el gran temor que todas sentimos cuando regresamos solas en la noche a nuestros domicilios. Ante las injustas, machistas, insensibles y victimizadoras sentencias, hemos dicho no saliendo a tomar las calles sin parar hasta que el sistema cambie. Somos la fuerza unida que la izquierda no tiene.
Nosotras cambiaremos el mundo. No ellos, ni los partidos nuevos que se comportan como decrépitos, ni los seniles carcomidos por la corrupción y siempre, ell@s en contra de las mujeres.
La trata conlleva la prostitución. Y esta existe porque hay puteros, consumidores, compradores, putómanos, que cotizan por utilizar nuestras vaginas como fundas para sus penes, pollas, juguetes, líquidos, y lo que les salga de la peineta. Pagando ponen a su servicio las cavidades de cuerpos cuya carne les pertenece en el doble sentido que les otorga el sistema patriarcal y el poder económico. En nombre de unos “impulsos que se les van de las manos y no pueden refrenar”. Doble dominio, doble beneficio. Y doble mentira.
Tampoco la trata estaría en el ADN de la prostitución y el capitalismo sin la existencia de chulos, tratantes, mafiosos, captadores, países tolerantes como el nuestro o estados proxenetas que sacrifican a generaciones enteras de mujeres para aumentar su Producto Interior Bruto.
Países pobres, por culpa del neoliberalismo salvaje y cruel internacional, cuyas bolsas de indigencia y miseria son las cunas de donde salen las esclavas de dicha impunidad. Y las hago nuestras porque no podemos sustraernos a todo aquello que de una forma u otra apoyamos. Abrir una zanja propia en un mundo global retorcido, perverso, explotador y obsceno, es un ejercicio de vida agotador. La palabra solidaridad internacional ha sido arrasada.
La reorganización de la macro economía mundial exige guerras para luego reconquistar las derrotas, cracks en la bolsa para derribar fortunas/países no serviles y posteriormente transformar en dinero gregario, untuoso y afín. Caudales fáciles a fin de manejar unos espacios regidos por leyes que les son favorables y permisivas. Lugares que no están en planetas repletos de seres alienígenas. La trata y la prostitución no navegan por el Averno. Flotan en aguas amables y propicias enmarcadas en pseudo legalidades escritas para habitar el doble poder de la miseria y la sumisión del negocio de seres humanos.
Por eso también mi cruzada por descolonizar el lenguaje. Destruyendo las palabras que reflejan viejos conceptos impuestos por el patriarcado y sus palanganeros, RAE, academias, normas encorsetadas con las que se nos “obliga a hablar”. Creando las nuestras destruimos términos arraigados determinados y dirigidos a moldear comportamientos, hacernos invisibles en todo lo que atañe a luchas e ideas. Territorios que nos quieren quitar negando la realidad propia de vínculos y género...
Aquí, lo único que pretendo es dar la voz a las mujeres de diversos países en situaciones que podrían parecer distintas y, sin embargo son iguales. Son las esclavas contemporáneas de las que todo el mundo habla en su nombre, menos ellas.
Ellas son mi temática, sus testimonios, sus vivencias, sus opiniones, sus torturas y sus infiernos. Ellas no necesitan que nadie las traduzca. Sonia Sánchez y María Galindo, autoras de Ninguna mujer nace para puta, lo escriben y lo dicen bien claro: “Te invito a desobedecer, a romper esas cadenas de explotación y mentiras, a perder el miedo a nombrar las cosas por su nombre, ese es el principio. Y hacemos esta invitación conscientes de las dificultades que entraña”.
Planto batalla a la pornografía, no solo como mana-sustento de la industria del sexo, sino también por ser el surtidor, en ausencia de una verdadera educación sexual, de la subcultura afectiva y sentimental que marca la pauta del placer, conductas, usos y costumbres en nuestro ámbito de educación teledirigida. Y asimismo en nuestras fantasías sexuales de mujeres, eternamente divididas entre malas, ellas las putas, y buenas, el resto, las que aceptamos el recato femenino mediante el absolutismo de las culturas educacionales impuestas.
Leña a los putómanos, consumidores. Garrotazos a la Res Pública corresponsable por consentimiento de la explotación que sufren las mujeres tratadas y prostituidas en nuestro Estado.
Y termino con una frase de una de mis más queridas maestras, Ti Grace Atkinson, una feminista radical gringa que escribió mi mejor biblia: Odisèe d’une Amazone donde decía que “las oprimidas deben poseer un mapa geográfico completo del territorio enemigo”. A lo que yo añado: para destruirlo.
Punto de partida
El pasado 8 de marzo del 2018, el Día Internacional de las Mujeres, el movimiento feminista español eclosionó dando un paso crucial hacia el futuro. Ese día la huelga feminista se movió bajo el lema: Las mujeres paramos el mundo el cual se convirtió en un referente global que conmovió las conciencias dormidas, las indiferentes, las poses políticas tan adversas como obscenas de nuestra clase política, (siempre tan empobrecida intelectualmente en todo lo concern...