Don Quijote y sus fantasmas
eBook - ePub

Don Quijote y sus fantasmas

  1. 200 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Don Quijote y sus fantasmas

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Es posible resumir el sentido del ensayo de Alberto Manguel con las palabras del propio autor: "La realidad del mundo cervantino […] puede ser retratada fielmente sólo a través de aproximaciones y fragmentos, como una crónica que, alternativamente, asume y niega el punto de vista de un loco, o de alguien a quien la sociedad tilda de loco". Una idea central del ensayo del escritor argentino-canadiense es que el Quijote contiene una reivindicación de las raíces mestizas de España, la España de moros y judíos, de moriscos y conversos. Esa idea se personifica primordialmente en dos figuras y en un episodio: el escurridizo Cide Hamette, a quien Cervantes atribuye la autoría de la obra, y la denuncia, por parte de Ricote, de la infame expulsión de los suyos.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Don Quijote y sus fantasmas de Alberto Manguel en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Literatura y Colecciones literarias. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

DON QUIJOTE Y SUS FANTASMAS

A la memoria de mi querido maestro, Isaías Lerner

1. Las ausencias presentes

En una estrecha celda española, en una ciudad de cuyo nombre no queremos acordarnos, quizá fuese Castro del Río o quizá Sevilla, un hombre de armas y de letras, cincuentón y cansado, concibió un personaje a su propia imagen, un caballero algo más ridículo y más valiente que él, alguien decidido contra viento y marea a enfrentarse a la cotidiana injusticia de este mundo. Entre cuatro paredes húmedas, “donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido del mundo hace su habitación”, que sin duda le recuerdan su largo cautiverio africano, el prisionero Miguel de Cervantes Saavedra imaginó a un viejo hidalgo que se rehúsa a plegarse a las mentirosas convenciones de este mundo y quien decide en cambio obedecer tan sólo las reglas de su ética. A la hipocresía de una sociedad que exige que cada cual disimule sus verdaderas creencias y viva disfrazado, don Quijote opone la verdad de la libertad absoluta, la de poder elegir su propio código moral y desplegarlo ante quienes se niegan a aceptarlo.
Del nacimiento de don Quijote sólo sabemos lo que Cervantes mismo nos cuenta, y lo que nos cuenta es parte integral de la ficción. Lo engendró, nos dice, en la cárcel y, sin embargo, según confiesa, no es él el padre sino el padrastro de don Quijote. Cervantes (dice Cervantes) es quien transmite la historia, y no su inventor. A lo lar-go de los siglos, los lectores han creído la historia de sus prisiones, no así la autoría denegada. Cervantes componiendo su libro en su celda nos parece más verosímil que Cervantes descubriendo el manuscrito de un cierto Cide Hamete Benengeli (que Aline Schulman acertadamente traduce como “Sidi Ahmed Benengeli”). Y sin embargo ambas declaraciones forman parte de la verdad de la novela: ambas son ficción y son también realidad. El mundo de Cervantes (como el de cada uno de nosotros) es uno en el que representamos ciertos roles y vestimos ciertas máscaras.
En el mundo de Cervantes faltan oficialmente dos tercios de la población, los moros y los judíos, exilados en 1492 de la península. Sólo a los conversos se les ha permitido quedarse en España como cristianos nuevos. En tal mundo, la apariencia vale más que la sustancia, la percepción más que la existencia. Para espiar detrás de las máscaras, la Iglesia católica emplea la Inquisición, establecida en Castilla en 1478 a pedido de los Reyes Católicos. El Al-Ándalus, bien que mal, había sido gobernado bajo la ley coránica de tolerancia. “Si tu Señor lo hubiese deseado, toda la gente de la tierra hubiese creído en Él. ¿Cómo osas forzarlos a tener fe?” (Corán, X: 99). Pero después de la expulsión, todos los súbditos caen bajo sospecha. Temiendo ser denunciados, los amigos desconfían de los amigos, los vecinos ya no se reconocen. Ya que el prejuicio, para sobrevivir, debe evitar toda complejidad, la multiplicidad de los pueblos árabes fue reducida al término “moro”. Los moros, por lo tanto, exilados recientes o antiguos, perseverando en sus creencias o conversos, son el enemigo, la definición de todo aquello que no es un cristiano viejo.
¿Por qué daría un escritor como Cervantes la paternidad de su obra a otro –y no a cualquier otro, sino a un representante de esa gente exiliada, personas que son ahora habitantes de su “otra costa”, ciudadanos de Cartago frente a su Roma, salvajes que, en la imaginación popular, son los que se vengan de los cristianos saqueando las ciudades portuarias y asaltando los barcos españoles, como esos piratas argelinos que lo mantuvieron cautivo durante cinco largos años–?
Varias consideraciones son posibles.
Las circunstancias del cautiverio de Cervantes han preocupado a los historiadores desde los inicios de la fama del autor, y fueron descritas en forma de ficción por Cervantes mismo en varias de sus obras, en El trato de Argel y Los baños de Argel, y sobre todo en el episodio del cautivo en la primera parte del Quijote. Los hechos que conocemos son los siguientes: En 1575, a los 28 años, Cervantes es capturado por piratas argelinos y encerrado en las cárceles de Argel, a la espera de un rescate. Lleva consigo cartas firmadas por personajes importantes y los piratas piensan que el prisionero puede tener buen precio. Cuatro veces trata Cervantes de escapar y cuatro veces es atrapado y perdonado, lo cual parece inexplicable si se considera que tales intentos eran castigados con torturas y a menudo con la muerte. En 1580 es liberado gracias a la intervención de los Trinitarios.

2. Las ficciones de la historia

La oposición de cristianos contra moros era ya vieja, de varios siglos, cuando Cervantes fue capturado. La Roma cristiana había lanzado su última cruzada contra los infieles en 1270; más de dos siglos después, la España católica se despojaba de dos de sus culturas expulsando a árabes y a judíos de su territorio. Sin embargo, y a pesar de las expulsiones, el pensamiento árabe y el judío siguieron permeando todos los aspectos de la sociedad española “limpia”. Como suele ocurrir con la mayoría de las exclusiones por decreto, España no pudo despojarse (no lo ha hecho hasta este día) de esas culturas que le otorgaron gran parte de su vocabulario, sus toponímicos, su arquitectura, su filosofía, su poesía lírica y su música, sus conocimientos médicos y el juego de ajedrez. Aunque prohibió la explícita presencia de árabes y judíos, la sociedad española encontró caminos secretos para conservar implícito el espíritu de esas identidades expulsadas.
El 2 de enero de 1492, los Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, entraron en Granada ataviados ceremonialmente con vestimenta mora y, después de pactar los términos de la capitulación con el último de los reyes nazaríes, Boadbil, se instalaron en los palacios árabes de la ciudad que durante más de dos siglos y medio había sido una metrópolis musulmana en el corazón del al-Ándalus. Aunque, antes de la capitulación, los monarcas habían asegurado a Boabdil que los musulmanes de Granada gozarían de protección y podrían conservar sus costumbres, las mezquitas fueron transformadas casi inmediatamente en iglesias y el uso del árabe fue prohibido: si alguien era descubierto leyendo libros en árabe, dejaba de ser considerado español y era sometido a duros castigos.
Los judíos fueron los primeros en ser expulsados. Pocos meses después de la rendición de Granada, el rey firmó un edicto que ordenaba la salida del país de todos los judíos. Aferrados a su identidad española, los exilados llevaron consigo al norte de África y a Palestina el castellano, o una versión del castellano llamada ladino (“latino”) que los distinguía de quienes hablaban árabe o hebreo.
Árabes y judíos habían sido los protagonistas de una larga historia en la península. Según la leyenda, la primera comunidad judía se había establecido en España en tiempos de la destrucción del primer templo de Jerusalén, en el año 587 a. C. (Los testimonios arqueológicos son más conservadores y apuntan al siglo I d. C.) Para los judíos, España era la tierra prometida, como consta en la Biblia, en una profecía de Abadías: “Los desterrados de Jerusalén que están en Sefarad poseerán las ciudades del Negueb”. Aunque historiadores de hoy asocian Sefarad con la ciudad de Sardes en Turquía, para los judíos ese nombre ha designado siempre la patria española donde vivieron durante al menos 14 siglos, mezclados con el resto de la población, trabajando como comerciantes y médicos, y también, aunque en menor proporción, como campesinos y hacendados.
El antisemitismo, apenas evidente en tiempos romanos, echó raíces en España tras la conversión del rey visigodo Recaredo al catolicismo en el año 589, y creció gradualmente hasta culminar casi nueve siglos más tarde con el decreto de expulsión de 1492. Los Reyes Católicos creyeron que el decreto induciría a los judíos a convertirse, como de hecho hicieron aquellos judíos que prefirieron permanecer en Sefarad. Los conversos que siguieron practicando su religión a ocultas fueron tildados de “marranos”. Sin embargo, con respecto a los árabes, los reyes tomaron medidas diferentes. Los monarcas decidieron declarar explícitamente “opcional” la conversión, de manera que, cuando diez años más tarde, en 1502, se publicó el decreto de expulsión, éste incluía un artículo que eximía del exilio a todos aquellos que consintieran abrazar la fe de la Santa Madre Iglesia. Los árabes convertidos fueron llamados “moriscos”.
Los árabes habían llegado del norte de África ocho siglos antes, en 711, invadiendo el reino visigodo del rey cristiano Rodrigo. Poco después de su arribo, una leyenda comenzó a cobrar forma en varias crónicas musulmanas como una suerte de prehistoria adornada con fantásticos presagios y sucesos prodigiosos que demostraban el derecho de los árabes a la conquista del reino cristiano. En el siglo IX, Ibn al-Qutiyya, un historiador musulmán descendiente del rey visigodo Witiza, narró la leyenda de la siguiente manera:
Cuéntase que los reyes godos tenían en Toledo una casa en la que se guardaba un arca, y en dicha arca se encerraban los cuatro Evangelios, por los cuales ellos juraban. A esta casa la tenían en gran consideración y no la solían abrir sino cuando moría un rey, momento en que se inscribía en ella su nombre. Al llegar a manos de Rodrigo la autoridad real, se ciñó por sí mismo la corona, hecho que el pueblo cristiano no aprobó y, a pesar de la oposición que éste le hizo, abrió luego la casa y el arca, encontrándose pintados en ésta a los árabes con sus arcos pendientes a la espalda y cubiertas sus cabezas con...

Índice

  1. Prolog[uill]o o ensayo en simpatía
  2. Don quijote y sus fantasmas
  3. CRONOLOGÍA DE ALBERTO MANGUEL
  4. BIBLIOGRAFÍA MÍNIMA
  5. Aviso legal