Teoría y terapia de las neurosis
eBook - ePub

Teoría y terapia de las neurosis

Iniciación a la terapia y al análisis existencial

  1. Spanish
  2. ePUB (apto para móviles)
  3. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Teoría y terapia de las neurosis

Iniciación a la terapia y al análisis existencial

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

En esta obra el autor presenta una teoría de las neurosis que por razones de sistema se distinguen en somatógenas, psicógenas, sociógenas y noógenas. En realidad sólo se dan casos mixtos. Pero en último término todas provienen de una profunda falta de sentido. La logoterapia apunta directamente a esta raíz del mal.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Teoría y terapia de las neurosis de Frankl, Viktor en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Psicologia y Storia e teoria della psicologia. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2011
ISBN
9788425427954

PARTE PRIMERA

TEORÍA DE LAS NEUROSIS Y PSICOTERAPIA
ESQUEMA DE LA TEORÍA DE LAS NEUROSIS

...tu laborem et maerorem consideras
ut ponas ea in manibus tuis.

SECCIÓN PRIMERA
LA TEORÍA DE LAS NEUROSIS COMO PROBLEMA

Capítulo 1
DEFINICIÓN Y CLASIFICACIÓN
DE LAS ENFERMEDADES NEURÓTICAS

El término «neurosis» fue creado por Cullen (1777). Tendríamos una idea confusa, sin embargo, de lo que el concepto de neurosis comprende si nos fiásemos de la definición de Cullen. Pues, desde entonces, este concepto ha sufrido un cambio de significación, como hacen notar Quandt y Fervers. Y diríase que con el tiempo se han ido superponiendo los distintos significados. Así se comprende que tanto Bumke como Kurt Schneider abogasen por la total supresión del término «neurosis». Del mismo modo, Kloos estaría dispuesto a abogar por ello, ya que considera demasiado confuso este concepto y además totalmente superfluo; sin embargo, él mismo añade que la expresión no es, al parecer, fácilmente desarraigable.
Sobre la delimitación del concepto de «neurosis», en general se registran en los tratados contemporáneos dos tendencias, una inflacionista y otra deflacionista. El más destacado representante de la última es Werner Villinger, que se pronuncia contra una extensión exagerada del concepto, o sea, contra una ampliación de su contenido. Por la otra parte estaría un autor como Rümke, quien traza límites tan amplios que ni siquiera considera la neurosis como una enfermedad o como unidad nosológica, sino como un síndrome, es decir, como una mera unidad sintomatológica.
Nosotros, queremos situarnos en el punto medio de ambas posiciones extremas, distinguiendo, por una parte, entre las neurosis en el más propio y estricto sentido de la palabra, y, por otra, entre una neurosis en su sentido más amplio. Podemos, por lo tanto, separar las pseudoneurosis de las verdaderas neurosis; ello no quiere decir que tengamos que pronunciar por fuerza el prefijo «pseudo-»; podríamos suprimirlo sin más.
Para obtener al menos una hipótesis de trabajo —o sea, con un fin más o menos heurístico— proponemos, pues, partir de la definición que nos autoriza a llamar neurótica a toda enfermedad que sea psicógena.
Desde este punto de partida resulta fácilmente un esquema sobre las posibles enfermedades del hombre. Como principios nosológicos de clasificación usamos:
1. La sintomatología o la fenomenología.
2. La etiología de la enfermedad en cuestión.
Es decir, clasificamos, por una parte, las enfermedades según las manifestaciones (patológicas), esto es, según los síntomas o fenómenos que producen, y por otra, según el modo como se hayan formado. Teniendo esto en cuenta, distinguimos enfermedades fenopsíquicas o fenosomáticas por un lado, y enfermedades somatógenas o psicógenas por otro (figura 4).
Figura 4
Primeramente nos encontramos con la psicosis como una enfermedad que acusa manifestaciones psíquicas (fenopsíquica), pero que tiene causas somáticas (somatógena). No quiere decir, claro está, que las supuestas causas somáticas de la psicosis estén ya investigadas científicamente. (Se podría hablar, por lo tanto, si se quiere, de las psicosis como de enfermedades criptosomáticas.) Al contrario, Kurt Schneider llama sin rodeos el escándalo de la psiquiatría al hecho de que los morbi de las psicosis endógenas sean aún desconocidos. Con la comprobación de la somatogénesis no queda dicho, desde luego, que una enfermedad somatógena no pueda ser tratada psicoterapéuticamente (véase p. 96).
Anteriormente hemos trazado límites, y donde hay límites hay también casos limítrofes. Pero hay que procurar no sucumbir a la tentación de demostrar o rebatir algo por medio de casos limítrofes, pues, con su ayuda, se puede demostrar todo y rebatir todo, es decir, no afirmar nada ni negar nada. En cierta ocasión Jürg Zutt indicó con razón que existen también seres vivos de los que no puede afirmarse si pertenecen a los animales o a las plantas; sin embargo, a nadie se le ocurriría por este motivo negar que entre animal y planta existe una diferencia esencial. Heyer dice algo análogo al indicar que de la realidad de hermafroditas nadie deducirá el derecho a negar la diferencia sustancial entre varón y hembra.
De ningún modo queremos negar que lo psíquico y lo somático —o sea, no sólo lo psicógeno y lo somatógeno— forman una unidad íntima, la unidad psicosomática del ser humano. Pero no hay que olvidar que unidad no es idéntico a mismidad, como tampoco lo es a totalidad. Es decir, por muy unidos que estén en el hombre lo psíquico y lo somático, siempre se trata de dos modos del ser sustancialmente distintos, y lo único que éstos tienen de común es ser, precisamente, modalidades de un mismo ser. Pero entre estos dos modos del ser existe un abismo infranqueable. Tomemos este ejemplo: la lámpara —física— que veo ante mí es clara y redonda, mientras que la percepción —psíquica— de esta misma lámpara o su idea —también psíquica— es (después de cerrar los ojos) todo menos clara y redonda; una idea puede ser viva, por ejemplo, pero nunca redonda.
Cuestión aparte es cómo puede salvarse y conservarse la unidad de la existencia humana también en la teoría, en la contemplación, en el concepto del hombre frente al abismo insondable entre lo psíquico, por una parte, y lo somático, por otra, siendo cada uno de ellos un modo del ser esencialmente distinto. Según mi opinión, esto se consigue únicamente dentro del margen de una consideración dimensional-ontológica del problema psicofísico. Mientras hablemos de estos modos del ser sólo en la analogía de una estructura escalonada y estratificada —como hacen, por ejemplo, Nicolai Hartmann y Max Scheler— existe siempre el peligro de que el ser humano, por así decirlo, se desdoble en corporal y anímico, es decir, como si este ser, el hombre, estuviera «compuesto» de cuerpo y alma (y espíritu). Si ahora hago proyectar, por ejemplo, este vaso que está aquí delante en la mesa sobre el plano de la mesa, resulta un círculo, y si lo proyecto en un plano vertical resulta un rectángulo. Sin embargo, no se me ocurrirá asegurar: este vaso está compuesto de un círculo y de un rectángulo. Tampoco puedo decir que el hombre está compuesto de cuerpo y alma (y espíritu). Por esta misma razón no deben considerarse lo somático y lo psíquico como escalones o estratos existentes por sí mismos, sino precisamente como dimensiones del ser unitario y totalitario que es el hombre. Sólo entonces puede comprenderse de una manera antropológica adecuada esta unidad y totalidad. Sólo entonces puede comprenderse la compatibilidad de lo inconmensurable, o sea, la unidad del ser que es el hombre, a pesar de la multiplicidad de las dimensiones que lo constituyen.
Hagamos constar, pues, que a pesar de la unidad del ser humano hay una diferencia esencial entre lo somático y lo psíquico, en cuanto constituyentes suyos (de su constituyente esencial, lo espiritual, hablaremos en seguida). En ello no cambia nada el hecho de que entre psicogénesis y somatogénesis no existan más que diferencias graduales. Mi maestro, Oswald Schwarz, solía diseñar el siguiente esquema (figura 5):
Figura 5
Las verticales del esquema representan distintas enfermedades con un componente psicógeno o somatógeno más o menos grande. Una enfermedad, por lo tanto, es siempre solamente más o menos psicógena o más o menos somatógena. Su valor de posición, dentro de este esquema, es por lo tanto, distinto. Y la vertical, que representa a una enfermedad, puede desplazarse; pero queda la diagonal como límite fijo y preciso, es decir, el límite entre la zona psíquica y la somática como tal, cada una como una región ontológica, como una dimensión antropológica.
Por lo demás, hay que añadir lo siguiente: por mucho que una enfermedad manifieste un componente tanto psicógeno como somatógeno, los dos en proporción mutua y variable, no es para nosotros, médicos o terapeutas, lo más importante averiguar, desde el punto de vista pragmático, en qué medida la psicogénesis o la somatogénesis han entrado en la etiología de un caso concreto, sino más bien nos importa qué es lo que primariamente existe en cada caso, si psicogénesis o somatogénesis. El antiguo y sabio aforismo qui bene distinguit, bene docet podría modificarse en este sentido, o sea, en el sentido de nuestra exigencia de una terapéutica orientada, diciendo: qui bene distinguit, bene curat.
Nadie objete que nunca podría hablarse de una psicogénesis o somatogénesis primaria, puesto que en cada uno de los casos se encuentran los componentes causales psíquicos y somáticos formando un círculo causal, de modo que lo somático está siempre condicionado por lo psíquico tanto como lo psíquico por lo somático. Esta objeción no está justificada en cuanto que sólo es posible hablar de un círculo causal en una consideración del corte transversal del acaecer patológico, mientras que una consideración del corte longitudinal nos demuestra que se trata en realidad de una espiral causal, es decir, se puede distinguir perfectamente en un caso particular concreto dónde ha comenzado el acaecer circular —si en la zona psíquica o en la somática—, por más que lo psíquico y lo somático se condicionen después mutuamente. (Tampoco tiene efecto alguno la objeción de que la pregunta de si ha existido primero lo psicógeno o lo somatógeno recuerda la de si existió antes la gallina o el huevo, pues, en el caso particular de una gallina y de un huevo delante de mí podría decidir perfectamente cuál había existido antes.) El círculo causal, por tanto, representa solamente una proyección de la espiral causal, es decir, la sustracción de una dimensión, en el caso presente, la dimensión del tiempo[14].
Volviendo ahora al punto de partida de nuestras reflexiones, podemos definir la neurosis como una enfermedad psicógena, más aún, como una enfermedad primariamente psicógena. Esta definición vale, al menos, para la neurosis en su recto sentido y, por lo tanto, no para las pseudoneurosis; o como también podemos decir: vale para la neurosis en el más estricto sentido de la palabra.
Si hacemos resaltar la zona inferior derecha de nuestro esquema (figura 4) ampliándola imaginativamente, resulta que en las neurosis orgánicas —en cuanto enfermedades psicógenas y fenosomáticas— se trata del efecto de algo psíquico en el terreno somático. Si comparamos las pseudoneurosis —por lo tanto, neurosis no en el verdadero sentido de la palabra, sino en un sentido más amplio— con este caso de una auténtica neurosis (orgánica), tendríamos que distinguir entre «efectuación» y mero «desencadenamiento». (Esta distinción entre efectuación o causación, por un lado, y un simple desencadenamiento, por otro, es importante no sólo con respecto a las neurosis, sino también a las psicosis: éstas en cuanto enfermedades somatógenas [fenopsíquicas], a pesar de su somatogénesis fundamental, pueden, dado el caso, estar perfectamente desencadenadas también por lo psíquico.)
También hay enfermedades que son simplemente desencadenadas desde lo anímico y no propiamente causadas; por lo tanto, no son condicionadas anímicamente, o sea, no son psicógenas en el más estricto sentido de la palabra. A las enfermedades que no son causadas, sino solamente desencadenadas desde lo anímico, las llamamos enfermedades psicosomáticas (figura 6).
Figura 6
También es posible que se trate, eso sí, de una auténtica efectuación, pero no —como en el caso de la verdadera neurosis orgánica— del «efecto» de algo psíquico en el terreno de lo somático, sino más bien al revés, del «efecto» de algo somático en el terreno de lo psíquico. Como ya sabemos, tales enfermedades son psicosis ex definitione, pues son fenopsíquicas y somatógenas, según nuestro esquema (figura 4); sin embargo, bajo este aspecto particular en que hablamos ahora de tales enfermedades fenopsíquico-somatógenas, se trata preferentemente de trastornos funcionales de tipo vegetativo y endocrino que transcurren a veces monosintomáticamente, y cuyo monosíntoma es precisamente psíquico, y, en este aspecto, sería naturalmente imposible calificarlas de psicóticas. (Compárense aquellos casos que Hans Hoff tiene presentes cuando habla de «anomalías congénitas o adquiridas de las reacciones vegetativas», en las que «el paciente tiende hacia el sector simpático o parasimpático», y en las que «actúan anomalías del concepto glandular de secreción interna».) Prescindimos, pues, deliberadamente de la psicosis y tenemos derecho a ello ya que hemos de hablar meramente de neurosis y pseudoneurosis, o de neurosis en el más amplio y estricto sentido. Así, pues, a estados parecidos a neurosis en que se trata del efecto de algo somático en el terreno psíquico es a lo que llamamos enfermedades funcionales.
A los efectos «funcionales» de trastornos funcionales somáticos (vegetativos y endocrinos) en el terreno de lo psíquico, los cuales acabamos de tratar someramente, el paciente en cuestión suele reaccionar psíquicamente de una determinada forma. Se trata, entonces, de efectos retroactivos psíquicos ante trastornos originariamente somáticos. Estos efectos retroactivos, estas reacciones, son lo que llamamos neurosis reactivas. Tenemos que observar, sin embargo, complementariamente que se puede tratar en las neurosis reactivas también de reacciones neuróticas ante algo psíquico que no sea somatógeno —en el sentido de enfermedades funcionales—, sino psicógeno.
Pero puede ocurrir que «detrás», por así decirlo, de una neurosis reactiva, o de una reacción neurótica esté un médico, en cuanto que el motivo de la reacción neurótica se debió a una expresión del médico impensada e imprudente. En este caso (una especie de subgrupo de las neurosis reactivas) hablamos de neurosis iatrógenas.
Ahora bien, puede ocurrir que «más allá» de la psicogénesis de una neurosis psicógena (no hablamos ahora simplemente de neurosis orgánicas) no haya que buscar la verdadera causa de la enfermedad en el terreno psíquico, sino en un terreno que se encuentra esencialmente más allá de lo psíquico: en el terreno noético, en el terreno de lo espiritual. En aquellos casos, por fin, en que un problema espiritual, un conflicto moral o bien una crisis existencial originan etiológicamente la neurosis en cuestión, hablamos de neurosis noógena[15].
Se trata, en el terreno espiritual, de aquella dimensión que hemos omitido hasta ahora cuando hablábamos de lo somático y de lo psíquico, como dimensiones de la existencia humana y de las posibles enfermedades humanas; para el pleno serhombre, para su «totalidad» (véase anteriormente) es necesaria esta tercera dimensión, la espiritual, pero no quizá simplemente añadida como una dimensión en sí, sino que, sin ser ella la única es, sin embargo, la verdadera dimensión del existir humano, puesto que el hombre como tal no se constituye sino en aquellos actos (espirituales) en los que se eleva, por así decirlo, del plano somático-psíquico a la dimensión espiritual.

SECCIÓN SEGUNDA
LA TEORÍA DE LAS NEUROSIS COMO SISTEMA

Capítulo 2
PSICOSIS ENDÓGENAS:
PERSONA Y PSICOSIS

1. Psicogénesis en las psicosis

1.1. Génesis criptosomática

En las exposiciones siguientes no intentamos ofrecer nada nuevo, sino simplemente ordenar lo antiguo y coordinar lo que es nuevo con lo antiguo.
Hemos conocido la clasificación de las enfermedades humanas según los dos principios de clasificación: sintomatología y etiología. En cuanto a la sintomatología, distinguimos enfermedades fenopsíquicas y enfermedades fenosomáticas, según que sus síntomas sean psíquicos o somáticos, y por lo que respecta a la etiología, distinguimos enfermedades somatógenas y enfermedades psicógenas. Según este esquema de clasificación, la psicosis cae bajo las enfermedades fenopsíquico-somatógenas[16].
La somatogénesis de las psicosis no hay ciertamente que imaginársela sólo en forma de corte transversal, sino que incluye, más bien, cuando se considera el corte longitudinal, también la heredogénesis.
Así como los hechos dados a conocer por la medicina psicosomática, como a sí misma se llama, no son suficientes para hacer dudar de la somatogénesis de las «enfermedades en el sentido banal de la palabra», así tampoco aquel «escándalo de la psiquiatría», como K. Schneider lo llama (véase p. 66), en nada cambia la somatogénesis fundamental de las enfermedades psicóticas. Y a pesar de todas las salvedades que puntualizaremos después, seguimos ateniéndonos a la génesis somática de tales enfermedades. Nada impide en estas «escandalosas» circunstancias el que hablemos de una génesis criptosomática, por llamarlo de alguna manera.
Tal somatogénesis fundamental no excluye una cosa sobre todo: una psicogénesis parcial. Pero entiéndase parcial como estructural y no como aditivo. No pueden adicionarse somatogénesis y psicogénesis a las noogénesis y sociogénesis, que están todavía por tratar. Lo que más importa es el valor que corresponde a cada una, valor que está localizado en distintas dimensiones del existir humano, pues la psicosis también se extiende a distintas dimensiones de la existencia humana y la psiquiatría ha de seguirla en todas estas dimensiones. No hemos de adicionar los distintos factores y elementos, sino dimensionarlos. Y, sobre todo, no debemos hacer una cosa: contaminarlos entremezclando las distintas dimensiones, cosa que ocurriría, sin embargo, por confusiones de las que ahora vamos a tratar.

1.2. Efecto y causa

Los psiquiatras conocemos muy bien el fenómeno que designamos con el nombre de «racionalización secundaria». Lo encontramos, por ejemplo, cuando un paciente parafrénico interpreta en algún sentido las alucinaciones de la sensación corporal que padece, bien sea considerándose un poseído del demonio, como ocurría en otros tiempos, bien que invoque el hipnotismo, bajo cuya influencia se cree, como ha ocurrido, en las últimas décadas o bien que incluya el radar en el sistema de su manía de explicación, como ocurre tantas veces en los últimos años. Pero con mucha frecuencia vemos también que los familiares de nuestros pacientes racionalizan secundariamente. Oímos decir, por ejemplo, que unos esponsales fracasados tienen la culpa de la enfermedad esquizofrénica de la hija, o bien que la masturbación más o menos excesiva del hijo es culpable de su psicosis. En todos estos casos se confunde el post y el propter hoc sin tener en cuenta que el hoc mismo a su vez era el ef...

Índice

  1. PRÓLOGOS
  2. INTRODUCCIÓN: ¿QUÉ ES LA LOGOTERAPIA?
  3. PARTE PRIMERA. TEORÍA DE LAS NEUROSIS Y PSICOTERAPIA ESQUEMA DE LA TEORÍA DE LAS NEUROSIS
  4. PARTE SEGUNDA. LOGOTERAPIA Y ANÁLISIS EXISTENCIAL
  5. BIBLIOGRAFÍA DE LOGOTERAPIA Y ANÁLISIS EXISTENCIAL
  6. ÍNDICE DE AUTORES
  7. ÍNDICE ANALÍTICO
  8. NOTAS