Segunda parte: Evolución económica desde la España predemocrática hasta la adhesión a las comunidades europeas
En esta segunda parte, se recorrerá el período económico comprendido entre la muerte de Franco y el ingreso de España en la Comunidad Europea. Son, pues, diez años de intensa actividad política y económica que, con objeto de conseguir una mayor claridad expositiva, serán analizados dentro de la clasificación que comprende los tres capítulos siguientes:
- Economía de la transición política.
- Economía de la época democrática gobernada por la Unión de Centro Democrático (UCD).
- Economía de la época democrática gobernada por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
Capítulo 5 Economía de la Transición política española
El período de tiempo que comprende el estudio de este quinto capítulo abarca desde finales del año 1975 hasta la celebración de las primeras elecciones democráticas en Junio de 1977.
En esta época, nuestro país presenció el desmantelamiento del anterior régimen político, la disolución de las Cortes Generales del régimen de Franco, la formación legal de los partidos y coaliciones políticas, la legalización de las centrales sindicales, la organización del Estado de las autonomías, y el comienzo del traspaso de competencias desde la Administración Central hasta las Administraciones Regionales.
Pero la transición política comenzó con un importante problema económico que se había presentado dos años antes, que repercutió en el mundo entero y al que nuestro país no fue ajeno. Este conflicto ha sido mundialmente conocido con el nombre de "crisis del petróleo".
Nuestro país, que era pobre en energía, dependía fuertemente del exterior para el aprovisionamiento de estas materias. Antes del primer choque petrolífero nuestras importaciones energéticas representaban el trece por ciento de las importaciones totales españolas, o, dicho también de otro modo, representaban el veinticinco por ciento de nuestras exportaciones. En la época de la transición política las cifras anteriores se agravan, ya que la factura energética española se eleva al veinticinco por ciento de todas nuestras importaciones y al cincuenta por ciento de las ventas españolas al extranjero.
Esta primera crisis del petróleo tuvo como resultado una contracción de la demanda mundial que afectó a sectores de la industria española en los que se habían realizado importantes inversiones destinadas a incrementar nuestras exportaciones, pero este golpe produjo una alteración en la economía de nuestro país que dejó en muy mala posición a gran cantidad de empresas que no estaban suficientemente consolidadas y que habían nacido como consecuencia de los movimientos de expansión económica general.
Nadie ignora que en épocas de crisis económica una forma de comportamiento que tiende a buscar soluciones, puede ser la aceptación de unos menores beneficios empresariales y, también, la conformidad de menores rentas del trabajo por cuenta ajena, es decir, de menores salarios. En definitiva, el tratamiento es una reducción generalizada en la retribución de los factores productivos.
En nuestro país esta crisis económica se presentó cuando el movimiento sindical obrero era particularmente activo y con un poder creciente dentro de un contexto donde las tensiones sociales fueron bastante fuertes. En estas circunstancias se consiguió mantener el poder adquisitivo de los salarios y a veces, incluso, se obtuvieron incrementos reales en las rentas del trabajo. La mayor carga de la crisis económica fue evidentemente soportada por el capital, y este hecho tuvo unas consecuencias bastante negativas sobre la inversión y el empleo. Así, pues, en 1973 las rentas del trabajo que representaban el cincuenta y ocho por ciento del Producto Interior, pasaron a ser en el año 1977 el sesenta y cuatro por ciento del mismo; ello supuso que en época de crisis económica los salarios experimentaron un considerable crecimiento, ya que aumentó la proporción de los mismos en la distribución de la Renta Nacional. Por otra parte, las rentas del capital que eran en el año 1973 del quince por ciento del Producto Interior, pasaron a ser en el año 1977 del once por ciento, lo cual indicaba que la participación de las rentas del capital en el período objeto de análisis experimentó una disminución importante.
Para hacer frente a este importante crecimiento de los salarios, las empresas aumentaron los precios de sus productos, y los consumidores, al sufrir los incrementos de precios, reclamaron nuevos aumentos para sus salarios; de esta forma se puso en marcha la espiral inflacionista precios-salarios.
Este comportamiento tuvo importantes consecuencias, tanto en el plano particular como en el de la sociedad española en su conjunto. El desempleo, que experimentó un importante crecimiento, alcanzó en España la tasa más elevada de Europa, convirtiéndose de hecho en uno de los problemas más graves que tenía que resolver nuestro país. Por otra parte, la descapitalización de las empresas trajo consigo un elevado número de quiebras y de suspensiones de pagos. El panorama era bastante sombrío ya que los restantes indicadores económicos presentaban cifras muy negativas. Tal es el caso de la inflación cuya tasa española se situaba varios puntos porcentuales por encima de la existente en los países que entonces integraban la Comunidad Económica Europea. Otro tanto cabe decir del déficit público cuyo porcentaje en nuestro país se elevó de manera considerable durante este período de la transición.
La competitividad de nuestro país disminuyó de forma alarmante, y ello originó que el déficit de la balanza comercial española aumentara más de lo que se había previsto.
Pero lejos de pensar que la crisis económica sería pasajera y que, poco a poco, las principales magnitudes de nuestra economía iban a recuperar su equilibrio, esta crisis del petróleo fue tan espectacular que originó otra crisis, posiblemente, más grave todavía y que consistió en la necesidad de transformar nuestras estructuras industriales; en este sentido, se puede mencionar la aparición de nuevas empresas que utilizaban tecnologías avanzadas como, por ejemplo, la informática, a la vez que comenzaba la decadencia de industrias tradicionales como eran la siderurgia y la construcción naval.
En estas circunstancias los gobernantes españoles se encontraron enfrentados a una crisis económica de gran envergadura y, al mismo tiempo, a una reforma política extremadamente delicada.
El objetivo de la clase política española fue eliminar a corto plazo las tensiones sociales, con objeto de disponer de un margen de maniobra suficiente para superar las dificultades de la transición política.
Pero un gran número de ciudadanos españoles que estaban acostumbrados a varios años de prosperidad y que se habían convencido que esta situación era un hecho normal y perdurable, tuvieron que aceptar, a toda costa, un descenso importante en su nivel de vida como resultado del empobrecimiento general provocado por los altos precios del petróleo.
Por otra parte, en esta época también se instauró en nuestro país un clima general de negociación socio-político-económica con la finalidad de conseguir un consenso lo más amplio y duradero posible, en el que las negociaciones fueron llevadas a cabo entre el gobierno de la nación, los sindicatos obreros, y las organizaciones patronales.
Esta institucionalización de la negociación a todos los niveles de la vida económica, fue muy bien acogida por la opinión pública y los partidos políticos, ya que este procedimiento de buscar consenso había contribuido de forma importante a la consolidación de la democracia en nuestro país, y había jugado un papel fundamental en la legitimación de nuestra economía social de mercado.
Determinados economistas han estimado que este tipo de acuerdos tuvo como resultado favorecer las políticas de adaptación gradual a la crisis econó...