Buenos días, manicomio ¿dígame?
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Buenos días, manicomio ¿dígame?

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Buenos días, manicomio ¿dígame?

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¿Me estaré volviendo loco? ¡Deberían de recluirle en un manicomio! Son algunas frases que tenemos presentes cada día. Pero, ¿sabe la gente diferenciar la locura saludable de una enfermedad que necesita tratamiento psicológico o psiquiátrico? ¿Sabe la gente qué es un manicomio?Según dice ¿Me estaré volviendo loco? ¡Deberían de recluirle en un manicomio! Son algunas frases que tenemos presentes cada día. Pero, ¿sabe la gente diferenciar la locura saludable de una enfermedad que necesita tratamiento psicológico o psiquiátrico? ¿Sabe la gente qué es un manicomio?Tras años de duro trabajo con enfermos mentales graves, las enfermeras Isabel Márquez e Isabel Cabellos han decidido relatar las experiencias y las mutaciones de la institución psiquiátrica.El resultado es una apasionante aventura por el mundo del caos, de la paranoia y del delirio. Un libro repleto de historias, secretos, testimonios, recuerdos, sentimientos contradictorios y anécdotas dignas de películas de terror. "Ya es hora de compartirlos y de sacarlos fuera de los muros del manicomio, que la sociedad conozca y aprenda lo que sucede al otro lado del espejo". Todo ello narrado con aguda sensibilidad, confidencialidad y con una pizca de humor. Isabel Márquez "todos tenemos una idea parecida acerca de lo que es un hospital. Sin embargo, el imaginario colectivo es muy ingenioso a la hora de dibujar el escenario que se esconde detrás de las paredes de un manicomio". Con tan sólo escuchar esa palabra nos estremecemos yen nuestra mente aparecen imágenes escalofriantes de un universo oscuro,

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Información

Editorial
Ned Ediciones
Año
2017
ISBN
9788416737307
La puesta en escena: anécdotas y dominios
¿Después de que mi cabeza se haya desprendido del cuerpo, podré oír, por lo menos por un momento, el sonido de mi propia sangre cuando brote de mi cuello?; quedó en silencio por un momento y agregó: «Sería el mayor placer para terminar todos mis placeres».
Peter Kurten
(El vampiro de Düsseldorf)
Para clasificar algunas de las anécdotas habíamos pensado utilizar nuestras queridas necesidades básicas de Virginia Henderson: alimentación, mantener la piel, eliminación, seguridad, actividades recreativas, etcétera. Pero hemos querido innovar y ofrecer al lector algo nuevo: los dominios NANDA (NANDA Internacional, 2016),15 pues aparentemente no existen muchos hospitales que trabajen por dominios y, por otro lado, nuestra valoración de enfermería está diseñada a través de esta taxonomía. Ni que decir tiene que esta metodología se explicará muy brevemente, puesto que este libro no trata de cuestiones metodológicas, sino de anécdotas enfermeras. Por ello, sólo se ofrecerá una breve definición de qué son los dominios nanda.
La taxonomía nanda está compuesta por 13 dominios. Los dominios y sus definiciones son:
  • Dominio 1. Promoción de la salud: toma de conciencia del bienestar o normalidad de las funciones y estrategias usadas para mantener el control y fomentar el bienestar y la normalidad del funcionamiento.
  • Dominio 2. Nutrición: actividades tales como ingerir, asimilar y usar los nutrientes a fin de mantener y reparar los tejidos y producir energía.
  • Dominio 3. Eliminación e intercambio: secreción y excreción de los productos corporales de desecho.
  • Dominio 4. Actividad y reposo: producción, conservación, gasto o equilibrio de los recursos energéticos.
  • Dominio 5. Percepción y cognición: sistema humano de procesamiento de la información que incluye la atención, orientación, sensación, percepción, cognición y comunicación.
  • Dominio 6. Autopercepción: conciencia del propio ser.
  • Dominio 7. Rol y relaciones: conexiones y asociaciones negativas y positivas entre personas o grupos de personas y los medios por lo que se demuestran tales conexiones.
  • Dominio 8. Sexualidad: identidad sexual, función sexual y reproducción.
  • Dominio 9. Afrontamiento y tolerancia al estrés: forma de hacer frente a los acontecimientos y procesos vitales.
  • Dominio 10. Principios vitales: principios que subyacen a la conducta, pensamientos y conductas sobre los actos, costumbres o instituciones.
  • Dominio 11. Seguridad y protección: ausencia de peligro, lesión física o trastorno del sistema inmunitario; preservación de las pérdidas, y preservación de la protección y la seguridad.
  • Dominio 12. Confort: sensación de bienestar o comodidad física, mental o social.
  • Domino 13. Crecimiento y desarrollo: aumento de las dimensiones físicas, sistemas corporales y logro de las tareas de desarrollo acorde con la edad.
Una vez enumerados los dominios, iniciamos nuestro cometido: nuestras anécdotas enfermeras en el psikiatric.
El primer dominio que nos encontramos es el de percepción y manejo de la salud. Unas capacidades que en muchas ocasiones el enfermo mental tiene alteradas.
La vida en el psikiatric pasa por diferentes etapas y el paciente afecto de trastorno mental grave, por lo general, tiene una manera poco efectiva de mantener su salud, así como un riesgo potencial de establecer conductas «nocivas o peligrosas» también para su propia persona: mantenimiento inefectivo de la salud, tendencia a adoptar conductas de riesgo para la salud e incluso incumplimiento del tratamiento. Por poner un ejemplo ilustrativo, podemos hablar del consumo de sustancias tóxicas, que de alguna manera aumenta el riesgo de padecer algún tipo de trastorno mental a lo largo de la vida según estudios realizados (Márquez, Cabellos y Paniello, 2011).
Isabel Cabellos os comenta al respecto:
La falta de actividades de ocio no es algo anormal, depende de la persona y sus inquietudes. De todas formas, cuando la enfermedad mental se encuentra en estadios más agudos o más crónicos, estas funciones más avanzadas se dejan de lado, no son tan importantes.
A lo largo de los años, hemos podido ver estas conductas de riesgo en multitud de casos —posiblemente sin ellas el psikiatric no estaría colapsado por los ingresos de manera habitual, como lo está desde hace unos años—.
En numerosas ocasiones, el consumo de tetrahidrocannabinol (thc) o cannabis no está considerado por muchos adolescentes o no tan adolescentes como un tóxico. En función de la edad y el entorno cultural y social, está considerado como un elemento más de su forma de vida. Sin embargo, hemos visto pacientes que empezaron a fumar porros en edades tempranas y, finalmente, han acabado desarrollando esquizofrenia.
Un caso muy significativo fue el de un paciente con 18 años —que es la edad mínima para ingresar en nuestro centro— que había probado un porro, sólo uno. Había visto el mundo distorsionado, había tenido confusión, después euforia y el «cuelgue». Pero siguió, siguió y siguió, y no hubo vuelta atrás. Se le desencadenado un trastorno mental grave que por el momento era irreversible, y lo que más llamaba la atención es que lo veías y su aspecto estaba tan deteriorado que parecía un paciente de media/larga estancia, con la mirada perdida, enlentecimiento motor, enlentecimiento mental, confusión y sin ninguna iniciativa, objetivos o metas.
Otro caso que nos hemos encontrado a menudo es el de familiares que consumen estas sustancias junto con los pacientes durante la visita, como si fuera lo más normal del mundo. O pacientes que han entrado en la unidad para fumarlo con sus colegas. ¡De lo más terapéutico!
Cuando están estables, estos pacientes salen de permiso terapéutico y se comprometen a tomar medicación y hacer todo lo que se les diga, vamos, ¡una felicidad total! En ocasiones, si se considera necesario o sospechoso, se puede realizar un control de consumo de tóxicos. A veces nos podemos llevar sorpresas con las que no contábamos... Pero si la fiesta se había animado ¡cómo no apuntarse!
En una ocasión, ingresó una chica con problemas de relación, muy tímida, casi no hablaba porque le daba respeto interactuar con otras personas. A lo largo de su vida, sólo había salido con sus padres y con una única amiga. No había estado nunca en ninguna discoteca ni salía de noche. Ingresó en la unidad y allí conoció a un grupo de pacientes también jóvenes. Gracias a las terapias y a los tratamientos, jugaba a juegos de mesa y empezó a hablar más, y se hizo muy amiga de uno de ellos que era un gran consumidor. A pesar de interferir para que no pudiera perjudicarla, al cabo de un tiempo de su alta la familia nos explicó que habían seguido viéndose fuera y había empezado a fumar porros ¡Una pena! (Isabel Cabellos).
A su vez, Isabel Márquez explica:
Aunque el dominio de la percepción y el manejo de la salud abarca múltiples aspectos, dada la relevancia e importancia de estas cuestiones a día de hoy, he querido centrarme, al igual que mi compañera Isabel Cabellos, en el consumo de drogas, tóxicos o como se les quiera denominar —pues se emplean diferentes nombres—. Es evidente que se ha incrementado la prevalencia en el consumo de tóxicos y que cada vez más es una realidad presente en el ámbito psiquiátrico o de la salud mental, pues existe un alto porcentaje de individuos jóvenes que al ingresar presentan al mismo tiempo una patología psiquiátrica y problemas de adicción. Sobre todo personas muy jóvenes. Los adolescentes se sienten incomprendidos y en lucha constante por construir su autonomía e identidad social por lo que necesitan una cultura propia. Por ello, podemos hablar de una cultura juvenil que está directamente relacionada con la aparición de nuevos hábitos y comportamientos en torno a la fiesta. Pues la fiesta les ofrece un espacio de relación entre iguales, de no pasar desapercibido y de decir aquí estoy (Isabel Márquez).
Todo ello comporta aspectos de exhibición, de mostrarse: «se va a mirar y a ser mirado», «a ver y que te vean»; todos ellos son elementos centrales de la fiesta. Sobre todo en las discotecas, donde se aprecia ese carácter de exhibicionismo, de escaparate de uno mismo. Aunque, según dicen, «a la fiesta no se va a mirar, sino a bailar» (Gamella et al., 1997).
La propia congregación de la juventud es espectáculo, sobre todo cuando se trata de juventud uniformada por la indumentaria, la música y la ideología. En los jóvenes, la presión para adoptar el estilo de vida del grupo de iguales puede conducir a una situación de inadaptación personal que , aunque no se manifieste en un comportamiento socialmente inadaptado, supone una insatisfacción vital. A menudo, necesitan instrumentos que ayuden a mantener ese frágil equilibrio entre la renuncia a sus propias metas y la presión social. Para eso, la sociedad ofrece una productiva industria, por ejemplo, de alcohol o de drogas ilegales, sin tener en cuenta los efectos que tienen sobre la salud, sus repercusiones sociales o los costes económicos. Se trata de una adaptación social que frecuentemente se hace a costa de una inadaptación personal (Mingote y Requena, 2008).
Según Roncero y Barral (2008), los pacientes duales son pacientes que presentan mayor gravedad psicopatológica y psicosocial, ingresan más, presentan más riesgo de suicidio, tienen peor adherencia a los tratamientos, y utilizan mayor cantidad de recursos sanitarios y sociales.
En un estudio realizado sobre el uso y abuso de drogas en la adolescencia en la unidad de bedlamp (Márquez, Cabellos y Paniello, 2011), pudimos confirmar la existencia de una relación en la disminución de la edad de inicio de los consumos y/o abusos de drogas (Márquez, Cabellos y Paniello, 2011).16 Actualmente, el inicio en el consumo de drogas va de los 12 a los 21 años, siendo entre 16 y 18 años los índices de consumo más alto. Este inicio coincide con la edad en que los adolescentes empiezan a salir con amigos. Factores como la desinformación, la no conciencia del riesgo, el «no pasará nada», la experimentación, la imitación, un carácter poco desarrollado o la falta de criterio personal, la desinhibición que genera en las personas más introvertidas y tímidas, e incluso el aburrimiento y la búsqueda de sensaciones nuevas son clave en este proceso. Las drogas más consumidas son: la marihuana, los porros (el hachís), las anfetaminas, la cocaína, el éxtasis líquido (ácido γ-hidroxibutírico, gbh), el cristal (metanfetamina), las setas alucinógenas y el tabaco.
En relación al consumo de marihuana, vivimos una anécdota que me relató un paciente y que él clasificaba como «muy divertida». Resulta que este usuario estaba con unos amigos; su padre —que había muerto hacía pocos meses— tenía en su terraza unas cuantas planas de marihuana y al paciente —llamémosle Ajax— le dio por cogerla y hacer un pastel para invitar a sus amigos. Se pasó de miligramos, según palabras textuales de él:
Me pasé de miligramos y metí un montón; no metí para un colocón sencillo, ¡sino para un viaje chulo! Y además engañé a mis amigos, les dije que lo había hecho mi abuela, ¡ja, ja, ja! Empezamos a comer y pillamos un morao los tres que, no veas, ¡alucinamos pepinillos! Fue una experiencia divertida y muy chula, hasta que empezamos a sentir unos efectos extraños: yo me creía que era un cíborg, mitad hombre, mitad máquina, ¡una paranoia! Otro compañero se levantaba, iba a coger un vaso y veía tres veces que iba a coger el vaso. Entonces me miraron y me dijeron: «¡Qué hijo de puta que eres! ¿Qué estás haciendo?». Yo ahora me río... ¡porque no pasó nada! ...

Índice

  1. Introducción
  2. Tras los muros del manicomio: una historia que contar
  3. Psikiatric anecdotarium
  4. Conociendo el manicomio: sumergidas en una realidad confusa
  5. El manicomio de antes y el psiquiátrico de ahora
  6. La puesta en escena: anécdotas y dominios
  7. A cuestas con la artillería pesada, ¿enemiga o aliada?
  8. Con el miedo en los talones: subidones de adrenalina
  9. Ideas de prejuicio: vigilancia, envenenamientos y complot
  10. Para echarse a reír: la no lógica
  11. Micrófonos secretos, exorcismos, posesiones y anécdotas para no dormir
  12. Clásicos del género psiquiátrico: de Carrie al Lejano Oeste
  13. Retóricas psikiátricas
  14. Entre la bruma de la memoria: un futuro por descubrir
  15. Bibliografía