No es como te han dicho
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No es como te han dicho

Guía de salud mental basada en los vínculos

  1. 184 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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No es como te han dicho

Guía de salud mental basada en los vínculos

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Información del libro

¿Está seguro de que la adolescencia es una edad difícil? ¿Hay que poner límites a los niños para educarlos bien? ¿La esquizofrenia y el alcoholismo son enfermedades? Tenemos muchas ideas preconcebidas acerca de estos y muchos otros temas que, en no pocas ocasiones, nos llevan a actuar de forma contraproducente, avivando nuestro propio sufrimiento y el de los demás. El problema de base es el siguiente: no todo es como nos lo han dicho.Los autores de esta obra plantean una perspectiva diferente, basada en la psicología de las relaciones. Esta es, aún hoy, una gran desconocida, pero es clave para comprender nuestros problemas. El apego, el cuidado y los vínculos afectivos son esenciales para la supervivencia y el desarrollo del ser humano, que no podría sobrevivir sin los demás.El libro procura desmantelar tópicos e ideas ineficaces sobre la salud mental, y ofrece alternativas chocantes pero útiles, que presenta acompañadas de ejemplos para facilitar la comprensión por parte del lector.

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Información

Año
2021
ISBN
9788425446368
Categoría
Sociología

1. Ubuntu

Dos matrimonios amigos se reúnen para cenar en casa de uno de ellos. Son aficionados a cocinar y al buen beber, y los anfitriones están abonados a uno de esos clubes de vinos que envían variedades escogidas a cambio de una cuota mensual. Mientras cocinan y picotean unos entremeses va desapareciendo una botella de rosado, y la cena empieza de excelente humor. Los cuatro bromean, comen y charlan mientras degustan el tinto que han elegido para acompañar la carne. Cuando el marido del matrimonio visitante propone abrir la tercera botella, su mujer empieza a dar muestras de incomodidad. Cada poco, visiblemente tensa, lanza miradas sin disimulo a la copa de su marido. Cuanto más se va animando el hombre —y también los otros dos comensales—, más se tuerce el semblante de su mujer. Al llegar a los licores de la sobremesa, ella se atreve a decir el primer comentario en voz alta: «Ya sabes que no deberías beber tanto, por la tensión». Él hace como que no la ha oído, pero acto seguido agarra la botella y se sirve el segundo chupito. El ambiente ya está bastante enrarecido; la mujer ha alcanzado un manifiesto mal humor y empieza a recoger los platos, dando claras señales de querer terminar. Su marido, que efectivamente ha sufrido una angina de pecho hace pocos meses y está tomando cuatro tipos diferentes de pastillas, sigue bebiendo con aparente indiferencia hacia las recomendaciones médicas y una total desconsideración hacia la incomodidad de su esposa. Al día siguiente, la anfitriona del encuentro le relata con frustración a otra amiga, que casualmente es psicóloga, cómo la cena se tornó un desastre por culpa de María, que es una exagerada y una aguafiestas por controlar a Juan todo el tiempo con el asunto de la bebida, porque total por una noche tampoco pasa nada. Tras una breve reflexión, la amiga le contesta que, puestos a verlo como una maniobra de control, a ella más bien le parece que fue Juan el que estuvo toda la cena controlando a su mujer, pero esa interpretación le choca. No encaja con lo que ella ha creído ver, que es a una mujer coartando libertades ajenas y estropeando veladas. En ese momento, le cuenta entonces a la amiga psicóloga que su marido ha visto otra cosa. Él cree que María tiene razón en preocuparse, porque a veces Juan es un poco inconsciente. Son dos versiones bien distintas y, seguramente, ninguna del todo cierta ni equivocada. Pero lo que ninguno de los dos ha visto es un recital protagonizado por un dueto. Para comprender lo ocurrido entre Juan y María, preguntarse si Juan debe o no beber mientras se esté medicando o si ello debe ser o no de la incumbencia de su esposa no nos llevará muy lejos. Una pregunta más interesante sería, por ejemplo, qué habría pasado con Juan si María no se hubiera puesto a refunfuñar. O mejor, qué habría pasado con María si Juan no hubiera bebido. ¿Habría terminado el encuentro a una hora diferente? ¿María se habría divertido más o habría encontrado otra razón para irse igualmente pronto? ¿Qué habría sido distinto? ¿Qué habría contado después la anfitriona a su otra amiga sobre el evento?
Estamos acostumbrados a entender lo que hacen las personas como una consecuencia de sus debilidades o de sus fortalezas, de sus deseos particulares, o de sus conflictos interiores, de sus complejos o miedos, de su historia personal de aprendizajes, refuerzos y castigos, o de supuestas predisposiciones genéticas. En otras palabras, solemos entender lo que la gente hace como consecuencia de su «modo de ser» o de su «carácter». Pero ¿podemos entender lo sucedido en esa cena examinando la personalidad de María o su educación de pequeña, averiguando tal vez si su padre sufría alguna adicción que la dejó marcada? ¿O analizando la relación de Juan con la bebida, estableciendo por ejemplo si se trata o no de un caso de dependencia alcohólica y catalogándolo dentro de algún subtipo de bebedor? La respuesta es no. Para entender lo ocurrido en la cena necesitamos conocer en primer lugar cómo es la relación entre ellos dos: de qué forma y hasta dónde se cuidan el uno al otro, cómo resuelven sus conflictos, cómo se reparten los derechos y obligaciones dentro de la pareja… Además, necesitamos saber, o al menos imaginarnos, qué es lo que cada uno de ellos pretendía conseguir o evitar en esa escena en particular.
Este libro está basado en la peculiar forma de ver las cosas de la terapia relacional sistémica, que constituye una tradición dentro de la psicología clínica1 con una perspectiva y unos argumentos propios, algo diferentes a los de otras corrientes psicoterapéuticas más conocidas. La psicología es una ciencia en evolución, en la que coexisten distintas teorías y perspectivas, algunas de las cuales están más presentes que otras en el saber popular. Seguramente usted conozca el diván del psicoanalista, o quizá el famoso lema de que los niños aprenden a través de consecuencias. Representan dos tradiciones psicoterapéuticas importantes, aunque no únicas. Estas diferentes líneas de pensamiento coinciden con diferentes tradiciones científicas y con los progresos que durante el siglo XX hizo la ciencia psicológica. Cada una de ellas parte de una idea diferente de qué es la vida psíquica y, en consecuencia, de cómo se llega a sufrir un trastorno (o, simplemente, de cómo se llega a sufrir), en base a qué razonamientos entender tales procesos y qué tipo de cosas hay que hacer para aliviar el sufrimiento.
Pues bien, la lógica que subyace en este libro considera que los problemas psíquicos son asuntos que atañen a conjuntos de individuos y no a individuos independientes. La tradición relacional-sistémica se interesa por las relaciones entre las personas y por cómo estas relaciones contribuyen a lo que somos y a lo que hacemos, y otorga un papel protagonista al sistema familiar, constituido por las personas en las que se busca y se espera cercanía, apoyo y protección. Desde esta perspectiva, el enfurruñamiento de María y la manera de beber de Juan son sucesos que deben ser considerados en el sistema de la pareja y no como asuntos individuales que han ocurrido al mismo tiempo en una noche de sábado.

Las lógicas del sufrimiento y de la curación

Para introducirnos en este modo de entender los problemas humanos, conviene hacer antes un pequeño repaso de los otros, que están más presentes no solo en la cultura común, sino también en el uso cotidiano de la psicología de andar por casa.2 Hoy en día, todas las personas somos psicólogas a escala reducida, pues todo el mundo reflexiona y opina sobre el comportamiento o la felicidad propia y ajena, pero no solemos hacerlo desde la perspectiva a la que está dedicado este libro. Por cierto, un pequeño inciso: ¿por qué nos consideramos buenos psicólogos cuando les damos buenos consejos a los amigos, pero no nos consideramos buenos químicos cuando nos sale rica la lasaña?

Los deseos inconscientes y la psicología del desconocido que llevamos dentro

Es justo empezar por lo más antiguo, así que emprendamos el recorrido hablando de Sigmund Freud y del psicoanálisis. El psicoanálisis es conocido, sobre todo, como una manera de hacer psicoterapia, esa que se desarrolla tumbado en el diván hablando y mirando el techo mientras la terapeuta asiente y toma notas —aunque el diván propiamente dicho no es obligatorio, muchas psicoanalistas no lo usan—. Sí, el psicoanálisis es eso, pero también muchas otras cosas. Engloba toda una filosofía del ser (o sea, una respuesta a la pregunta qué es el ser humano) que ha impregnado la cultura occidental hasta el punto de que nuestro lenguaje cotidiano está plagado de conceptos psicoanalíticos que hoy utilizamos con toda naturalidad, pero que hasta finales del siglo XIX eran pura jerga profesional: trauma, complejo, fijación, represión, narcisismo, libido, proyección, castración, inconsciente, pulsión, regresión, complejo de Edipo, «envidia del pene», «Fulanita es una histérica», etc. Seguro que usted los ha usado más de una vez.
También gracias a Freud y a su arrolladora influencia, nos sentimos cómodas considerando que los problemas de las personas ocurren dentro de su psique, o que, al menos, buena parte de ellos tiene lugar ahí. El hecho de que tengamos consciencia, es decir, de que seamos capaces de hablar de nosotras mismas, ayuda a pensar que ahí dentro, en la mente, pasan cosas: cosas significativas e importantes para comprendernos. Esa psique, según la definió Freud, está organizada en tres instancias, los conocidos Yo, Superyó y Ello, que, a su vez, tienen partes conscientes e inconscientes. Lo inconsciente es inaccesible y desconocido, pero también está ahí dentro, agitándose en la oscuridad. Es la fuerza que mueve nuestra vida psíquica, donde bullen los instintos y las pulsiones que el Superyó y el Yo tratan de mantener ocultos porque nos hacen daño o nos avergüenzan. En caso de descontrolarse, esa energía contenida es lo que se manifestará en forma de síntomas mentales. El psicoanálisis dice que el magma reprimido en el inconsciente proviene en su mayoría de experiencias infantiles que nos han marcado, de modo que cuando se manifiesta en forma de trastornos mentales adultos, ya llevaba unos cuantos años en oscura ebullición. El principio fundamental de la curación psicoanalítica sostiene la necesidad de sacar a la consciencia ese material inconsciente, así que el trabajo del terapeuta consiste básicamente en buscar dentro de la psique de la persona el material reprimido e intentar liberarlo.
El enfoque psicoanalítico nos resulta muy familiar por varias razones. La primera es su larga historia, que le ha dado un siglo de ventaja para calar en la opinión pública. Y también porque se basa en un esquema muy similar al de otros fenómenos de ciencia cotidiana muy básicos: los de la física de fluidos. La energía comprimida en el Ello por los mecanismos de (re)presión del Yo, desafiando la resistencia de las válvulas de escape, es muy semejante a un sistema hidráulico cerrado, como el de las calderas de calefacción o el de una olla a presión. La familiaridad de estos principios nos predispone, aunque sepamos muy poco sobre psicoanálisis y menos aún de termodinámica, a entender a Juan y a María (a cada uno por separado, claro está) y a especular acerca del tipo de conflictos inconscientes de cada uno, de traumas infantiles o de complejos sin resolver que se manifestaron durante la cena cuando el resorte cedió.
La tradición psicoanalítica ha evolucionado mucho y, en la actualidad, el estudio de algunos fenómenos que intrigaron a los primeros psicoanalistas se asumen como parte del funcionamiento normal de los seres humanos. Hoy resulta indiscutible que hay una parte de nosotros a la que no podemos acceder con la consciencia, pero que hace y conoce muchísimas cosas importantes. También está generalmente aceptado que hacernos conscientes de algunas de ellas, no de todas, puede resultar muy útil.3 Como también sentenció Freud, que ciertos contenidos de la mente estén y permanezcan ocultos es una manera de protegernos.

Estímulos y respuestas. La psicología del Él

Siguiendo un orden cronológico, el conductismo es la segunda gran teoría sobre el sufrimiento humano y la curación. De forma manifiestamente contraria al psicoanálisis, el conductismo no se interesaba por las experiencias subjetivas. Lo que hubiese o dejase de haber dentro de la psique no era importante. Lo q...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portada
  3. Créditos
  4. Índice
  5. Introducción
  6. 1. Ubuntu
  7. 2. Los vínculos afectivos
  8. 3. Llegar al mundo
  9. 4. Aprender
  10. 5. Emanciparse
  11. 6. Parejas
  12. Epílogo
  13. Información adicional