Perspectiva Clínico Territorial. Consumos problemáticos en Salud Mental
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Perspectiva Clínico Territorial. Consumos problemáticos en Salud Mental

Del padecimiento a la esperanza

  1. 74 páginas
  2. Spanish
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Perspectiva Clínico Territorial. Consumos problemáticos en Salud Mental

Del padecimiento a la esperanza

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Información del libro

La Perspectiva Clínico Territorial (PCT) es una propuesta de abordaje que entrelaza lo clínico con la territorialidad, como contexto emergente de factores de riesgo y de protección en consumos problemáticos en particular y en salud en general.

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Información

Año
2020
ISBN
9789874948892
Categoría
Social Sciences
Categoría
Sociology

Capítulo III

¿Cómo se construye el abordaje del consumo problemático desde la PCT?
La relación entre brindar servicios y legitimar derechos

El proceso de construcción del “cómo” está íntimamente relacionado con lo desarrollado anteriormente. Para poder preguntarnos sobre la manera de pensar, planificar y poner en marcha un plan de abordaje integral desde una perspectiva clínica territorial es necesario tener claro el “qué”.
El abordaje del consumo problemático tiene que ser comprendido en función de la persona, de las familias, de las comunidades, del territorio donde los actores sociales producen y reproducen su vida cotidiana.
Para pensar y definir el “qué”, es necesario volver y reconocer la centralidad del sujeto, del actor social y no de las sustancias o los tratamientos que muchas veces se convierten en el centro de las discusiones y de las intervenciones en este campo.
Tenemos que humanizar las prácticas, reconociendo la importancia de trabajar desde una perspectiva de derechos que refuerce la construcción de una ciudadanía emancipatoria.
El “cómo” de la Perspectiva Clínico Territorial tiene que ver, fundamentalmente, con planificar y poner en marcha procesos de salud, no centrados en la enfermedad. Involucrar la recuperación de lo subjetivo, de lo singular, que se asienta en lo que nos identifica como personas y nos caracteriza, lo que tiene un fuerte arraigo con la palabra identidad y nos singulariza, nos hace diferentes a otros y parte de un nosotros social que nos constituye.
El “cómo”, nunca puede ser una acción o una sola actividad, tampoco un cúmulo de tareas inconexas, sino un proceso de construcción de estrategias y desde allí, se planifican actividades en pos de objetivos comunes, claros y ético políticos, que guíen el accionar de la intervención socio sanitaria.
Es fundamental trabajar intersectorialmente, interinstitucionalmente e interprofesionalmente, donde la clínica y el territorio se entrelacen para centrar nuestra acción en la recuperación no del consumo de una sustancia, sino de la persona que es emergente de un entramado de problemáticas que lo atraviesan y están relacionadas con ese consumo.
Es importante dejar los paradigmas que identifican como compartimentos estancos a los consumos problemáticos, asociados solamente con la cantidad y el tipo de sustancia que se consume. Esos abordajes históricamente han tenido un alto nivel de fracaso, por eso es tan importante que al pensar y diseñar el cómo se piense desde una planificación estratégica sentida y centrada en las personas con las cuales vamos a trabajar.
Desde esta perspectiva comienzo a pensar y amasar las experiencias transitadas, teniendo como horizonte hacer algo diferente a las prácticas que durante tantas décadas sólo han reforzado la lucha contra las drogas, que se volvió una lucha contra las personas, contra los más vulnerados de nuestra sociedad.
El plan de Centro Huella comenzó como lo describo en el capítulo anterior, abriendo una propuesta desde el reconocimiento de los actores institucionales y de los aportes que cada uno podía hacer, desde sus propias trayectorias de vida, de trabajo, de militancia.
La idea inicial fue una invitación a que imaginen, diseñen y presenten propuestas de espacios y actividades donde quisieran trabajar. Primeramente se dejó en claro cuáles eran las ideas fuerza, las directrices u orientaciones de una política en salud pública que no sólo estuviera basada en ofrecer un servicio sino y fundamentalmente en legitimar un derecho.
Esto implicaba salir de la zona de confort y empezar a pensarnos en el territorio, abriendo espacios de encuentro grupales y comunitarios asentados en la convicción de que estamos trabajando con una problemática socio sanitaria que no es individual, es social, es cultural y profundamente política.
El plan se desarrolló en dos grandes líneas: en primer término se pensó en relación a la construcción del trabajo clínico institucional, en segundo lugar se desarrolló la propuesta del trabajo clínico territorial.
La primera se basaba en repensar, deconstruir y reconstruir una clínica de atención que aloje a los sujetos atravesados por las problemáticas del consumo, a sus familiares, a sus amigos, a quien necesitará una atención desde el sistema público de salud. Se reorganizaron las áreas de trabajo, no sólo las de atención directa a los usuarios sino también las áreas Administrativas y de Obrero y Maestranza, quiénes son actores fundamentales en el devenir institucional de todos los días, tanto en el adentro como en el trabajo en el territorio.
Se incrementaron los espacios grupales y los espacios de alojamiento de la demanda que inicialmente se denominaban espacios de admisión, con lo cual, con el tiempo fuimos repensando como equipo de salud, que este concepto de admisión tenía como respuesta un sí o un no, respuesta que no abría sino que cerraba.
Tener pensada la admisión de ese modo, significaba aceptar a quien “estaba en condiciones” de incorporarse a un determinado esquema de tratamiento. Esto sería reproducir lo mismo que queríamos transformar, la pregunta siempre estuvo en función de repensar nuestras prácticas.
Con el tiempo fuimos modificando ese concepto desde una perspectiva más inclusiva, pensando que los trabajadores y trabajadoras del servicio de salud pública deben conocer cada situación y ser artífice de acuerdos terapéuticos que puedan integrar e incluir la particularidad de cada sujeto en situación.
Con los elementos y herramientas con las que contamos como equipo de salud tenemos que elaborar estrategias que sean creativas y participativas.
En los primeros años de gestión, los compañeros trabajadores del área Administrativa concurrieron al Hospital Escuela de Salud Mental para compartir experiencias de trabajo y aprendizajes con respecto a la tarea dentro de esta área. La capacitación, el poder aprender distintas formas de resolver problemas comunes o el acontecer de las actividades administrativas como parte de la atención en salud mental es fundamental, porque los administrativos son quienes reciben a los usuarios, a las familias, son la cara visible, el primer rostro, la primera escucha.
Los espacios de encuentro, los espacios grupales fueron gestándose desde las mismas motivaciones e intereses de los trabajadores del Centro y de los usuarios.
En los primeros años, se desarrollaron talleres de actividades deportivas, de fútbol, de comunicación y expresión, huerta y hierbas aromáticas.
En ese momento y, durante unos tres años, el taller de artesanías fue uno de los espacios más reconocidos y queridos por los usuarios.
El taller de huerta fue transformándose con el tiempo, y continuó recibiendo, sembrando y cosechando frutos de la tierra y del trabajo colectivo.
Otro eje significativo de la gestión fue reconstruir “nuestra casa”. Se modificó gran parte de la estructura edilicia. Algo que recuerdo siempre de mis prácticas como estudiante de trabajo social es la importancia de la observación de los lugares, de los colores, de la disposición de las cosas, del caminar de la gente, de los rostros, de la música, del silencio.
El Centro tenía que ser un lugar que no profundice el sufrimiento y el padecimiento de la gente sino que, por el contrario, debía ser alegre con colores que inviten a transitar por los distintos espacios; colores que alojen, lugares dignos, donde la gente pueda transitar por espacios agradables, por espacios de salud que empiezan a ofrecer algo diferente a sus vidas cotidianas.
Les comparto un ejemplo: se ofrece una sala de espera con un baúl de juguetes para que los niños que vengan puedan ser parte de la recuperación de la salud de la familia a través de sus propios juegos. Desde una sala de espera que más que espera sea un espacio donde se puedan compartir las experiencias, las dificultades y las esperanzas.
Llevó su tiempo pero pudimos hacer realidad las mejoras del Centro, donde se intentaba alojar las demandas, a veces desordenadas, revueltas, confusas, pero siempre claras en la necesidad de ser recibidos, escuchados desde una de las instituciones públicas de salud.
Se ampliaron los espacios comunes, se hicieron lugares de reunión como lugares de encuentro, cada espacio de la institución tenía que ser un espacio que generara deseo de estar allí trabajando(nos).
Entre las anécdotas de las personas que llegaban a la institución, luego de la reforma, una mujer miró la sala de espera con colores pastel, cuadros, música de fondo y la pantalla que iba recuperando todo lo realizado desde los distintos espacios de trabajo y nos dijo: “que bárbaro este lugar parece una institución privada”.
Lo público es casi siempre relacionado con lo poco, con el favor más que con el derecho de acceder a un servicio y por lo tanto cada lugar, cada cosa, no siempre es pensada como parte de ese derecho.
Otra línea interesante que se desplegó en el acontecer, en el proceso de trabajo en el Centro fue la constitución de los espacios del equipo profesional.
Las reuniones de los días miércoles llevaban toda la mañana y tenían como objetivo propicia...

Índice

  1. Portada
  2. Agradecimientos
  3. Introducción
  4. Capítulo I: La materia prima de la PCT: Resignificando prácticas, construyendo sentidos
  5. Capítulo II: ¿Qué es la PCT? Entrelazando prácticas y amasando historias
  6. Capítulo III: ¿Cómo se construye el abordaje del consumo problemático desde la PCT? La relación entre brindar servicios y legitimar derechos
  7. Capítulo IV: El para qué de la Perspectiva Clínico territorial en salud pública. Del sujeto sujetado al sujeto político
  8. Capítulo V: ¿Quiénes y con quienes entrelazamos lo clínico y lo territorial? Actores, escenarios y guiones en el abordaje del consumo problemático de sustancias
  9. Bibliografía