Coma
eBook - ePub

Coma

Atrapado en el Infierno

  1. 167 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Coma

Atrapado en el Infierno

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

¿Qué ocurre cuando se está entre la vida y la muerte?Si bien algunos de los que han logrado regresar de ese trance dicen haber estado frente a un cálido y agradable resplandor, donde se encontraron con seres queridos fallecidos, en un paraíso del cual no les provocaba salir, pues aquí no encontrará más de lo mismo, aquí… Se ofrece la versión nunca contada.Bien podría ser ese lugar que algunos han llamado "Purgatorio", o quizás usted tenga su propia versión, es más, seguramente se forme una nueva idea luego de leer sobre esta aterradora experiencia.Aquí, atrapado entre dimensiones desconocidas, se libra una titánica lucha entre el bien y el mal; una incesante búsqueda por escapar de ese laberíntico infierno.¿Te atreverías a acompañarme en un recorrido por esa travesía?

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Coma de Igor Otazo en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Arte y Arte general. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2021
ISBN
9789878711423
Edición
1
Categoría
Arte
Categoría
Arte general
EL INFIERNO
Sonidos de compuertas acompañados de pequeños golpes hacían vibrar mi cuerpo mientras un pequeño mareo, como producto del vaivén del oleaje sobre el casco de una embarcación, emborrachaba a tal punto que era casi imposible sostener el cuerpo en una posición estable, produciendo simultáneamente vacíos en el estómago que pensé andaba en una montaña rusa.
Abruptamente una pausa, dos voces se daban instrucciones sobre cómo cargar algo ...¿un saco? me pregunté dentro de aquel confuso estado, donde hasta ahora no me había sido posible abrir los ojos para examinar qué era lo que acontecía a mi alrededor, cuando levemente logro subir uno de mis párpados y me percaté que dos corpulentos individuos, ataviados con unas batas azules, rostros medio visibles, pues una especie de bozal casi del mismo material le cubría gran parte de sus rostros, solo unos ojos sobresalían acompañando los movimientos de sus manos para no perder ni una puntada.
— ¡Toma tú aquellas dos esquinas!
— okey.
— A la cuenta de tres subimos.
— Un, dos, tres.
El vacío que me venía acompañando intermitentemente en el estómago se aceleró; sentí como si parte de mi cuerpo se separaba, quedando estático. Mientras la otra parte era catapultada por el aire. Todo con una velocidad que no me dio chance de siquiera buscar sostenerme. Envuelto en una sábana, veía como si un paracaídas se enredaba en mí, y allí vendría la inexorable caída, el impacto, aunque brusco, no llegó a fracturar parte alguna de mi esqueleto, ni un rasguño, ni un dolor, nada de qué quejarme, sentí como aquella caída era amortiguada por un manto acolchado.
Mientras mi cuerpo daba movimientos a un lado y el otro, como una salchicha durante su cocción en una caliente plancha, de nuevo intercambian instrucciones.
— Gíralo a la derecha
— Tiempla más por la esquina de abajo
— Allí va
— ya casi
— ¡listo!
— llama a la enfermera y dile que ya puede venir
Logré, a duras penas, percatarme que regresaba de otro viaje a ese lugar donde acuciosas e impidas manos procuraban hacer un acto de magia pura -sin trucos- para procurar mantener éste cuerpo ligeramente animado, respirando.
Aún bajo el efecto de quién sabe qué coctel de anestésicos, me sumí en un profundo sueño, ya no sé por cuanto tiempo sería. Yo no sabía si despertaría.
A pesar de mi nada agorero último pensamiento, parece que logré despertar. Sin embargo, sentí una sensación muy extraña, algo me aprisionaba, me asfixiaba, el respirar era muy dificultoso, procuré mirar a los lados y vi que estaba de pie sin tener la menor idea de cuándo había llegado a esa posición. Mi sorpresa fue mayúscula cuando observé que tendido en una cama había un reflejo de mi cuerpo y otro, yo, el que estaba de pie, extrañamente veía varios reflejos míos en distintas direcciones, como en un salón de espejos. Una angustia comenzaba a apoderarse de uno de esos cuerpos, ése que trataba de mirarse a sí mismo, buscando esclarecer en algo aquella enredada y confusa maraña de reflejos; pero por más que traté de inclinar mi cabeza hacia mis extremidades o torso, algo me mantenía inmovilizado, y solo los pies medio podían dar unos cortos pasos de pingüino, lo que aproveché para girar suavemente y percatarme en una de esas proyecciones que lo que me mantenía aprisionado a lo largo del cuerpo eran dos gruesos cristales que en forma de sándwich me cubrían desde la cabeza hasta los tobillos, manteniéndome como un insecto momificado en un bloque de resina transparente.
Busqué inútilmente zafarme de allí, pues no había manera de articular nada de mí, todo rígido, dentro de aquel pesado cristal que me asfixiaba, con una desesperada respiración, buscaba aunque sea una bocanada de aire, intenté luchar, hasta que se me fue apagando lentamente la luz. Sentí como aquel caparazón de cristal tragaba este cuerpo momificado, llevándolo quizás a otra vida, esa donde los egipcios de alta jerarquía creían o sabían que dejando sus cuerpos, morarían sus almas. Un más allá que casi nadie se atreve a contar, pues el que ha logrado regresar difícilmente menciona un ápice de esa experiencia, tal vez por algún pacto hecho desde ése más allá o por temor a ser tomado como un demente.
Cuando todo lo daba por perdido, una vez entregado inexorablemente al sueño eterno, súbitamente un intenso calor, sofocante, quemante, bañaba de sudor un pensamiento, algo de mente etérea, toda fuera de mí. Desorientado, como lanzado desde un infinito vacío, a un lugar donde una rosácea claridad predominaba en mí rededor; debatiéndose entre la degradación de un claro oscuro: un claro, rojo fuego; un oscuro, negro absoluto.
Un fuerte resplandor de llamaradas incandescentes inundaba la baja atmósfera; iluminación que se perdía sobre la negrura que cubría todo. En la indefinida altura, como en una inmensa bóveda, la luz era devorada por una oscuridad que iba más allá de lo negro, nada de materia donde algo pudiese flotar, donde nada podría estar, la propia inexistencia; pero con un enorme peso que se apoyaba sobre mí, todo un agujero negro rodeado de las candentes estrellas prestas a formar parte del zaceo de su voraz apetito.
Atmósfera ausente de aire respirable, solo un ardiente dolor se desplazaba por mis fosas nasales e inundaba los pulmones que sentía quemarse cada vez que procuraba inhalar algo de aquel tóxico ambiente.
Desde muy corta distancia surgía una estruendosa bulla de un desafinado coro de cantos agonizantes, gritos de lamentos, dolor penetrante, alaridos de sufrimiento, un inmensurable coctel de llantos estremecía mi cuerpo -cuerpo de no sé qué, igualmente vacío, solo ocupado por escasos pensamientos- que infringían punzadas como aguijones inyectando la rabia de un inmenso enjambre de voraces avispas.
Aterrado, solo acompañado de mí más férrea voluntad de despertar de lo que a todas se vislumbraba como un mal sueño, me sentía aparentemente bajo tierra, inframundo que no se sabe dónde está. Al pie de un rocoso y grisáceo cerro, en una pequeña playa de arena casi negra, miraba atónito un mar de lava incandescente que bordea la costa, y de donde surgía el escalofriante ruido del dolor de una tumultuosa multitud casi infinita, la que conformaba gran parte de esas llamaradas en brazos alzados pidiendo clemencia en cada grito desesperado, agotados, mostrándose sin mayor esperanza que estar confinados, quién sabe desde cuando, a ese sufrimiento por los tiempos de los tiempos.
No existe ni en la más torcida imaginación, un lugar donde el nivel de sadismo fuese tan grande. ¿Quién era capaz de infringir semejante castigo, de desbordada indolencia, con la mayor e inescrupulosa frialdad? ¿Quién lo permitía? Nada terrenal se asemejaba. No había lugar dentro de lo conocido para tanta macabra maldad. ¿Dónde estaba? ¿Qué lugar tan terrorífico podía ser? Infinitas preguntas corrían por mi absorta mente, ¡nada!, solo una respuesta cabía para describir tan horrendo lugar: ¡El Infierno!
No terminaba de dilucidar en dónde podría encontrarme cuando, sin poder agregar alguna conjetura más, estoy en otro lugar, un cruce de uno a otro sin intermedios, sin transiciones, disparado a un nuevo ambiente no sé cómo ni por qué.
Ahora me veo desplazándome como fugitivo a la boca de una cañería de aguas negras que se encontraba en el suelo; levantando una pesada tapa redonda que franqueaba entre el piso y lo que más abajo me esperaba. Procedo a internarme en aquel oscuro túnel, sin espaviento, me lanzo a un nuevo vacío, donde sentí que me esperaba un largo recorrido en distancia; pero aparentemente no así en tiempo, o viceversa; luego de rodar sin control cuesta abajo, en franca caída libre, increíblemente surgió de la nada como una gigante mano, que haciéndome como si yo fuese un pequeño muñeco, evitó el esperado impacto con alguna superficie donde suponía, o más bien esperaba poder llegar, así fui colocado con una suavidad nada compatible con mi abrupta y violenta procedencia, sobre un sólido terreno. Nunca supe quién o qué me sujetó.
Mi ahora humilde y básica imaginación no daba para la existencia de un lugar más profundo que ese que acaba de abandonar; pero mis atónitos ojos veían con incredulidad que en ese inimaginable, ahora estaba; rocas candentes y cerros escarpados, sin vegetación ni un ápice de algo que semejase vida alguna, en todo alrededor franqueaban un sendero de una negra tierra apisonada por el peso de lo que mostraba el paso de infinitas huellas, propias del inmenso transitar desde tiempos perdid...

Índice

  1. Agradecimientos
  2. Prólogo
  3. ¿EN OTRO PLANO?
  4. EL INFIERNO
  5. LA RED
  6. EN EL PUERTO
  7. SEPULTADO
  8. LO BONITO DURA POCO
  9. LOS DEMONIOS DE HORNO DE CAL
  10. LOS AZULES
  11. LA AMENAZA TERRESTRE
  12. ISKAR
  13. MIS OTROS ENTIERROS
  14. BUSCANDO LA COMBINACIÓN
  15. LA VOTACIÓN
  16. DEJA VÚ
  17. Epílogo