Tango: una danza de  pies ligeros
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Tango: una danza de pies ligeros

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Este libro se aventura a juntar los cuerpos, el baile y la música sobre el horizonte de experimentar, con el tango, la construcción de lazo social. Una pedagogía del movimiento en el que, sobre un mismo espacio dos cuerpos aprenden a caminar juntos. Sin palabras, sin códigos formales, en la sutilidad de una intención que se vuelve acto asimétrico en el movimiento en relación con los cuerpos, haciendo causa común en el ritmo y el tiempo, por el que se llega de frase en frase que coincide con la pieza musical y en la dirección del círculo que se cierra sobre la pista por el que una montonera baila como improvisara los pasos, como si improvisara el tiempo. Y es una improvisación...

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Información

Tango. Entre música y baile

Martha Soledad Montero González3
Ahora, en este cuento mío, hay, digamos, hay dos temas entrelazados. Primero, ese personaje invisible y múltiple del tango. Digo: El tango hacía su voluntad con nosotros...>, como si el tango existiera más allá de cada una de las parejas. Y luego he tomado ese otro tema criollo, que me parece tan hermoso, el de la provocación desinteresada, el de un hombre que provoca a otro, simplemente porque sabe que el otro es valiente.
Jorge Luis Borges (2016, p. 121)
El tango nace (Foucault, 1979)4 entre el baile popular y la música inventada en las veredas del barrio argentino, en las orillas del Río de la Plata, en la travesía que se hace de Buenos Aires a Montevideo, en las tonadas melancólicas que se cantan en las calles de la ciudad, por quienes añoran su tierra natal, lejana y abandonada5; nace en medio de las voces, conversaciones y peleas que se dan en la mezcla de razas, clases y religiones, en medio del duelo entre hombre valientes y peleas de hombres cobardes; nace también de la provocación y las lágrimas de mujeres atrevidas e intrépidas, de las afrentas recibidas en el cruce de actividades prohibidas que obligan a la gente a hacer volteretas en las esquinas para deshacerse de los enemigos. Es en este territorio en el que el tango nace, entre piezas y piezas de un indescifrable mundo enmarañado por las fuerzas que lo componen, la sangre y el linaje que se combinan, alianzas y prejuicios unidos, amores y combates que pueblan el desierto urbano de una ciudad como Buenos Aires, que se abrió de par en par para recibir al que quisiera vivir allí: puerta de glaciares, ventana a los ríos de hielo y mar congelado. Una mezcla de razas, idiomas, costumbres, creencias, proveniencias y fuerzas, que dieron lugar e hicieron posible que emergiera este baile de las gentes, o baile popular como lo llaman los historiadores, o baile social como lo llaman los especialistas o conocedores oficiales del tango. Este escrito, más que preocuparse por el origen del tango, por la formalidad y el ropaje de lo clásico, de esta danza, se interesa por el aliento a vida intima y colectiva que surge de este baile.
Se prueban en este movimiento dancístico, entonces, otros sonidos, otros
movimientos, otros tonos, otras letras, añadiendo siempre a lo creado otras piezas y a estas, otras piezas, y otras más experimentando y viendo cómo surge de esta composición, el tango; danza que va construyendo una consistencia hecha de piezas musicales, cantoras, móviles. Música inventada, orquestas y compositores que crean un mundo espacial para el combate de voces, de instrumentos, de sonidos, de ritmos6, de melodías, de movimientos. El lenguaje es musical y la técnica soporte del cuerpo de los bailarines en el tango7, para poder asentar el tacón de los zapatos y descansar el pie cuando llega hasta la punta, y se pega el pie a la tierra cuando la cadera ya había avanzado hacia adelante o hacia atrás o al lado, mientras en el abrazo se pone en juego lo que afecta los dos cuerpos, puesto que un brazo (el izquierdo) va sobre el otro brazo (derecho) buscando la espalda del bailarín que espera o llega al mismo abrazo, en tanto el brazo (derecho) se extiende para recibir la mano que se ofrece cuando el brazo (izquierdo) viaja a ofrecer su mano; una vez los bailarines juntan sus manos —el abrazo de las manos— se afirman los dedos de uno sobre el dorso de la mano del otro, que se extiende y se ofrece para entrelazarse, liberando la muñeca, modulando y controlando hombro y brazo, centro y cadera, rodillas, tobillos y pies; y así, soltando cada una de las piezas de los cuerpos y amarrándolos al mismo tiempo, viajan en el espacio físico y en el instante —tiempo del instante8— de la música, obligando al cuerpo a hablar y a escuchar en el silencio, en un estado de concentración y atención único, mientras por el abrazo circulan los signos y las señales haciendo posible que dos bailen juntos pero independientes. No es una metáfora. Son los cuerpos abrazados, cada uno de los cuerpos pasando al otro: manos escuchando, pies escribiendo y dibujando al compás de la música. Tampoco es interpretación musical individual o en pareja. Es movimiento intenso, sostenido en su fuerza, singular, elevado en su potencia9.
De ahí, que el hilo metodológico que resulta de este ejercicio de investigación sobre el problema de pensar el tango como una práctica social y artística, en cuanto este baile se concibe como danza social, danza de salón, danza popular, que surge de la convergencia de multiplicidad de creaciones musicales, literarias, cantoras, orquestales y dancísticas, lo que, a su vez, hace posible no solo la reconstrucción de su historia en términos de épocas y creación de estilos, sino también la construcción de un lenguaje específico conocido como lunfardo, y la construcción de relatos literarios, que, como en el caso del escritor Jorge Luis Borges (2016), señala un campo problemático para la investigación. En esa dirección, la línea de investigación filosofía, estética y educación artística se preocupa de la cuestión cuando se pregunta ¿Cómo el tango-danza hace posible la construcción de un lazo social? Este escrito es una aproximación a dicha comprensión del tango-danza, como un espacio liso y estriado, a la vez, que, en la medida que se cierra hacia el mundo interior y se abre hacia el exterior, pone en juego lo que de nuevo tiene esta danza en la vida social.
El tango-danza
La gente común y corriente sumergida en la vida cotidiana de los trabajos,
las familias, los afanes, persigue de vez en cuando espacios menos endurecidos, métricos y cuadriculados, menos homogéneos en la ciudad10, tratando de construir trayectos más heterogéneos, menos contradictorios, menos opacos, que dejen ver por entre los intersticios algo de expectativa alegre ante la vida, a veces mustia y aburrida, que enferma de tristeza y hace pasar la vida a la muerte. Pero, pasar de espacios homogéneos a espacios heterogéneos, implica tomar la decisión de abandonar el sedentarismo, la enfermedad, la tristeza, para aventurarse en lo desconocido y no regresar siempre al mundo conocido, seguro, siendo los mismos. A pesar del regreso. A pesar de la vuelta por el mundo habitual, que, en cuanto mundo territorializado, nos sirve de referencia. Algo así se intenta cuando se recorre el proceso que lleva a bailar tango, apenas un intento de abandonar la vida habitual, o al menos llenarla con otros movimientos, colores, sonidos, olores. Un intento, como cuando el tejedor abandona el tejido11 de lana en dos agujas y prueba el patchwork12. Aunque, no se abandonen las agujas, se puede abrir al uso del ganchillo, sin que, por ello, deje de utilizar tijeras e hilos. Entre el tejido de lana de dos agujas y el patchwork se juega la textura de las telas y los colores. Aprender a bailar tango tendría que ver con este abandono y ese pasaje, que implica volver a ajustar pieza a pieza de un plano a otro plano, la vida inmóvil y el movimiento automático y mecánico que se afinca en nuestro vivir.
Deleuze, filósofo francés, explica a propósito de la relación entre lo estriado
y lo liso13, un estado de los cuerpos determinado por los movimientos, las sensaciones motoras, táctiles, sonoras, visuales y lectoras que transforman el espacio cerrado y cuadriculado en un espacio abierto, local. Este estado de los cuerpos, en el caso del tango-danza, abre un espacio social como el de la milonga14, trazado por el recorrido territorial, según las variaciones que producen los cuerpos de los bailarines, sean estos aprendices15 o sabientes. Podríamos decir, sin usar metáforas, que el tejido del tango se hace, cuando estas líneas que sirven de orientación indican el movimiento: adelante, atrás y al lado, las cuales, a su vez, sirven de métrica en el aprendizaje junto con la forma del abrazo, compuesto este para el pasaje de las sensaciones que provoca el tacto, el sonido musical y la lectura corporal.
El abrazo se considera la armadura de los cuerpos y al mismo tiempo, y en alusión al patchwork, produce la combinatoria de colores y figuras compuestas y posibles por la conexión, cuya condición es la liberación, por ejemplo, de la cadera, de la línea que trazan las piernas y la escritura y el dibujo que hacen los pies, bajo la consigna del manejo de los pesos y contrapesos de los cuerpos, para conseguir que la trayectoria producida por el caminar lento o veloz, envolvente hacia la derecha o hacia la izquierda, hacia atrás o hacia adelante, a un lado o al otro, trace círculos en el piso, en su condición de espacio sonoro para que fluyan los cuerpos musicales que bailan y que, ondulantes, a la manera del espiral se desplazan, orientados por la escucha concentrada de la música: el oído cumple con el papel del instrumento que invade el cuerpo de los bailarines en el abrazo y el ritmo. Dadas las variaciones que produce este baile compuesto de piezas y distancias, instantes y cercanías, el cambiar siempre de dirección, invierte las frecuencias espaciales, las formas geométricas, las líneas y los puntos o pasos, obligando a pensar que no hay baile, si el aprendizaje condiciona los cuerpos en el abrazo a la enseñanza y el aprendizaje de pasos.
Entonces, los pasajeros del tango, seres anónimos, ambiguos, solitarios, conforman una mayoría que decide atravesar un territorio vedado para los profanos —minoría—16 y que acepta como territorio propio de los virtuosos. Estos, los profanos, no se definen por el número, sino que se definen porque se separan y se ponen en conexión entre sí, marcando distancia y distinción respecto de los virtuosos o de una masa homogénea que acoge y acepta la identidad del tango, espacio artístico posible. Pese a que ya que no hay lugar en nuestra época para el encuentro con el arte, en cuanto tal, el profano decide retar su propia inmovilidad, lo que, al parecer, puede cambiar a través del aprendizaje, del entrenamiento y del esfuerzo que potencia el cuerpo. Esta decisión cambia la actitud, o bien puede instituir nuevas durezas, paralelismos, comparaciones y enfrentamientos amenazando otros cambios.
No obstante, potenciar el cuerpo del profano en la práctica artística del tango, puede mutar temperamentos, personalidades, subjetividades, gustos, deseos. Esta minoría que habita el tango no depende de las decisiones del Estado, ni de la economía de la cultura, ni se le reconoce estatuto de artistas o profesionales, ni tampoco está conformada por legos, sino, que, más bien, construye trayectorias de una dinámica no regulada, cuya potencia es independiente del número; por eso puede hacer una multiplicidad (uno solo puede ser una multiplicidad) de voces, cuerpos, talantes, sonidos, colores al devenir bailarines, sin que por ello se adquiera el estatus de profesionales o artistas en el sentido del virtuosismo o la creación de lo nuevo.
Son, por el contrario, la constancia y la dedicación del virtuoso, las que demandan el reconocimiento y la conciencia social; mientras que el esfuerzo y el entrenamiento como apuesta y juego, implican el deseo de aumentar la potencia expresada en una pasión alegre, forzando los cuerpos bailarines, obligándolos a vivir según grados de intensidad, por eso se alejan de la demanda de ser tomados en cuenta por los profesionales o los artistas- bailarines. Esto no quiere decir que reglas, organización y composición, impliquen, a su vez, planos artísticos únicos o vividos de distinta manera, esta depende de la línea en la que se encuentren los cuerpos: algunas de estas líneas se instituyen por vía de la ...

Índice

  1. Introducción
  2. Tango. Entre música y baile
  3. Así bailaba Zaratustra
  4. Cuerpo-tango: una multiplicidad
  5. La práctica universitaria del tango: una descripción
  6. El tango: una práctica social del abrazo
  7. Poesía, desarraigo, cuerpo y baile: itineránticas del tango y la literatura a propósito de La caravana de Gardel de Fernando Cruz Kronfly
  8. ¿Qué se está bailando cuando se baila tango?
  9. Reflexión.