Nadar en aguas abiertas
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Nadar en aguas abiertas

Una forma de meditación

  1. 160 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Nadar en aguas abiertas

Una forma de meditación

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Índice
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Información del libro

Tessa Wardley, experta y perspicaz conocedora de esta particular forma de meditación, nos propone la natación en ríos, lagos y mares como la máxima expresión de una vida consciente. Además, nos recomienda reconectar los ciclos físico y espiritual de nuestra vida con los cambios estacionales y el fluir de las aguas en la naturaleza.

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Información

Editorial
Siruela
Año
2017
ISBN
9788417041960
Edición
1
Categoría
Filosofía

CAPÍTULO 1

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DAR EL PASO
Y LANZARSE

Nadar en aguas abiertas es algo que el hombre ha hecho a lo largo de toda su historia. Sabemos de manera instintiva que el agua calma, estimula y nos brinda paz, así que da el paso y sumérgete en las profundidades sanadoras. Disfruta de la sensación de miedo y de emoción: reconócelas, pero que no te controlen. Según te vas relajando en el fluir de la corriente, tu respiración y tus movimientos se hacen uno, meciéndose con el ritmo de las olas. Tu mente se calma y alcanza una quietud y una claridad parecidas a las de un lago alpino.
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RENACER
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Al acercarte a la natación en aguas abiertas con esas inseguras brazadas iniciales, estás embarcándote en un nuevo ciclo de tu vida. Desde los mayas hasta el Antiguo Egipto, en el hinduismo, el cristianismo y el islam, el agua es objeto de veneración como símbolo de limpieza, de nacimiento y renovación. Piensa en esto como en tu propio viaje de renacimiento personal.
Cuando era más joven, nadar era un aspecto de mi vida sobre el que rara vez reflexionaba; nadaba donde fuera y cuando fuese —en un lago, en una piscina al aire libre, en el mar, en un río, en un embalse...—, pasaba horas y horas de diversión y risas. Nadar en aguas abiertas no «estaba de moda» en aquella época. Hasta hace pocos años, la natación no se categorizaba en natación en aguas abiertas y natación en piscina. Paralelamente a dicha clasificación, reparé también en la conciencia plena como concepto. No solo me di cuenta de que la natación en aguas abiertas era una actividad reconocida (aunque tal vez un tanto subversiva), sino que además yo participaba tanto en ella que ya era más considerada con mis actos.
Esta conciencia plena fue bastante transformadora en el sentido de que me permitió plantearme mis experiencias al aire libre. Resultó que las primeras veces que salí a nadar con la etiqueta «nadadora de aguas abiertas» fue en los incipientes arroyos de montaña de los Pirineos. La fuerza del agua es manifiesta en estos entornos; nuestra fragilidad ante la naturaleza resulta evidentísima en las formaciones rocosas excavadas en las montañas, accidentes de por sí elevados a consecuencia de los movimientos de la corteza terrestre. Cerca de su nacimiento, el río ha hecho su trabajo en el transcurso de los años, lo que me hace sentir muy pequeña e insignificante, humilde ante la fuerza de la naturaleza. Este podría ser el motivo de que adore las efervescentes aguas cristalinas que se agitan en un río joven y lleno de cantos rodados, y las paredes fluviales que delinean los límpidos lagos verdes donde se puede ver hasta el más mínimo detalle bajo el agua y los peces se apartan disparados cuando pasas nadando. Nada podría estar, o hacerte sentir, más vivo.
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«Todo era nuevo, fresco y maravilloso, todo estaba vivo [...] Nada me retenía. No había bordillos ni líneas negras [...] rodeada por el mar abierto y el cielo infinito...».

Extraído de Swimming to Antarctica, de Lynne Cox,
nadadora estadounidense en aguas abiertas
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El espíritu de aventura
Las secuencias de brazadas son breves cuando nos abrimos paso a lo largo del cauce; no más de cinco o diez de ellas bastan para cruzar la mayoría de las pozas, y a continuación trepamos, nos deslizamos o saltamos bases, rampas o paredes de roca pulida. El espíritu de aventura se siente con fuerza al dejarnos llevar por el ritmo del río: su forma de discurrir por el paisaje, el patrón de giros, barreras y estanques conforme a los dictados de la geología. Con frecuencia nos vemos por debajo de la superficie del terreno circundante, hundidos en cañones y gargantas quebradas por la fuerza del agua. Pueden ser lugares profundos, lugares oscuros que el sol rara vez encuentra, aunque no tardan mucho en abrirse a la luz del día en un valle soleado donde el río se expande y pierde profundidad para abarcar su recién adquirida libertad. El agua se ralentiza en estos puntos conforme se relaja y discurre a sus anchas; en comparación con el río encajonado, este puede ser sorprendentemente cálido. Tales experiencias no son físicamente distinguibles de las anteriores mías al nadar en aguas abiertas por todo el mundo, pero ahora soy consciente del agua, y estoy atenta a mis emociones y sensaciones físicas. Estoy más en el momento presente, perfeccionando el arte de nadar con conciencia plena. Y ahora es mucho más enriquecedor.
Un poco de planificación
¿Cómo te vas a embarcar en la aventura de tus primeras brazadas como nadador consciente en aguas abiertas? ¿Le vas a añadir a esta experiencia el escenario de un río en las tierras altas, cerca de su nacimiento, o una laguna alpina? ¿Será una corriente lenta, en su mediana edad, un lago en las tierras bajas, o elegirás la sabiduría del mar, el destino de toda gota de agua? Un poco de planificación para esta aventura nunca está de más. No te exijas demasiado en tus primeros días. Te recomendaría que las primeras salidas fuesen chapuzones cortos en algún lugar donde puedas entrar y salir del agua con facilidad en el mismo punto, de manera que la logística no te supere. A ser posible, ve con alguien que tenga experiencia nadando en entornos naturales, y que pueda guiarte a través del proceso y echarte una mano para que las cosas no se compliquen. Esto te liberará la mente y te ayudará a alcanzar pronto y con éxito la conciencia plena.
Al planificar las primeras salidas, dale un repaso a esta lista:
• Recuerda lo más básico y esencial (a menos que pienses hacerlo completamente desnudo): un traje de baño, gafas y una toalla.
• Cerciórate de saber cómo llegarás hasta el agua, si necesitarás transporte y cuánto durará el recorrido a pie, si es que lo hay.
• Comprueba las normas de acceso: varían de un país a otro, pero en Inglaterra podrás nadar en todas las zonas de agua de marea, en las aguas navegables y en los lugares tradicionales de baño.
• Las condiciones meteorológicas: ¿te hará falta protector solar o un impermeable después de nadar?
• Las mareas: si vas a ir al mar, asegúrate de conocer cómo serán. Comprueba las condiciones con algún lugareño que conozca esas aguas para confirmar que las corrientes de resaca no serán ...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Créditos
  4. Índice
  5. INTRODUCCIÓN
  6. CAPÍTULO 1
  7. CAPÍTULO 2
  8. CAPÍTULO 3
  9. CAPÍTULO 4
  10. CAPÍTULO 5
  11. CAPÍTULO 6
  12. NOTAS