Capítulo 1
Tratados árabes sobre el amor
Los tratados que hablan sobre el amor desde un punto de vista teórico son bastante numerosos, lo cual indica el enorme interés que este asunto ha suscitado en el mundo árabe25.
Constituyen propiamente un género muy coherente con una unidad esencial y una continuidad. Sus autores son conscientes del nuevo género que introducen y se sienten eslabones de una misma cadena, citando los posteriores, con profusión, a los anteriores26.
En buena medida son recopiladores de fuentes orales y escritas sobre dichos y sentencias acerca del amor y de poesías e historias de amantes. Estas fuentes son, por un lado y mayoritariamente, las propiamente árabes, pero, por otro lado, han tenido un cierto acceso a fuentes griegas27, de las que exponen y citan doctrinas también.
Suelen aparecer esta clase de obras estructuradas en torno a dos puntos28:
1. Discusión acerca de la naturaleza, esencia, causa, nombres y clases de amor.
2. Las circunstancias (aḥwāl) de los amantes, es decir, todos los asuntos que atañen a las variadas situaciones de su amor, ilustrado con numerosos ejemplos de poesía y de historias.
Estos tratados se extienden ampliamente en el tiempo, desde el siglo IX hasta el XVII, distinguiéndose aproximadamente tres periodos en su desarrollo29:
1. Siglos IX-XI: en este periodo se inicia la reflexión sobre el amor con al-Ŷāḥiẓ, y, entre otros autores, destacan Ibn Dāwūd, al-Waššāʾ y, sobre todo, Ibn Ḥazm, con un libro absolutamente singular y único.
2. Siglos XII-XIV: es la época de los grandes autores ḥanbalies como Ibn al-Ŷawzī e Ibn Qayyim.
Los autores basan sus obras en la tradición ya acumulada en el primer periodo; con los ḥanbalies, las consideraciones ético-religiosas pasan a un primer plano.
Llama la atención que en un medio tan riguroso y puritano como es el de la doctrina ḥanbalī se trate el tema del amor. En principio, el objetivo de estos autores es poner en guardia frente a sus peligros, e incluso condenarlo, tal como se apunta ya en el título del libro de Ibn al-Ŷawzī: Vituperio de la pasión. Pero a la vez hay en este autor un tratamiento benévolo del amor, pues su intención, en el fondo, es más bien rescatar los valores positivos que en él descubre.
Ibn Qayyim será, en cambio, desde su mismo título, El jardín de los amantes y el esparcimiento de los nostálgicos, totalmente positivo con relación al amor, y solo como de trámite, o por obligación, dedicará su último y breve capítulo a la condena de la pasión amorosa.
3. Siglos XV-XVII: periodo de grandes antologías y de recopilación de los contenidos anteriores buscando entretener a base de versos y anécdotas y dejando de lado las cuestiones teóricas30.
Autores y obras
al-Ŷāḥiẓ (m. 868)
El gran literato al-Ŷāḥiẓ31 dedica dos tratados al tema del amor, iniciando así este género. Son Epístola sobre el amor apasionado y las mujeres (Risāla fī l-ʾišq wa-l-nisāʾ)32 y Epístola sobre las esclavas cantoras (Risālat al-qiyān)33.
Estos tratados están presididos fundamentalmente por la consideración moral y legal de discernir si el amor apasionado, romántico, ʾišq, es lícito o no.
En el primer tratado, este amor apasionado, ʾišq, es considerado como algo que sobrepasa el amor permitido y lícito, ḥubb. Esta clase de amor apasionado solo puede darse entre un hombre y una mujer no lícita, es decir, una mujer libre que no es su esposa ni la de otro, o una esclava que no es de su posesión, de acuerdo con el sistema del matrimonio islámico, donde el hombre puede tener cuatro esposas legales y las concubinas, mujeres esclavas, que pueda poseer, sin limitación de número.
A las mujeres legítimas solo se les puede profesar ḥubb y no ʾišq, pues este es un amor excesivo, una de las clases del amor apasionado, hawà, que conlleva el deseo sexual, la lujuria, šahwa, que va más allá de lo razonable y esclaviza al hombre.
El segundo tratado está dedicado a valorar el amor apasionado, ʾišq, hacia las esclavas cantoras34, y en él se avisa a los amantes ingenuos, poniéndolos en guardia contra sus tretas, pues ellas, dado su oficio, no son sinceras ni fieles en el amor y, aunque quisieran, no podrían seguir el buen camino, ya que han vivido siempre en malos ambientes sin respeto ni religión.
Esta obra no defiende a los dueños de estas esclavas como sugería C. Pellat, sino que más bien los ataca con sutil ironía35.
En este primer autor, pues, predomina una cierta visión negativa respecto al amor apasionado, ‘išq, que, según él, y a diferencia de autores posteriores, solo es el que se experimenta ante esas esclavas cantoras. Sucumbir a dicho amor supondría rebajarse y hacerse esclavo de ellas, lo cual va contra el orden activo y señorial del varón y subvierte la escala jerárquica social de una élite que se somete al imperio de estas esclavas36.
Ibn Dāwūd (m. 910)
Es el autor de El libro de la flor (Kitāb al-zahra)37, que es, casi exclusivamente, una antología de versos que recogen muy poca reflexión teórica y escasas y breves anécdotas en prosa. El libro consta de dos partes, con cincuenta capítulos cada una. En cada capítulo inserta el autor cien versos sobre el tema elegido. Todos los capítulos de la primera parte versan sobre el tema amoroso, y aunque la reflexión teórica es mínima, el epígrafe de cada uno de ellos indica una voluntad clara de clasificación, constituyendo en este sentido un primer intento de reflexión sobre los versos amorosos. Por ello, merece la pena consignar el título de esos capítulos, pues dicha enumeración de temas amorosos y las breves reflexiones que, a veces, se insertan entre los versos, de una manera u otra serán tenidas en cuenta por los autores posteriores:
1. Aquel cuyas miradas son muchas, largamente durarán sus aflicciones.
2. El intelecto en la pasión amorosa permanece cautivo mientras que la nostalgia amorosa mandará sobre ambos.
3. Quien trata de curarse con su enfermedad no alcanzará su cura.
4. No es inteligente el que no descubre su mal al médico.
5. A quien obtiene una victoria clara le sobrevienen cambios.
6. Humillarse ante el amado es una de las cualidades del hombre pulido.
7. Se le hace corto el tiempo a quien le dura la alegría.
8. Sea casto quien es refinado.
9. No es propio del refinado cansar al amado con la descripción (de su carácter).
10. El pensar mal viene del mucho egoísmo.
11. A quien el amado es fiel no se preocupa del espía.
12. Quien es privado de la unión frecuente queda satisfecho con pocos favores.
13. Quien es privado del encuentro con el amado se humillará ante los mediadores.
14. Quien es privado de la unión se contentará con el mensajero.
15. Aquel a quien aman sus amigos será calumniado por sus coetáneos.
16. Quien no censura una falta no puede proteger a sus amigos.
17. Quien censura todas las faltas de su amigo hará que este se canse de él o que lo odie.
18. Corazones d...