DIARIO
DE LA KULTURWISSENSCHAFTLICHE
BIBLIOTHEK WARBURG
VII
En el nombre de Dios
y de la buena ventura
Roma,
17 de noviembre de 1928 - 28 de abril de 1929
Bing: Roma, 17 de noviembre: última tarde en Perugia. En la calle de Sant’Angelo (construcción circular como Santo Stefano Rotondo [Roma], en el pasado templo consagrado a Vesta, como el de Rea Silvia en la Fonte Maggiore [Perugia]), veo la fachada de una casa con una lápida de mármol en memoria de un tal Lupatelli (¿descendiente del activo empresario de la universidad para extranjeros?), que se opuso a las tropas papales en 1833 y a las tropas borbónicas en 1844 para salvar la libertad de Perugia. «Cayó mientras gritaba: ¡Viva Italia! El pueblo de Perugia le dedica esta lápida repitiendo el grito». Corría el año 1912; se trata de un signo viviente de la historia vivida. En la misma calle, hay otra lápida en honor al centenario del nacimiento de Garibaldi (¿cuándo?) con el haz de lictores coronado por un gorro frigio; también se ve un hacha.
Hoy he encontrado el mismo haz (pero sin gorro) en un monumento funerario de Santa Maria sopra Minerva, obra de los discípulos de Bernini a partir de un proyecto de su maestro (!).
En Roma, se mezclan un pasado con múltiples capas y un presente ruidoso y muy vivo, por eso en un primer momento resulta tan desconcertante.
Después de ocho días, por primera vez empiezo a sentirme a gusto y a tener la cabeza más despejada. Creo que ahora me dispongo a conquistar a mi manera la ciudad. Por ahora (como debe ser), todo está bajo el signo de Miguel Ángel y el magnífico libro de Carl Justi me ayuda mucho. Me parece que la bóveda de la Capilla Sixtina se sitúa en las antípodas de la pintura ilusionista (de Mantegna a Correggio y más allá), que abre el cielo para llevar al espectador hasta la gloria de la ascensión. Miguel Ángel divide bien el techo y se preocupa por dotar escrupulosamente a sus figuras de una vida ficticia. Aquí, los matices realistas que Filippino, Signorelli y Mantegna consiguen a través de la grisalla se enriquecen con más gradaciones. Así, composiciones polícromas de muchas figuras con distintos puntos de perspectiva; figuras solas plasmadas de modo naturalista y plástico (sibilas y profetas); esclavos, amorcillos de grisalla, medallones y trampantojos arquitectónicos representan para el espectador sendos grados de aproximación y de distanciamiento de la realidad.
Incluso Melozzo pertenece a este contexto. Vi sus colosales fragmentos de ángeles en la Pinacoteca Vaticana.
El Arco de Constantino (que solo adquiere un significado vivo con la guía competente del profesor Warburg), la Farnesina y las sibilas de Rafael en Santa Maria della Pace se me grabaron en la mente con esta advertencia: tengo que reflexionar sobre ello cuando tenga la cabeza despejada.
Y ahora me doy cuenta de lo que me va a retener en esta ciudad (al menos unas semanas más, espero). Las obras de Carracci, Guido Reni y Guercino en Bolonia fueron una introducción perfecta, porque los casos menores preparan de modo propedéutico la capacidad de apercepción del movimiento Barroco (por eso quiero leer el Velázquez de Justi, donde también se habla de este tema). En este sentido, tuvo un gran peso la victoria sobre la pesadez, esa Cátedra de San Pedro de Bernini, tan liviana, ondeando hacia lo alto del coro. Es una forma de anticiparle al espectador el salto que, en la tensión virtual del Moisés de Miguel Ángel, posee un efecto más impresionante del que tendría estando de pie o en movimiento: el dinamismo de la quietud.
Warburg: requisición en el individuo del instante sucesivo; el intervalo entre impulso y acción se llena de una tensión deliberada.
18 de noviembre de 1928: anteayer por la noche, con unas sesenta personas en casa de Steinmann, fuerzas capaces e intelectualmente activas de la colonia alemana. Steinmann y yo éramos los más viejos. En su despacho, una foto firmada de Mussolini. Un retrato conmovedor de Olga von Geistfeld. Entre los alemanes hay algunos individuos extremadamente válidos: Baethgen (joven sucesor de Kehr), el joven Harnack (Instituto Arqueológico), Bormann (legación bávara), Ernst Robert Curtius (Narciso) como anfitrión romano y, por raro que parezca, el profesor Michels, ahora en Perugia y antes en Basilea, con el distintivo del partido fascista en el ojal, que durante la guerra hizo de testigo contra Alemania. Neum...