Pandémik
eBook - ePub

Pandémik

Perspectivas posfundacionales sobre contagio, virus y confinamiento

  1. 316 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Pandémik

Perspectivas posfundacionales sobre contagio, virus y confinamiento

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

"Durante mucho tiempo callamos. Aceptamos las verdades de los gobiernos y sus medidas políticas, creímos en las verdades de la ciencia, en el sentido común, en el sobreesfuerzo de los sanitarios; creímos que cualquier sistema político y sanitario habría reaccionado igual. Tan solo algunos filósofos escribieron" (de la presentación de Javier Bassas y Laura Llevadot).Asumiendo el riesgo de tomar la palabra y la incertidumbre del presente, diversas voces de Cataluña, España y América Latina se reúnen en este volumen para pensar el acontecimiento político de la COVID-19. El resultado es un post-scriptum abierto y crítico a la primera ola de la pandemia y a las consecuencias que le han seguido: fragmentos de vida y reflexión en los que se dan cita la historia, la política, la ética o la literatura, y que responden a una crisis que ya ha transformado el rostro del mundo contemporáneo, por más que algunos quieran, por intereses o ingenuidad, negarlo.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Pandémik de Javier Bassas, Laura Llevadot en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Filosofía y Filosofía política. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Editorial
Ned Ediciones
Año
2021
ISBN
9788418273353
Categoría
Filosofía
¿Qué ha sido de la vida elegante?
Juan Evaristo Valls Boix
I wanna be happy so fucking bad
Janis Joplin, en una carta
Asombrosa y constante ha sido una certeza durante los largos meses de confinamiento forzoso durante la primavera de 2020 para contener los contagios de la COVID-19: hemos dejado de vivir, pero no de trabajar. Durante este tiempo de desconcierto, donde las retóricas de lo extraordinario y lo excepcional justificaban cualquier renuncia y toda suerte de sumisiones, nuestras vidas se han visto devastadas, aisladas y precarizadas, pero no hemos dejado de trabajar. Se ha impuesto un paréntesis en nuestra vida afectiva, en la actividad social y en la contemplación de las calles, pero curiosamente la reclusión se promovía en nombre de la vida y sus cuidados. Una vida debía protegerse y debía continuar a pesar de este gran paréntesis de la vida, de esta fragilidad tan alta: es la vida del trabajo y sus esfuerzos la única que verdaderamente se ha protegido y se ha espoleado. La gran oportunidad para no hacer absolutamente nada se ha invertido en un afán creciente por capitalizar todas aquellas regiones vitales ajenas al trabajo, y la vida, reducida a vida profesional, ha puesto de manifiesto que la productividad ha devenido, tiempo ha, la estructura y la esencia misma de nuestra existencia. La COVID-19, una amenaza posthumana e infraviva, esa existencia vírica que habita en los márgenes difusos entre la vida y la muerte, la materia orgánica y la inorgánica, ha puesto en cuestión nuestras formas de vida, y el concepto mismo de vida, para revelar una certeza venenosa: hacía ya mucho que estábamos confinados, exiliados de nuestra vida. Hacía ya tiempo que habíamos dejado de vivir, pero no de trabajar, que nuestra vida estaba reducida a su ocupación, que vivíamos solo bajo la condición de garantizar la operatividad de nuestro tiempo.
El paréntesis del confinamiento tiene una extraña similitud con aquello que Husserl denominó èpokhé: ambos constituyen una suspensión de las creencias habituales sobre el mundo objetivo, y ambas nos permiten ver la condición misma, estructura íntima, que aquellas ocultan y sobre la que se sostienen. En la primera de sus Meditaciones cartesianas, escribe:
Este universal poner fuera de validez («inhibir», «poner fuera de juego») todas las tomas de posición con respecto al mundo objetivo ya dado, y ante todo las tomas de posición respecto del ser […], esta èpokhé fenomenológica o esta puesta entre paréntesis del mundo objetivo, no nos enfrenta, por tanto, con una nada. Más bien, aquello de lo que nos apropiamos precisamente por este medio o, dicho más claramente, lo que yo, el que medita, me apropio por tal medio, es mi propia vida pura con todas sus vivencias puras y la totalidad de sus menciones puras, el universo de los fenómenos en el sentido de la fenomenología (2018, §8).
Así pues, este confinamiento o èpokhé biopolítica nos han confrontado, al detener nuestro el girar de nuestro mundo cotidiano, con aquello que siempre había sido nuestra verdadera vida, a pesar de todas las ilusiones y fantasmagorías cotidianas que asumíamos como irrenunciables, pero que se han desvanecido sin pestañear cuando así se ha requerido: esa vida pura en la era del neoliberalismo, ese universo de fenómenos y vivencias puras en sentido bioeconómico, no es otra que aquello que Balzac, en una lectura contemporánea y capitalista de Séneca y los estoicos, denominó «la vida ocupada» (cf. 2011). Todo puede parar y pasar, todo puede destruirse y perecer, pero ahí permanece, irrenunciable como la conciencia trascendental husserliana, una vida estructurada a través de imperativos de productividad y competencia: el lunes como paradigma existencial, la racionalización de la existencia toda como una maximización constante del beneficio y una excitación incesante del deseo, si convenimos con los análisis de Laval y Dardot sobre la sociedad neoliberal (cf. 2013).
La forma de la vida neoliberal era esto: trabajar y producir sin vivir, no encontrar más legitimidad para la vida que su rentabilidad —rentable en lo laboral, rentable en lo afectivo, rentable en lo espectacular—. El éxtasis, en suma, de la acción alienada, y la prescindencia, si no la intolerabilidad, de cualquier forma de vida disidente con tales postulados. La prohibición o el escándalo, por tanto, de una vida improductiva, una vida pasiva y perezosa, o aquella que se practica sin explotarse. Poco o nada ha cambiado el confinamiento o la pandemia a este respecto: antes bien, ha activado un mecanismo ya disponible y bien engrasado, que hace una ruina de nuestra vida, y de nosotros unos miserables, pese a las drogas hipercalóricas de la metrópolis. Se trata quizá de ese mecanismo que Giorgio Agamben concibió mediante la lógica de la excepción: las dimensiones de la vida que no sean biopolíticamente valiosas, esto es, operativas, quedan al mismo tiempo deslegitimadas, excluidas de la esfera política, e incluidas en ella a su vez como algo desdeñoso y sacrificable. El sacrificio que felizmente todos hemos ejecutado sin apenas protestar, tan rápido y tan obedientemente, es este: el abandono de las regiones afectivas, leves y ociosas de la vida, relegadas al mundo virtual, en favor del teletrabajo y sus tiempos.
Se trata, así pues, del problema de la vida, de la vida en relación con la soberanía y la operatividad, y, en consecuencia, de la siniestra expulsión de la diferencia que prolifera por todas partes, y que hoy se celebra en los balcones. La integridad de la vida que los gobiernos han tratado de proteger con el lockdown es la identidad de la vida consigo misma, la vida perfectamente controlada y programada, una vida productiva y sin experiencia, celosa de su mismidad. Es esta la revelación de esa suerte de parásito mesiánico que es la COVID-19, es esta la nueva de la èpokhé biopolítica: la revelación de una pérdida y de una siniestra purga o depuración, una vida sin alteridad y, por tanto, una vida sin pasividad. Lo que queda, que ahora vemos pero que hemos sufrido siempre, es una vida soberana y dueña de sí misma, activa y productiva, nuestra y bien nuestra, maestra: la vida que realizamos, la vida elegida, la perseverante insatisfacción y la angustia de la vida concebida como una carrera sin término, como un proceso obsesivo de ultrasubjetivación. «Una subjetivación», dicen Laval y Dardot, «a través del exceso de sí respecto de sí mismo, o a través de la superación indefinida de uno mismo» (361).
Esta vida elegida y soberana, idéntica a sí misma, fortaleza inexpugnable para la muerte o la enfermedad, se instala en dos renuncias que constituyen los rasgos definitivos de esta fiesta biopolítica del sacrificio: la expulsión de la alteridad bajo todas sus formas y, con ella, la imposibilidad de una vida pasiva, improductiva y ociosa. La pérdida de una vida inoperante, ajena a imperativos bioeconómicos de competencia y productividad, coincide con la pérdida de una vida no soberana ni idéntica a sí misma: al perder de una vez alteridad y pasividad, nuestra relación con los otros y nuestro tiempo sin estructura, se desvanece la vida de la diferencia, la vida apasionada por todo lo que pasa cuando nada pasa, y no se hace nada. La èpokhé neoliberal nos enseña, al perderlas, que alteridad e indolencia son indiscernibles en la estructura contemporánea de la experiencia, y constituyen en este sentido una fuente política de emancipación, transformación y disidencia, toda vez que la realidad se estructura con una racionalidad económica que asimila productividad e identidad en un mismo proceso. Pasividad e improductividad, diferencia y ocio, no ser como no hacer y como volverse otro, componen una misma dimensión de la vida que la sociedad contemporánea rechaza en nombre de la realización de la vida y las aventuras de la mercancía. La expulsión de la diferencia y la expulsión de la improductividad son indisociables, en definitiva, en un espacio neoliberal en que la vida se estructura como operatividad. Difícil será tomarnos unas vacaciones de nosotros mismos, difícil será dejar de ser quienes somos, ahora que casa y oficina, visión pública y visión íntima, uniforme y pijama, devienen poco a poco lo mismo. El confinamiento era esto: trabajar sin vivir, dejar caer todo lo inesencial (amistad, afectividad, experiencia, el mundo de los otros) para proteger el fundamento y el valor que forma la vida y, al mismo tiempo, la arruina.
En este mundo de reclusión y sacralización de un hogar que ya ha dejado de existir hace siglos (vínculos orgánicos, naturaleza, pertenencia), donde los cantos a lo extraordinario nos hacen olvidar cómo de depauperada está nuestra vida por sus afanes de pureza y mismidad, nos interpelan unas preguntas que Perec se planteó en su libro póstumo L’infra-ordinaire:
Interrogar lo habitual. Pero justamente, estamos habituados. No lo interrogamos, no nos interroga, parece no suponer problema alguno, lo vivimos sin pensar, como si no vehiculara ni pregunta ni respuesta, como si no portara ninguna información. No es ni siquiera condicionamiento, es anestesia. Dormimos nuestra vida con un sueño sin sueños. Pero ¿dónde está nuestra vida? ¿Dónde está nuestro cuerpo? ¿Dónde está nuestro espacio? (1989, 11).
¿Dónde está nuestra vida? ¿Dónde está nuestro cuerpo? ¿Dónde está nuestro espacio? ¿Qué ha sido de nuestra vida improductiva y vacante, de nuestra experiencia espontánea, riesgosa y deliciosa, de una vida alterada y en constante diferencia consigo misma? No la vida que elegimos, sino la que nos elige a nosotros; no la vida que realizamos, sino la que nos pasa y apasiona; no la vida profesional, sino la vida ociosa. Concentramos estas tres preguntas perequianas en una expresión que heredamos de Balzac: ¿dónde está nuestra vida elegante? ¿Qué ha sido de la vida elegante? No la que escogemos, sino la que nos escoge; la que nos atraviesa, y no la que recorremos. Mi vida no soy yo, son los otros; no la elijo, me pasa; no la hago, me apasiona. No es soberana, sino vulnerable —lo demás es ideología—. Lo demás no es la vida, es la vida ocupada, el fetiche de la vida, aquello que el confinamiento protege y ensalza, a costa de nosotros y de los otros. Quería pensar sobre ello en estas páginas.
1. La vida ocupada
And you may ask yourself
How do I work this?
And you may ask yourself
Where is that large automobile?
And you may tell yourself
This is not my beautiful house!
And you may tell yourself
This is not my beautiful wife!
Talking Heads, Once in a Lifetime
Contra toda forma de laboriosidad, sea la del dandi o la del burócrata, Honoré de Balzac escribió en 1830 un Traité de la vie élégante. Tres clases de personas distinguía el tratado según sus formas de vida: quien trabaja, quien piensa y quien no hace nada. La vida del primero ya la conocemos: es la vida ocupada. La vida del segundo, la despreciamos: es la vida artista. La vida del tercero se ha vuelto impensable: la vida elegante. Al reflexionar sobre las menudencias del vestido, los sombreros y los chalecos, con más atención a las provincias de la elegantología y la modofília que a las condiciones trascendentales de la experiencia, Balzac dispuso las herramientas básicas para emprender una crítica materialista a nuestras formas de vida, sus afectos y defectos, sus triunfos y sus ruinas. Con una inteligencia casi profética y solidaria con Marx y la Teoría Crítica del siglo venidero, Balzac reconoce que «los Hombres enrolados por el Trabajo producen todos ellos de la misma manera y no tienen nada de individual. El hombre-instrumento es una especie de cero social» (2011, 20). Balzac observa en una nota a pie que la vida ocupada no es más que «una explotación de la materia por el hombre o una explotación del hombre por el hombre» (37). Esta forma de vida, pues, es una vida ocupada por el trabajo, asediada e invadida por la explotación: como forma-de-vida, es una ruina-de-vida, un sometimiento de la vida a su explotación y su negocio, a una producción incesante de plusvalía (económica, afectiva, espectacular) que se torna constitutiva de la subjetividad contemporánea.
Son dos características las que definen a la vida ocupada por excelencia. La primera, su objetivo: «el objetivo de la vida civilizada o salvaje es el reposo», reza el aforismo inaugural del tratado (2011, 24). La vida ocupada es, en este sentido, una vida de la trascendencia: sitúa aquello que no es fuera de sí misma, y lo convierte en su meta, tan constitutivamente anhelada como inalcanzable. Al ha...

Índice

  1. Nota de los editores
  2. Indice
  3. Presentación. Las sombras de la pandemia
  4. Sobre lo incierto. De la suspensión a la aceleración del mundo virus
  5. Paradojas e interrogantes de un acontecimiento vírico
  6. «¿Una buena ocasión?» de Jacques Rancière seguido de «Cronovirus» de Javier Bassas
  7. ¿Una buena ocasión?
  8. Cronovirus. De la verdad de la filosofía a la salud de la vida
  9. ¿Aprender de las catástrofes? Un vocabulario del confinamiento
  10. El virus y el resto de nosotros
  11. El olor del lodo
  12. ¿Qué ha sido de la vida elegante?
  13. El código de vestimenta en el baile de máscaras de la bioarztquía: an-arkhé, culpa y control en tiempos de peste
  14. Enemigo invisible Guerra civil global y potencia de los cuerpos
  15. Cura de solidaridad
  16. El confinamiento como una tecnología de gubernamentalidad ambiental
  17. Esta reconversión no hallará resistencia o ¿qué nos está permitido esperar?