La Filosofía en Quito colonial 1534-1767
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La Filosofía en Quito colonial 1534-1767

Sus condicionamientos históricos y sus implicaciones socio-políticas

  1. 210 páginas
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La Filosofía en Quito colonial 1534-1767

Sus condicionamientos históricos y sus implicaciones socio-políticas

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La presente obra es uno de los pocos trabajos especializados en la cultura filosófica de la colonia quiteña. Samuel Guerra Bravo, unos de los más importantes filósofos ecuatorianos de la actualidad, presenta aquí un recorrido pormenorizado de las principales temáticas, corrientes y discusiones de la filosofía quiteña entre los siglos XVI y XVIII.Presentado como su tesis doctoral en la década de los setenta del siglo pasado, e inédito hasta ahora, este trabajo ha sido minuciosamente revisado por el autor y actualizado para la presente edición.Por la naturaleza excepcional de su temática entre nosotros, así como por su lenguaje ágil y ameno, este libro de Samuel Guerra Bravo constituye una referencia indispensable para el público interesado en la tradición filosófica del Ecuador.

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Información

Edición
1
Categoría
Philosophy
V
LA RESTAURACIÓN ESCOLÁSTICA
EN QUITO (1594-1668)
5.1. El Seminario de San Luis
5.1.1. Fundación y organización de los estudios
Después que el esbozo del Seminario fundado por el obispo fray Pedro de la Peña en la catedral pasara a funcionar en el Convento de Santo Domingo, el clérigo Garci Sánchez abrió una cátedra de Gramática latina para la enseñanza gratuita de los que acudieron a ella. Esta cátedra fue clausurada por el oidor Diego de Ortegón por el hecho de que el clérigo mencionado no saludara a doña Francisca Colón, bisnieta del “Almirante” y esposa del oidor, al encontrarla en la calle. (Cfr. González Suárez, 1931, pp. 65-66)
Existían graves desaveniencias entre el Obispado y la Audiencia. Lope de Atinencia se quejaba, en 1583, de que la Audiencia, aduciendo que el Seminario se encontraba bajo Patronato Real, desposeyó de las cátedras a los religiosos que habían nombrado el obispo de la Peña, para dárselas “a dos mozos familiares de sus casa y que acompañan sus mujeres, porque con esto satisfacen a las obligaciones que les tienen” (Jiménez de la Espada, 1965, p. 199)
El obispo de la Peña murió en Lima en 1588, adonde había viajado para concurrir al Sínodo Provincial de 1583. El Cabildo Eclesiástico de Quito gobernó prácticamente el Obispado desde 1583 hasta 1594 (de 1588 a 1594 en sede vacante). Antes de la venida de los jesuitas, el Cabildo gobernante reorganizó el seminario:
En ese Seminario se enseñaba la Lengua Latina, el Cómputo eclesiástico y el Canto Gregoriano: había dos clases o aulas de Latinidad, una que llamaban de mayores, y otra, de menores: el mismo Cabildo eclesiástico tenía prescrita las horas de enseñanza, que eran, por la mañana, de las siete a las nueve, y por la tarde, de las dos a las cuatro, y determinados los clásicos latinos, en cuyo estudio se habían de ejercitar los estudiantes. Estos clásicos eran los Diálogos de Luis Vives para los principiantes, las Cartas de Cicerón y la Catilinaria y Yugurtina de Salustio para los adelantados; a todos en la cuaresma se les mandaba traducir los himnos del Breviario Romano. (González Suárez, 1931, vol. V, pp. 70-71)
Los maestros fueron Pedro Valderrama y Luis Ramón. Ante la emergencia de que quedara uno solo de ellos, el Cabildo eclesiástico los convocó a pruebas de suficiencia, el 27 de septiembre de 1583. Los dos obtuvieron igual puntaje y el Cabildo sometió a elección de los estudiantes el cargo de profesor que se requería. Los estudiantes eligieron a Pedro Valderrama, “y para que más cumplido efecto haya lo susodicho en cumplimiento del Santo Concilio Tridentino, le señalaron los libros que había de leer que son: Epístolas de Tulio y Salustio y en la Cuaresma Himnos y Oraciones…” (Colección de Documentos, año, vol. II, 1538-1594, p. 73)
Al margen de todos los acontecimientos, el estudentado de Santo Domingo seguía haciendo las veces de un verdadero Seminario. “Hasta la fundación de San Luis –dice el padre Vargas- fue el estudentado dominicano de Quito el Seminario de Formación, no solo de candidatos religiosos, sino también de estudiantes del clero secular”. (1973, vol. I, p. 41)
El 20 de mayo de 1592 el rey expidió una cédula con la que ordenaba fundar un Seminario Conciliar, en cumplimiento de las disposiciones del Concilio de Trento. El 22 de junio del mismo año, el rey escribía al virrey del Perú, Marqués de Cañete, y al obispo nombrado, fray Luis López de Solís, encareciendo la fundación de dicho Seminario. El Obispo llegó a Quito el 25 de junio de 1594. El 8 de julio del mismo año se presentó en el Cabildo de Quito y expuso que “en cumplimiento de las cédulas de Su Majestad el quiere poner por obra lo del Colegio Seminario” (Libro de Cabildos de la Ciudad de Quito, 1594-1597, p. 212). El 11 de julio sesionó el Cabildo y consideró ya a quienes se debía encargar la dirección del Seminario:
ha parecido a este Cabildo por la buena vida, exemplo, doctrina y cuidado, se le proponga al Señor Obispo y se le pida encargue este Seminario a los Padres de la Compañía del nombre de Jesús o a alguno de ellos, atento al mucho fruto que en esta tierra han hecho y hacen cada día y se espera harán en el servicio de nuestro Señor Dios. (Libro de Cabildos de la Ciudad de Quito, 1594-1597, p. 216)
El Cabildo, el Obispo y la ciudadanía se habían formado un altísimo concepto de los jesuitas como educadores y esta fue la razón principal para que les encargara la dirección del Seminario, como se deja ver en el numeral uno del capítulo segundo del Acta de fundación del Colegio Seminario de San Luis:
Para que esta obra de la cual esperamos tanto servicio y bien de nuestro Obispado alcance su fin, es necesario que las personas que lo tuvieren a su cargo sean de mucho ejemplo y suficiencia en legras, y tengan experiencia de como se ha de criar la juventud. Por lo cual acordamos con parecer de esta Real Audiencia y del Cabildo de esta ciudad que así nos lo pidieron, de encargar este Seminario de la Compañía de Jesús por concurrir en los Padres de ella las dichas partes, siguiendo en esto las pisadas de los Sumos Pontífices, los cuales han encargado a la dicha Compañía los principales Seminarios que hay en toda la Iglesia, que son los cuatro de Roma, el Seminario Romano conforme a este que ordenó el Concilio de Trento, el germánico para Alemanes, el Anglico para Ingleses, el Griego para Griegos, y otros muchos de diversos prelados y señores y ciudades han erigido y fundado, y los han encomendado a la dicha Compañía… y así ordenamos y mandamos que mientras la Compañía de Jesús y superiores de ella nos quisieren hacer esta gracia a Nos y a todo este obispado de tener a su cargo el gobierno de dicho Seminario, no se les quite, porque con esta condición se ha capitulado su encargo dél, y pedimos y rogamos a los dichos superiores de la Compañía por la sangre de Cristo y el amor que nos han conocido no se exoneren de él en tiempo alguno. (Jouanen, 1943, vol. I, pp. 530-53)
Así, pues, el 25 de agosto de 1594 el obispo Luis López de Solís estableció formalmente el Seminario de San Luis y lo puso bajo dirección de los Jesuitas. En octubre de ese mismo año se iniciaron las clases en sus tres niveles: Gramática latina, Artes y Teología. Era el segundo curso de Artes que los jesuitas dictaban en Quito. Este curso era ya no solo público como el primero 1590, sino también “oficial”, por dictarse en un establecimiento que estaba bajo Patronato Real y que había sido fundado a instancias del mismo rey Felipe II:
Con la institución y apertura del Seminario conciliar, la Compañía estableció en Quito todo el sistema de estudios que existía en aquellos tiempos, y que se podía desear y reclamar, mientras el rey no le concediese el privilegio de tener universidad. (Jouanen, 1943, p. 65)
En octubre de 1594 se inició formalmente el primer curso de Teología y el profesor fue el padre Juan de Frías Herrán, que cuatro años antes había iniciado también el primer curso de Filosofía que los jesuitas dictaron en Quito.
El 12 de octubre de 1594 el Obispo Luis López de Solís informaba al rey en los siguientes términos:
Fundé el Colegio en una muy buena casa donde metí cuarenta colegiales con hábito pardo y beca de grana, hijos de conquistadores y de la gente más principal de esta tierra y tan buenos estudiantes que pueden competir con los buenos Seminarios de España… este Colegio ha encargado a los Religiosos de la Compañía de Jesús, por ser como es su Instituto inclinado a estas cosas de virtud y de servicio de Dios Nuestro Señor, los cuales han puesto Rector en el dicho Colegio y religiosos y tienen maestros que les enseñan y van tan adelante en letras y virtud, que de hoy más se proveerán del Seminario los clérigos que fueren menester en el Obispado que los voy ordenando y preparando con este intento. (En Vacas Galindo, 1950)
Fue grande el entusiasmo que despertó en Quito la fundación del Seminario de San Luis. Hacia 1595, el Visitador del Colegio de Quito hablaba así de los estudios:
Los estudios florecen en número y fervor, serán por todos ya ciento, y ochenta estudiantes, y una mano de buenas habilidades: Comenzóse un curso de Artes con cuarenta discípulos, y se dio principio a la lección de Teología, con una prelección muy docta, y curiosa, a la que asistió el Señor Obispo, Corregidor, y todas las religiones, y todos satisfizo mucho. Prosiguióse lo uno, y lo otro, con aprovechamiento de los estudiantes, con muestra de él, en Conclusiones, y Actos, que han tenido, que en tierras ta...

Índice

  1. NOTA DE LOS EDITORES A LA PRESENTE EDICIÓN
  2. AGRADECIMIENTOS
  3. I INTRODUCCIÓN
  4. II LOS CONDICIONAMIENTOS HISTÓRICOS DE LA FILOSOFÍA COLONIAL
  5. III VISIÓN PANORÁMICA DE LA FILOSOFÍA COLONIAL
  6. IV LA ESCOLÁSTICA RENACENTISTA EN QUITO (1534-1594)
  7. V LA RESTAURACIÓN ESCOLÁSTICA EN QUITO (1594-1668)
  8. VI LA ESCOLÁSTICA DECADENTE EN QUITO (1688-1736)
  9. VII LA ESCOLÁSTICA MODERNIZANTE EN QUITO: 1736-1767
  10. VIII LAS IMPLICACIONES SOCIO-POLÍTICAS DE LA FILOSOFÍA COLONIAL
  11. BIBLIOGRAFÍA