Amenazas pasadas presentes y futuras
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Amenazas pasadas presentes y futuras

Las guerras asimétricas

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Índice
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Información del libro

El objetivo de esta obra es analizar qué es la guerra asimétrica y qué formas adopta esta, y cómo pueden afectar a la seguridad de la sociedad internacional actual. Esta peculiaridad hace que el libro cuente con un potencial proyección tanto internacional como nacional, porque la guerra convencional ya ha dado paso a la guerra asimétrica.

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Información

Año
2018
ISBN
9789588477589

1. ¿Qué es la guerra asimétrica?

Gema Sánchez Medero*

1.1 Introducción

Hasta hace bien poco, las concepciones de guerra que predominaban eran las clásicas. Pero debido a los desequilibrios existentes entre los poderes políticos, económicos y militares, y sobre todo, los hechos acaecidos a raíz de los atentados del 11-S, han aparecido nuevas formas de conflicto armado que están viniendo a contradecir las teorías de guerra que hasta ahora eran aceptadas y compartidas en las sociedades occidentales. Hecho que se ha visto agravado como consecuencia de la ofensiva iniciada por el DAESH, principalmente en Europa. En estos momentos, términos como “guerra asimétrica”, “guerra de cuarta generación”, “guerra de red”, “guerra irregular”, entre otros, están siendo empleados para explicar o definir los nuevos conflictos emergentes.
De manera que ahora más que nunca vuelve a tomar relevancia la llamada “guerra asimétrica” o la guerra entre lo infinitamente poderoso y lo infinitamente débil desde una óptica convencional. Así, la repercusión mediática, social y política de los atentados acontecidos el 11-S han popularizado, incluso ha dado a conocer al gran público la llamada “guerra asimétrica”. Pero aunque este suceso haya sido el de mayor espectacularidad y notoriedad, no es el único conflicto asimétrico que se ha producido en la última década del siglo XX. Tal es así, que se podrían mencionar otros ejemplos que hacen alusión a esta forma de lucha, como: la guerra de Chechenia (1994-1996), la guerra de Somalia (1993), la guerra de Kosovo (1996-1999) o la “Intifada” (1987-1991), ya que todos ellos cumplen con las características que se presuponen normalmente a este tipo de enfrentamientos.
Por tanto, actualmente el espectro del conflicto armado se ha ampliado a dimensiones que van más allá de la puramente militar. No obstante, en este nuevo escenario los ejércitos siguen siendo la principal herramienta de los Estados a la hora de aplicar su fuerza hacia el exterior, el problema es que ahora ya no solo se enfrentarán a otros ejércitos regulares, sino que también tendrán que hacerlo frente a otro tipo de entidades que se caracterizan por su carácter transfronterizo y difuso, como son: los grupos armados, los terroristas, las guerrillas, las organizaciones criminales, los movimientos de carácter étnico, etc. Lo que dificulta indudablemente el poder de represalia del Estado agredido, y por tanto, el poder militar estatal parece haber perdido una gran parte de su utilidad, no solo en el caso de la guerra nuclear, o la convencional interestatal, sino también, y sobre todo, en la guerra contra entidades no estatales. Con esto no estamos queriendo decir que la famosa triada de Clausewitz (ejército-gobierno-sociedad) no siga estando vigente, pero ya no es válida para estas nuevas formas de guerra. Y de ahí, que la “Ley de Ascensión a los Extremos” clausewitziana necesite unos ajustes profundos, más aún cuando hoy en día, la mayoría de los conflictos que se producen en el mundo son “conflictos de baja intensidad”.

1.2 El concepto de guerra

El término “guerra” se asocia a un concepto jurídico que hace referencia al conflicto armado entre dos Estados, denominados “beligerantes”, y que tiene como finalidad hacer valer un determinado objetivo, utilizando medios que el Derecho Internacional Público reconoce y regula en el denominado “Derecho de Guerra” (Centeno, 2007, p.36). Por tanto, la noción de “guerra” se encuentra vinculada a términos como combate, batalla o lucha, e indudablemente esto implica una ruptura de la paz y un paso hacia un enfrentamiento con todo tipo de armas y que suele producir un enorme número de muertes. Por tanto, la guerra puede ser definida como un acto de fuerza para obligar al adversario a acatar nuestra voluntad. Con lo cual los objetivos de la guerra son: el desarmen del enemigo, entendido este como el fin de su disposición para seguir combatiendo; la conquista del territorio adversario con el objetivo de privar al enemigo de fuerzas y recursos para continuar la guerra; y la defensa del territorio propio.
Así, se podría llegar a afirmar que las características de la guerra clásica son: la simetría, el método, la logística, la aplicación de los principios de la guerra y los niveles de esta. La primera hace referencia a cómo en una guerra clásica las fuerzas enfrentadas utilizan técnicas y tácticas convencionales, luchan en un teatro de operaciones con un frente definido y con un objetivo claro. La segunda, el método de lucha, se encuentra condicionado por el derecho internacional humanitario. La tercera, comprende la destreza de emplear los recursos para el sostenimiento de la guerra y el despliegue de los medios en el terreno para facilitar la maniobra. La cuarta característica, los principios de la guerra, guardan relación con el objetivo (lo que se espera obtener si se gana la lucha), la ofensiva (el ataque), la masa (la concentración del máximo poder de combate en el espacio y en momentos decisivos para obtener significativas ventajas sobre el adversario), la economía de fuerzas (la adecuada distribución del poder militar en el campo de batalla), la maniobra (la colocación del enemigo en una posición de desventaja mediante la aplicación flexible del poder de combate de acuerdo con la disposición y medios del enemigo, el terreno y el ambiente operacional) (Sohr, 1990, p. 30), la unidad de combate (la necesidad de un líder que vele por la consecución de los objetivos marcados), la seguridad (el impedimento de que el enemigo consiga una ventaja imprevista), la sorpresa (el ataque inesperado), y la sencillez (la elaboración y puesta en marcha de planes sencillos). Y la quinta, los niveles básicos de la guerra, corresponde a la estrategia (la consecución del fin de la guerra) y la táctica (la conducción de los combates).
En consecuencia, conceptualmente la guerra implica: a) Estados nacionales; b) ejércitos con capacidad de fuego, tropa y emplazamiento para entrar en conflicto con otros Estados; c) diferencias entre Estados, las cuáles resultan imposible de resolver por la vía de la negociación o la intermediación de terceros; y d) disposición de las partes en conflicto a aceptar como válidas las normas que establece el derecho internacional. Por tanto, el concepto de guerra excluye las disputas entre bandos pertenecientes a un mismo país, al valorarlas a estas como conflictos externos; las medidas de orden jurídico-militar que un régimen establece para someter a grupos insurrectos que operan contra el gobierno establecido en un país; la participación de una Fuerza Armada Nacional en la conformación de una fuerza multilateral organizada por la ONU o cualquiera de los tratados militares internacionales aceptados por el derecho internacional; y las acciones de cooperación militar o gestión armada para intervenir en un conflicto interno en razón del coste de vidas o implicaciones geopolíticas para la región.
Pero esta concepción de guerra, como hemos dicho, solo hace referencia a la confrontación entre dos Estados que aceptan las reglas internacionales y emplean tácticas militares similares, es decir, estamos hablando de la guerra regular o clásica. Pero también puede darse el caso de una lucha entre un Estado que cuenta con una gran fuerza armada y otro pequeño con un poder militar inferior. Al tratarse de guerra entre Estados, este escenario podría incluirse en la forma de guerra regular, sin embargo, un enfrentamiento militar con tácticas y doctrinas regulares entre estas fuerzas, sería inapropiado para el Estado que se encuentra con inferioridad de fuerzas, ya que su poder militar sería arrasado en poco tiempo y no tendría ninguna posibilidad de éxito (Centeno, 2007, p. 37). Por eso, el Estado débil debe recurrir a un arte de guerra distinto, asociado a las tácticas de guerrillas, o de desbalance, dándole entonces a esta forma de guerra el carácter de irregular (Centeno, 2007, p. 37).
No obstante, normalmente la “guerra irregular” no se produce entre Estados, porque esta se aleja de la doctrina clásica. Es más factible que ocurra entre una fuerza armada formal de un país y un adversario no formal. Por tanto, la guerra asimétrica tiene unos elementos definitorios: los adversarios son Estados, eso sí uno de ellos cuenta con una fuerza superior y otro con un poder inferior; el espacio donde se desarrolla es principalmente el territorio del Estado que tiene el poder inferior, allí ocurre la ocupación y el contacto físico, aunque en el espectro internacional se despliega la fuerza intangible de ambos contendientes; y las tácticas empleadas por el Estado fuerte corresponden a la guerra regular, aunque en el desarrollo de las acciones puede recurrir al combate irregular, mientras que el Estado ocupado emplea principalmente tácticas de guerra irregular o tácticas asimétricas (Centeno, 2010, p. 78).

1.3 ¿Qué es la guerra asimétrica?

La primera vez que apareció el término de “guerra asimétrica” en una publicación especializada fue en 1995. La revista estadounidense Joint Warfare of the Armed Forces utilizó dicho concepto para hacer referencia a aquellas contiendas armadas en las cuales se enfrentan fuerzas disímiles, en el sentido de terrestres versus aéreas, aéreas versus navales, etc. Por tanto, para EE. UU. la “guerra asimétrica” consiste en el enfrentamiento entre adversarios de desigual potencia, y en dicha confrontación se incluye modos de acción no tradicionales, la elusión de la fuerza adversaria y la explotación de sus vulnerabilidades. De este modo, “guerra asimétrica” sería un modus operandi destinado a obstaculizar el empleo de medios militares clásicos y a privar a las fuerzas norteamericanas de una victoria decisiva, rápida y poco costosa en pérdidas humanas (Fatjó y Colom, 2008, p. 65). En cambio, para el Reino Unido, la “guerra asimétrica” es el empleo de métodos no convencionales (misiles balísticos y ADM) contra las fuerzas armadas o la población civil británica (Fatjó y Colom, 2008, p. 65). Para Francia, la definición hace referencia a la acción de los actores estatales o no estatales que disponiendo de un potencial militar inferior, buscan eludir las defensas francesas y explotar sus vulnerabilidades por todos los medios posibles, incluyendo los no militares (Fatjó y Colom, 2008, p. 65). Para España, la guerra asimétrica supone: una “forma sucia” de hacer la guerra de aquellos adversarios que no pueden esperar ninguna posibilidad de victoria en un combate convencional y recurren a métodos ajenos a las leyes y usos de la guerra (Ballesteros, 2007, p. 68); un método de combate en el que se utilizan procedimientos que permiten aprovechar al máximo las ventajas propias y las debilidades enemigas (Mezt y Douglas, 2001); y una forma de guerra que es difícil de definir, pero que se basa en lo inusual, lo inesperado y en procedimientos ante los que no resulta fácil una respuesta mediante fuerzas y métodos convencionales (Gray, 2002). Incluso, la Unión Europea no está ajena a esta preocupación por la guerra asimétrica, y en el punto 4 de la Resolución B5-0698/2001 del Parlamento Europeo sobre los resultados de la reunión informal del Consejo Europeo, celebrada en Gante el 19 de octubre de 2001, pide a la Comisión, al Consejo y a los Estados miembros que, ante la cambiante situación internacional en materia de seguridad, traten cuestiones como los “conflictos asimétricos” en los que los participantes no son Estados pero pueden recibir apoyo o cobijo en Estados (Cabrerizo, 2002, p. 3).
Incluso Clausewitz consideraba que era posible recurrir a este tipo de guerra en algunas circunstancias especiales. Se refería a la guerra de liberación contra una invasión extranjera que es librada en el interior del propio país cubriendo gran parte de su extensión, aprovechando la configuración geográfica del territorio y siempre que la contienda no se decida en una única batalla (Nieves, 2006, p. 18). Eso sí, su recomendación sobre la posibilidad de conformar destacamentos irregulares se ceñía al marco legal, esto es, proponía su existencia subordinada al Estado y su ejército regular (Nieves, 2006, p. 18).
Mao Tse Tung también hizo referencia a esta forma de lucha, sin embargo, a diferencia de Clausewitz, como guerra revolucionaria. Mao trabajó teóricamente sobre la inversión progresiva de la relación de fuerzas, partiendo del presupuesto que las fuerzas revolucionarias, en un principio, tenían una desventaja respecto a las fuerzas estatales del régimen, transitando desde la defensa, pasando por el equilibrio estratégico y hasta la aniquilación del enemigo con la contraofensiva, cuando el defensor se transformaba en atacante (Tse Tung, 1972). De esta manera, efectúa una reflexión desde un momento asimétrico desfavorable (defensiva estratégica) hasta otro de asimetría favorable, de una asimetría estratégica negativa a una asimetría estratégica positiva (ofensiva estratégica) (Nieves, 2006, p. 20). Ya que la fuerza revolucionaria surge como una organización irregular, pero con la prolongación del conflicto esta trata de revertir la relación de fuerzas iniciales con la consecución de pequeñas batallas, o evitando ser derrotada.
Aunque la gran obra teórica sobre la materia es el libro La guerra más allá de las reglas: Evaluación de la guerra y de los métodos de la guerra en la era de la globalización, escrito por dos coroneles chinos, Oiao Liang y Wang Xiangsui, en 1999. En ella, ambos se limitaron a propugnar el empleo de cualquier clase de lucha sin tener en cuenta ninguna objeción ética ante una potencia abrumadoramente superior en fuerza, tecnología o influencia diplomática, de manera que se pudiera anular la superioridad del adversario. Con lo cual esta forma de lucha no enfatiza en la búsqueda de una paridad de fuerzas sino en la utilización de tácticas no convencionales. Aunque lo que en un principio parecía una idea descabellada, la actuación al margen de las reglas de juego y de las fronteras, se ha convertido en el santo y seña de los más débiles contra los más poderosos.
Por tanto, los conflictos asimétricos no son otra cosa que un enfrentamiento entre fuerzas de distinta capacidad y tamaño, y como tal recurren a estrategias diferentes, que en el caso de la más débil se escapa a los métodos convencionales. Aunque todavía no existe un consenso a la hora de definir y explicar esta estrategia de lucha. Tal es así, que por ejemplo, en 1997 Paul F. Herman la define como “un conjunto de prácticas operacionales que tiene por objeto negar las ventajas y explotar las vulnerabilidades (de la parte más fuerte), antes que buscar enfrentamientos directos […]”. Un año después, Charles Dunlap (1998) añade un elemento más, al considerar que los retos asimétricos son cualquier método de lucha no convencional o barato que es usado para evitar las fortalezas del contrario y explotar sus vulnerabilidades. En este mismo sentido, Jonathan B. Tucker (1994) sostiene que “consiste en aprovechar parte de la debilidad del adversario recurriendo a armas y tácticas innovadoras y baratas a la vez, concebidas para debilitar la determinación del poderío del más fuerte y su capacidad para utilizar de manera eficaz su superioridad en términos de medios convencionales”. Colin S. Gray (2002) lo considera como “un método de combate difícil de definir pero que se basa en lo inusual, lo inesperado y en procedimientos ante los que no resulta fácil una respuesta mediante fuerzas y métodos convencionales”. Para Chenery (1999) los retos asimétricos vienen a ser cualquier método no convencional o barato usado para evitar fortalezas y explotar vulnerabilidades. Antonio Cabrerizo Calatrava (2002) da un paso más allá porque, para él, la guerra asimétrica surge cuando concurre todo lo anterior y se adoptan formas de combate diferentes en su concepción y en su desarrollo. Pablo Bonavena (2006) señala que se califica como asimétrico a un conflicto en el cual la respuesta de uno los protagonistas frente a su oponente no enfatiza en la búsqueda de una paridad de fuerzas sino en el empleo de tácticas no convencionales.
No obstante, la definición más acabada plantea que la asimetría implica
actuar, organizar y pensar de manera diferente al adversario para maximizar los esfuerzos relativos, tomar ventaja de sus debilidades y adquirir mayor libertad de acción. Puede ser política/estratégica, militar/ estratégica, operacional o una combinación que implica distintos métodos, tecnologías, valores, organizaciones o perspectivas de tiempo. Puede ser a corto o a largo plazo. Puede también ser discreta o complementada en conjunto o con aproximaciones simétricas y tener una dimensión tanto psicológica como física (Metz, 2002).
En cualquier caso, todas las definiciones que existen hacen referencia al menos a uno de estos elementos: las distintas estrategias bélicas empleadas, la explotación de las debilidades del adversario y las diferencias de tamaño entre los contendientes. Pero eso no significa que exista un conflicto asimétrico solo por la existencia de una desigualdad numérica, tecnológica o de meros procedimientos entre las partes enfrentadas, sino cuando estos adoptan formas de combate diferentes en su concepción y en su desarrollo.
Así, atendiendo a todas estas definiciones, un conflicto será asimétrico cuando los contendientes presenten capacidades muy diferentes, obviamente, la parte potencialmente de mayor fortaleza tratará de conseguir que la lucha discurra en términos clásicos, porque de esta manera tendrá asegurada la victoria; en tanto que la parte más débil, consciente de su impotencia en el terreno militar clásico, tratará de plantear y exportar el conflicto a otros ámbitos con el objetivo, más que de obtener la victoria, de hacer que el sostenimiento del conflicto no resulte rentable al adversario. De esta forma, el rival más débil buscará la dispersión de sus fuerzas, diluirá estas con la población civil con el objeto de que sean pocos los puntos donde pueda ser vulnerable, al tiempo que se beneficiará (en términos de propaganda y de simpatía de la población residente) de los daños colaterales que el uso de la fuerza mayor provoca. Con el único fin de intentar desgastar, debilitar y obtener ventajas actuando de forma no convencional y mediante éxitos puntuales de gran trascendencia en la opinión pública, agotar al adversario prolongando el conflicto, recurrir a métodos alejados de las leyes y usos de la guerra o emplear de armas de destrucción masiva (Cabrerizo, 2002, p. 6). Todo ello con el objetivo principal de influir en la opinión pública y en las decisiones políticas del adversario.
Una doctrina, donde las fuerzas regulares deben enfrentarse con elementos desconocidos que operan con la sorpresa tanto en métodos como en objetivos militares convencionales. Esto puede hacer que un gran ejército pierda su poderío frente a un enemigo irregular o no tradicional. Con lo cual, la guerra asimétrica obliga a reconsiderar la forma de ataque y defensa, ya que esta viene a cuestionar la efectividad de las teorías y doctrinas clásicas que consideraban que la guerra se producía solamente entre fuerzas regulares.
Pero el tema de la guerra asimétrica no es nuevo. Es más, se podría llegar a afirmar que todos los conflictos son asimétricos, ya que el parque de armamento y los sistemas de armas siempre suelen ser dispares. En todo caso, la historia militar está llena de ejemplos de conflictos asimétricos, como el caso del pueblo español contra el invasor napoleónico, los independentistas americanos que llevaron a cabo una guerra irregular contra la infantería inglesa, o más recientemente, los comunistas vietnamitas minando la retaguardia americana con la propaganda (Cabrerizo, 2002, p. 5). Incluso en el antiguo testamento se narra cómo el ejército del Rey Saúl no se atrevía a enfrentarse a las fuerzas de los filisteos, y solo un joven pastor David aceptó el desafío y venció a Goliat.
No obstante, y...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portadilla
  3. Página legal
  4. Contenido
  5. Introducción
  6. 1. ¿Qué es la guerra asimétrica?
  7. 2. La guerra de guerrillas
  8. 3. Ciberguerra y Ciberterrorismo
  9. 4. Guerra biológica, guerra química y bioterrorismo
  10. 5. Los modelos asimétricos aplicados al terrorismo
  11. 6. Energía y medio ambiente: Retos para la seguridad
  12. 7. Las guerras por el agua
  13. 8. El ser humano como arma: Los ataques suicidas
  14. 9. Una aproximación al panorama estratégico actual
  15. 10. Venezuela: Estado que apuesta por la “guerra asimétrica” como una estrategia de defensa
  16. Referencias
  17. Cubierta posterior