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Pienso en ti y escribo
De un libro para niños –un cuento o una novela– es bueno que disfrute tanto el adulto como el niño. Escribir para niños es algo tan serio como escribir para adultos. Implica el mismo compromiso y la misma carga emocional. Plantea los mismos obstáculos y dificultades. La gran división, al igual que en cualquier otro género literario, se establece entre escritura rica y pobre, literatura buena y mala. La literatura infantil no es un medio, sino un fin en sí misma.
Escribe para los niños con autenticidad y pasión.
La entrada al paraíso
Cuando los chinos de China
no tienen nada que hacer
tiran piedras hacia arriba
y dicen que va a llover.
Este cuentito en verso que se titula Los chinos aburridos es leído de una manera por los niños y de otra diferente por los adultos.
La infancia es un período especial en la vida del individuo. Comprender la fabulación del niño es imprescindible si escribes literatura para niños o juvenil. Saber, principalmente, que lo que es cierto para el adulto no lo es necesariamente para el niño, que el niño troca la realidad en fantasía y la fantasía en realidad, mientras que en el adulto la mentira es una alteración de la verdad de manera voluntaria y consciente.
Cuando una editorial le propuso a Julio Cortázar escribir un libro infantil, éste contestó: «Con mucho gusto lo haría, pero es demasiado difícil para mí, porque a los niños no se les puede engañar». E Isaac B. Singer manifestó: «Escribir para niños es mucho más difícil que escribir para adultos».
El mundo del lector
Lector de relatos o lector de poesía, el niño es un interlocutor especial que se entrega si cree en la historia, en los personajes, en la trama; si el lenguaje le resulta atractivo, lo entiende, se emociona, le divierte.
Plantéate entonces la necesidad de forjar una literatura específica para niños.
Para ello, te conviene reflexionar acerca de la importancia que reviste la imaginación en el niño. A lo largo de su desarrollo, la imaginación del niño pasa por diversas etapas:
. En la primera, pasa de la imaginación pasiva a la imaginación activa y creadora.
. En la segunda, conocida con el nombre de animismo, atribuye conciencia y voluntad a los elementos inorgánicos y a los fenómenos de la naturaleza. Dota de vida al objeto más insignificante, su fantasía no conoce frenos.
. En la tercera, imagina a personajes sobrenaturales cuyas hazañas lo seducen y sugestionan.
Dice el psicólogo R. Cousinet: «El mundo en el cual vivimos no es el mismo que él [el niño] conoce. Los objetos no son los mismos, sino algo de ellos mismos y de cualquier otra cosa. La muñeca es también una niña pequeña; la silla es una silla y también un coche; un vagón de ferrocarril, un vapor; el bastón es también un bastón y un caballo, el propio cuerpo es un cuerpo humano y en ocasiones también el cuerpo de una bestia. Una calabaza es una carroza, un ogro es un león o un ratón, una rata es un lacayo. Ulises es un joven o un viejo, Minerva es una diosa y un mortal. Proteo es todo lo que el niño quiere; un gato habla como un hombre, las botas mágicas se adaptan a todos los pies. Es una transformación perpetua. Nada es sólo lo que parece ser y las cosas son sin fin y los seres pasan de un estado a otro, sin que uno pueda asirse de nada, sin que nada parezca estable, inmóvil, en este mundo irreal hecho de luz y de sombra».
Si es relato, el universo narrado debe responder a las vivencias, los sentimientos y los conflictos de los lectores.
Si es poesía, juego y sonoridad son los primeros invitados dado que el niño es un lector-oídor.
La «regla de oro» de Astrid Lindgren es: «Un libro para niños puede contener episodios que resulten divertidos tanto para niños como para adultos. También se pueden escribir cosas que los adultos no entiendan, dirigidas exclusivamente a los niños, pero están totalmente prohibidos los guiños a los adultos por encima de la cabeza de los niños».
Escribe el libro que los niños quieren leer, no el libro impuesto por los padres o la escuela.
Un cántaro de ilusiones
Tienes el deseo de escribir un libro para niños, tu primer impulso es desplegar esa idea que transita contigo desde hace tiempo o esa imagen que acaba de aparecer y te hace cosquillas. El oficio y tu imaginación harán el resto.
Pero, en este proceso, no debes olvidar nunca a tu especial interlocutor. Le ofreces un mundo por el que avanza, perplejo, inquieto, crédulo; nada le pasa inadvertido, todo importa. Debes tener en cuenta los diversos beneficios que la literatura puede proporcionar a los niños, cuando elaboras la matriz de un cuento, de un poema, de una novela, cuando construyes ese mundo que alimenta sus ilusiones y les otorga sentido.
Algunos de estos beneficios son:
. Activa el pensamiento. Los buenos cuentos tienen el poder de estimular la imaginación, que actúa como soporte del pensamiento, permite recrear las experiencias vividas, proyecta el futuro y potencia la creatividad.
. Enseña a actuar. Los personajes de ficción ayudan a los niños a percibir la historia como un ejemplo y no como una reprimenda.
. Constituye una herramienta lúdica. El texto debe ser tan atractivo como un juguete. Es decir, debe permitir al niño la libertad de montarse sus propias fantasías a partir de los juegos de lenguaje y de las ilustraciones.
. Constituye una herramienta didáctica. Un cuento explica una historia en la que los elementos y las situaciones orientan al niño en la vida real. Hay cuentos aplicables a cada situación. Con lo maravilloso se puede responder a los innumerables «por qué» del niño. Pero no te dirijas a él tratando premeditadamente de enseñarle algo, de dirigir sus actos, porque se rebelará contra tu texto y elegirá los cuentos de Roald Dahl, por ejemplo…
Si quieres transmitirle un mensaje, no lo amenaces, no lo manipules, establece la complicidad con el niño, apela a su emoción en lugar de darle recetas.
No olvides que, a través de un buen relato, los niños practican habilidades como escuchar, visualizar y fantasear.
¿A favor o en contra de los cuentos tradicionales?
Muchos están en contra de los cuentos tradicionales y tienen sus razones. Pero otros están a favor y también sus razones son válidas. Toma tu propia decisión al respecto.
Los que están en contra opinan, como Gloria Fuertes: «Pienso que esas historias de ogros, hadas, monstruos y lobos son terriblemente negativas para el niño. Es malo, totalmente inadecuado, contar a un niño que un lobo se come a una abuelita, por citar uno de esos cuentos clásicos que todos conocemos; y no digamos nada de la historia de Blancanieves, absolutamente inmoral. A mí, ni siquiera de niña me gustó esa clase de cuentos. Infundían miedos, temores… Por eso, yo he roto con esa línea en toda mi temática. No escribo de ogros terribles, ni de brujas, ni de cosas por el estilo. Ni de hadas cursilonas. Mi literatura es rupturista resp...