La Estética del oprimido
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«El ciudadano que desarrolla dentro de él al artista que es, aun sin saberlo, puede enfrentarse mejor a las industrias de la palabra, del sonido y de la imagen. El ciudadano que se deja ritualizar en la obediencia se vuelve un ventrílocuo del pensamiento ajeno y un mimo de sus gestos.» Augusto Boal"Actores somos todos nosotros, y ciudadano no es aquel que vive en sociedad: ¡es aquel que la transforma!"Augusto Boal, Mensaje Internacional del Día Mundial del Teatro, 27 de marzo de 2009.En La Estética del oprimido (2006), revisada y actualizada por el autor poco antes de su muerte en 2009, Boal fundamenta los principios de su célebre e influyente método –el Teatro del Oprimido– en una estética viva, que descubre en cada ciudadano a un artista y le exhorta a manifestar esa capacidad para rebelarse contra el lenguaje impuesto por los mecanismos del poder.

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Información

Año
2012
ISBN
9788484287667
Categoría
Theatre
Del pensamiento estético a la concreción artística
Nuestras opciones teóricas y nuestras acciones concretas deben surgir no porque seamos artistas, sino porque somos ciudadanos
La subjetividad del arte
Conjuntos analógicos, conjuntos complementarios
La Naturaleza jamás produce dos seres idénticos: dos granos de arena, dos pelos de la misma barba o dos gemelos univitelinos; ni huellas digitales ni dos gotas de rocío, ni los árboles del bosque, ramas y hojas ni las estrías de cada hoja... Nada es idéntico a nada. Todas las cosas inanimadas, todos los seres vivos, son únicos, irreproducibles, aun clonados.
Para seres con motricidad, humanos y animales, con un mínimo de vida psíquica, sería imposible vivir (moverse) dentro de esa infinita diversidad si no pudieran organizar su percepción del mundo y simplificarla.
Nos quedaríamos paralizados si tuviéramos que ver y tener conciencia de todo lo que miramos; escuchar y tener conciencia de todo lo que oímos; tocar y tener conciencia de todo lo que sentimos, olemos y saboreamos: sería inmensa la acumulación catastrófica y torrencial de las informaciones recibidas. La Naturaleza es vertiginosa, no somos capaces de vivir ese vértigo.
Felizmente, la Naturaleza permite la creación de apariencias simples de realidades complejas, a través de la construcción imaginaria de conjuntos analógicos y conjuntos complementarios.
Aunque las simplificaciones excluyan las complejidades, realizamos el proceso psíquico de formación de conjuntos para poder guiarnos, vivir en este mundo y en la sociedad. Estamos obligados a alejarnos de lo real para ser capaces de percibirlo, aunque solo de forma aproximada.
Al nacer, miramos hasta donde alcanzan nuestros ojos y nada vemos: apenas el color gris. En la medida en que nuestro nervio óptico empieza a ser estimulado por la luz y la sombra, organizamos nuestra percepción visual y distinguimos rectas y curvas, profundidades y colores. Cuando dejamos de mirarlo todo al mismo tiempo es cuando realmente comenzamos a ver, y entonces vemos conjuntos: curvas y rectas, profundidades y colores.
Ningún pez es igual a otro pez, pero todos se parecen: pensemos en el banco. Una rosa es una rosa, pero todas se asemejan, rojas, blancas y amarillas: pensemos en el rosal. Ningún color es homogéneo en toda la extensión del objeto colorido, pero podemos abstraer las diferencias que, en el microscopio, existen claras y profundas.
El bosque no está contenido en ninguno de los árboles que lo componen, pero no existiría sin ellos. La ciudad no es ninguna de sus calles y plazas, pero sin ellas no habría ciudades. La Vía Láctea no es ninguna de sus estrellas.47
Un astronauta dijo que la Tierra es azul; nosotros decimos que la noche es negra, que roja es la sangre en nuestras venas y plomizo el cielo de lluvia... Sabemos que no es verdad: ningún milímetro de nada es igual a nada de otro milímetro. Con todo, por analogía, podemos percibir y formar conjuntos analógicos, homogéneos, que engloban seres semejantes, pero no iguales –esto es, unicidades48 en un todo mayor, como el coro de un ballet, la coral de una ópera, un batallón de soldados o la harina de un mismo saco.
Podemos percibir también conjuntos heterogéneos, hechos de elementos complementarios. No existen dos ríos iguales en su curso, pero en todos corre agua, en el caudaloso Amazonas y en el riachuelo Ipiranga. Sus márgenes son diferentes, pero todas encauzan el agua que fluye. Las piedras, en su lecho, son desiguales en forma y peso, pero se parecen aun cuando estén hechas de materias distintas, orgánicas o minerales.
Márgenes, aguas, piedras, plantas, flores y peces forman un conglomerado de cosas inanimadas y seres vivos, heterogéneos, que pueden percibirse como conjuntos: podemos ver este río sin tener que detenernos en cada uno de los elementos únicos que lo componen.
Podemos llamar río a todos esos conjuntos percibidos como semejantes. Todos los ríos tienen la identidad de los ríos y sabemos a qué accidente geográfico nos referimos cuando hablamos del Nilo egipcio o del «arroyo de la sierra»49 de José Martí, distintos en el volumen de sus aguas, en la altura de sus márgenes, en la violencia o la suavidad de su fluir.
Podemos percibir el bosque como un conjunto de árboles semejantes aun sabiendo que no son iguales; el rebaño, como un conjunto de animales de la misma especie, teniendo cada uno su figura, su hocico y su hambre; la multitud, un conjunto de seres humanos, aunque ninguno de ellos sea igual a ninguno de nosotros.
Incluso cada individuo y cada cosa es un conjunto heterogéneo de elementos complementarios: tenemos cabeza, cuello, tronco y miembros, arterias y venas, pelo y piel; una piedra tiene muchos colores, aunque sea gris: ricas variaciones tonales y diversidad de formas en su superficie, no es solo redonda.
Simplificando nuestra percepción de la Naturaleza y de la sociedad podemos vivir sin sobresaltos: las unicidades pueden ser sistematizadas en conjuntos analógicos de seres y cosas semejantes, o en conjuntos complementarios de cosas y seres desemejantes.
En esta simplificación se pierde la riqueza de las diferencias y de las identidades, que, por infinita, es inaccesible. Esta simplificación, obra de nuestro imaginario y no de la múltiple Naturaleza, funciona como coraza que posibilita el acceso apenas a las apariencias de lo real50 y nos permite decir cosas acerca de ellas.
Para que podamos comunicarnos, los conjuntos deben ser nombrados: llamamos «montaña» a todas las protuberancias de la tierra que besan el cielo, aun sabiendo que ninguna montaña es igual a otra, ninguna nube igual a otra nube, ningún sueño igual al mío. Llamamos «mar» mar de gente borracha en fin de año, mar de flores al viento, mar de olas furiosas– a todas las aglomeraciones onduladas de agua, girasoles o gente.
Nombrar supone una tentativa de inmovilizar. El nombre es la fijación, en el tiempo y el espacio, de lo que fluye y no puede parar ni ser parado, ni en el espacio ni en el tiempo.
Todo en este mundo es un tránsito: cada uno de nosotros y cada Imperio, romano o de los Mil Años, cada nación y el mapamundi. Todo cambia: yo mismo, cuando me llaman Augusto Boal. ¿Cuál de ellos? ¿Soy quien fui antes de escribir esta última línea o aquel que todavía no ha escrito la próxima? Soy un río de Crátilo51: en mí corren aguas que antes no corrían. Otras corrieron y jamás volverán río arriba: se esconden en el mar. «Como cambia el calendario, cambia todo en este mundo», canta Violeta Parra.
El mundo vive entre guerras y enfrentamientos entre individuos y grupos humanos, como nuestro cuerpo, que es también un campo de batalla: se nutre de la Naturaleza y con ella combate, una lucha de vida y muerte.
Nadie puede verme dos veces como soy en cada instante fugaz de mi vida, como fugaces son todos los instantes... y la vida. Jamás seré el mismo en cada segundo que huye. Quienes me ven ahora jamás serán iguales a sí mismos en dos segundos de la trayectoria de su camino.
No soy: estoy siendo. Caminante, soy devenir. No estoy, vengo y voy. Dudo: ¿hacia dónde? Elijo mi camino, si puedo; sigo callado, ¡si me obligan a ello! No hay un puerto seguro porque todos los puertos están en alta mar, y nuestro barco no tiene ancla. Navegar es necesario, pues navegar es vivir52. Vamos a dejarnos de tonterías: ¡vivir es necesario, claro que sí! Es placentero y útil.
Los nombres nombran lo que fue y será. No lo que es, porque nada es solamente.
El universo es gerundio.
Las palabras son medios de transporte
Las palabras son peligrosas, ¡cuidado! Designan conjuntos, pero ignoran unicidades. Negros y blancos, hombres y mujeres, proletariado y campesinado son conjuntos creados por el pensamiento y por la imaginación, inspirados en realidades sensibles, pero que no existen como concreción física. Son, pero no existen. Lo que existe corpóreamente es este negro y aquella blanca, esta mujer y aquel hombre, esta campesina y aquel obrero.
Los conjuntos están en tránsito, como sus componentes: piedras y flores, yo y tú53. No se puede atribuir a los individuos características que pertenecen exclusivamente a su conjunto, ni viceversa. El soldado más valiente no es un ejército, ni la bailarina más preciosa, un grupo de danza.
Las transformaciones que se operan en los individuos modifican los conjuntos a los cuales éstos pertenecen y éstos alteran a aquéllos. Hay una interactividad permanente, lo que significa permanente transformación: nada sigue siendo igual a sí mismo.
La bellísima arenga de Enrique V es, en la obra de Shakespeare54, en la que exhorta a los soldados de sus menguadas tropas a portarse como héroes antes de la batalla de Agincourt contra los franceses, en la Guerra de los Cien Años, un lúcido ejemplo de esta interactividad. Falta decir que los happy few ingleses vencieron... No existen, ni el individuo ni el conjunto, «en sí mismos».
Una sociedad, en cada momento histórico, contiene su Historia y su anhelo, dividido en clases y castas. Nada es eterno, ni la eternidad: un día tal vez explote, y no habrá más día. Solo en el espacio que la vista alcanza y en el tiempo que dura el cuerpo somos eternos: éste es nuestro eterno campo de batalla.
Los conjuntos, dada la fuerza que los unifica, pueden reaccionar como si fueran unicidades: un comando militar o un equipo de fútbol; la familia unida, el sindicato obrero combativo o el sistema solar.
Conju...

Índice

  1. Cubierta
  2. Agradecimientos
  3. Presentación
  4. El Centro de Teatro del Oprimido de Augusto Boal
  5. Introducción
  6. Los dos pensamientos, Simbólico y Sensible
  7. El cuerpo humano, social desde antes de nacer
  8. Palabra, la mayor invención humana
  9. Del pensamiento estético a la concreción artística
  10. El Proyecto Prometeo
  11. Notas
  12. Créditos
  13. Alba