Capítulo 1.
Los estudiantes, entre la formación preparatoria y el ingreso a la universidad
¿Quiénes eran los estudiantes universitarios?, ¿qué trayectorias culturales y educativas precedían el ingreso a los estudios superiores? y ¿qué perfil social los caracterizaba? Estos interrogantes surgen a partir de los objetivos principales que recorren este capítulo: aportar una reconstrucción del universo sociocultural de los alumnos que llegaban a la universidad de Buenos Aires (UBA) y analizar cómo se constituían, en el periodo considerado, una serie de representaciones sociales en torno a los estudiantes. Para ello, tomaremos como fuentes los legajos académicos y registros de los alumnos que ingresaban a las carreras de Medicina, Abogacía e Ingeniería en la segunda y tercera década del siglo XX, así como otros documentos del periodo, con el propósito de estudiar cómo se desarrollaban estos derroteros estudiantiles en un tránsito que abarca los estudios secundarios, la llegada a la universidad y el ingreso a la carrera.
Estas trayectorias escolares se enmarcan dentro de una serie de cambios, que hemos aludido en la introducción, entre los cuales se destacan la ampliación del sistema educativo, las consecuencias del proceso inmigratorio, de modernización económica y el acelerado crecimiento urbano. A partir de esta premisa en el capítulo se plantean resolver tres cuestiones. Por un lado, se analiza cómo se constituían las opciones y posibilidades educativas de los alumnos que podían acceder a los estudios superiores y qué concepciones circulaban dentro de esa formación que se presentaba como “preparatoria” y que poseía un importante papel en la producción de las subjetividades de los futuros universitarios. Por otro lado, al indagar en las procedencias sociales de los estudiantes se apunta a profundizar en el proceso de ampliación de la matrícula que se desarrollaba desde principios de siglo, teniendo en cuenta que las trayectorias estudiantiles estaban atravesadas por condicionantes materiales, relaciones de género, pautas culturales propias del ambiente académico y por ciertas categorías por las cuales se construía un sentido social dentro de la universidad. De este modo, esta segunda cuestión apunta a considerar al mismo tiempo, cómo la universidad se constituyó como un espacio que se diversificaba socialmente con la llegada de estudiantes que realizaban un ingreso inaugural a este ámbito (ya sea porque representaban una primera generación familiar que llegaba a los estudios superiores o, en el caso de las mujeres, porque accedían a un tipo de formación que anteriormente no se incluía dentro de sus posibilidades educativas) y cómo en ese espacio circulaban representaciones, modos de percepción, “términos performativos” (Bourdieu, 2011: 187) por los cuales se constituía el sentido y las categorías que identificaban y clasificaban a los estudiantes.
Finalmente, en el último apartado, se consideran algunos de los aspectos desarrollados en relación con un proceso de mayor visibilidad de los jóvenes, mediante los cuales se buscó indagar en las condiciones históricas que configuraban las maneras de ser joven en ese periodo en particular.
1.1 La antesala a la universidad: colegios nacionales y escolaridad secundaria
Las trayectorias de los estudiantes que ingresaban a la universidad a principios de siglo se enmarcan dentro de un proceso de expansión del sistema educativo, el cual tuvo como consecuencia, en su punto de llegada, el aumento de la población que accedía a los estudios superiores (Buchbinder, 2010; Chiroleu, 2000; Graciano, 2008). Asimismo, en sus instancias previas, esta ampliación estuvo acompañada por una serie de cambios que se efectuaron en el nivel secundario y que complejizaron las pautas y posibilidades educativas de los alumnos que quedaban rezagados o que transitaban exitosamente el camino a la universidad.
Dentro de los estudios que han analizado el desarrollo de este proceso se destacan las investigaciones de Juan Carlos Tedesco, las cuales se incluyen dentro de las primeras obras de historia social y política sobre el sistema educativo y generaron un marco de ruptura en la historiografía en la materia, caracterizada hasta el momento por estudios institucionales o sobre las ideas pedagógicas (Ascolani, 2012). En un sentido contrario, la tesis de Tedesco aportó una interpretación global del origen y del desarrollo del sistema educativo argentino, según la cual este se habría caracterizado por poseer una función política, desvinculada de las necesidades económicas y orientada, desde los estudios secundarios, a la formación de elites dirigentes por medio del modelo de formación “preparatoria” de los colegios nacionales. Desde finales del siglo XIX, la expansión de las instituciones educativas, dentro de un contexto político oligárquico, condujo a la aparición de grupos de clase media urbana que trataron de provocar la apertura del sistema de gobierno a sectores más amplios. Para contener estas demandas, desde la política educativa se diseñaron distintos proyectos y reformas que buscaron reorientar, aunque sin éxito, a la población escolar hacia una formación de tipo técnica y limitar así el acceso a la universidad. Por el contrario, tal como señala este autor, los grupos que disputaban la hegemonía del poder político coincidieron en mantener alejada la enseñanza de las orientaciones productivas. En este sentido, la actitud, en materia educativa, del gobierno radical como representante de esos grupos se caracterizó por no proponer un plan de cambio sino por procurar una mayor apertura y acceso a las instituciones existentes, lo cual se tradujo en la creación de nuevos establecimientos de educación secundaria (Tedesco, 2003).
Posteriormente, otros estudios han contribuido a complejizar esta interpretación discutiendo algunos de sus puntos, aunque sin rechazar de modo general sus premisas centrales. En ese sentido, se citan como ejemplo los trabajos dirigidos por Adriana Puiggrós, los cuales han cuestionado, entre otros aspectos, tanto la total coincidencia de intereses en materia educativa entre los sectores medios y el proyecto del sector oligárquico, como la presencia de enunciados alternativos dentro de las concepciones pedagógicas que se presentan como hegemónicas (1992:16). Finalmente, investigaciones recientes han revisado el papel que estas interpretaciones historiográficas le asignaban a los colegios nacionales dentro del proceso de constitución y expansión del sistema educativo (Legarralde, 1999; Ramallo, 2013, 2016; Schoo, 2014) mientras que otros estudios han profundizado en las posibilidades que se constituyeron como alternativas de este sistema escolar preparatorio (Langlois, 2011; Sánchez Román, 2007). En este contexto, y desde otra perspectiva, las trayectorias que se analizan en el presente apartado apuntan a complejizar distintos aspectos sobre la escolaridad secundaria centrándonos en las trayectorias de quienes efectivamente lograron transitar esa antesala que conducía a la universidad.
En este sentido, si bien los alumnos que lograban acceder a los estudios superiores se presentan como beneficiarios de esa expansión educativa y como partícipes de ese formato escolar “preparatorio”, cabe preguntarse qué rasgos caracterizaban esa formación, cuáles eran sus espacios de sociabilidad y qué otras opciones y posibilidades existieron en paralelo a esa enseñanza oficial. Para ello se recurrirá al análisis de los datos obtenidos a partir de una muestra que comprende los legajos y registros de los estudiantes que solicitaron ingresar en las carreras de Medicina, Abogacía e Ingeniería durante 1915 y 1920.
Fuente: Elaboración propia con base en datos extraídos de los legajos y Registros de Exámenes Parciales y de Diplomas de Egresos y Reválidas recuperados en el AHFD, AFCM, AFCEN y AHUBA.
El primer punto que se señala a partir de estas trayectorias es que, pese a que los colegios nacionales constituyeron el principal espacio educativo, se sostiene la hipótesis de que los establecimientos privados o, tal como se denominaban en la época, de educación particular ejercieron un papel destacado como complemento o como alternativa a esa formación oficial. Según se observa en los datos de la muestra, del total de estudiantes que ingresaron en 1915 a las carreras de Abogacía y Medicina, el 32 por ciento había cursado sus estudios total o parcialmente en colegios o institutos particulares.
Paralelamente, las Memorias del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública (MJIP) constituyen otra fuente que da cuenta de la relevancia que fue adquiriendo la enseñanza particular en las carreras de los estudiantes que se proyectaban como universitarios. Estas fuentes revelan una variedad de establecimientos particulares, los cuales inclusive superan en cantidad a los colegios nacionales. Sin embargo, esa abundante oferta privada no necesariamente lograba captar el grueso de la población escolar, que se concentraba mayoritariamente en los colegios.
Estos porcentajes ayudan a dimensionar el papel de los institutos particulares en el desarrollo del sistema educativo en este periodo, lo cual constituye un tema escasamente investigado por la historiografía en la materia, enfocada predominantemente en la escuela pública. La creación de este tipo de colegios en las últimas décadas del siglo XIX ha sido estudiada en relación con el problema que estas instituciones planteaban, en un contexto de inmigración masiva, al proceso de construcción de la nacionalidad y de formación de la ciudadanía (Bertoni, 2001: 64-74; Tedesco, 2003: 101-115).
En las primeras décadas del siglo XX, esta competencia que representaba la educación particular ya se hallaba al menos reglamentada y controlada oficialmente por el Estado. Desde la sanción de la ley 934 en 1878, se había articulado un sistema por el cual la enseñanza particular pasó a estar supeditada a las directivas de la enseñanza oficial, a la que estaba “incorporada”. En este contexto, se interpreta que en el periodo estudiado la educación particular no solo habría representado una oferta educativa diferente, que respondiera a las inquietudes culturales y nacionales de la población de origen inmigratorio, sino que también habría funcionado como un complemento para cubrir la falta de plazas en la escuela oficial que se estaba expandiendo. Ese papel complementario puede explicarse a partir del carácter parcial de esta enseñanza particular, por la cual muchos alumnos transitaban el ciclo escolar alternando entre establecimientos privados y públicos. Tal como se observa en el siguiente gráfico, la complementariedad de la oferta particular queda reflejada en la variación de los porcentajes de ese tipo de escolaridad registrados en el muestreo, entre 1915 y 1920. En ese sentido, el descenso de la educación particular en 1920, en los estudiantes de Medicina, se corresponde con un marcado aumento de los colegios nacionales durante la primera presidencia de Yrigoyen.
Sin embargo, para otros estudiantes este tipo de enseñanza constituía una alternativa a la oferta oficial, la cual puede ser vista, en algunos casos, como un circuito de distinción social. El aumento, señalado en el gráfico, de la escolaridad particular para el caso de los alumnos de Abogacía en 1920 puede ser interpretado en este sentido. Asimismo, este punto indica un primer componente de diferenciación entre las poblaciones de las dos facultades. Según ha analizado Losada, tanto para el nivel primario como para el secundario, el horizonte educativo de los hijos de la alta sociedad porteña se nutría de la oferta privada como un circuito de distinción que culminaba al terminar los estudios secundarios. En el nivel superior, la universidad pública figuraba como el único destino posible y, dentro de ella, la carrera de Abogacía como la más íntimamente asociada a la high society (2009: 107).
De este modo, para los estudiantes que transitaban todo el ciclo escolar en una institución de este tipo, este circuito se desarrollaba de modo prácticamente separado al ambiente de los colegios nacionales. Si bien como señalamos la educación particular se encontraba incorporada a la enseñanza oficial, lo cual implicaba entre otras cosas que los alumnos seguían el mismo plan de estudios y eran evaluados por los profesores de los colegios nacionales, se planteaban algunas excepciones que distanciaban aún más ambos ambientes educativos.
Asimismo, la escuela particular conformaba también un círculo relativamente estrecho y limitado a unas pocas instituciones. El análisis de las trayectorias registradas en la muestra permite apreciar que pese a existir un variado repertorio de instituciones privadas, solamente algunas pocas constituían una opción educativa compatible con el desarrollo posterior de los estudios superiores. Entre estas se destacaban principalmente los Colegios San José (Capital), La Salle, El Salvador, Pío IX, el Instituto Avellaneda, el Carmen Arriola de Marín, el Internacional de Olivos y, en menor medida, el Colegio Lacordaire. Este punto coincide con los datos de las estadísticas del MJIP, en los que se registra que el total de la población escolar particular se repartía en pequeñas proporciones entre distintos establecimientos y se agrupaba en gran mayoría en los citados colegios. Esta selección revela una acusada concentración de la oferta privada a nivel nacional en la ciudad de Buenos Aires y algunos distritos metropolitanos, si bien también prosperaron algunos colegios de las provincias del litoral y del interior. Inclusive algunos de estos gozaban de ciertas exenciones que facilitaban a sus alumnos el ingreso a la universidad, lo cual señala la existencia de tensiones e injerencias, del sector particular y confesional en este caso, en contra del principio de laicidad que se impulsaba en el sistema educativo argentino.
Al mismo tiempo, tal como se observa en el listado citado, este circuito privado se estructuraba predominantemente a partir de instituciones confesionales católicas. Esta característica continuaba con una tendencia presente en el siglo anterior, en la cual se destaca la relevancia de instituciones religiosas regidas por congregaciones de origen europeo. El desarrollo de estas instituciones constituía a principios de siglo un motivo de alarma para las autoridades educativas. Según un informe de un in...