Primera lámina
Primera lámina
Figura primera. El esquema más simple, pero absolutamente suficiente para explicar la esencia básica del color. Amarillo, azul y rojo aparecen frente a frente en un trío, igual que los colores intermedios, mezclados o derivados de ellos. Este esquema tiene la ventaja de que todos los diámetros del círculo trazado reproducen sin más el color requerido fisiológicamente. Si el amante del color quiere continuar e ir trazando con cuidado y constancia los matices de un círculo así, podrá captarse mejor con los sentidos aquello que aquí se ha dejado expresado tan solo como concepto, como idea. Las siguientes figuras están dedicadas en su mayoría a manifestaciones fisiológicas que explicaremos según el orden de nuestro esquema y no de los números en él reflejados.
Figura décima. Representa cómo la imagen, cegadora y decreciente, transforma poco a poco los colores cuando el ojo se dirige a un fondo oscuro o claro y disminuye de igual modo en el fondo diametralmente opuesto.
Figura sexta. Disposición y fenómeno, tal como se observa en las sombras azules y amarillas del amanecer y el atardecer (F. 70).1
Figura quinta. En la disposición que se había pensado en primer lugar, el cuerpo que proyectaba sombra estaba situado en el centro. Aquí se han dispuesto dos cuerpos a ambos lados. Hay que considerar este dibujo como el término medio de una disposición fácil de estructurar.
Figura novena. Fenómeno relativo a F. 80.2 Una línea negra sobre una superficie blanca sujeta contra un recipiente lleno de agua azul, cuyo fondo sea de espejo, produce una imagen doble que, igual que aquí, es azul en la superficie inferior y rojo amarillento en la superior. Allí donde ambas imágenes se encuentran se ve lo blanco y lo negro de la imagen reflejada.
Figura tercera. Expresa aproximadamente el efecto de la manifestación descrita en F. 88.3
Figura cuarta. Permite imaginarse unos bordes subjetivos, a pesar de que dibujarlos e iluminarlos requeriría mayor cuidado.
Figura segunda. Un esquema de colores doble, inserto el uno en el otro. El exterior, como primera figura básica con la totalidad de los colores; el interior muestra cómo, en nuestra opinión, ven los colores aquellas personas afectadas de acianoblepsia.* En este esquema no hay nada azul. El amarillo, el rojo amarillento y el rojo puro lo ven como nosotros; el violeta y el azul como rojo rosado, y el verde como rojo amarillento.
Figura octava. Esta está destinada a expresar de otra forma la relación imaginada, en tanto que se han puesto pequeños cristales de un color primario unos al lado de otros y luego se han mezclado con ellos otros cristales que a los acianoblépsicos les parecen totalmente del color de los primeros. Les pido a los amigos de la naturaleza que, de encontrarse con personas así, se procuren, siguiendo estas indicaciones, unos papeles de colores más grandes y hagan con ellos su examen del sujeto. Como muchos de los examinados de este modo coincidirán en sus apreciaciones, resultaría interesante en cualquier caso averiguar si, aun con todo, esa desviación tan normal de la naturaleza es, a su modo, regular.
Figura undécima. Un paisaje sin azul, más o menos como lo ve, en nuestra convicción, el acianoblépsico.
Figura séptima. Una llama cuya parte superior, cuando tiene tras de sí un fondo negro, se ve como un cuerpo amarillo y rojo amarillento, su parte inferior aparece vaporosa, azul, incluso de un hermoso violeta. Esta prueba debe hacerse principalmente prendiendo alcohol etílico.
Segunda lámina
Está dedicada al fenómeno del color tal como se muestra con ocasión de la refracción.* Como las casillas no están numeradas, las denominamos según su posición.
Casilla superior. A: un círculo claro sobre fondo negro completamente falto de color, visto sin más con los ojos. B: lo mismo observado a través de un vidrio de aumento. Al ensancharse parece que lo blanco se mueve hacia lo negro, y aparece el borde azul y rojo azulado. C: el círculo A observado a través de un cristal reductor. Al contraerse, el fondo oscuro se mueve aparentemente hacia el claro, con lo que aparecen los bordes amarillo y rojo amarillento. Estos son los elementos puros de todas las manifestaciones prismáticas, y quien los comprende sabrá cómo orientarse en lo que respecta a todo lo demás. En D está supuesto en exceso, como si el círculo blanco que se amplía con un cristal de aumento contuviera un pequeño cristal negro que también se amplía a la vez; con lo cual, igual que en C, solo por el camino contrario, lo negro se mueve aparentemente sobre lo blanco y con ello aparece el borde amarillo y rojo amarillento. Al iluminarlo se ha dejado a un lado el rojo, que ha de pensarse siempre junto con el negro.
Los prismas no son más que partes de lentes y, por razones fácilmente comprensibles, producen el mismo fenómeno solo que de manera más eminente. Las cuatro casillas siguientes están dedicadas a fenómenos prismáticos.
El primero, a la izquierda del observador. Un círculo incoloro a, ya sea de manera objetiva o subjetiva, se mueve hacia b c d. El borde claro, que precede al negro, se verá azul y rojo azulado; el oscuro, el margen que sigue a la imagen clara, amarillo y rojo amarillento, exactamente según las leyes que ya conocemos de B y C referidas en la casilla superior.
El segundo, a la derecha del observador. Un cuadrado a se empuja, de forma objetiva o subjetiva, hacia b c d. En el primero y último casos solo hay dos lados coloreados porque los otros dos se desplazan de tal forma que los bordes no se mueven uno sobre otro. En el tercer caso c, en el que el movimiento tiene lugar en diagonal, los cuatro lados están coloreados.
La tercera casilla, a la izquierda del observador. Aquí hay que imaginarse que un círculo incoloro e, definido aquí por un prisma a b, se desplaza hacia f, y a través de otro prisma d c hacia h; de este modo, cuando se toma cada prisma concreto, el fenómeno resultará según lo indicado en la lámina. Si se superponen ambos prismas, la imagen se desplazará en diagonal hacia g y se coloreará según la consabida ley. Solo que en la lámina hay un error: que la imagen g que ahí resulta no está lo suficientemente alejada ni lo suficientemente coloreada en toda su extensión, cosa que uno puede imaginarse o corregir sin más en una hoja aparte. Es el ensayo con el espectro que se inclinaba y que urgía tanto a Newton.4
La cuarta casilla, a la derecha del observador. Aquí se representan las tonalidades subjetivas de franjas blancas sobre fondo negro y negras sobre fondo blanco. En la primera fila se ven las franjas negras y blancas aún con algo de color. En la segunda fila, los bordes de color se entremezclan, en la tercera se superponen, y en la cuarta los colores interiores o exteriores quedan completamente cubiertos.
Segunda lámina
A quien conozca bien esta segunda lámina no le resultará difícil desarrollar todos estos experimentos subjetivos.
Lámina IIa
Lámina añadida, denominada IIa
Esta lámina se ha dispuesto con mucho cuidado para poder contemplar de un solo vistazo los fenómenos cromáticos y prismáticos subjetivos más importantes. También en el tamaño en el que se ha dibujado resulta perfectamente ilustrativa si se observa a través de un prisma de pocos grados. No se ven colores en ningún lugar más que allí donde limitan el negro y el blanco. De este modo se desplazan en paralelo a los trazos con forma de gusano situados en la esquina superior. Así se muestran en el margen rectilíneo que se mueve en paralelo al eje del prisma. De igual manera están ausentes en cada uno de los márgenes que se mueven en vertical con el eje del prisma. La vela se coloreará según la misma ley que la llama de la séptima figura de la primera lámina. El círculo negro y el blanco pueden utilizarse para ensayos con la lente. Como también se observa a simple vista de manera decisiva desde cierta distancia, el círculo negro se percibe mucho más pequeño que el blanco.
Si a esta lámina se le da el tamaño de una vara, las imágenes que aparecerán en ella servirán para todos los ensayos que quieran realizarse también con prismas de 60 grados.
Tercera lámina
Cualquier amante de la teoría de los colores podrá copiarla con cuidado a tamaño de una vara y más, porque aquí pueden verse todos los experimentos que hemos descrito en los capítulos 17 y 18 de nuestro ensayo (aunque las imágenes grises y luego también las de colores enloquecen con la refracción). Hace uno bien en ponerlas en un círculo que pueda girarse en vertical. Solo quien conozca bien esta lámina, y el capítulo en el que se explica, comprenderá lo capcioso y lo deficiente del primer ensayo óptico de Newton; y seguro que valdrá la pena perseguir ese error hasta el último rincón de todas las formas posibles, pues ya nadie más podrá creer ya en su veracidad.
Tercera lámina
Cuarta lámina
Cuarta lámina
En la casilla superior, las imágenes centrales de la lámina anterior aparecen representadas tal como se ven con sus bordes a través del prisma; pero como los bordes solo se han podido iluminar según la ley y no según el modo en el que se funden al experimentar con el color de la imagen, hay que entender lo representado aquí más como algo visto desde fuera que como la cosa en sí; más como una sensualización de lo que acontece que como lo que origina ese proceder, más como un desarrollo, un análisis del fenómeno, que como el fenómeno en sí. Del mismo modo que el naturalista ha de despegarse primero del...