El suelo que sostiene a Hande
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El suelo que sostiene a Hande

  1. 96 páginas
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El suelo que sostiene a Hande

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Índice
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Información del libro

El suelo que sostiene a Hande es una historia de pérdidas y búsquedas: las de la propia identidad, las de un cuerpo, las de los culpables de un asesinato atroz.Una fábula con más vacíos que certezas, como la biografía de Hande Kader, la activista transgénero turca cuya vida y muerte son el punto de partida de esta obra.

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Información

Año
2019
ISBN
9788480489027

Ruta para llegar a Hande

Golpe 1: Parto

Golpe 2: Henda y Jonás [Blank 1]

Golpe 3: Buscando a Hande [Blank 2]

Golpe 4: ‘Don't stop me now’ [Blank 3]

Golpe 5: Encontrando a Jonás

[Blank 1] Henda y Jonás

Golpe 6: Hande y el arquitecto

Golpe 7: Henda sin Jonás

[Blank 2] Buscando a Hande

Golpe 8: Coro Internacional de Ciudadanos Plurales

Golpe 9: Ismene, la puta

[error]

[Blank 3]

Golpes 10, 11, 12, 13...: El suelo que sostiene a Hande

Cambiaba inquieta de postura una y otra vez, y gritaba, y me di cuenta de que lo que estaba buscando era un camino para escapar del dolor. Había algo animal en eso.
Karl Ove Knausgård3

Golpe 1: Parto

En la oscuridad se oyen los gritos animales de una mujer. Se deja vencer y su cuerpo se abre. El olor a sangre lo colma todo.
Madre.— ¡¡Joder!!
Comadrona.— Afloja, deja de empujar. Empuja solo cuando yo te diga. ¡Para, que te vas a deshacer/!
Madre.— ¡No quiere salir!
Comadrona.— Sí quiere: se está abriendo camino. Vamos, ahora.
La madre grita.
Venga, ahora, fuerte. Piensa en tu hijo. Bien. Ya sale la cabeza. Está casi fuera. Empuja, vamos ¿Quieres tocarle la cabecita?
La mujer se incorpora trémula y, con la ayuda de la comadrona, estira los brazos hacia su pelvis.
Comadrona.— ¿Quieres sacarlo tú?
Empapada en sudor, la parturienta convulsiona hacia atrás y vuelve a gritar.
No pasa nada, vuelve a empujar.
Madre.— No puedo más.
Comadrona.— Claro que puedes. Vamos. Ya.
La Madre se agarra donde puede y empuja. Balbuceo animal de un recién nacido.
Ya ha llegado.
La Madre llora, ahogada.
Ayudadme por aquí. Pásame las tijeras.
Corta el cordón y separa a la Madre del hijo para siempre.
(A la Madre) Tranquila, ya ha pasado todo. Mira, es un niño perfecto. (Se lo pone a la Madre sobre el vientre desnudo).
Madre.— Dios mío, ¿tú eres...?
Comadrona.— Necesito que empujes una vez más para sacar la placenta.
Madre.— ¿No hay tregua?
Comadrona.— Bien, ya está fuera.
El cortejo de enfermeros empieza a colocar cada cosa en su sitio, a fregar la sangre.
Entra el Padre corriendo.
Padre.— ¿Ya?
El Padre se acerca; no sabe dónde ponerse.
¡Hola... hijo!
El Padre no sabe qué decir. La Madre, traspasada, aguanta a la criatura sobre su vientre. La Comadrona, mientras, hace sus cosas.
Comadrona.— ¿Tiene nombre?
Padre.— Sí: Jonás. (A la Madre) ¿Jonás?
La Madre asiente, derrotada.
Comadrona.— Jonás, el profeta rebelde.
Padre.— ¿Qué?
Comadrona.— Jonás, como el hombre devorado por el pez.
Padre.— No... Jonás, como mi padre.
Comadrona.— Es un nombre bonito.
Padre.— (A la Madre) ¿Cómo estás?
Madre.— Mal.
El Padre acaricia a la Madre, como si eso pudiera aliviarla.
Padre.— ¿A qué huele?
Madre.— No huelo nada.
Padre.— A... metal... a óxido/
Comadrona.— Es por la sangre. Retirad ese cubo/
Padre.— Se mete en la garganta.
Madre.— Se está moviendo. Se resbala.
Comadrona.— Tranquila, es normal.
Jonás, a tientas, encuentra el pezón de la Madre y lo muerde.
Madre.— ¡Ah! Se me ha enganchado solo.
Comadrona.— La naturaleza es así.
Madre.— Está morado.
Comadrona.— Nacer tampoco es fácil para él.
Padre.— Ya.
Comadrona.— Ha ido todo muy bien.
Madre.— ¿Sí?
Comadrona.— Sí.
Madre.— Me ha destrozado.
Comadrona.— Es así, parir es así... la naturaleza no es suave... duele.
Madre.— (Por el niño, que no mama) Se ha soltado.
Comadrona.— Aún no tiene fuerzas, después se enganchará bien.
Padre.— Bienvenido, Jonás, bienvenido. Me ha mirado/
Comadrona.— Aún no ve/
Padre.— Me ha mirado con sus ojitos negros, ojos de bosque nocturno.
Comadrona.— Jonás es una página en blanco. Ahora todo es posible.
Padre.— Hijo mío, ¿has oído? Serás lo que tú quieras/
Madre.— Callaos de una vez, por favor, no puedo más...
Comadrona.— Ven, Jonás, conmigo, vamos a medirte y a pesarte.
La Madre se lo ofrece.
Es solo un momento. Ahora te tengo que dar unos puntos y comprobar que todo está bien ahí abajo. Es lo normal.
El llanto de Jonás se aleja con la Comadrona.
Padre.— ¿Cómo estás, valiente?
Madre.— No sé.
Padre.— ¿Puedo besarte/?
Madre.— Se me están moviendo las piernas, ¿verdad?
Padre.— No.
La Madre intenta reconocer su propio cuerpo.
Ahora somos tres/
Madre.— (Buscando con la mirad...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portada
  3. Créditos
  4. El suelo que sostiene a Hande es el nuestro
  5. Hande: espalda de la tierra, paisaje de nuestra muerte
  6. Citas
  7. Palabras previas
  8. El suelo que sostiene a Hande
  9. Apéndice
  10. Sobre el autor
  11. Otros títulos publicados en esta misma colección
  12. Catálogo editorial Fundación SGAE