Teoría optimista del fracaso
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Teoría optimista del fracaso

Un relato sobre el arte de saber tropezar

  1. 208 páginas
  2. Spanish
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Teoría optimista del fracaso

Un relato sobre el arte de saber tropezar

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Una teoría optimista del fracaso que nos recuerda que tanto éxitos como fracasos son mentira y nos presenta un singular arte de vivir que nos inspira a tropezar con menos medios y más sonrisas.

¿Puede un fracaso convertirse en éxito o un éxito acabar en fracaso? ¿Qué significa que el éxito y el fracaso son dos impostores? El primer postulado que encontrarás en este libro desafía lo que solemos dar por sentado y nos recuerda que triunfos y fracasos no existen, que son mentira. Sí. Como lo oyes. Esta es una teoría "optimista" del fracaso.

Ignasi Giró, que se define a sí mismo como un "físico creativo" que explora las fascinantes combinaciones entre tecnología, diseño y empatía, nos relata, por ejemplo, cómo un documental fallido se convirtió en un invento que dio la vuelta al mundo. Con lucidez y una buena dosis de humor, un despido, una ruptura amorosa o un concierto sin público se convierten en valiosas oportunidades de aprendizaje. En el mismo instante en que un universo de posibilidades desaparece, otro emerge con incontables nuevos caminos por explorar.

A través de breves anécdotas personales, algunas dolorosas y otras desopilantes, Ignasi extrae enseñanzas que transforma en un singular arte de vivir y nos inspira a tropezar con menos miedos y más sonrisas.

Ley Universal de la Relatividad del Fracaso

Los fracasos y los éxitos no son sucesos invariables, sino relativos: dependen del sistema de referencia, del punto del espacio-tiempo desde el que se miren.

Todo suceso que en un lugar y un momento dado tiene la apariencia de un fracaso, podrá muy bien tener la apariencia de un éxito al ser observado desde otro lugar o momento.

Cuando nos sentimos fracasados, es imperativo seguir moviéndonos (en el espacio y en el tiempo) hasta encontrar el sistema de referencia desde el cual ese aparente fracaso vire hacia percepciones más luminosas.

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Información

Editorial
K?an Libros
Año
2019
ISBN
9788412053753
Categoría
Creatividad

1

EL NACIMIENTO DE UNA TEORÍA

«Postulado de Kipling»
 
 
Toda teoría tiene sus axiomas, postulados, teoremas y principios. No te asustes, no es mi intención ponerme muy teórico. Pero sí me parece interesante, antes de entrar en materia, recordar algunos conceptos básicos, ni que sea para darle solidez al relato.
Tanto los axiomas como los postulados son considerados verdades esenciales, certezas absolutas que no requieren de demostración.
Luego están los teoremas, que sí necesitan de una comprobación.
Finalmente, nacen los principios, que cuando han sido demostrados adquieren carácter de ley.
Siento la necesidad de iniciar esta aventura con un postulado contundente. Con un rayo de luz indubitable. Con algo que impacte. Lo llamaré «Postulado de Kipling». Está inspirado en dos míticos versos del poema «If», de Rudyard Kipling. Me los recitó mi padre hace mucho tiempo —tendría yo once o doce años— y quedaron grabados en mi memoria.
 
«(...) Si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso, y tratar a esos dos impostores de igual manera (...)»
 
Creí haberlos comprendido muchas veces. Pero hoy puedo decir que me ha llevado más de treinta años hacerlo en profundidad, con sus extensas raíces y múltiples derivadas.
Así pues, con toda la solemnidad que el momento merece, mientras bebo un vaso de leche de arroz, en Barcelona, en una noche de marzo del año 2019, me dispongo a convertirlos en el primer e indiscutible postulado de esta recién estrenada teoría:
 
Postulado de Kipling
 
Los triunfos son mentira. Los fracasos son mentira. No existen. Son una trampa. Los triunfos y los fracasos son ficción.
 
Respiro con alivio: tenemos el primer postulado. El primer paso, el más difícil, ya está dado.
Solo queda el resto del viaje. Solo queda la segunda mitad.

2

DÍSELO CANTANDO. O NO

«Teorema del Dolor y de la Ilusión»
Año 2014. Barcelona. Son las dos y veinte de la madrugada de un día entre semana. Apuro las últimas caladas del cigarrillo mientras miro obsesivamente por la ventana. La calle Roger de Flor me devuelve una imagen casi parisina, con lluvia en los cristales, charcos en el suelo y un efecto espejo en las aceras que bien podría inspirar un cuadro impresionista. Muy bucólico, salvo por el hecho de que estoy al borde de una crisis de ansiedad.
Todo empezó con muchísima ilusión, con un sueño fantástico. Decidí crear un producto llamado Timeless Box, ideado para mandar regalos y emociones al futuro. Una idea que sedujo a cientos de clientes alrededor del mundo en una campaña de preventa que se hizo larga y áspera como subir el Everest sin bombonas de oxígeno.
La misma idea que, paradójicamente, más de un año después de invertir en ella ingentes cantidades de sudor y dinero, me ha traído hasta aquí: un fracaso cercano, las manos temblorosas y altísimas dosis de insomnio.
Leo y releo un comunicado que voy a mandar a más de doscientas personas distribuidas por todo el mundo. En él les cuento —de hecho, les canto, porque he decidido mandarles mi mensaje en forma de canción— que no hay cajas, que se hundió el proyecto y que no van a recibir el producto que llevan meses esperando. Les explico que mi intención es seguir luchando, pero que no hay garantía alguna de que consiga llegar a buen puerto. Para concluir, pongo en sus manos el destino último de los pocos fondos económicos que me quedan, ofreciéndome a devolver el dinero a quienes así lo deseen.
Paseo nerviosamente por el piso.
Observo una vez más el botón de «Enviar».
Intento esbozar nuevamente un plan alternativo, una salida —¿heroica?— que me permita fabricar el producto a tiempo.
Vuelvo a recordar las respuestas negativas de fabricantes y proveedores. Los presupuestos imposibles. Las visitas a fábricas. Los «sí, sí, es viable fabricarla» que con el tiempo viraron a «no, no es viable, lo sentimos».
Nunca me había sentido tan impotente, tan incapaz. He dado lo mejor de mí mismo para salir adelante. Me he consumido buscando soluciones. Pero todas las tentativas han acabado despeñadas.
Dan las tres. Sigue lloviendo. Me siento de nuevo delante del ordenador. Dos botones me interrogan desde la pantalla, ajenos a mis tribulaciones:
«Enviar» o «Cancelar».
Pulsar el primer botón implica rendirme, confesar el fracaso y aguantar el previsible chaparrón de quejas. Además, las reacciones que pueda generar la canción son difíciles de prever. ¿Sentará bien la ironía? ¿Suavizará el mensaje? ¿O hundirá aún más mi ya comprometida credibilidad?
Pulsar el segundo botón implica seguir peleando, con los costes personales y económicos que conlleva. Costes que, a estas alturas, dudo seriamente que pueda asumir.
Elijo.
Pulso uno de los botones, apago el ordenador y me voy a dormir.
Desde mi cama escucho el canturrear de la lluvia acariciando los ventanales de la habitación. Recuerdo el estribillo de la canción que he compuesto.
«The Timeless Box has turned to be,
more timeless than we thought...
We’re gonna keep fighting for it,
but nothing’s guaranteed.
Now you can stay, or you can leave,
whatever will be fine.
This timeless thank-you song is for you.
Sincerely, Honest and Smile!»
Todo sigue siendo muy poético.
Quizá esta noche logre, al fin, dormir.
Teorema del Dolor y de la Ilusión
El Dolor de un fracaso es proporcional a la Ilusión invertida en el proyecto que fracasa.
Podría establecer como prueba irrefutable de este teorema mi experiencia personal con la Timeless Box, aunque he podido validarlo en otras tantas ocasiones, muchas más de las que me hubiese gustado.
Es un hecho comprobado: cuando se nos hunde un proyecto, el dolor que experimentamos está íntimamente vinculado a la ilusión que habíamos invertido en él.
Si nos ponemos muy rigurosos, cabría la posibilidad de expresar el teorema con una ecuación matemática. Lo siento, soy físico. Me encantan las ecuaciones. Pero no te asustes, prometo mantenerlo todo muy sencillo.
Ilusión = Dolor
¿Qué te parece? ¿Te satisface mi propuesta?
A simple vista, parece correcta. Pero no lo es. La ecuación afirma que la cantidad de dolor equivale a la cantidad de ilusión. Sin embargo, el teorema dice que son proporcionales, no equivalentes.
Proporcionales. De esta sutil palabra nacerá algo luminoso.
Dos cosas son proporcionales cuando, al aumentar la primera, aumenta automáticamente la segunda. Por ejemplo, si una moto pasa por delante de tu casa, el ruido que emite su motor en la calle es proporcional al ruido que tú oyes dentro. Sin embargo, y afortunadamente, estos dos ruidos no son equivalentes. Si lo fueran, mañana mismo se hundirían todas las empresas que venden sistemas de doble cristal aislante.
Entre el ruido de la calle y el ruido que oímos dentro de casa hay un maravilloso invento llamado ventana, que filtra las vibraciones y nos protege no solo del frío y de la lluvia, sino también de los ruidos.
¿Y si, de manera similar, lográsemos colocar una «ventana emocional» entre el dolor y la ilusión, para amortiguar la tristeza que eventualmente nos produce el final frustrado de un proyecto?
La mala noticia es que es imposible ilusionarse con algo y no experimentar dolor si ese algo fracasa. La buena es que todos tenemos la capacidad de crear múltiples «ventanas emocionales» en nuestro interior, que nos pueden ayudar a filtrar y reducir el dolor.
¿Qué tipo de «ventanas emocionales» puedes elaborar? No puedo darte una respuesta personalizada. Dependerá de ti y de las causas profundas que te hacen sufrir ante eventuales tropiezos. No te enfades. Este es un libro de #NoAutoayuda. No tengo «café para todos» ni consejos genéricos.
Sí puedo compartir contigo algunas «ventanas emocionales» que a mí me han ayudado a filtrar el sufrimiento.
Por ejemplo: A menudo utilizo «el filtro del columpio». Cuando inicio un nuevo proyecto, procuro revisar honestamente qué se esconde detrás de las expectativas que me autoconstruyo, intentando gestionarlas con calma. Lo hago porque sé que mi ego, a veces, tiende a ilusionarse demasiado. O, mejor dicho, de mane...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portada
  3. Dedicatoria
  4. Espermatozoides y cofres (a modo de introducción)
  5. 1. El nacimiento de una teoría
  6. 2. Díselo cantando. O no
  7. 3. Un concierto sin público
  8. 4. Cuatro consejos fáciles —e infalibles— para cambiar de vida y ser feliz
  9. 5. Todo es muy sinshillo
  10. 6. Una carpeta roja, un inesperado regalo
  11. 7. Besos que no dimos. Universos que perdimos
  12. 8. El misterioso vacío
  13. 9. Una taza con la palabra amour escrita en ella
  14. 10. El like más triste del mundo
  15. 11. Historias de la rue Chapon
  16. 12. Luces inesperadas
  17. 12 + 1. ¡Qué (buena) suerte!
  18. 14. Querido Ignasi, eres un fracasado
  19. 15. Doce años (y siete meses) más tarde
  20. 16. Inflar globos, dejarlos volar
  21. 17. Un simio habilidoso, un sufrimiento prescindible
  22. 18. Errores repetidos, círculos virtuosos
  23. 19. El verbo más difícil de conjugar
  24. 20. Una canción que no termina
  25. Llegar al final, volver a empezar
  26. Agradecimientos
  27. Anexos. ¿Y ahora qué?
  28. Acerca de "Teoría optimista del fracaso"
  29. Sobre Ignasi Giró
  30. Créditos
  31. Otros títulos de Kōan