MIENTRAS LAS NIÑAS DUERMEN
DANIELA REA
DANIELA REA (Irapuato, 1982) es reportera, autora de Nadie les pidió perdón: historias de impunidad y resistencia (Urano, colección Tendencias: Crónicas, 2016) y directora de la película No sucumbió la eternidad (2017), ganadora del premio Breach Valdez de periodismo. Es cofundadora de Periodistas de a Pie, con quienes editó el libro Entre las cenizas: historias de vida en tiempos de muerte (Surplus Ediciones, 2012) y también de Pie de Página, red de periodistas expertos en temas sociales y de derechos humanos, ganadores del premio Gabriel García Marquez de periodismo 2017 por la serie documental Buscadores en un país de desaparecidos. Es mamá de Naira y Emilia. Le hubiera gustado ser marinera.
2014
27 DE MARZO
Ya nacimos y la felicidad pesa 3.5 kilos y mide 47 centímetros. Este día durará toda la vida.
2 DE ABRIL
Tenías dos días de nacida cuando te desmayaste mientras tu abuela y yo te bañábamos. Te intentamos despertar, te apretamos los cachetes, sacudimos tu cuerpecito y nada. No reaccionabas. Te escurrías en mis manos. Te vestimos deprisa, te envolví en una cobija, te tomé en brazos y bajé corriendo los tres pisos que separan nuestro departamento de la calle. Corrimos al hospital. Tu papá y tu abuela venían atrás de nosotras con las llaves del carro, tu certificado de nacimiento, los papeles del seguro, la cartera. En el hospital los doctores te llevaron a un cuarto y te pincharon cuatro, cinco veces para canalizarte, en una manita, en la otra, en los pies. Los doctores me querían sacar de la habitación porque decían que te ponía nerviosa. Yo les dije que no, que si algo podía hacerte sentir segura en este mundo era yo, tu mamá. Los doctores dijeron que debías quedarte dos o tres noches internada para revisarte. Hablaron de un síndrome de muerte repentina, de tomografías, de estudios químicos… de puras cosas que no tenían sentido para nosotros, pero que seguramente a ellos les hacían sentir más importantes. Tu papá y yo protestamos, pero al final nos fuimos sin ti. Salimos dolidos, consolándonos el uno al otro. Tú te quedaste desnuda dentro de una incubadora, llorando por hambre, por frío, por dolor, por miedo, no sé.
15 DE ABRIL
Desperté de madrugada. De un lado dormía Ricardo, del otro tú, hija. Yo llevaba varios días sin poder dormir. Todo había sido intempestivo, tu llegada, mi sangrado después del parto, tus días en el hospital, las desveladas, el dolor en los senos cada que mamas. Me despertó una inquietud: «¿Cuál es el sentido de hacer familia?», le pregunté a Ricardo. O creo que sólo lo pensé. Ricardo dormía y yo no insistí, porque no sé si buscaba una respuesta.
Me quedé en la oscuridad, en el silencio, acostada entre ambos, con una duda hecha de cansancio, desconcierto, arrepentimiento, angustia. No lo sé. Me encontraba ahí, en medio de ustedes, pero me sentía sola. No sólo para responder esa pregunta sino sola en la inmensidad de la vida, de mi vida y la tuya, hija. Nuestra pequeña eternidad. Sola en esa vastedad de tiempo. Sola en saber que nunca en la vida dejaría de ser madre y que, en ese momento, me sentía insuficiente. Para mí y para ti.
«¿Qué es un hogar y de qué se conforma? ¿En dónde empezamos a ser padres e hijos? ¿En dónde empieza el hogar y qué lo conforma?», se pregunta Brenda Navarro en su novela Casas Vacías y es como si me respondiera a la distancia.
22 DE ABRIL
Doblar cobijas, doblar chambritas, doblar pañales. Sacar un seno, sacar el otro. Sacar eructos. Y quizá, si queda tiempo, lavarme la cara, mirármela en el espejo.
27 DE ABRIL
Hoy cumples un mes de nacida y yo todavía no te amo. Apenas nos estamos conociendo. He pasado los días mirando tu cara, tus cachetes de luna llena, tus gestos, aprendiendo tu lenguaje. Recuerdo que cuando naciste, Nade me llamó ansiosa para preguntarme si es verdad que con los hijos se siente el amor más grande, incondicional y maravilloso que uno es capaz de sentir en la vida. Le dije que no. Que todavía no. Que es otra cosa: ternura, cuerpo.
29 DE ABRIL
No nací madre. Tampoco me hice madre cuando naciste. Me he ido haciendo poco a poco, cuando me despierto por las noches a que me exprimas el pecho, la sangre, la energía. Cuando lloro porque tú lloras. Cuando me voy de la habitación y te dejo llorar porque no sé cómo calmarte. Y también en madrugadas como esta en que logré dormirte en mis brazos y yo aún sigo viva.
30 DE ABRIL
Carmen, una amiga que tiene una hija de dos años, me lanza un salvavidas al océano:
Conforme pasa el tiempo he sentido que cuidar a un niño es una forma de amor a uno mismo. Demostrarte que eres capaz de continuar o tener una búsqueda del afecto sin ataduras, violencia, enganches y neurosis. Un regalo duradero. Pero es tan difícil cuando uno tiene tantas costumbres y necesidades...
Yo agregaría: y presiones de volver afuera. De volver. Y una vez ahí, decir: «Esta soy, sigo aquí».
19 DE JUNIO
Dormiste casi toda la noche. Mis pechos de leche se vaciaron sobre la sábana. La mancha tiene forma de un mapa antiguo.
24 DE JUNIO
Hoy es día de San Juan. Esperamos la lluvia desde la ventana.
27 DE JUNIO
Hoy cumples 3 meses. Te gusta mirar los árboles y que te miren a los ojos. Te gusta George Harrison, pasear en Chapultepec y columpiarnos. Yo disfruto abrazar tu cuerpo tibio, pasar mi nariz por tus cachetes y pensar que te está gustando la vida.
28 DE JUNIO
Hoy por fin te registramos, después de tres meses de no ponernos de acuerdo con tu nombre. Teníamos tantos para ti, pero elegimos Naira. Más bien, lo eligió tu abuela el día que estabas internada en el hospital. Mientras esperábamos noticias, ella se puso a buscar en su celular nombres que significaran «guerrera» y encontró esta palabra. No tenemos certeza de su origen, unos dicen que es quechua, otros que es aimara; que significa t...