Por los buenos tiempos
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Por los buenos tiempos

  1. 292 páginas
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Por los buenos tiempos

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Índice
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Información del libro

Estamos en Irlanda del Norte en los convulsos años setenta. Sammy, Tommy, Barney y Patrick son cuatro amigos de Ardoyne, zona depauperada y de mayoría católica del norte de Belfast. También son «provos», miembros del IRA Provisional que abrazan devotamente la causa de una Irlanda libre y unida. Para ellos, la iniciación a la violencia y la iniciación a la vida son indistinguibles. Todas sus relaciones se desarrollan siempre bajo la sombra de la lucha armada y un reguero de víctimas y destrucción. Todo es vertiginoso y deslumbrante. Son los buenos tiempos. Sin embargo, una vorágine de muertes, traiciones, corruptelas, luchas intestinas y secretos que salen a la luz amenaza con poner fin a lo que para estos chicos del IRA ha sido una época dorada.

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Información

Editorial
Sexto Piso
Año
2020
ISBN
9788418342189
Categoría
Literatura
UNA PALABRA QUE MUERDE EL SILENCIO
Regresamos a Belfast y es la guerra. No esa guerra, hijo, otra. Una guerra interna, así es como se llama. Los Chicos habían liquidado a dos miembros del FSV, dos hermanos, los McNulty, por hablar más de la cuenta y reclamar la autoría del atentado del Europa desviando así la atención del IRA; dos de los Chicos entraron en su casa y se los cargaron: Shorty Temper –muerto a día de hoy, un fenómeno– y Rab McSpoons. Por lo visto hasta les llevaron una trucha.
La cuestión es que había una vendetta y estaban matando a gente a diestro y siniestro. Barney fue el que nos lo contó. Cuando llegamos, está en la tienda con Beavis y una tía que, al parecer, había conocido en la feria del cómic, la pava se parece a la de Scooby-Doo, a la de las gafas. Está sentada detrás del mostrador subiéndole el precio a los cómics raros.
¿Cuánta pasta has ganado en la feria del cómic?, le pregunta Tommy. Estamos en la trastienda y Barney se está haciendo un filete en un hornillo de gas. Qué pedazo de hornillo te has pillado, cabrón, le dice Tommy. ¿De dónde viene tanto dinero? No te preocupes, le dice Barney. Te daremos tu parte. Pero teniendo en cuenta que yo soy el que hace todo el trabajo y el que recluta a expertos externos, creo que me he ganado un extra sustancial. Mira, dice Barney, y le da la vuelta al filete carbonizado que hay en la sartén. ¿Ves? Tierno y jugoso, en su punto, dice. Mira que es tonto.
¿Qué rollo tienes con la chavalita?, le pregunta Tommy. Entonces aparece Beavis. Ganó el primer premio de la competición de cosplay, dice Beavis. Creo que fue la primera vez que oí hablar a Beavis. ¿Qué coño es un cosplay?, le pregunta Tommy. Es como la moda de vestirte de tu superhéroe favorito, dice Beavis, y coge un montón de cómics y se va por la puerta. Me tuve que reír. No me digas que la chavala iba de Wonder Woman, empiezo a decir, pero antes de que pueda meter baza, Tommy me corta. Habló el que decía que Red Sonja le había chupado la polla, manda huevos, dice. Obviamente Wonder Woman era un tema delicado para él, así que me quedo callado. ¿De quién iba vestida?, le dice a Barney. Por amor de Dios, dime que no iba de Conan el Bárbaro, le digo.
¿De Supergirl?, dice Tommy. No, dice Barney. Di otra cosa. ¿Spider-Woman? ¿Batgirl? Espera, le digo, ¿Catwoman? No, dice Barney. Ninguna de ésas. Bueno, pues dinos de quién, le digo, dinos de quién coño iba. Iba de Robin, nos dice, ése era su personaje, y nos da un empujón al pasar con el filete requemado que lleva metido entre dos panecillos.
¿Quién coño es Robin?, me pregunta Tommy, y entonces yo me quedo flipando, ¿cómo?, espera un segundo, iba de Robin, de Batman y Robin. Tommy me mira asombrado. Los dos tenemos la mandíbula en el suelo. Joder, pues mola, dice Tommy. Y sí, molaba.
Navidad de 1977, vamos a nuestro primer concierto de punk rock y es una puta pesadilla negra. Tocan The Clash en la sala McMordie, en la Universidad de Queen’s, y Mack nos consigue entradas. De nada, eh, nos dice. ¿Qué quiere, que le demos las gracias? ¿Gracias por cagarla en la misión del Europa? ¿Gracias por provocar una guerra civil? Ahora se lo diría. Pero en el momento me tuve que morder la lengua y decirle, es verdad, tío, muchas gracias, hay que ver, estás en todo.
Esto va a ser un rito de iniciación, nos dice Mack. Está con otro tío, uno que se llama Del Brogan, que resulta que es cantante y además comandante del IRA desde hace poco. No había oído hablar de él en mi vida. Quedamos en el Tim’s Harbour: Tommy, Barney, estos dos y yo. Corren las pintas de cerveza. ¡Arriba los Rebeldes!, y todos brindamos. Vamos ya bastante perjudicados. Espero que nadie me escupa, dice Tommy. Esta chaqueta es de las buenas. Pues por lo que me han dicho, esta gente son unos salvajes, dice Barney. Llevan cadenas de perro y lo mismo se ponen a cuatro patas como les dé por ahí. No es más que rock and roll, nos dice Del Brogan, tenéis que ampliar vuestros horizontes, colegas. Tiene el pelo negro, muy corto, la piel pálida, y unos ojillos como de topo saliendo de la madriguera en busca de luz. Lo que quiero decir es que os gusta el rock and roll, ¿verdad? Sí, Bill Haley no está mal, dice Barney. Buenos, pues es lo mismo, dice Del Brogan, pero quitándole la parte aburrida.
Bill Haley no tiene nada de aburrido, amigo, le dice Barney. Arrancamos los putos asientos cuando tocó en Belfast. Bueno, entonces erais unos punkis adelantados a vuestro tiempo, dice Del Brogan. ¿Qué intentas decirnos?, le dice Barney. Los punkis son maricones. No, te equivocas, le dice Tommy. Un punki no es nada de eso. ¿Entonces qué es?, le pregunta Barney. Un punki es alguien que está en contra del sistema, le dice Tommy. Exactamente, dice Del Brogan. El IRA es el mayor grupo punk que existe. Tommy y Del Brogan se miran y asienten. Entonces Mack saca una cajita y la pone en la mesa. Bienvenidos al futuro, amigos, nos dice, y coge unos papelitos cuadrados, como sellos en miniatura con el dibujo de una serpiente enrollándose alrededor de una mujer desnuda con unas tetas enormes. Joder, Sammy, me dice Barney, parece un dibujo de Conan. ¿Habéis oído hablar del LSD?, nos pregunta Mack. ¿Eso qué coño es, una droga?, le dice Tommy. Sí, una droga, le dice Mack. La mamba negra. La mamba negra es blanca, le dice Tommy. Cierto, dice Mack. Eso es porque en el mundo del LSD, al igual que en Irlanda del Norte, todo está al revés. Veo que no estáis muy puestos en el tema, dice. ¿Habéis tenido algún «viaje» alguna vez?, nos pregunta. Yo cuando me fumé la maría aquella, le dice Tommy. Como nunca había sonado mejor. ¿Crees que aquello fue bueno?, dice Del Brogan, pues espérate a escuchar a The Clash hasta arriba de LSD. ¿Te coloca?, le pregunta Barney. Ésa no es la cuestión, dice Del Brogan. Esta mierda te despierta. ¿Cómo que te despierta?, le dice Barney. Hace que despiertes a la puta vida, amigo, dice Del Brogan. ¿Quién coño quiere despertar a la vida en Belfast?, le dice Barney. Vale, dice Mack. Y básicamente te coloca. Con eso me basta, le dice Barney. A ver, dame una. Y coge una estampita y se la mete en la boca y se la traga con la ayuda de un sorbo de birra. Tienes que disolverla debajo de la lengua, le dice Mack, ¿qué estás haciendo?, tómatelo con calma. Pero Barney se queda allí sentado. No noto un mojón, dice. Ya había oído hablar de estas drogas, dice. Le ponen comida para gatos y detergente y mierdas así. ¿Cómo coño van a meter comida para gatos en ese trocito de papel?, le digo. Tienes que dejar que entre en el torrente sanguíneo, le dice Mack, deja que entre, que fluya, y que llegue al cerebro. Es cerrado de mollera, dice Tommy. Seguro que por eso no le hace efecto. Hay que darle tiempo, dice Mack, ya verás como dentro de nada, en cuanto tiremos para el concierto, nos va a dar un subidón de la hostia, chaval. De la hostia. DE LA HOSTIA… Tal que así:
Llegamos al concierto (con un subidón de la hostia) y todo el campus está sitiado, hay polis por todas partes, hileras de furgones blindados fuera del auditorio, soldados –putos críos– con ametralladoras (de la hostia), y dentro está lleno de chavales hambrientos, marcados, rodeados, y salen volando como globos, es lo que en la jerga se conoce como «pogo», un joven baila pogo, está bailando, uno está dando saltos, arriba, en el aire, qué atrevido, se ha dejado ir, está suspendido en el aire, no pesa nada, está allí, flotando, mirándolos desde arriba, burlándose de ellos, chicos, somos un grupo de chicos, chicos que levantan Belfast, y hay algo en la garganta del chico, una conexión, mientras flota en el aire, Dios es más, chicos, Dios es más, chicos, se lanzan al aire, uno tras otro, y los maderos están con la bromita de «es hora de volver a casa, chicos», pero entonces es como A la Mierda Para Siempre, en movimiento, pero ahora los soldados suben y escupen sobre los que miran hacia arriba y, a juzgar por los gritos, está claro que Dios está de nuestro lado, sí, incluso si él es como un yoyó arrastrándose por la Tierra, de habitación en habitación (en una habitación) (secreta), mientras todo el mundo se desnuda y se desabrocha los cinturones y se forma una montaña enorme y Barney se está quitando el cinturón junto al puesto de control y se baja los pantalones, cree que tenemos que qui­tarnos la ropa, ser armas desnudas, en el frente, y al aden­trarnos nos absorben, nos empujan, en una ola, una ola ciega que se levanta, canciones de rebeldes, un sonido que empieza, una canción carcelaria es un sonido que va y viene, un eco, descompasado, que subyace, en forma de serpiente, la ola ciega es una serpiente blanca, la larva es el padre, la madre hendida, fluyendo, atravesando, a ciegas, más extraño que el cantante, un cuervo sale de la luz blanca, un cuervo negro en la blanca roca es un cisne aterrado de transformarse, hasta que una serpiente, al salir de su madriguera, llega, desgarrando el músculo, es terrible, y lo escupe, escupe lo que desgarra y se obliga a devorar para abrirse paso al exterior, a la vida, sobre la vida, todo el cuerpo convulsiona, y mediante la fuerza, se revela, como una serpiente, una serpiente negra como una capucha, avejentada por el Milagro, como una palabra que muerde el silencio, como mi padre, que sujeta el micrófono con sus manitas muertas, es él quien hace el ruido, es la forma de una serpiente negra, adentrándose en el hielo como caballos en la guerra, mientras las piernas se elevan, mientras las manos ascienden en una gran ola cuyo nombre es Set, Cariño, se llama Egipto, lo que se conoce como el Estado Libre, y el terrible pensamiento de Dios, mirando atrás, hacia donde estaba el Arte, contemplando su propio rostro y la negrura, cegado por su negra capucha, está a punto de cantar, el Milagro lleva la corona a modo de sudario, y la canción comienza y todos a su alrededor se quedan mirándola, del mismo modo que los fantasmas regresan al lugar donde fueron asesinados, es el espectáculo, llamado Familia, te contiene, te limita, como Familia Eterna, estas palabras conforman la canción que están cantando (podemos apreciar todas las velocidades, demonio, igual que no podemos ver una mosca moverse de un punto a otro, no hay demonios acaso, yo los llamo, se mueven tan rápido que el ojo humano no los ve) y detrás, un ruido tremendo, atronador, música de máquinas metálicas (odio al Ejército Británico y odio a la RU...

Índice

  1. La respuesta del Cisne
  2. La mejor década de nuestras vidas
  3. Bobby Sands ha llegado
  4. Una palabra que muerde el silencio
  5. El océano y la orilla
  6. La Capucha de la Serpiente, que es el Milagro
  7. CRÉDITOS DE LAS CANCIONES
  8. Notas