LA REBELIÓN ANDINA DE TÚPAC AMARU

Marisa Gallego

• Editorial: Editorial Maipue
• Año: 2017
• ISBN:
  9789873615917
• Categoría: History
• Categoría: World History

Narra el acontecimiento más importante de la historia social latinoamericana de fines del período colonial. En 1780, la rebelión general de las poblaciones indígenas, liderada por el cacique cuzqueño José Gabriel Túpac Amaru, y el líder aimara Túpac Katari se extendió desde Cuzco hasta el Lago Titicaca, La Paz, Potosí y el noroeste argentino. Así, la rebelión andina representó el desafío más importante al dominio español planteado por los pueblos originarios de Sudamérica.

Capítulo 1

El Tahuantinsuyo: Imperio andino de los Incas

“Los reyes incas dividieron su Imperio en cuatro partes, que llamaron Tahuantinsuyo,

que quiere decir las cuatro partes del mundo, conforme a las cuatro partes principales del cielo:

oriente, poniente, septentrión y mediodía. Pusieron por punto o centro la ciudad del Cusco,

que en la lengua particular de los Incas quiere decir ombligo de la tierra”.

Inca Garcilaso de la Vega,

Comentarios Reales

El Estado cusqueño

Al arribo de los españoles en el siglo XVI, el Estado incaico extendía su dominio en los Andes sobre distintos grupos étnicos recientemente incorporados al Imperio o Tahuantinsuyo9. Sus dilatadas fronteras abarcaban territorios de Ecuador, Perú, Bolivia, el noroeste argentino y el norte de Chile.

Originarios del valle del Cusco, los quechuas o incas fueron un pueblo ágrafo10 y la única civilización agraria que prosperó en uno de los medios geográficos más altos del mundo con una notable densidad de población: la región andina peruano-boliviana. En esta altiplanicie se ubica el lago Titicaca, a 3.900 metros sobre el nivel del mar.

Los incas lograron estructurar un Estado tributario y una compleja organización sobre distintas comunidades étnicas. Este pueblo supo adaptarse de manera original a un medio inhóspito, situado entre los 3.000 y 4.000 metros de altura, con escasez de tierras cultivables, a una gran altitud para el desarrollo agrícola, con extrema oscilación de las temperaturas, heladas y sequías.

Los incas convirtieron en ventaja lo que era una obvia desventaja geográfica, extendiendo su sistema de agricultura intensiva en terrazas situadas en las vertientes de las montañas; aprovecharon el agua de deshielo y las lluvias mediante la construcción canales, y utilizaron técnicas de conservación de alimentos como el chuño (papa u otros tubérculos disecados por proceso de congelamiento) y el charqui (carne de llama, guanaco o venado secada al sol y al viento).

Sin embargo, comparada con la historia de las sociedades andinas, la dominación cusqueña fue de corta duración. La formación del Imperio incaico fue bastante tardía en los Andes, si consideramos que hubo Estados más antiguos que unificaron políticamente la región como Tiahuanaco11 y Huari, y de los cuales los incas recibieron su legado cultural.

Las élites incaicas atribuían su origen étnico a Tiahuanaco, ciudad situada en la cuenca del Titicaca. Así, en los mitos imperiales cusqueños, el santuario del lago fue convertido en uno de los sitios sagrados o huaca y en templo de la religión estatal. También los incas adoptaron la divinidad tihuanacota: Viracocha.

La expansión inca recién se consolidó en el siglo XV bajo el gobierno del Inca Pachacuti (1438-1471) y su hijo Inca Yupanqui (1471-1493) tras someter a los chancas, canas y canchis, al sur del Cusco (grupos étnicos del cacicazgo de Túpac Amaru en el siglo XVIII), y a los collas y lupacas al norte de la cuenca del Titicaca. Los caciques y reinos aimaras ubicados en la actual Bolivia, en torno a este lago, fueron incorporados al Incario como región del Collasuyo. Estos pueblos pagaron tributo al Inca y proveyeron de contingentes indígenas al ejército cusqueño.

Cusco, la capital del Tahuantinsuyo era la residencia del Inca, está situada en los Andes a 3.400 metros de altura. En el siglo XVI la ciudad contaba con una población de 300.000 habitantes. Inca fue el título que recibían los gobernantes en la etapa imperial y que los españoles utilizaron para denominar a este pueblo andino.

El Inca, descendiente del Sol-Inti, ostentaba el poder absoluto y hereditario y aún después de muerto se le rendía culto a su momia12.

En el Imperio solo la nobleza cusqueña, compuesta por los familiares del Inca, ocupaba los cargos políticos y militares más importantes. Los parientes del Inca eran miembros de los ayllus13 reales o panacas y practicaban la poligamia. En los últimos tiempos, cada Inca tomó como esposa principal a una de sus hermanas, un matrimonio incestuoso que reforzó la endogamia del ayllu real.

Asimismo se consideraba nobles o curacas a los antiguos jefes de los pueblos sometidos y a sus familias, que constituyeron cacicazgos perdurables aun tras la conquista colonial.

Las comunidades agrarias andinas

El Tahuantinsuyo ha sido presentado como un modelo de organización social, la edad de oro de los pueblos andinos e incluso como un imperio socialista.

Desde la obra clásica del Inca Garcilaso (1539-1616), estas ideas acerca del Tahuantinsuyo y del gobierno paternal de los Incas, tuvieron una amplia divulgación. Garcilaso es considerado el primer cronista mestizo, hijo del conquistador Sebastián Garcilaso de la Vega y de la princesa incaica Isabel Chimpo Ocllo. En sus Comentarios reales presenta una historia del Perú antiguo, de la expansión civilizadora de los incas y la primera unificación del mundo andino (el Tahuantinsuyo), hasta el advenimiento de la conquista española y la derrota quechua.

Durante el siglo XVIII, la obra de Garcilaso fue popularizada entre los autores ilustrados de Europa, que contraponían las bondades del Inca al régimen tiránico español. También su lectura fue considerada como un estímulo de la rebelión de Túpac Amaru.

A principios del siglo XX, la imagen del Tahuantinsuyo como un régimen justo e igualitario fue reivindicada por las corrientes indigenistas (aprista14 y socialista) americanas que impregnaron la literatura de Luis Valcárcel (1891-1987), Hildebrando Castro Pozo (1890-1945), Víctor Haya de La Torre (1895-1979) y José Carlos Mariátegui (1894-1930). Los autores y ensayistas peruanos elogiaron la economía del Tahuantinsuyo basada en el colectivismo, su alto grado de previsión y la redistribución estatal.

En sus Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana Mariátegui caracterizó la economía incaica como la más avanzada organización comunista primitiva. Además, destacó la persistencia de las comunidades agrarias andinas (ayllus) como formas de organización social previas a la expansión cusqueña, su continuidad en la sierra peruana bajo el régimen colonial y aún después de la independencia, la perdurabilidad del ayllu en la economía de la República.

Mariátegui, con una interpretación marxista, consideró al ayllu la célula social del Imperio y del comunismo incaico. Estas comunidades étnicas constituyeron unidades de producción basadas en lazos de parentesco, que compartían un territorio de cultivo y de pastoreo destinado a la cría de llamas o alpacas. La reciprocidad o ayuda mutua entre los miembros de los ayllus garantizaba el bienestar material y la eficacia de la agricultura colectivista. Con la dominación incaica se orientó el trabajo colectivo de las comunidades agrarias como base de la economía imperial y con fines regulados por el Estado.

Otros autores como Waldemar Espinoza Soriano (n. 1936), Luis Lumbreras (n. 1936) y John Rowe (1918-2004), en cambio, vieron en el Imperio de los Incas un r...

Índice

• Introducción
• Capítulo 1
• Capítulo 2
• Capítulo 3
• Capítulo 4
• A modo de conclusión