Historia de las crisis argentinas
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Historia de las crisis argentinas

  1. 392 páginas
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Historia de las crisis argentinas

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Este libro procura responder a una pregunta incómoda: ¿cómo es que Argentina llegó a derrumbarse? ¿Por qué motivos y de qué manera, un país al que Sarmiento imaginaba siguiendo los caminos de Estados Unidos, retrocedió sin pausa en sus niveles de desarrollo hasta parecerse a otros países del Tercer Mundo, con quienes nunca quisimos compararnos? A lo largo de esta obra, vamos a ver la conducta de las clases dominantes de Argentina, algunas de las cuales hicieron coincidir sus intereses con el crecimiento del país y otras con su desmantelamiento.

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Información

Año
2020
ISBN
9789878321400
Categoría
History
Categoría
World History
Capítulo 1
De las muchas formas de entender una crisis
¿De qué estamos hablando?
Las crisis tienen un momento histórico
En este libro hablamos de crisis económicas. Pero, ¿qué cosa es una crisis? En las próximas páginas veremos el mismo término utilizado con muchos significados diferentes y aún contradictorios. Hay razones para este aparente equívoco: cuando las cosas van bien, la gente está más de acuerdo que cuando las cosas van mal. Eso hace que sea más fácil definir la expansión que la recesión. Pero además, el hecho de que la economía global esté en crisis no significa que todos la estén pasando parejamente mal. En la economía, como en la naturaleza, también existen los buitres que se benefician de la desgracia ajena, y a menudo la provocan. Por eso, la noción de crisis es una de las más controvertidas de la ciencia económica.
En principio, llamamos crisis o recesión a un descenso en el nivel absoluto de la actividad económica. A veces, puede tratarse solo de una disminución en el ritmo de crecimiento, aunque con efectos semejantes: mayor desocupación, disminución de las ventas, reducción del crédito, inquietud generalizada. Una complejidad adicional es que los diferentes sectores sociales no mejoran, y empeoran todos de la misma manera cuando cambia la situación económica.
Agreguemos que nos estamos refiriendo exclusivamente a fenómenos de origen social. Las llamadas catástrofes de origen natural quedan fuera de nuestro objeto de estudio. Un terremoto no es una crisis, aunque pueda llegar a reducir las actividades productivas.
Esto nos ubica también en una perspectiva histórica: una crisis es una forma peculiar de desajuste del sistema económico. Repentinamente –y por cosas que hacen al funcionamiento de ese sistema– se produce más de lo que puede venderse. Esta diferencia entre oferta y demanda se va trasladando a las distintas actividades y sectores, y las va paralizando gradualmente.
Pero no cualquier economía puede tener crisis. No existieron crisis de superproducción en el Imperio Romano, ni en la Edad Media, ni en el período colonial, ni en la época de Rosas. Ni a los sioux ni a los incas les pudo nunca ocurrir nada parecido. Para que ocurra algo así, es necesario que exista una economía capitalista de mercado.
En períodos anteriores, existían situaciones de escasez por sequías o inundaciones, por guerras o por especulación. (Por algo la Biblia maldice a los especuladores que acaparan el trigo en vez de venderlo). Pero un mecanismo que hace que se produzca más de lo que puede venderse es característico exclusivamente del capitalismo moderno, que ha logrado convertir en una pesadilla lo que hubiera sido una bendición en otras sociedades anteriores. En nuestro país, esto solo pudo ocurrir bajo su forma actual, a partir de nuestra integración a la división internacional del trabajo. Es decir, desde la segunda mitad del siglo XIX. Las situaciones económicas desfavorables que hubo antes son demasiado diferentes de las posteriores como para que las tratemos en este libro.
Esto no quiere decir que la historia sea una continuidad. El tiempo histórico parece moverse mucho más a los saltos que en forma continua. Por eso nos interesa introducir aquí la noción de fase de desarrollo. Llamamos fase de desarrollo a un período de tiempo en el cual se articula un cierto modelo de país. Esto significa que existe una coherencia interna en factores tales como la estructura de las clases sociales, las relaciones de poder, las condiciones económicas, las relaciones internacionales, la forma de utilizar los recursos naturales. Este modelo de país incluye también componentes tales como la modalidad de las relaciones culturales y familiares, las actitudes estéticas o los sistemas de valores predominantes.10, 11, 12
En el interior de una fase de desarrollo, los cambios son cuantitativos: tenemos más de lo mismo. En cambio, al pasar de una a otra fase de desarrollo, los cambios pasan a ser cualitativos: hechos semejantes tienen una significación completamente distinta. Tal vez una buena definición de fase de desarrollo sea un período en el cual se encuentra un sistema particular de conflictos sociales.
Esto además equivale a decir que cada uno de estos modelos de país significó una cierta especificidad en la generación de crisis económicas. Por eso vamos a ordenarlas según las fases de desarrollo en las que se han producido. Por ahora, solamente las enunciamos, ya que las detallaremos a medida que vayan apareciendo:
• Fase de inserción de Argentina en la división internacional del trabajo: período de la llamada Generación del 80. En ese momento teníamos un país agroexportador. Abarca aproximadamente desde la Organización Nacional (1860) hasta la crisis mundial (1930).
• Fase de industrialización sustitutiva de importaciones: período del peronismo, la industria nacional y el crecimiento de las grandes áreas urbanas. Abarca aproximadamente desde la crisis mundial (1930) hasta el comienzo de la última dictadura militar (1976).
• Fase de modernización periférica y globalización: período de abandono del proyecto industrialista. El país se vincula a la economía internacional como importador de bienes, servicios y tecnologías. Comienza aproximadamente con la última dictadura militar (1976) y sigue mientras estamos escribiendo esto.
Creemos que los mecanismos de generación de crisis económicas y las respuestas del Estado ante las respectivas crisis son semejantes en el interior de cada fase de desarrollo. Y tienen diferencias entre una y otra fase. Por lo menos, se parecen y diferencian lo suficiente como para que merezcan un agrupamiento según dichas fases. Es lo que haremos en los próximos capítulos.
Como dijimos, en principio deberíamos desentendernos de lo que ocurrió antes de la mitad del siglo XIX. Sin embargo, haremos una excepción importante con ese pasado remoto para hablar del nacimiento de la deuda externa. Y es que hablar de crisis y de deuda externa es mencionar dos realidades íntimamente ligadas. Lo están desde el principio del país hasta ahora. En una primera etapa, cada vez que estábamos mal teníamos que pedir prestado. Pero después esos préstamos condicionaron tanto la vida económica del país, que la deuda externa terminó siendo un factor más de recesión. Es decir, que pasamos a estar mal por haber pedido prestado demasiado.
En grandes líneas, la deuda suele ser recesiva por varias vías concurrentes, según esa deuda entre o salga del país. Por una parte, recibir un préstamo significa que hay mayor disponibilidad de divisas. Generalmente, se dice que ese dinero se va a usar para proyectos de crecimiento económico. Pero una parte de esas divisas se suele usar para importar productos que podrían fabricarse en el país. Esas industrias, por consiguiente, entran en crisis.
En nuestra historia, han sido muchos los préstamos externos que venían atados a la exigencia de gastar ese dinero en el país que nos prestaba. Es decir, que nos prestaban para reactivar su propia economía, no la nuestra.
También se usan esos fondos para poder remitir al exterior las ganancias de las corporaciones extranjeras y de aquellos argentinos que prefieren invertir en el exterior en vez de hacerlo en el país. De este modo, los préstamos internacionales suelen descapitalizarnos, aunque se publicite exactamente lo contrario.
Pero también una deuda es recesiva por la sencilla razón de que alguna vez hay que devolverla. Es decir, que hay que sacar dinero de la actividad económica interna para remitirlo al exterior. Y no siempre los beneficios del préstamo compensan estos efectos negativos.
A lo anterior, tenemos que agregar que entre el prestamista y el deudor se establece una relación de poder. Las condiciones que imponga el acreedor pueden ser extraordinariamente leoninas. En ocasiones, son tan duras que algunas de sus cláusulas no se divulgan y pasan muchos años hasta que la gente se entera de la forma en que esa deuda afectó sus vidas. Con frecuencia, no se entera nunca.
El investigador Carlos Marichal cuenta que tuvo acceso a contratos de la deuda externa argentina durante la última dictadura porque presentó credenciales de una universidad norteamer...

Índice

  1. HISTORIA DE LAS CRISIS ARGENTINAS
  2. Introducción
  3. Capítulo 1
  4. Capítulo 2
  5. Las crisis en la época de la Generación del 80 (1860-1930)
  6. Capítulo 3
  7. Capítulo 4
  8. Capítulo 5
  9. Capítulo 6
  10. Bibliografía