INTRODUCCIÓN
La entrada en prisión de Luiz Inácio Lula da Silva el día 7 de abril de 2018 dio la vuelta al mundo y acaparó la atención de las principales agencias y medios de comunicación, así como de las redes sociales. No es para menos. El expresidente brasileño seguramente pasará a la historia como uno de los personajes más emblemáticos de la política nacional. Asimismo, su liderazgo, que tuvo gran repercusión internacional, inspiro a varios países del Sur global, proyectando, a su vez, el rol de Brasil en América Latina y en el mundo en este nuevo siglo. Aquellos más conocedores de la política brasileña y latinoamericana recibieron con aprensión la noticia, alertas por el papel político del poder judicial, el crecimiento de posiciones extremistas y de odio y las consecuencias políticas y electorales de su encarcelamiento, principalmente su impacto en la contienda presidencial de octubre de 2018, en la que Lula da Silva partía como favorito, liderando todas las encuestas. Por otro lado, los que siguen la escena política brasileña con más distancia tomaron la noticia con estupefacción y sorpresa: ¿cómo ha podido una figura como Lula, que llegó a tener una de las mayores tasas de popularidad de la historia reciente del país, acabar en la cárcel? Más que eso: ¿qué ha ocurrido con Brasil? ¿Cómo, en tan poco tiempo, el “país del futuro” —que aparentemente crecía a buen ritmo y con políticas que parecían agradar a sectores sociales y políticos muy diversos, incluso a aquellos habitualmente excluidos— se desplomó, económica y políticamente, con tanta rapidez?
“Brasil no es un país para principiantes”, decía una célebre frase del cantante y compositor Antonio Carlos Jobim. Nada más acertado que eso. Pero el caso es que, incluso para estudiantes de nivel avanzado, resulta bastante difícil dotar de un sentido explicativo a la serie de acontecimientos y escándalos que se suceden en el país durante los últimos años. Ni siquiera la mejor de las telenovelas brasileñas o de las series de culto actuales parecen tener la creatividad para generar una trama tan compleja y repleta de golpes de efecto, en la que las noticias bombásticas del día anterior caen rápidamente en el letargo. La realidad supera la ficción y, obviamente, en el transcurso de los sucesivos capítulos no hay meros espectadores, sino sujetos activos que van cambiando el curso de los acontecimentos.
La prisión del principal líder del Partido de los Trabajadores (PT) es un evento político saturado de significados que condensa elementos centrales de la vida política brasileña contemporánea, evocando una serie de dudas sobre el presente, pero también movilizando imaginarios y escenarios sobre el pasado y el futuro, con la vida política brasileña muy polarizada en los últimos años. Para gran parte de la izquierda se trata de simple y perversa persecución, de una (in)justicia selectiva, de una venganza contra Lula y su partido por haber favorecido a las clases populares. Por otra parte, el combate a la corrupción —o lo que se puede definir como neopatrimonialismo, que se encuentra en todos los estados modernos pero que en Brasil evidencia una fuerza tremenda— moviliza sectores muy amplios de la sociedad brasileña. En este sentido, el poder judicial pasó a ocupar un espacio central en la dinámica del país, con enorme impacto en la política.
Si miramos la situación global, parece haber un Zeitgeist más amplio, propio de nuestro actual momento histórico, en el cual el odio de clase, la intolerancia y las posiciones machistas, racistas y xenófobas no parecen tener mayores problemas en explicitarse públicamente, fortaleciéndose, además, por la complicidad —implícita o explícita— de varios sectores políticos, tanto en el Gobierno como en la oposición, en países centrales y periféricos. Eso ocurre junto a cambios profundos en las sociedades, más individualizadas, plurales y fracturadas, con dificultades para articular respuestas globalmente estructuradas al capitalismo financiero de nuestros días, por más que se hayan ampliado las reivindicaciones por una verdadera democracia. En sintonía con esos elementos más generales, hay especificidades del caso brasileño que marcan el momento presente, delineando la actual correlación de fuerzas, las limitaciones de determinados proyectos políticos, el agotamiento de ciertos actores y la emergencia de otros.
Un presente enmarañado que remite, con frecuencia, a indagaciones sobre el pasado reciente del país: ¿cómo situar la acción del poder judicial, en particular de la bastante autónoma, formalmente independiente, Fiscalía Federal (Ministerio Público Federal, MPF), que reivindica de manera activa el combate a la corrupción? ¿De qué forma las masivas protestas iniciadas en junio de 2013 en todo el país contribuyeron a marcar los derroteros de la sociedad y de la política brasileña actuales? ¿Cómo analizar el ciclo político de los Gobiernos petistas, sus avances, contradicciones y limitaciones, así como las reacciones conservadoras? ¿Qué se podría decir sobre el agotamiento de determinadas agendas y actores —entre ellos el propio PT— que surgen en el país en las luchas contra la dictadura a finales de los setenta y a principios de los ochenta?
Estas preguntas sobre el pasado reciente nos remiten, a su vez, al futuro: ¿será el PT capaz de recomponerse? ¿Se construirá una izquierda renovada en Brasil? ¿Podrá esta avanzar en una dirección poshegemonista y posdesarrollista, abriendo nuevos escenarios? ¿Cuáles serán las principales agendas, directrices y tendencias de la política brasileña en la próxima década? ¿Qué sectores políticos conducirán este proceso? ¿Cómo se relacionarán los acontecimientos del presente y las trayectorias pretéritas en las proyecciones de futuro? ¿Cuáles serán los roles y proyectos de las fuerzas de centro y de derecha para las próximas décadas, si es que tienen alguno más allá de recortar derechos y fondos, privatizar empresas públicas y reafirmar la subordinación global del país?
Nos negamos en los textos que componen este libro a pensar la política brasileña de forma lineal y partidaria, como a menudo ocurre. Tampoco queremos ceñirnos a los acontecimientos inmediatos que, en general, producen una ceguera del presente y un cierre a corto plazo. Preferimos, por el contrario, pensar los eventos recientes en Brasil como partes integrantes de un proceso político más amplio que solo se puede comprender en su complejidad articulando y sobreponiendo temporalidades diversas y actores y proyectos antagónicos.
Brasil vive hoy un cambio de era marcado por una crisis de la República, reinaugurada formalmente en 1985, que, tras muchas luchas por la redemocratización, puso fin a la dictadura militar instaurada dos décadas antes. Aunque algunos sugieren que estamos frente al final definitivo de lo que entonces se denominó la “Nueva República”, preferimos ser más cautos, dado que no está claro que sus instituciones y su horizonte imaginario y de derechos vayan a desaparecer. Sin embargo, vivimos, de hecho, una fuerte crisis (no necesariamente fatal) que, desgraciadamente, parece caminar hacia una inflexión en un sentido fuertemente antipopular. Esto nos obliga a ir más allá del análisis y el cuestionamiento de los proyectos de transición a la democracia en Brasil —y también de otros contemporáneos en América Latina y en Europa—, como ya se ha hecho hasta la saciedad, para plantearnos las vicisitudes de posibilidades democráticas en un escenario de cambio histórico, dominado por un momento de desdemocratización o de retrocesos democráticos en buena parte del mundo, como es notorio en el caso de Brasil. Existen hoy ensayos intelectuales y políticos interesantes —aunque a veces muy exagerados en el diagnóstico, como en el caso de Podemos en España y sus visiones sobre la “crisis orgánica” o la “muerte terminal” del régimen del 78—, y este libro pretende contribuir a este debate en un momento en el que, como rezaba la atinada formulación gramsciana, lo viejo no terminó de morir y lo nuevo no acabó de nacer en Brasil.
Cabría incluso preguntarnos: ¿podría el resultado de la presente crisis llevar, a medio plazo, a una democratización más fuerte en este país? Los autores de este libro compartimos la hipótesis de que un largo ciclo democratizador se cerró en Brasil con el golpe parlamentario de 2016, precipit...