PRÓLOGO
Ángel Martínez González-Tablas
Los problemas de la economía mundial de nuestro tiempo son tantos y tan graves que estaríamos locos si no les dedicáramos una atención preferente. La forma en la que en un mundo lleno producimos, distribuimos y consumimos los bienes y servicios sobre los que descansa la reproducción de la existencia social no solo determina la calidad de vida de las personas que lo habitan, sino que marca la compatibilidad con las leyes biofísicas que permiten la vida de la especie humana en el planeta tierra, de la que emergen como punta visible del iceberg el cambio climático y las tensiones energéticas. Las relaciones económicas que atraviesan el espacio mundial —comerciales, productivas, financieras— se han hecho tan densas que el tejido resultante se nos presenta como una unidad, a pesar de la heterogeneidad que alberga en su seno: la economía mundial ha dejado de ser lo que fue en el pasado, la amalgama de actividades económicas que se desarrollan en el mundo, para convertirse en un todo articulado. Resulta aún más difícil describirlo, ya que es un conjunto cuyos criterios vertebradores distan de ser firmes, con una progresiva mundialización que no ha proporcionado los resultados que vaticinaban sus valedores y con unas pulsiones que, desde posiciones no ya discrepantes sino antagónicas (piénsese en el mejor ecologismo y en la posverdad de Trump), coinciden en cuestionar su virtualidad, pero desde fundamentos y con orientaciones radicalmente diferentes.
Tienen además el agravante de que no solo afectan a quienes operan activamente en el espacio mundial, sino que nuestra vida cotidiana, la de los seres de a pie que nos movemos en entornos de proximidad, está marcada por los condicionamientos que se derivan de las dinámicas de la economía mundial, nos guste o no. No sabemos cuál será la hegemonía que va a marcar nuestro futuro, pero sí sabemos que muchos colapsos y procesos concretos de exclusión —en el mediterráneo, en Siria, en Irak, en otras muchas zonas con menos foco mediático— están relacionados con la economía mundial, como lo están los procesos que alberga en su seno la gran involución social que atraviesa el corazón de los países supuestamente desarrollados.
Sin embargo, actuaríamos como pollos sin cabeza si nos afanáramos, sin más, tras cada uno de estos grandes problemas, porque para poder desentrañar su origen y las interdependencias que determinan su comportamiento necesitamos apropiarnos del acervo de escuelas de pensamiento que los han estudiado —y las páginas de este libro lo hacen con un rigor carente de complacencia—. Requiere también enfrentarse con el desafío de construir una aproximación epistemológica que esté a la altura de los tiempos, que sea capaz de aprehender la totalidad del campo y de captar las nuevas tendencias que atraviesan y transforman la economía mundial existente a comienzos del siglo XXI.
No nos engañemos, nos adentramos en un tiempo nuevo, que no podremos entender si pretendemos hacerlo con simples extrapolaciones provenientes de nuestro conocimiento del pasado. Hay una notable cesura entre la dinámica de la economía mundial de los últimos siglos, orientada por el despliegue del capitalismo y marcada por los combustibles fósiles, y lo que puede ser el devenir de las próximas décadas y del siglo XXI en su conjunto.
En este contexto, un libro de estas características no solo es acuciantemente necesario, sino que es de rabiosa actualidad, a pesar de que en apariencia va dirigido a estudiosos, a analistas, a investigadores, a quienes enseñan y estudian en nuestras universidades y centros de reflexión y pensamiento sobre temas de economía mundial.
Y, desde esta visión, difícilmente podría encontrarse mejor merecedor de homenaje y agradecimiento que el profesor Carlos Berzosa, por la limpieza y el rigor de su trayectoria crítica —junto a espejos de ciudadanía y de compromiso como José Luis Sampedro, José María Vidal Villa o Javier Martínez Peinado— y por la sencillez y tolerancia con la que ha vivido a lo largo de décadas y desde distintas responsabilidades universitarias en la mejor tradición de académicos del fuste de Rafael Martínez Cortiña y Manuel Varela Parache, que supieron crear un clima de trabajo en el que la diversidad pudo crecer con la naturalidad del respeto. Todos los partícipes en este libro —en el que escriben tres generaciones de estudiosos de la economía mundial— nos sentimos honrados de poder rendir este homenaje, a través de la persona de Carlos Berzosa, a tantos compañeros de pensamiento discrepante que fueron y seguirán siendo referencia obligada para quienes estudian una economía mundial que aspire a ser ecológicamente sostenible, carente de pobreza y orientada por la búsqueda de la calidad de vida de las personas.
Madrid, 2 de marzo de 2017
Capítulo 1
El estudio de la economía mundial
Pedro José GÓMEZ SERRANO
¿Qué es economía?
¿Y tú me lo preguntas?
Economía… eres tú.
José Luis Sampedro (2015: 17)
La economía mundial: una realidad cambiante, conflictiva y compleja
El mundo en que vivimos se encuentra sometido a enormes turbulencias sociales y económicas. Más allá de la crisis financiera e inmobiliaria desencadenada a partir de 2007 (Gómez Serrano, 2012) —que dista mucho de haberse superado—, existen procesos de medio y largo plazo que pueden modificar profundamente las características básicas de la economía mundial tal y como la hemos conocido en las últimas décadas: el ascenso y consolidación de las economías emergentes; el bloqueo institucional —o, incluso, la fragmentación— de la Unión Europea; el largo estancamiento de la economía japonesa; el sobreendeudamiento de los estados, las empres...