Plantas medicinales para toda la familia
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Plantas medicinales para toda la familia

175 infusiones, cosméticos naturales y remedios tradicionales

Rosemary Gladstar, Laura Collet Texidó

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Plantas medicinales para toda la familia

175 infusiones, cosméticos naturales y remedios tradicionales

Rosemary Gladstar, Laura Collet Texidó

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Información del libro

Una guía fundamental para conocer a fondo las plantas medicinales y aprender a usarlas en la vida diaria.Rosemary nos brinda un compendio de consejos sabios para vivir mejor y por mástiempo, junto con un sinfín de sus recetas preferidas a base de plantas para promover el bienestar, prevenir enfermedades y abordar todo tipo de problemas de salud.Encontrarás remedios para mejorar la digestión, la salud de tus ojos, la depresión, aumentar la vitalidad, aliviar los cólicos hasta cómo organizar y elaborar el mejor spa de tu vida.

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Información

Año
2021
ISBN
9788494913518

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Fitoterapia eco-lógica

El origen de este libro se encuentra en la insistencia por parte de algunos amigos para que recopilara mis escritos y enseñanzas de los últimos treinta años en un solo volumen que sirviera de guía práctica de fitoterapia para el hogar. Debo reconocer que, en un primer momento, me mostré reacia. Me costaba imaginar qué podía añadir yo al rico legado de la fitoterapia que no se hubiera escrito ya, y además en muchos casos, con gran acierto. No obstante, meses después, al terminar de redactar lo que finalmente ha sido una obra de tamaño considerable, me di cuenta de que las enseñanzas de este libro comparten un propósito de vital importancia. No toda la información resultará innovadora, sorprendente o compleja, pero sí nos servirá para recordar el verdadero origen de la fitoterapia: nuestra profunda conexión con las plantas. He querido crear una guía del uso sostenible de plantas medicinales para toda la familia. Mi deseo es que acabe manoseada, desgastada y con la cubierta rota por el uso y el paso del tiempo, pero también, y no menos importante, que el lector tome conciencia de que nuestra salud está estrechamente relacionada con la del mundo que nos rodea. Entonces sabré que han merecido la pena no solo el tiempo que tanto yo como tú, lector, le hemos dedicado a este libro, sino incluso la vida de los árboles utilizados para imprimirlo.

Una medicina tradicional para los tiempos modernos

En un momento en que la fitoterapia está sujeta a las constricciones de la cultura moderna —estandarización, legalización, certificación y otros retos burocráticos—, quiero recordar al lector que el ser humano viene utilizado las plantas como alimento y medicina desde hace cientos de miles de años, desde los albores del tiempo. Hemos evolucionado gracias a su generosidad, y nuestra vida depende de ellas: nos proporcionan oxígeno, alimento, medicina, abrigo y una dimensión espiritual. Si aceptamos la expresión «somos lo que comemos», también deberíamos reconocer que nuestro cuerpo está íntimamente conectado con las plantas. La vida vegetal ha conformado la base de nuestra alimentación durante milenios. Antes de dar los primeros pasos en postura erguida, tambalearnos y percatarnos de que podíamos correr, cazar y matar, éramos recolectores, y nuestra única fuente de nutrientes procedía de las plantas, la biomasa verde que crece desde el corazón de la tierra. Ellas fueron nuestra primera medicina y la más efectiva. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más del 80 por ciento de la población aún utiliza plantas medicinales como principal método de curación. En la era de la medicina moderna y sus milagros, mucha gente cree que la fitoterapia no se basa más que en mitos y leyendas. Si las plantas medicinales no son eficaces, ¿cómo es posible que una especie tan inteligente como la nuestra, capaz de llegar a la Luna, no haya renegado hace tiempo de la fitoterapia? De hecho, las propiedades de las plantas son tan efectivas que, a pesar de sufrir pestes y plagas, enfermedades, hambre y guerras, el ser humano no solo ha sobrevivido, sino que se ha multiplicado más allá de lo esperable.
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La terminología de la fitoterapia evoluciona con el tiempo; el clima y las características de cada región determinan distintos métodos y prácticas; y el uso o desuso de una planta depende de su popularidad; no obstante, una cosa es cierta e inmutable: la fitoterapia es un sistema eficaz, natural y asequible, al alcance de todos. Así lo demuestran miles de años de experiencia.
A través de meticulosos estudios, la ciencia moderna a menudo constata lo que nuestros antepasados ya sabían de manera instintiva. Las investigaciones pueden abrir una nueva ventana al mundo de las plantas medicinales. A veces, sin embargo, la información que aporta la ciencia da lugar a confusión, puesto que, a menudo, esta basa su estudio en un único constituyente aislado o en dosis superconcentradas que no podrían ingerirse mediante la toma de plantas en estado natural. Aunque resulte interesante especular sobre cómo actúan las plantas en el organismo, hoy no estamos mucho más cerca de entenderlo que hace unos siglos. Cada planta medicinal posee incontables constituyentes que explican apenas parcialmente su compleja acción sobre el cuerpo humano. Lo desalentador de este enfoque resulta evidente al considerar la infinidad de plantas que existen, cada una con su composición química concreta. La ciencia no puede demostrar fácilmente algo corroborado de forma empírica durante siglos. A las plantas, estos dilemas modernos les traen sin cuidado. Ellas, que se encuentran entre los seres vivos más antiguos del planeta, siguen proliferando y ofreciéndonos sustancias vitales: alimento, cobijo, medicina, oxígeno y belleza.
Existen incontables mentes y almas maravillosas que, con sus palabras, acciones y escritos, han contribuido al amplio conocimiento que nos ha sido legado sobre las propiedades de las plantas medicinales. La mayoría de los fitoterapeutas que han desempeñado una función esencial en la creación de este registro colectivo de sanación nunca recibirán el reconocimiento que merecen; sin embargo, cada vez que utilizamos las plantas como medicina llevamos con nosotros la semilla de su conocimiento. Por este motivo, cuando alguien me pregunta si una receta o fórmula es mía, no puedo evitar sonreír. Lo que sé sobre las plantas lo he aprendido de otros; ya sean personas a quienes he conocido directamente, o personas que vivieron siglos antes que yo. Es nuestro tesoro colectivo, nuestro derecho de nacimiento y hemos de compartirlo libremente.

Honrar las plantas medicinales

Mucho antes de que existieran bases de datos electrónicas o compendios científicos sobre plantas medicinales, los seres humanos ya conocían y comprendían sus propiedades curativas. Estoy convencida de que este conocimiento procedía de nuestra relación innata con la naturaleza, no solo de un proceso de ensayo y error, como se suele creer. Imagina por un momento a nuestros ancestros con fiebre, difteria o heridas graves, intentando averiguar por ensayo y error qué planta funciona en cada situación. En cada región del planeta crecen cientos de miles de especies. Documentar la extensa información de que disponemos sobre sus propiedades habría supuesto muchísimo tiempo, más del que llevamos en este planeta. ¿Acaso experimentamos hasta que dimos con la respuesta? No. Aunque el método de ensayo y error fuera importante, fueron las plantas quienes nos revelaron casi todo lo que sabemos sobre sus propiedades.
La cuestión de la seguridad en el uso de plantas medicinales
Recientemente han aflorado muchos informes sobre los peligros de la fitoterapia. Incluso plantas medicinales totalmente benignas, como la manzanilla o la menta, se ven relegadas a la lista negra. ¿Acaso hemos descubierto de repente que son peligrosas? No; pero hoy podemos ingerir plantas en formatos extremadamente potentes. Antaño las plantas se tomaban en infusiones, tinturas o jarabes. En la actualidad, en cambio, tenemos a nuestra disposición cápsulas que permiten ingerir con facilidad la cantidad que queramos, y preparados estandarizados, con extractos mucho más concentrados de lo que nos ofrecen las plantas en su estado natural.
En realidad, pocas plantas son tóxicas, pero prácticamente cualquiera de ellas puede provocar una reacción atípica en un individuo. Por ejemplo, las fresas son un dulce manjar para muchas personas, pero a algunas les sientan mal. Esto no significa que esta fruta sea tóxica; simplemente, no es adecuada para determinadas personas. No dejes que unas pocas historias dramáticas te asusten a la hora de utilizar la fitoterapia. Aplica el sentido común. Las plantas son una medicina poderosa, pero no siempre provocan los mismos efectos en todas las personas. Tómate tiempo para conocerlas y observar qué efectos tienen en ti; a cambio, obtendrás energía, salud y vitalidad por muchos años.
Las plantas tienen la capacidad innata de comunicarse. Cualquiera puede aprender a escucharlas, pero determinadas personas — como las curanderas, los fitoterapeutas, los sanadores, los botánicos y los amantes de la naturaleza— están más predispuestas. En las culturas tradicionales, los recolectores pedían permiso a las plantas para arrancarlas y utilizarlas con fines medicinales. Además de ser un gesto de respeto, se consideraba esencial para aprender y retener su poder curativo. A veces, cuando trato de encontrar el remedio más apropiado, les pido ayuda y, de algún modo, presiento cuál es la planta adecuada. No se trata de un don especial; mucha gente lo tiene, pero la mayoría se olvida de cómo utilizarlo. A medida que nos familiarizamos con las plantas medicinales y sus propiedades, perfeccionamos esta capacidad de escucha; aunque no pueda sustituir lo que se aprende en los libros, sí puede guiar tu comprensión.

Fomentar el conocimiento de las plantas medicinales en el mundo actual

Antiguamente, en culturas de todo el mundo, los niños que tenían un don especial para las plantas eran reconocidos desde muy temprano. El herborista, curandero o chamán de la comunidad los guiaba a través de un riguroso aprendizaje, hasta que se convertían en sanadores; de esta forma, la tradición se ha conservado hasta nuestros días.
En la actualidad, todavía encontramos niños con esta sensibilidad especial por las plantas, como si portaran un gen «verde». Es posible reconocerlos en las reuniones familiares, los parques y las escuelas: pasan horas en el jardín, absortos en la naturaleza, como hechizados por los insectos cubiertos de polen y las mariposas que reposan sobre las flores. Juegan con las plantas del bosque, hablan con los gnomos y las hadas que lo habitan y parecen vivir una relación especial con la naturaleza. Hay que insistir cuando se les llama para que vuelvan a entrar en casa. No paséis por alto a estos niños. En la Antigüedad, eran los «guardianes de la naturaleza» y se les consideraba futuros sabios y sanadores.
La fitoterapia se considera el sistema de sanación más antiguo, pero ahora está en peligro debido a la falta de comprensión, los problemas burocráticos, las presiones económicas, la destrucción del medioambiente y la desconexión con la naturaleza. La televisión, el estilo de vida urbano y los horarios estrictos y excesivamente pautados están apartando a nuestros futuros sanadores de su vocación. Es necesario acercar los niños a la naturaleza, mostrarles las plantas y enseñarles que están conectados a la tierra. Inculcándoles el respeto por las plantas medicinales, no solo cuidamos de sus pequeños cuerpos en desarrollo, sino que contribuimos a transmitir una tradición tan antigua como el propio ser humano. Enseñémosles a respetar y cuidar el entorno natural, porque no es posible amar las plantas sin establecer una conexión profunda con Gaia, nuestro planeta vivo.
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Replantar los campos

No solo está amenazado el arte de la fitoterapia, sino también las propias plantas medicinales. Como nómada de sangre y corazón, he viajado mucho a lo largo de mi vida. He tenido la oportunidad de conocer lugares de espléndida belleza botánica y he escuchado atentamente a sabios fitoterapeutas. No obstante, he observado una tendencia preocupante: en casi todos los lugares en que he estado, incluso en aquellos donde la fitoterapia es una tradición sana y activa, las poblaciones de especies autóctonas están en declive. China, por ejemplo, célebre por su antigua fitoterapia tradicional, está casi desabastecida, desprovista de sus plantas medicinales más importantes, que han sido prácticamente aniquiladas por los recolectores. La India, con dos millones de hectáreas dedicadas al cultivo de plantas medicinales, es el productor más importante del mundo y, a pesar de ello, su población de especies silvestres autóctonas es escasa y dispersa. En la actual Grecia cuesta encontrar los campos repletos de plantas silvestres o los majestuosos bosques que poéticamente describiera Homero en la Ilíada. En todas partes, el reino silvestre está acorralado y en peligro de extinción.
HONRANDO A LOS ANCIANOS
El saúco (Sambucus nigra), que en inglés recibe el nombre de elder tree (‘árbol anciano’), es conocido como el guardián de la naturaleza y suele plantarse en el centro de los jardines medicinales. El resto de plantas buscan su protección, su sabiduría y su fortaleza; lo mismo ocurre con los ancianos en las comunidades herboristas.
Cuando mi hijastra Melanie era adolescente, me dijo: «Los fitoterapeutas son como el buen vino, ¿verdad? Se vuelven más valiosos con el tiempo». Aunque nunca lo había visto así, tenía razón. En las comunidades herboristas, los ancianos son los guardianes de la sabiduría, y sus conocimientos y enseñanzas se valoran muchísimo; son los invitados de honor en las conferencias y eventos, y los fitoterapeutas jóvenes viajan kilómetros para conocerlos y estudiar con ellos. ¿Por qué?
Aparte de que suelen ser personajes de espléndido carácter, maravillosamente divertidos y con un sinfín de historias que contar, han tenido vidas intensas y llenas de sentido; sus experiencias nos conmueven y nos emocionan, dando sentido a su vez a nuestra propia vida. Gracias a ellos, el conocimiento de las plantas medicinales se ha transmitido de generación en generación; son los sabios que enseñaron a los niños a identificar las plantas, a comunicarse con ellas y a usarlas como medicina. Este linaje, aunque debilitado, aún perdura, y nuestros corazones anhelan esta conexión con las tradiciones.
Los ancianos herboristas muestran a menudo una pasión por la vida y un compromiso en sus creencias...

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