Aprender con las ciudades
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Aprender con las ciudades

Estrategias para ganar el futuro

  1. 288 páginas
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Aprender con las ciudades

Estrategias para ganar el futuro

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Índice
Citas

Información del libro

Este libro recoge reflexiones y experiencias que hemos compartido con las ciudades iberoamericanas durante los últimos quince años. Las ciudades nos interrogan a diario y, al responder, comprobamos que cada respuesta enlaza con nuevas preguntas, y ni se acaban los interrogantes ni las respuestas son sencillas y únicas. Pero en todas ellas damos por bueno un común denominador: si la ciudad no se piensa, la gente sufre la improvisación. Pensar la ciudad con y para la ciudadanía es entender dónde estamos, adelantar lo que viene y definir el futuro común.Para alcanzar las metas, elegimos las estrategias adecuadas sobre urbanismo, economía y empleo, cultura e identidad, sanidad, transparencia, educación, seguridad, imagen urbana, valores que se han de compartir y participación, entre otros aspectos. La estrategia se concreta en proyectos, los cuales se implementan con la complicidad de los pobladores. Agradecemos muy especialmente la presentación de Joan Clos, exdirector de ONU-Habitat, y el prólogo del urbanista Alfonso Iracheta, director general del centro EURE de México, así como las reflexiones de Juan Mari Aburto, alcalde de Bilbao (España); Carmen Saldías, exdirectora de planeamiento de Bogotá (Colombia); Paúl Granda, exalcalde de Cuenca (Ecuador); Juan Carlos Rojo, exdirector del IMPLAN de Culiacán (México); Aníbal Gabiria, exalcalde de Medellín (Colombia); Rodolfo Suárez, alcalde de Mendoza (Argentina); Eneko Goia, alcalde de San Sebastián / Donostia (España), y Joan Clos, exalcalde de Barcelona (España), en torno a sus proyectos y a otras cuestiones que ayudan a interpretar las transformaciones de mejora de sus ciudades.

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Información

Año
2021
ISBN
9788418615887
Edición
1
Categoría
Scienze sociali
Categoría
Sociologia

TERCERA PARTE

Reflexiones compartidas

Durante los últimos tres lustros hemos reflexionado con las ciudades sobre sus problemas. Lo hemos hecho tanto en los encuentros regionales como en el seno de la propia Universidad del CIDEU y en los múltiples encuentros de reflexión en los que hemos participado.
Estas reflexiones han ido definiendo las temáticas sobre las que convenía compartir estrategias en los congresos y encuentros anuales y poner en común un conjunto de proyectos relacionados con la temática congresual escogida. Todo ello conformaba un marco teórico de reflexión, el cual conducía a una declaración sobre el tema, que ha quedado vinculada a la ciudad organizadora de cada congreso.
Nuestros escritos, acompañados con los proyectos más estratégicos que las ciudades de la red decidieron compartir durante el año sobre el tema de debate, se publicaron en las monografías de los respectivos encuentros congresuales.
Ahora presentamos reunido en este apartado el rastro escrito que hemos ido dejando como consecuencia de esas reflexiones. A pesar de que el tiempo pasa muy deprisa en tiempos de cambio tan constante y radical, la esencia de lo verdaderamente estratégico permanece, por lo que nos ha parecido interesante recopilar estas reflexiones.
Tras comprobar que resisten bien el paso del tiempo, reafirmamos su carácter estratégico.

1. Gobernanza urbana del cambio climático13

Una de las cuestiones clave que hoy afecta a la vida ciudadana es el cambio climático y sus consecuencias. La comunidad científica asegura que el calentamiento del planeta puede desencadenar en el presente siglo fenómenos de magnitudes y repercusiones imprevistas en escenarios como el nivel del mar, las migraciones, las crisis alimentarias o la generación de nuevos conflictos. Por ello, en el ámbito de la planificación estratégica concurrente, que es el lugar común en el que compartir entre todos la ciudad que queremos construir, es necesario incorporar de manera transversal la sostenibilidad y contemplar el desarrollo de proyectos que incidan en la reducción de emisiones de CO2.
Los escenarios actuales y los predecibles apuntan cambios graves en las condiciones de habitabilidad del planeta, en la constatación de los recursos naturales que debemos proteger o en las fuentes energéticas que requieren de nuevas aportaciones científicas y tecnológicas de cara a asegurar mejores escenarios de futuro.
Las ciudades aportan proyectos pioneros a escala mundial que han logrado ser incorporados como mecanismos de desarrollo limpios (MDL). Entre otros: el Transmilenio, sistema de transporte masivo de Bogotá; proyectos de captura y aprovechamiento del biogás generado en rellenos sanitarios; corredores ecológicos; proyectos forestales de recuperación de cerros, laderas y ecosistemas estratégicos y de plantación de árboles urbanos para capturar CO2; programas de calidad de aire; nuevos sistemas de transporte público intermodal; tratamiento de aguas, y múltiples iniciativas de extensión del uso de energías alternativas, que expresan cómo el debate de la sostenibilidad encuentra en las políticas de ciudad uno de sus valores más dinámicos, desde la convivencia entre lo público y lo privado, y actúa como un verdadero elemento de concienciación y de sensibilidad frente a estos nuevos escenarios.
En los diversos encuentros con ciudades, hemos constatado que las declaraciones tienen escaso valor si no disponen de alternativas concretas que les den credibilidad. Somos conscientes de que toca cambiar urgentemente nuestros modos de vida.
El cambio climático es la modificación provocada en el clima por acción de la humanidad más allá de variaciones históricamente explicables por causas naturales o lentamente inducidas. Los cambios se dan en fenómenos como la pluviosidad, las temperaturas y sistemas glaciares, el régimen de vientos o las corrientes marinas, y tienen un impacto negativo muy fuerte sobre los equilibrios establecidos en el planeta.
El cambio climático actúa como factor clave en contra de la sostenibilidad global del planeta, y lo hace con tal celeridad que es cada día más urgente implementar una respuesta global y local proporcionada al reto que afrontamos. La sostenibilidad tiene una dimensión ambiental, pero también una dimensión económica y social. Esto es cierto en el ámbito global, y es en especial evidente cuando nos referimos a la sostenibilidad urbana. El episodio de hambruna que se vive en ciertos países en vías de desarrollo ejemplifica esa interrelación.
La modificación del régimen de lluvias y otros factores, como la emergencia de mercados en Oriente y la producción de bioenergía, han dado lugar a un alza generalizada del precio de los alimentos básicos. Como suele pasar, este aumento ha inducido fuertes tensiones especulativas y de acaparamiento, lo que repercute dramáticamente en los más débiles, y se puede traducir en uno de los episodios de hambruna más mortíferos de los últimos tiempos en los países menos desarrollados. Eso genera migraciones y acciones de depredación medioambiental y cierra de la peor manera el ciclo de la no sostenibilidad al que nos acabamos de referir.
Para poder devolver a nuestros hijos en condiciones habitables el planeta que se nos ha prestado, es urgente reducir el impacto que los modos de vida que se proponen desde el mundo desarrollado tienen sobre el clima, repensando los sistemas productivos y de movilidad, usando tecnologías y energías apropiadas, racionalizando y ordenando el uso de un recurso escaso como es el agua y pensando estratégicamente la ciudad con vistas a la sostenibilidad, por ser allí donde se concentra el 80 % de la humanidad.
Cuando hablamos de cambiar los modos de vida, nos referimos implícitamente a la necesidad de desarrollar un gran esfuerzo de cambio cultural. Cuando el barril de petróleo se paga a 120 dólares en el mercado internacional, se emite una señal clara respecto a la necesidad de cambiar el modelo energético. Pero este tipo de señales no son suficientemente potentes para cambiar la realidad con la radicalidad y la urgencia necesarias.
Además de las señales que emiten los gobiernos desde el estanque de la ortodoxia, se requiere el liderazgo fuerte de los gobiernos locales en la priorización de la sostenibilidad, a la vez que apostar por utilizar las estructuras del gobierno local para apoyar y conducir la gobernanza de esa sostenibilidad. El modelo de gobernanza que proponemos se apoya en cinco pilares:
1.Aplicar la manera estratégica de pensar a la sostenibilidad de cada entorno local, con soluciones propias a problemas y escenarios específicos, pero sin perder la visión global.
2.Acordar la concurrencia de estrategias para la sostenibilidad urbana, a escala sectorial, administrativa, territorial y con la iniciativa privada.
3.Concretar en proyectos estratégicos las formulaciones genéricas que todos los planes estratégicos incorporan con relación a la sostenibilidad y el cambio climático.
4.Definir y comprometer a los actores implicados, con agenda y presupuesto.
5.Prever y gestionar las contradicciones entre gobernanza y gobierno local.
No es lo mismo el ejercicio del gobierno local con gobernanza que sin ella. Entre uno y otra surgen contradicciones que se pueden y se deben gestionar. Abordarlo desde el inicio es parte de la solución que ha de construir cada entorno local.
13. Monografía «Sostenibilidad urbana», XVI Congreso CIDEU (Gijón, 2008).

2. Innovar en tiempos de cambio14

Innovar es mejorar

El verbo innovar etimológicamente viene del latín, innovare, que significa incorporar algo nuevo. Ello supone la contemplación de lo existente, que tiene connotaciones radicalmente diferentes a inventar o descubrir. Como nos muestra la historia de la humanidad, las personas hemos sido capaces de descubrir muchos de los secretos de nuestro mundo exterior y del entorno que nos rodea, pero, sobre todo, de incorporar a lo largo del tiempo continuos cambios que han ido mejorando la realidad.
Si estuviéramos en el mundo de la empresa, la innovación la vincularíamos a las mejoras competitivas, es decir, a asegurar ventajas estratégicas a medio y largo plazo, a ganar cuotas de mercado, a mejorar los márgenes o a hacer más perceptible la calidad de nuestros productos o servicios. Sin embargo, en el mundo de la ciudad queremos asimilar la innovación a la mejora de la calidad de vida de la ciudadanía.
Innovar en lo urbano no es algo optativo en estos tiempos de cambio. Se trata de una decisión estratégica, ya que, como ocurre en el mundo de la empresa, quien no innove, por más que gane a corto plazo, se arriesga a perder en el medio y el largo plazo. Una ciudad innovadora sería aquella que busca sin cesar incorporar elementos bien conocidos, aunque no utilizados con esa finalidad, a un determinado sistema. El paradigma de la innovación urbana queda bien representado por la utilización de unas humildes bicicletas como elementos de conexión intermodal en el proyecto «bicing» que se ha desarrollado en Barcelona y otras ciudades, o por un conjunto de sencillas escaleras de hormigón que, situadas en torno a una colina de arena colapsada de chabolas en la ciudad de Lima, han dado identidad, servicios elementales, empleo, autonomía para tomar decisiones y alfabetización a sus moradores, en un proyecto emblemático llamado «Escaleras solidarias».

Tres mitos sobre la innovación

Innovar no siempre es inventar ni supone cambio radical
Innovar no es hacer inventos radicalmente nuevos. De hecho, en la ciudad los inventos radicales continuados pueden comportar demasiado riesgo. En ocasiones, de manera puntual, debemos recurrir a ellos, pero de forma cotidiana hay que buscar la mejora continua de la ciudad y su mantenimiento integral.
Innovar no siempre requiere fuertes inversiones en unidades de I+D
Algunas entidades tienen como objetivo promover la innovación y dedican a ello todo su esfuerzo organizacional. Hay entidades y empresas que crean departamentos de innovación y de investigación y desarrollo. Pero las organizaciones ganadoras se plantean la innovación por sistema y procuran incorporar todos sus recursos a esta actividad. Sabemos que a innovar se puede aprender, así como que las organizaciones que cultivan la cultura innovadora en todos los colaboradores consiguen resultados más profundos, sostenibles y económicos que las que solo basan esta actividad en departamentos especializados de I+D.
La organización burocrática es por naturaleza contraria a la innovación, y la figura funcionarial se basa en la estricta aplicación de criterios normados, los cuales no pueden dar lugar a la más mínima interpretación de quienes los gestionan. El mundo digital aporta elementos determinantes para matizar en la práctica una realidad que estaba bien definida en los inicios del siglo pasado.
A la desburocratización contribuyen la generalización de sistemas de autouso que permiten la tramitación en la red y las oficinas virtuales en Internet. Pero el rigor en la aplicación de la norma debe acompañarse del estímulo para que los colaboradores de la organización aprecien y definan situaciones de mejora continuamente, así como de la flexibilidad de estas para incorporar dichas mejoras.
Pero, además de a los funcionarios públicos del entorno local, hay que convocar al proceso de innovación a todas las personas que participan de la manera estratégica de pensar lo urbano. Ello, escuchando día a día lo que dice la ciudad, sin necesidad de convocar un referéndum permanente.
La innovación no siempre se asocia a la tecnología
Aunque existen tecnologías transversales, como la digitalización, que recorren los procesos de innovación, la incorporación de elementos novedosos no siempre tiene una base tecnológica.
Es verdad que el «bicing», como proyecto para mejorar la conexión intermodal de la ciudad, necesita de un software capaz de indicar en tiempo real las estaciones en donde sobran o faltan bicicletas antes de que los usuarios tengan que detener su actividad a la espera de un vehículo o de encontrar un espacio libre para dejar el que han utilizado. Aun así, la clave del proyecto radica en el fomento del uso seguro de la bicicleta, la distribución en puntos estratégicos de las estaciones, la buena gestión integral del sistema y la creación de una cultura ciudadana de civilidad para hacer sostenible el proyecto.
Como vemos, los elementos estratégicos de muchos proyectos innovadores no solo no son tecnológicos, sino que dependen de una buena comunicación, de promover el cambio cultural o de la participación de los actores adecuados.

Innovar para construir el futuro desde el presente

La innovación es un factor estratégico, pues garantiza el futuro construyendo el presente. Por ello, tenemos que organizar nuestro entorno vital, la manera de pensar la ciudad y de proyectarla, la incorporación de nuevos elementos, nuevas tecnologías y nuevas formas de relacionarnos y, por fin, el modo de analizar muchos proyectos modélicos en nuestras ciudades que nos sirvan de inspiración a la hora de diseñar nuestras propias soluciones.

El proceso de innovar lo urbano

Innovar en lo urbano supone recorrer un camino con cuatro etapas: 1) llevar a cabo un análisis DAFO urbano y otras herramientas del pensamiento urbano estructurado para identificar asuntos estratégicos y priorizar los que requieren respuestas en relación con proyectos innovadores; 2) buscar, seleccionar y usar fuentes que puedan aportar elementos nuevos, ya sean estrategias, servicios, productos, procesos, tecnologías, ideas y todo aquello que puede formar parte de la solución del problema; 3) incorporar esos elementos nuevos, concretándolos en acciones específicas mediante proyectos concretos, y 4) evaluar si, como consecuencia de la implementación del proyecto, ha mejorado la calidad de vida de la ciudadanía en el sentido previsto.
Esos cuatro pasos la ciudad los recorre con proyectos que se corresponden con un conjunto de líneas estratégicas, como la seguridad, la conectividad, la sostenibilidad y el equilibrio medioambiental, entre otras. Alguna tiene que ver con mejorar las infraestructuras de la ciudad para facilitar la innovación. A veces se tratará de preparar plataformas de innovación para el aparato productivo; otras, las infraestructuras serán para apoyar la innovación en el sistema educativo y con la academia.
Caben cajas o laboratorios de mejora relacionados con la calidad de los servicios que se prestan a la ciudadanía. Y, en especial, es útil generar sistemas de gestión del conocimiento vinculado a respuestas dadas a problemas semejantes de carácter innovador en una red de semejantes.

Innovar regenerando y poniendo en valor lo sencillo conocido

A veces son muy interesantes los procesos en los que la innovación tiene un gran alcance, aunque consista en poner en valor elementos sencillos y conocidos, como es el caso de las citadas «escaleras solidarias» de Lima, un sistema de escaleras de hormigón alrededor de la colina de arena que acoge una gran barriada marginal, que ha revitalizado, urbanizado y cambiado la vida y las relaciones de poder de sus habitantes.
Las escaleras han proporcionado identidad a decenas de miles de personas que vivían en el limbo urbano, han creado espacios de servicios en los rellanos del sistema, han alfabetizado y formado profesionalmente a las personas que desde la propia comunidad han participado en el proceso de construcción de la infraestructura de escaleras, han cambiado en el sentido de la participación democrática las relaciones de poder entre los pobladores y han mejorado el entorno urbano y la accesibilidad. El sistema presenta, además, una relación coste-beneficio y de componente innovador muy interesante, aunque su base solo sea un conjunto de sencillas escaleras de hormigón.

Ciudades que aprenden a innovar

Podemos aprender a innovar. La ciudad argentina de Rafaela ya sabe que a innovar se aprende innovando, por lo cual ha impulsado el proyecto «200 años, 200 ideas» para promover la participación ciudadana en un plan de innovación de la ciudad a través de las TIC. En el marco de los festejos del bicentenario, se puso al servicio de la ciudadanía una herramienta de participación interactiva que invitaba a aportar ideas, sugerencias y...

Índice

  1. Portada
  2. Título
  3. Créditos
  4. Dedicatoria
  5. Contenido
  6. Presentación de Joan Clos
  7. Prólogo de Alfonso Iracheta
  8. Introducción
  9. PRIMERA PARTE: ¿Qué hemos aprendido?
  10. SEGUNDA PARTE: Botones de muestra para aprender observando modelos
  11. TERCERA PARTE: Reflexiones compartidas
  12. EPÍLOGO: Aprender observando modelos
  13. Autores
  14. Colaboradores