La fuerza de los débiles
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La fuerza de los débiles

El 15M en el laberinto español. Un ensayo sobre la eficacia política

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La fuerza de los débiles

El 15M en el laberinto español. Un ensayo sobre la eficacia política

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Índice
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Información del libro

Contra la política restringida a los partidos y la activación de la gente común y cualquiera. Contra los límites de lo posible y el cuestionamiento de la falta de democracia política y económica. Contra la polarización en forma de tablero de ajedrez, un espacio donde sentir y pensar autónomamente. Contra la alternativa "esto o el caos", la valentía colectiva de los anónimos. El 15M lo puso todo patas arriba y lo hizo con la simpatía general de la población, desactivando el miedo. ¿De dónde extrajo su fuerza? ¿Cuál es la fuerza de los que no tienen ningún poder, la fuerza de los débiles?

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Información

Año
2021
ISBN
9788446051022
En situación
El 15M en el laberinto español
El sistema de las órdenes está universalmente admitido. Se acuñó de manera más nítida en los ejércitos. Pero muchos otros ámbitos de la vida civilizada están dominados y marcados por la orden. La muerte como amenaza es la moneda del poder. Es fácil colocar aquí moneda sobre moneda y acumular enormes capitales. Quien quiera reducir el poder, debe mirar la orden de hito en hito sin temor y encontrar los medios para despojarla de su aguijón.
Elías Canetti, Masa y poder
Después de la caída del muro de Berlín en 1989, he comprendido que, durante la guerra fría, todos nosotros hemos sido disuadidos. Podría escribirse un libro que se titulase Los disuadidos, igual que se escribió Los poseídos. En todos nuestros trabajos, a lo largo de cuarenta años, hemos estado condicionados por la disuasión. Nuestra manera de trabajar, nuestras ideas y nuestros ideales, han sido condicionados por el fin posible del mundo. Y, privados de libertad, hemos debido salir súbitamente, liberarnos de esta cultura de disuasión y angustia.
Paul Virilio, El cibermundo, la política de lo peor
Es cierto que en realidad nunca has llegado a pegarme. Pero tus gritos, tu cara enrojecida, tu manera apresurada de soltarte los tirantes y dejarlos sobre el respaldo de una silla, todo eso era casi peor que los golpes…
Kafka, Carta al padre
El orden reina en el primer círculo del infierno, porque está incrustado en un segundo aún más terrorífico.
André Glucksmann
Hay acontecimientos históricos que no pertenecen exactamente a la historia: aunque fechados y situados con precisión, sus efectos se derraman por todos lados. Sacuden un pasado que parecía ya cerrado, permanecen como depósitos de inspiración siempre activos y actualizables.
Estos acontecimientos –que una constelación de pensadores llama «intempestivos»– funcionan como agujeros en el tiempo: rasgan las cronologías lineales o progresistas, abren toda una red de pasadizos secretos entre épocas distintas, por allí circulan las energías. La historia no los explica, ellos explican la historia.
El 15M puede ser tomado como uno de estos acontecimientos: no simplemente como otro movimiento social, con su temática específica y encerrado en su contexto, sino como un corte que abre un punto de vista, un agujero en la historia que habilita otra mirada, un lugar de pensamiento y enunciación.
Podemos entender la cárcel solo desde la perspectiva de fuga. El 15M propone una vía de escape de lo que podemos llamar, tomando el título del libro de Gerald Brennan, el «laberinto español».
DENTRO DEL LABERINTO
El laberinto es una construcción que solo admite salidas hacia dentro, un bucle que reproduce una y otra vez los mismos efectos, una manera de pensar en redondo. El miedo habita en el patio interior del laberinto español, constituye el centro de la vida colectiva.
El franquismo es el terror en el manejo de las poblaciones. Pretende acabar a sangre y fuego, de una vez por todas, con la división social: aplastar la lucha de clases y los conflictos, asegurar el orden de la propiedad y las jerarquías, a través de una «guerra total» de aniquilación y reeducación.
En el espíritu de cruzada tan arraigado en la historia española, el bien debe suprimir al mal, la España verdadera debe borrar hasta la última huella de la Anti-España. La paz del fascismo es la Pax romana, la estaca clavada en los territorios de conquista, el derecho del más fuerte, la paz de los cementerios (o de las cunetas).
Pero la guerra total, según el propio general Clausewitz que la teorizó, es solo una ilusión: no hay aniquilación absoluta y definitiva. El otro permanece con vida, aunque sea reducido a fuerza de trabajo. Y siempre plantea resistencias que a la larga acaban erosionando la fuerza de los fuertes.
Se abre entonces un segundo momento: la democracia, la paz política. ¿Cuál es el mayor logro de la Transición según sus defensores? Precisamente la superación del estado de guerra mediante la creación de un espacio de consenso y convivencia entre libres e iguales no mediado por la amenaza de muerte.
La Constitución del 78 constituye la paz civil frente a la guerra civil, un borrón y cuenta nueva hace posible la reconciliación entre «las dos Españas», los conflictos se canalizan a través del derecho, un nuevo contrato social pone fin al duelo goyesco a garrotazos, mediante el ingreso en la Unión Europea España accede por fin a la «modernidad» y su promesa de prosperidad, homologándose al resto de países vecinos.
Es el relato que hace aguas masivamente en mayo de 2011, mostrando el consenso como un espacio de convivencia encogido, rígido y finalmente asfixiante. Estrecho, porque sus límites son los privilegios intocables de los poderes fácticos y oligárquicos en una dinámica que viene heredada ya de la Transición. Rígido, porque la cultura consensual imperante desde hace cuarenta años ha fetichizado la arquitectura política del 78 como algo sagrado e intocable, completamente sustraído a la posibilidad de renovación y recreación instituyente, la única alternativa posible al caos (golpismo, ruptura de España, totalitarismo…).
El orden se presenta a la vez como algo frágil y absoluto. Frágil, porque es una ciudadela acosada y sitiada por el caos en sus mil variantes posibles. Absoluto, porque precisamente por ello nada debe tocarse. Toda división o conflicto que no se deje canalizar por el marco instituido –en sus formas o contenidos– se patologiza y criminaliza, se percibe y señala como un riesgo para la convivencia democrática, una evocación de la guerra de todos contra todos.
Del viva la muerte al miedo a la muerte. Pasamos del terror, que reprime y disuelve a las poblaciones, a la disuasión, que las inhibe y paraliza, pero el resultado sigue siendo el aseguramiento de un orden de privilegios y desigualdades a través de la desaparición del pueblo.
Democracia disuadida (hay cosas que no se discuten) y democracia disuasiva (hacerlo llevaría al caos). En 2011 se percibe masivamente como una cruel máquina precarizadora y desahuciadora al servicio de intereses financieros implacables. «Lo llaman democracia y no lo es» hace un agujero por el que vuelve a entrar el aire. Hay que discutirlo todo de nuevo.
La democracia disuadida habla el lenguaje consensual, se configura como un tablero de ajedrez y ausenta al pueblo. El 15M propone una línea de fuga: una convivencia y una democracia basadas en las capacidades de autoorganización de lo común y no en su delegación, en la apertura a lo instituyente y no en el cierre de lo instituido, en la capacidad de elaborar positivamente el cambio y el conflicto, en la apuesta por la vida y no en el temor a la muerte.
LOS DOS LENGUAJES DE LA CULTURA CONSENSUAL
La viñeta nos muestra a un político vestido de etiqueta encima de una tribuna engalanada para la ocasión. El político dice: «¡o nosotros o el caos!». La gente, primera sorpresa, reclama: «¡el caos, el caos!». El político, segunda sorpresa, responde: «da igual, también somos nosotros». Esa viñeta apareció a fines de 1975 en Hermano Lobo, la revista de humor satírico «dentro de lo que cabe», firmada por el dibujante Ramón. Es un gozne entre épocas, entre dos pasajes del laberinto español.
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Hermano Lobo 169, año IV, 2 de agosto de 1975.
Algo ha tenido que ocurrir para que el orador amenace de esa manera a su público. Imaginemos lo siguiente: por abajo se ha empezado a escuchar un ruido de fondo, un runrún de disconformidad, un murmullo de desaprobación. El monólogo transcurría en piloto automático, sin falla ni réplica, en el silencio bien engrasado del auditorio, pero algo lo interrumpe. El orador no soporta las interferencias y lanza su amenaza.
El primer lenguaje de la cultura consensual es este discurso repetitivo, esta lengua de palo, este código automático. Su función no es pensar o contar nada, sino borrar todo lo problemático y justificar lo que hay como lo único que puede haber. El lenguaje consensual es el hilo musical de nuestra democracia, con los mismos estribillos –esquemas, fórmulas y palabras-clave– que se reproducen en bucle a lo largo de cuatro décadas: «imperio de la ley», «España moderna y europea», «normalidad democrática», «23F», «diálogo y tolerancia», etcétera. Como ocurre con el discurso navideño del rey, el relato se oye pero no se escucha, funciona como sonido-ambiente que lo ocupa todo, con sus grandes términos vacíos haciendo las veces de chupete tranquilizador. Su función no es convencer, sino saturar: no deja espacio para pensar.
El monólogo habla de paz y de unidad, de concordia y de progreso, de reconciliación y de modernidad, pero el loop se atasca de pronto, sus promesas ya no prenden, los lugares comunes nos cansan, se empieza a escuchar un ruido de fondo. Es el murmullo del malestar social. La cara B del país consensual, el reverso de las promesas de modernidad, prosperidad, paz, espacio público, democracia. El ruido de los precarizados, los privatizados, los parados, los reconvertidos, los pobres, los marginados, los normalizados a golpes, los olvidados, los desahuciados. Todo lo que se asfixia en el estrecho espacio del consenso, delimitado por los privilegios de los grandes.
El tono del orador cambia, la sonrisa se congela en un rictus de odio y dispara su amenaza: «o nosotros o el caos». La amenaza de muerte manda callar. Ordena la desaparición del pueblo. Cada vez pasamos más deprisa a este nivel, ante cualquier situación: una protesta, un virus o simplemente una nevada inédita. «Todo el mundo a casa, ya nos encargamos nosotros.»
La derecha agita el miedo (separatismo, comunismo bolivariano, populismo). La izquierda responde con el miedo al miedo (fascismo, extrema derecha, populismo). El caos son los otros.
En la superficie, el relato consensual es un discurso de paz y concordia, moderado y equilibrado; pero por debajo es un discurso apocalíptico del miedo y la amenaza, rabioso y crispado. Es la paradoja constitutiva, estructural, de la cultura consensual española. Nos permite entender mejor fenómenos como Vox: no son «lo otro» del consenso, sino la activación de su subtexto. La explicitación de la amenaza. El segundo lenguaje de la cultura consensual.
¿Y si la gente, cuando se le plantea la alternativa disuasiva, sigue reclamando «el caos, el caos»? ¿Y si se empeña irracionalmente en el error de escoger lo que no debe? Descubrimos entonces el secreto de la cultura consensual: «el caos también somos nosotros». El consenso mantiene dentro de sí lo que dice superar. Seguimos metidos en el bucle: la democracia actual solo es una salida hacia dentro del laberinto español.
LA LÓGICA DE LA DISUASIÓN
Un consenso a la vez frágil y absoluto, sostenido sobre una amenaza de muerte. Es lo que el filósofo André Glucksmann pasó toda su vida intelectual pensando –primero críticamente, después volcado a favor– como «lógica de la disuasión».
La disuasión, antes de ser la estrategia militar de amenazas recíprocas que sostuvo la coexistencia pacífica entre las súperpotencias en la Guerra Fría, es una manera de pensar y sentir profundamente arraigada en la cultura occidental. Una lógica que hace de la amenaza de muerte el resorte último de la paz y la convivencia. Glucksmann la descifra ...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Legal
  4. Apertura. Conmemoración, balance y actualidad del 15M
  5. En situación. El 15M en el laberinto español
  6. LA FUERZA. EN QUÉ CONSISTE, CUÁNTOS TIPOS HAY, CÓMO SE ADQUIERE, CÓMO SE PIERDE
  7. El problema de la fuerza (pensar 15M)
  8. El problema de la traducción (dejar de pensar 15M)
  9. El problema de la eficacia (1936, 1977, 2011)
  10. Coda. La venganza de las criaturas representadas
  11. Croquis del laberinto
  12. Noticia de las fuentes