Calisto Ruiz Gauna
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Calisto Ruiz Gauna

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Calisto Ruiz Gauna

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Este libro busca difundir la vida, el accionar y la conducta como hombre, militar y gobernante del Teniente Coronel de los Ejércitos de la Patria don Calisto Ruiz Gauna, por su aporte a la causa independentista de nuestra nación, desde su odisea marchando a caballo con destino a Buenos Aires en 1810 a la edad de 62 años, hasta su incansable aporte en el Cabildo de Salta y su estrecha relación con el general Martín Miguel de Güemes, de quien fue uno de los más inmediatos colaboradores. El lector encontrará en esta obra la historia de Gauna desde su nacimiento, su accionar y conducta como hombre y militar, su odisea hasta Buenos Aires y su aporte incansable en el Cabildo de Salta. También se puede conocer sobre su gobernación y sobre la colaboración directa que tuvo con el Gral. Martín Miguel de Güemes. Esta obra forma parte de la colección "Salta en la historia política y cultural de la Argentina", que responde a un propósito cultural y educativo de gran proyección: presentar un conjunto de obras breves que rescatan del olvido a una serie de personalidades de la Provincia, que realizaron un aporte significativo a la conformación del pensamiento y la historia política, social y cultural de nuestro país.

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Información

Año
2021
ISBN
9789506232290
Edición
1
Categoría
Historia

IX

El 25 de febrero, Güemes les comunica por diversos oficios a sus comandantes y sus tropas el triunfo de San Martín en Chile:
Ayer a las 6 de la tarde he recibido parte del excelentísimo señor general en el que me comunica que el 13 del corriente fue derrotado completamente el ejército real de Chile en la cuesta de Chacabuco, debiéndose esta victoria a la intrepidez del bravo San Martín, que con dos escuadrones de caballería, a sable en mano, en breves momentos destrozó matándoles novecientos hombres, mil prisioneros, sesenta y tantos oficiales, mucho armamento, caballada, y aún hasta la Botica. Cuya plausible, como tan interesante noticia le comunico para que celebre, con las demostraciones públicas de regocijo que corresponde.
No es casualidad que el general San Martín iniciara un 9 de enero de 1817 los movimientos del Ejército de los Andes para cruzar hacia Chile; lo hizo en esa fecha porque el general Belgrano y el coronel Güemes ya le habían informado que el mariscal De la Serna, en noviembre de 1816, estaba preparando la invasión a las Provincias Unidas de Sud América, y que en diciembre ya había iniciado dicha invasión. Por tal motivo el virrey del Perú no iba a enviar tropas a Chile para reforzar al ejército realista, ya que las estaba utilizando para recuperar el ex virreinato del Río de la Plata y San Martín sabía que el territorio de las Provincias Unidas estaba a salvo mientras Martín Miguel de Güemes y sus fuerzas lo defendieran.
En el mes de marzo las fuerzas del mariscal De la Serna, que continuaban con su cuartel general en la ciudad de Jujuy, continuaban hostilizadas por las tropas patriotas. El 27 de febrero de 1817, cumpliendo órdenes de Güemes, el comandante de milicias Manuel Eduardo Arias se dirige hacia Humahuaca y el 2 de marzo sorprende a la guarnición realista que había fortificado el poblado, obteniendo una victoria total sobre las fuerzas enemigas. Se tomaron más de noventa prisioneros entre soldados y oficiales, se les quitaron seis cañones, dos mil ovejas, sesenta vacas y dieciséis mulas; y la bandera del cuerpo de artillería Unión Peruana.
Sobre la guarnición de Humahuaca, el general García Camba dice: «El general en jefe dejó Humahuaca al comandante de artillería la Rosa con 130 hombres de guarnición, seis piezas de artillería y los repuestos de armas, municiones y provisión que no se creían necesarias aun en Jujuy».
Por este triunfo el gobierno central decretó la entrega de cinco medallas de oro para Arias y sus oficiales Rodríguez, Portal, Mariscal y Ontiveros; para los demás, de plata, y para los soldados una cinta celeste con la inscripción «Humahuaca».
El 3 de marzo de 1817, por orden del general Belgrano, sale del cuartel general del ejército auxiliar que estaba en Tucumán el comandante de húsares y teniente coronel Gregorio Aráoz de Lamadrid, con una fuerza respetable, para dirigirse hacia las provincias arribeñas; el 15 de abril, con un refuerzo de cien tarijeños ocupa la ciudad de Tarija. Ante esta victoria decide avanzar hacia Charcas, pero el 14 de junio es sorprendido y derrotado en Sopachuy, cerca de Charcas, por la vanguardia de la división del brigadier O’Relly. En su retirada Lamadrid fue auxiliado por divisiones gauchas.
A principios de marzo también parte desde Tucumán el coronel Juan Bautista Bustos al mando del regimiento Nº 2 con dirección al Río del Valle, camino a Orán. El 21 de marzo, el coronel Güemes le solicita por oficio al general Belgrano que Bustos con su fuerza se una a las milicias para que hostilicen fuertemente al enemigo en Orán; si este continúa ahí, y si se retira hacía Jujuy, tome el camino de Ledesma para que, reunido con las milicias de esa zona, lo guerreen desde el Pongo, en Jujuy; con fecha 25 de marzo Belgrano le contesta:
… la división del coronel Bustos hará alto en el Río del Valle, y solo en el caso de que el enemigo se retire sacrificará todo para volar a tomar la dirección que V. S. me indica, y es conforme a mi plan, adelantándose en proporción de los movimientos del enemigo hasta ponerse en situación de comunicarse y obrar de acuerdo con las tropas hostilizadoras.
Desde el 17 de abril hasta el 21 inclusive, la división de Bustos estuvo en la Laguna del Yeso, donde consumieron ciento veintisiete reses con que los auxilió el coronel Antonino Fernández de Cornejo por orden de Güemes. Las fuerzas del coronel Bustos nunca entraron en combate, solo le ocasionaron gastos a la provincia de Salta y ningún tipo de ayuda.
A fines de marzo las divisiones de Olañeta y Marquiegui, que habían ido a Orán, regresaban a Jujuy quedándoles un total de ochocientos hombres, para unirse a las fuerzas de La Serna, que en los tres meses de ocupación de esa ciudad había tenido muchas bajas en sus tropas entre muertos, heridos y desertores. El 2 de abril de 1817 la división del coronel Vicente Sardina llega a Jujuy, compuesta como dice el general García Camba:
… el coronel D. Vicente Sardina que conducía el segundo batallón de Extremadura, el segundo escuadrón de Cazadores, un convoy de municiones y algún numerario procedente de Potosí (…) Con el convoy del coronel Sardina se recibió también correspondencia atrasada de las provincias del Perú, y nuevos y apremiantes preceptos del virrey para que el general en jefe avanzara cuanto antes fuera posible en dirección del Tucumán con el fin de paralizar los aprestos de San Martín en Mendoza contra Chile.
Con estos refuerzos el mariscal José de la Serna inicia sus marchas el 13 de ese mes a la ciudad de Salta, quedando en la ciudad de Jujuy una fuerza de seiscientos hombres.
El ejército comandado por De la Serna es hostilizado palmo a palmo en todo el recorrido hasta el pueblo de la Caldera, ubicado a unos kilómetros de la ciudad de Salta, a donde llegó el día 14 con una fuerza de 2.500 hombres, según oficio de Güemes a Belgrano del 16 de abril:
Calculan algunos con poco tino que su fuerza total (ejército realista) es de cuatro mil hombres; pero mi opinión fundada en lo que he visto, la sujeto al número de dos mil quinientos. Sea cual fuese, no me arredra, no me altera, ni me postro. Pronto tocará el escarmiento. El terreno se le ha disputado a palmos, pues desde el mismo Jujuy ha sufrido un vivo fuego, pero con fruto y sin pérdida de nuestra parte.
La madrugada del 15 de abril los realistas avanzaron desde La Caldera hacia la ciudad de Salta divididos en tres fracciones, apoyadas cada una por cincuenta a sesenta de caballería acosados continuamente por los infernales y las milicias. Por la tarde las tropas enemigas entraron en la ciudad en un estado de gran agotamiento, cometiendo vandalismo y abusando de las mujeres —según palabras de J. Redhead que se encontraba allí y era médico personal de Güemes y después fue de Belgrano, en carta al comodoro ingles Bowles del 16 de abril de 1817:
… estaban en estado tan miserable que algunos soldados se desmayaron al llegar a la ciudad. Enseguida se desparramaron por ella entrando a las casas y rompiendo puertas en busca de algo que comer. Este desorden era esperado con algunos excesos, aunque no tal como se ha dicho. Es verdad que a algunas mujeres les han hecho algo más, pero no he oído que haya muerto ninguna.
El día 17 salió de la ciudad de Salta una división al paraje de El Encón, a unos pocos kilómetros de la ciudad, en busca de ganado, regresando al otro día con algunas reses y mulas sin haber sido hostilizados, en realidad por falta de municiones de las fuerzas patrias.
Ante esto, el 21 de abril De la Serna le ordena a uno de sus mejores oficiales, el coronel Vicente Sardina, que se dirigiera al valle Calchaquí con una considerable fuerza de cuatrocientos infantes del batallón de Gerona, uno de los más experimentados, ciento ochenta de caballería y una pieza de artillería. Pero esta vez las fuerzas de la provincia de Salta habían recibido las municiones enviadas por el general Belgrano desde Tucumán.
Cuando las fuerzas realistas estaban por Cerrillos, pueblo cercano a Salta, se inició lo que se conoce como «los combates del Valle de Lerma».
El comandante general de las fuerzas de la provincia, Martín Miguel de Güemes, el 25 de abril de 1817 le informa detalladamente al general Belgrano los sucesos de dichos combates:
Luego que se avistaron con la división del comandante Burela en los Cerrillos, se rompió el fuego, los vino persiguiendo hasta la casa de Gauna, donde reunido con el comandante don Pedro Zabala, cargaron sobre él haciéndole un considerable destrozo, desde este punto se dirigió para el Bañado; allí los recibió el teniente coronel don Pablo de la Torre poniéndoles emboscada la partida coronela al mando del bravo sargento mayor Juan Antonio Rojas y otra corta partida al mando del alférez Leytes, y aún no se aproximaron los enemigos cuando cargaron las dos partidas sobre la cabeza de la columna haciéndola retroceder dejando en el campo un comandante, dos oficiales y treinta y cinco soldados. Se tomó un prisionero y seguramente fueron muchos heridos, algunas armas de chispa y blancas.
Por este acontecimiento doblaron sobre la derecha y se dirigieron para el pueblo de Chicoana y como las persiguiesen con tesón se recostaron hacia el cerro de Pulares donde durmieron aquella noche sin atreverse a encender fuego a pesar de que en todo el día no se les dio lugar a tomar alimento. El 22 al romper el día se repitió el fuego persiguiéndolos en la marcha que llevaron hacia la boca de la quebrada de Escoipe, y como las partidas de los comandantes Burela y Zabala los hostilizasen demasiado no tuvieron más recursos que dirigirse por la costa hasta las inmediaciones de la Viña experimentando la pérdida de más de 20 hombres, muchos caballos y algunas armas y se vieron obligados a retrogradar hacia el Carril que va por la Punta de Diamante para el pueblo del Rosario (Rosario de Lerma), y como se adelantase el comandante Burela los recibió en aquel punto con cinco emboscadas dispuestas con el mayor orden; al efecto no pudo ser más favorable porque el enemigo perdió un oficial, cuarenta hombres muertos y muchos caballos, de los cuales más de veinte fueron muertos por la última emboscada de infernales al mando del valeroso teniente don Bernardino Olivera que se hallaba a las órdenes del comandante Burela, otra de ellas fue dirigida por el segundo comandante del Valle don Bonifacio Ruiz de los Llanos, quien con treinta soldados de su mando logró en un avance matarles diez hombres, y quitarles algunas armas con pérdida de dos muertos y un herido; con este horroroso contraste retrocedieron a marchas forzadas para la ciudad, sin cesar la persecución y el fuego hasta dejarlos en las inmediaciones y fue preciso que las partidas retrocediesen por haber salido una partida considerable a protegerlos.
Crea V. E. firmemente, que si tengo sables y...

Índice

  1. PREFACIO
  2. I
  3. II
  4. III
  5. IV
  6. V
  7. VI
  8. VII
  9. VIII
  10. IX
  11. X
  12. Bibliografía consultada