El sujeto de la comunicación
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El sujeto de la comunicación

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El punto de partida de esta obra remite a un problema que afrontan las ciencias sociales derivadas de la dificultad que, según su autor, supone la imposibilidad de definir el objeto de estudio. Con el fin de salir al cruce de esta cuestión propone pensar la disciplina que aborda, la comunicación, como una experiencia ya que es no es escindible de lo propiamente humano y no puede ser, en consecuencia, objetuada. A partir de esa perspectiva, los trabajos que integran esta compilación buscan reestablecer la dimensión de la subjetividad en el campo de la comunicación y se concentran en analizar la categoría de sujeto en varios autores fundamentales de la filosofía clásica y contemporánea como René Descartes, Sigmund Freud, Jacques Lacan, Michel Henry, Gregory Bateson y Emmanuel Lévinas.

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Información

Editorial
Eudeba
Año
2021
ISBN
9789502331249
Introducción al constructivismo y la perspectiva sistémica
Ángela Bueno Palacios y Abel Vera Hidalgo
No debemos dejar de explorar
y al final de todas nuestras exploraciones
llegaremos a donde empezamos.
Y conoceremos el lugar por primera vez.
(T. S. Eliot)
El fin de la Verdad con mayúsculas: la teoría de sistemas
Uno de los rasgos predominantes del pensamiento moderno ha sido su orientación analítica, el fundar el conocimiento en operaciones de desagregación progresivas hasta descomponer el objeto estudiado en sus unidades más simples. Esta opción remite a Descartes, cuyo método recomendaba “dividir cada una de las dificultades en tantas partes como fuese posible”. A través del conocimiento de las partes se lograba el conocimiento del objeto de estudio. Esta orientación analítica había predominado no solo en el desarrollo de las principales corrientes filosóficas sino, por sobre todo, había sido la orientación predominante en el desarrollo de la ciencia. El análisis exhibía tal fuerza que muchas veces se identificaba, como si fuesen sinónimos, el conocer y el analizar.
Durante el siglo pasado las orientaciones científicas que invocan una perspectiva de totalidad serán relegadas a los dominios de la ambigüedad, de las disciplinas poco rigurosas, al análisis literario o artístico, al campo de las experiencias místicas. Resultaba cada vez más evidente que el esquema reduccionista impedía una adecuada explicación de los fenómenos científicos. Los biólogos tendían progresivamente a aceptar la idea de que la clave para explicar la materia viva es el reconocimiento de su nivel de organización. Descubrían también que en la medida en que ella era desagregada en sus componentes químicos y físicos más simples, no era posible dar cuenta del fenómeno propiamente biológico. La existencia de la emergencia de nuevos problemas a niveles superiores de complejidad resultaba ser un problema mayor para la ciencia y uno que el método analítico reduccionista no era capaz de resolver. La biología, por lo tanto, había comenzado a desarrollar modalidades de pensamiento capaces de estudiar el comportamiento de unidades complejas. Esta situación desafiaba los presupuestos analíticos. Se descubría que el proceso de desagregación efectivamente distorsionaba el fenómeno estudiado. El supuesto de que el análisis de los componentes de un todo era equivalente al estudio del todo en cuanto unidad tendía a desplomarse. Es en este contexto que hace su aparición la teoría de sistemas.
Procesando información automáticamente
Uno de los pioneros en este campo fue el biólogo austríaco-canadiense Ludwig von Bertalanffy, nacido en 1901. Su principal contribución fue el haber planteado la posibilidad de generalizar estas modalidades de pensamiento desarrolladas en la biología, para tratar múltiples unidades complejas diferentes. Bertalanffy reconoce que las restricciones del análisis no se manifiestan solo en la biología. Por lo tanto, a mediados de la década de los cuarenta generaliza el pensamiento sistémico que la biología ha desarrollado para explicar los organismos, y propone lo que llama una teoría general de sistemas. Su objeto de estudio gira alrededor del concepto de complejidad organizada. Los desarrollos en la teoría de sistemas ponen nuevamente de manifiesto las estrechas relaciones que mantienen entre sí la lógica, la epistemología y la ontología. Lo anterior abre una nueva posibilidad para el tratamiento de las unidades complejas o totalidades.
Estos nuevos conceptos de la teoría de sistemas (comunicación, información y control) serán desarrollados desde una vertiente distinta, más ligada con las matemáticas y la ingeniería, relacionada asimismo con la cibernética, término acuñado por el destacado matemático estadounidense Norbert Wiener en 1947. En griego, kybernétiké designa la ciencia del timón o del piloto (kybernétés), vale decir, de quien dirige un barco.
Durante la guerra, a Wiener le corresponde estudiar problemas relacionados con el perfeccionamiento de la artillería antiaérea. Se trataba de incorporar mecanismos adicionales de control para asegurar que los misiles disparados sobre objetivos en desplazamiento dieran en el blanco. Ello implicaba perfeccionar los dispositivos de predicción de las posiciones futuras de los aviones, en la medida en que los misiles debían dispararse no hacia la posición del avión en el momento del disparo, sino hacia una posición futura estimada, calculando el tiempo que demoraría el proyectil en alcanzar su blanco. Tal estimación originaria, sin embargo, resultaba insuficiente. En la medida en que el avión podía modificar su dirección de vuelo y su velocidad, era necesario diseñar algunos mecanismos que, una vez que el misil fuera disparado, le permitieran volver a procesar las diferentes posiciones del avión y modificar su trayecto en función de nuevas informaciones. De estos estudios surge la incorporación de uno de los conceptos más importantes de la cibernética: el concepto de feedback o retroalimentación. Cuando se desea que un movimiento siga un patrón determinado, la diferencia registrada entre el movimiento efectivo y el patrón establecido se utiliza para corregir el movimiento y aproximarlo en procesos sucesivos al patrón.
Se trata precisamente de lo que el piloto realizaba con el timón. En el caso del diseño de estas nuevas máquinas, se incorpora la experiencia pasada en su operar posterior. Ello hace pensar en máquinas capaces de aprender. Desde muy temprano Wiener reconoce que el sistema nervioso de los organismos vivos cumple esa misma función. Ello plantea una estrecha relación entre las máquinas y los seres vivos o, como señala Wiener, entre las máquinas construidas por el hombre y las máquinas vivas y los animales. La obra principal de Wiener se titula Cibernética o el control y comunicación en animales y máquinas, y fue publicada en 1948.
Los sistemas vivientes aparecen caracterizados por su capacidad de exhibir procesos diferenciados, activados por determinados mensajes, los cuales sirven para crear y re-crear esos mismos sistemas.
Dos paradigmas diferentes: inventando realidades
Hagamos un breve punteo de los elementos más importantes que nos permitirán distinguir con claridad el paradigma correspondiente a la ciencia clásica del paradigma constructivista y sistémico.
El paradigma de la ciencia clásica implica plantear una relación de separación y oposición del hombre respecto de la naturaleza. La naturaleza es concebida como una gran máquina, despojada de la vida de los organismos. Del mismo modo se concibe una separación entre espíritu y materia, y una separación, en general, de mente y cuerpo, del sujeto y los objetos, del hombre y las cosas.
Por el contrario, el paradigma constructivista y sistémico implica que el sujeto y su cultura son concebidos como parte: están integrados, no separados ni en oposición a la naturaleza. La naturaleza ya no es concebida como una máquina, sino como un gran organismo viviente. El espíritu y la mente del sujeto no son ya pensados en oposición del cuerpo, la materia y la naturaleza.
El pensamiento característico de las ciencias clásicas estuvo impregnado de un determinismo causal-lineal, acompañando un paradigma revestido de certezas que avaló el desarrollo de hipótesis en la observación con una metodología analítica y experimental. Linealidad, objetividad y realidad fueron sus bastiones científicos.
El enfoque constructivista y sistémico de la ciencia presenta, por el contario, una circularidad, una suerte de lectura interactiva donde autor y lector, conociéndose a través de la obra, construyen juntos el producto. De esta manera, las contraposiciones cartesianas (mente-cuerpo, biológico-psicológico, natural-cultural, individual-familiar), desde la mirada sistémico-constructivista pierden su significado.
¿Cómo podemos conocer y representar las cosas? A partir de ahora el lenguaje es reconocido como un inventor de realidades y se abandona la vieja concepción representacional. Desde esta nueva perspectiva el hecho se constituye como un evento producido a partir del ojo del observador.
Las epistemologías tradicionales han considerado que la percepción (del latín per capire, traducido como para capturar) reflejaba una realidad independiente del observador. Las investigaciones científicas se adjudicaban la calificación de objetivas. El término supone descubrir una realidad que está allá afuera. El paradigma sistémico constructivista se basa, por el contrario, en la idea de que la realidad es una construcción individual que se co-crea (en sentido interaccional) entre el sujeto y el medio.
Immanuel Kant en su Prolegómeno a toda metafísica futura afirmaba, ya en 1781, que todos los seres humanos estamos limitados por nuestra estructura perceptiva, y que tanto nuestra experiencia como los objetos de la misma son el resultado de nuestra forma individual de experienciar, vale decir que están determinados por nuestras categorías de tiempo y espacio, y nunca es posible captar las cosas en sí mismas.
En otras palabras, la descripción del objeto es algo que pertenece al descriptor, y no una propiedad de la cosa en sí misma. De este modo, la cosa se constituye como confirmación de su existencia para el sujeto que la captura en su acto perceptivo, y ese dato que se obtiene en el proceso forma parte no de una característica específica del objeto, sino que es una atribución de sentido que el observante delimita y otorga.
La construcción de mundos interpretativos
Denominamos constructivismo a una compleja red transdisciplinaria que empezó a surgir en la década de 1950. Podemos decir que se trata en realidad de un marco de interpretación. De hecho muchos autores de la Sociología o la Filosofía también pueden ser considerados constructivistas, como el caso de Giambattista Vico o el propio Kant.
¿Cuándo empieza a pensarse todo esto como una corriente? Hay algunos puntos de inflexión. Para empezar, uno de los grandes mentores es Gregory Bateson, quien va a importar nociones de la cibernética a las ciencias sociales. Él va a establecer una especie de puente entre las ciencias sociales y aquellas disciplinas que eran consideradas como ciencias duras.
Tenemos en nuestro background, en nuestra experiencia cognitiva, en nuestro modelo mental, siglos de cartesianismo y de positivismo que han calado hondo en nuestros huesos. Estamos sobreentrenados para ver nuestra realidad de una manera analítica. ¿Qué quiere decir esto? Que tendemos a desagregar los asuntos, a dividir los fenómenos en partes, a entenderlos separados de un contexto, y por ello decimos que muchas de las ideas del constructivismo van a ser contraintuitivas. Se trata de que nosotros estamos orientados a ver las cosas de cierto modo, de un modo que terminamos considerando como natural.
El constructivismo como corriente de pensamiento nace imbricado con la mirada sistémica de la realidad. Una metáfora que podemos usar para pensar este asunto de lo sistémico es la relación que todos conocemos, del árbol y el bosque. Algún discurso nos dice: estás perdiendo la perspectiva, tenés que ver el bosque. En tanto algún otro señalará: no, detengámonos en el árbol.
En El temor de los ángeles, Bateson se refería justamente a esa tendencia que tenemos a dividir el mundo, a fragmentarlo, a separar aquellas cosas que están relacionadas con las personas y/o los objetos.
El mundo de Newton, el de la preponderancia de las ciencias exactas, es efectivo para pensar procesos simples, que son muy importantes para poder predecir y cuantificar. Pero al mismo tiempo tiene muchos límites para navegar en lo complejo, y específicamente en lo social y en lo humano.
Entonces, Bateson decía que debemos buscar otras herramientas y dejar de pensar como si estuviéramos divorciados del mundo; que debemos situarnos de una manera distinta ante la epistemología y tenemos que cambiarla, porque con estas herramientas ya no podemos hacer un mundo ecológico. Bateson escribía estas cosas después de la Segunda Guerra Mundial. Como antropólogo viajó e investigó diferentes culturas; pero en el mundo académico él veía que la propensión fisicalista y cartesiana nos llevaría al desastre. Imagínense que es la época de la guerra fría, de la amenaza de los misiles; ese era el contexto en el cual Bateson escribía. Y él comprende que desde la ciencia ya no podemos más entendernos como divorciados del mundo, que era necesario repensar eso con urgencia, y que para ello era necesario cambiar los modos de hacer ciencia. Entonces, en La estructura de la contextura escribe acerca de estas cosas, de analogías, de tramas, de relaciones, porque el pensamiento analítico, el pensamiento cartesiano, el pensamiento objetivista, que se corresponde con la ciencia tradicional, plantean una separación tajante entre sujeto y objeto.
Bateson, el Leonardo da Vinci de la comunicación
Todos vimos alguna vez el mundo con esa mirada interior,
pero hemos perdido el secreto.
Perdimos el poder que une al que mira con aquello que mira.
(Octavio Paz)
Gregory Bateson es como el Leonardo de la comunicación, porque tuvo la habilidad de navegar disciplinas naturalistas y filosóficas, literarias y místicas, orientales y occidentales, revelando su vocación de explorador de las relaciones, de los patrones, de las pautas, con insumos tan variados como la teoría general de los sistemas, la cibernética, la antropología, la psiquiatría y la biología. Y todo eso en un ámbito científico que tiene dos mil años de historia pensándonos separados del mundo.
El divorcio del sujeto y el objeto, la mente y el cuerpo, y siempre el afán de dividir las cosas para poder entenderlas: ese es el legado de la modernidad que nos talla, y que forma parte de nuestro sistema operativo.
Se preguntaba Bateson, en su libro Espíritu y naturaleza: “¿Cuál es la pauta que conecta al cangrejo con la langosta, a la orquídea con la rosa, a los cuatro conmigo y a mí con ustedes?”. ¿Cuál es la pauta que conecta, que determina las relaciones, las conexiones? ¿Qué pauta vincula al sujeto con el objeto, al hombre con el mundo, al bosque con el árbol, al árbol con el bosque, a la gallina con el huevo, y todas estas cosas con el mundo de las ideas del hombre?
Esta mirada integradora se había perdido, quedó opacada a lo largo de la historia científica, y el pensamiento constructivista y sistémico volvió a restablecerla.
Yo distingo, vos distinguís
A través del lenguaje creamos el mundo.
En otros términos, no describimos el mundo que vemos,
vemos el mundo que describimos.
(Joseph Jaworsky)
Como dice San Juan: en el Principio es el Verbo.
Nada es si no se lo distingue,
si no hay una acción que lo saque de la nada.
(Humberto Maturana)
“Forma, sustancia y diferencia” es el título del capítulo seis del libro Pasos hacia una ecología de la mente. ¿Qué quiso expresar Bateson con esta conjunción? La idea central de este texto es que nosotros creamos el mundo que observamos, no porque no exista una realidad fuera de nuestras mentes, sino porque seleccionamos y remodelamos la realidad a través de nuestra observación y las distinciones que traemos en el lenguaje.
Dice ...

Índice

  1. El sujeto de la comunicación
  2. Yo, René Descartes
  3. Es la vida que me alcanza: filosofía vital de Michel Henry
  4. Bypass cognitivo: aprender, sentir y comunicar desde el budismo zen
  5. Los textos sociales de Freud. Revisión y nuevas preguntas para los tiempos actuales
  6. Lacan en Ciencias de la Comunicación
  7. Gregory Bateson: pasos hacia una ecología de la mente. Individuo y comunicación. El sujeto y su construcción cultural
  8. Introducción al constructivismo y la perspectiva sistémica
  9. Comunicación Inductiva: Programación Neurolingüística (PNL). De Gregory Bateson a Milton Erickson
  10. Emmanuel Lévinas: la comunicación que nos lleva a encontrar el bien
  11. La identidad y el otro como principio y eje de la comunicación
  12. Sobre los autores