La religión en 100 preguntas

Luis María Cifuentes Pérez

• Editorial: Nowtilus
• Año: 2021
• ISBN:
  9788413051338
• Categoría: Theology & Religion
• Categoría: Religion

Las respuestas de la ciencia (Filosofía, Antropología, Teología, Política, Psicología) a los grandes interrogantes que el Homo sapiens se ha planteado sobre lo sobrenatural, lo divino y lo misterioso desde la prehistoria de la Humanidad. Desde las reflexiones más generales como fenómeno cultural hasta el misticismo, la teología, su instrumentación política y la pluralidad de actitudes ante lo religioso.¿Seremos como dioses algún día?, ¿Por qué la moral familiar es tan importante para las religiones?, ¿Es posible comprender la figura de Jesucristo como Hombre-Dios?, ¿Es el Islam una religión de amor y de paz?, ¿Por qué el judaísmo es una religión profética?¿Es lo sagrado algo consustancial a la historia del Homo sapiens?, ¿La tecnolatría es hoy la religión de la sociedad occidental?, ¿Para qué sirve la neuroteología?, ¿Se pueden explicar los misterios religiosos?, ¿Se puede comprender racionalmente a Dios?, ¿Se pueden aplicar los textos sagrados para resolver todos los problemas sociales del mundo actual?, ¿Las leyes de Dios impiden la autonomía moral de cada persona?, ¿Se puede demostrar que Dios no existe?, ¿Los agnósticos son unos intelectuales cobardes?

ANTROPOLOGÍA CULTURAL Y RELIGIÓN

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¿SE PUEDE EXPLICAR LA RELIGIÓN DESDE EL MATERIALISMO CULTURAL?

En algunas de las respuestas dadas a preguntas formuladas anteriormente parece que ha quedado bastante claro que en todas las culturas humanas se producen manifestaciones simbólicas que de una u otra forma indican que en toda sociedad humana existe un sentido de lo sagrado y de lo misterioso que comenzando por la de seres naturales fue con el paso del tiempo, quizá en el Neolítico, generando ritos y ceremonias de culto hacia dioses y diosas que de modo antropomórfico representaban los ideales de infinitud e inmortalidad con que soñaban los humanos. Así, la cultura judía, la egipcia o la babilónica construyeron en gran parte su universo simbólico alrededor de sus respectivas religiones.

La cuestión que queremos plantear ahora es si desde una visión materialista de la cultura como la que elaboró Marvin Harris (1927-2001) se puede explicar la religión en todas sus dimensiones o si lo sagrado, lo misterioso, no se puede comprender desde una visión materialista del mundo y de la cultura humana. Podemos definir la cultura, según la teoría materialista de K. Marx, como un conjunto de relaciones sociales y económicas que son la base de la producción de bienes por parte de las fuerzas del trabajo y que se reproducen mediante creaciones simbólicas como la religión, el derecho o la filosofía. El materialismo de Marvin Harris se inspira, además de en el marxismo, en las teorías antropológicas del evolucionismo cultural y de la ecología cultural e introduce dos conceptos que nos parecen muy importantes: emic y etic. Esos dos puntos de vista de la antropología materialista de Harris significan que lo «etic» se refiere a las conceptualizaciones que hace el observador-investigador de una determinada sociedad, mientras que lo «emic» son los hechos tal y como los viven y narran los actores de esa misma sociedad.

El evolucionismo cultural se asemeja al evolucionismo biológico porque entiende que las sociedades y sus culturas son organismos vivos que evolucionan y se transforman también según el medioambiente en el que viven. La antropología materialista de M. Harris ha realizado numerosos estudios de sociedades en las que las relaciones entre la infraestructura material y el universo supraestructural o simbólico pueden explicarse desde una perspectiva materialista.

En concreto su estudio de la India desde esa perspectiva introduce nuevos enfoques sobre el hinduismo y su prohibición de comer vacas, al considerarlas animales M. Harris analiza a fondo el significado económico y ecológico que tienen las vacas en la sociedad india y concluye que el tabú sagrado de no sacrificar ni comer carne de vaca en ese país tiene una explicación de base materialista muy clara. Las vacas son sagradas en el hinduismo de la India porque son la mejor representación de la vida; son la madre de la vida en todas sus formas. Por eso, es un sacrilegio nefando que alguien sacrifique una vaca porque es peor que matar a una persona. La vaca es la fuente de energía más importante y casi única para millones de campesinos indios, puesto que la boñiga de vaca supone unos excrementos anuales de 700 millones de toneladas de estiércol recuperable; una auténtica y muy barata industria petroquímica. En un país donde no tienen petróleo propio y no hay apenas bosques de los que extraer madera, millones de campesinos indios no disponen de otra alternativa energética para su calefacción que los excrementos de sus vacas a modo de combustible en su cocina, como fertilizante para sus campos y para su calefacción doméstica. Los excrementos de boñigas de vaca equivalen anualmente unos 72 millones de toneladas de queroseno. Por eso la vaca de la que además se obtiene leche, mantequilla y queso es el gran símbolo de la vida para todos los hindúes, según la teoría materialista de M. Harris. Eso explicaría además en parte el enfrentamiento brutal entre hindúes y musulmanes pobres que ven en las vacas una rica fuente de proteína animal en un país en el que pasa hambre cerca del 2 % de su población, unos 312 millones de personas.

Este tipo de explicación materialista la aplica Harris a otros tabúes como la prohibición de comer carne de cerdo en el Islam y a las guerras como forma de superación del tabú del incesto entre diferentes tribus. La gran discusión entre las diferentes tendencias del materialismo cultural está centrada en el tipo de relaciones de causalidad o de influencia existentes entre las entidades materiales que son la infraestructura de la vida biológica y social de un grupo humano y las estructuras inmateriales de origen simbólico y conceptual como la religión, el derecho y la moral de una determinada cultura. Harris y otros materialistas tienen razón al afirmar que las estructuras materiales son la base del funcionamiento de toda cultura y determinan en gran parte las conductas individuales y colectivas, pero también son conscientes de que el lenguaje simbólico de sus protagonistas (perspectiva «emic») influye muchas veces en cambios sociales y culturales concretos. Por tanto, no se puede aceptar un determinismo unívoco materialista y reduccionista para explicar la evolución cultural. El materialismo cultural rechaza toda concepción biologista de tipo determinista porque no tiene en cuenta que la cultura humana es mucho más compleja e interactiva que la simple adaptación biológica al entorno vital.

Podemos concluir que hay muchos elementos de muchas religiones que pueden explicarse desde el método materialista como formas de resolver necesidades productivas y reproductivas de un concreto grupo humano, pero no se puede sostener que todas las religiones en todos sus componentes simbólicos e inmateriales tienen su explicación como simples epifenómenos de realidades materiales. Las superestructuras simbólicas de las religiones encierran muchos elementos que inciden en los mecanismos biosociales de cada cultura y hacen que esa complejidad no se pueda reducir totalmente a una explicación reduccionista de tipo materialista.

Las religiones son fenómenos culturales que incluyen muchas dimensiones y una de ellas es sin duda la base material en la que se asientan muchas creencias religiosas. La fe no se nutre solamente de entidades espirituales.

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¿LOS RELATOS MÍTICOS SON SIEMPRE DE TIPO RELIGIOSO?

Existe cierta confusión cuando se habla de las relaciones entre los mitos y las religiones como si ambas formas de expresión cultural fueran sinónimas. En realidad, en el lenguaje coloquial se tiende a decir que algo es mítico cuando se trata de un personaje más o menos fantástico o legendario o de un relato que narra aventuras de personajes que no son humanos, sino superhéroes semidivinos o divinos. En el caso de la mitología grecorromana la aparición de los dioses y diosas griegos y sus contactos con héroes y semihéroes induce a pensar que los mitos están conectados con la religión, ya que además las divinidades grecolatinas siempre son representadas de forma antropomórfica, tanto masculina como femenina. Pero el concepto de mito y la creación de relatos mitológicos no tiene siempre que relacionarse con los dioses y con la religión.

Las religiones monoteístas como el judaísmo, el cristianismo y el Islam no están tan vinculados a personajes mitológicos en el sentido estricto del término, si bien es cierto que muchas narraciones, por ejemplo, de personajes bíblicos como Sansón, David, Josué y tantos otros pueden estar envueltos en un aura legendaria o fantástica. Las mitologías se construyen a partir de relatos imaginativos por medio de los cuales se intentan explicar los orígenes del mundo, el final de la historia, el bien y el mal, el sentido de la vida y de la muerte etc. Los relatos mitológicos siempre han estado asociados en sus versiones más antiguas a una religión determinada porque entonces no se conocían otro tipo de explicaciones racionales o científicas de muchos fenómenos naturales o sociales. Un ejemplo evidente es que nadie hoy asocia el fenómeno de la tormenta, del rayo y los truenos a la ira del dios romano Júpiter o del dios griego Zeus.

Uno de los tránsitos más importantes en la evolución cultural de la Humanidad fue lo que sucedió en Grecia en torno al siglo VI a. C. con la aparición de la filosofía y el pensamiento racional. Ese cambio cultural se denominó «El paso del mito al logos» y supuso para la cultura humana una transformación muy importante. No obstante, eso no significó que los mitos desaparecieran definitivamente de la cultura y de la sociedad occidental. Precisamente a partir del siglo XX se ha visto cómo nuevos relatos y nuevas formas mitológicas han ido apareciendo en la literatura, en el teatro, en el cine, en la televisión, en los cómics y en los videojuegos. En ese sentido, la creación de mitos en la actualidad ha estado más vinculada a la literatura, al cine, a los cómics y a la ciencia ficción que a las religiones, puesto que los creyentes de las religiones, sobre todo, de las monoteístas, defienden con vehemencia que su fe es el camino de la verdad y miran con desdén y desprecio esos relatos mitológicos modernos que en cierto modo d a determinados héroes o heroínas en detrimento de sus dioses y santos propios.

Uno de los mitos más famosos e interesantes creados por la cultura norteamericana del cómic es sin duda el de Superman. No se trata en este caso del «superhombre» de Nietzsche que tanto ha dado que hablar sobre la superación de la moral occidental cristiana y la «transvaloración» de la Humanidad en algo situado «más allá del bien y del mal», sino de cómo los poderes de Superman para luchar contra todos los males esconden, según los análisis de Umberto Eco (1932-2016) una legitimación ideológica del sistema económico y social imperante en los Estados Unidos: el neocapitalismo neoliberal.

Para ello, el mito de Superman creado en 1938 por Joe Schuster y Jerry Siegel, se ha apoyado en una antinarrativa muy propia de nuestra época en la que las secuencias temporales de los acontecimientos no siguen una trama inteligible ni una línea temporal, sino que todo sucede de modo fragmentario, disperso, inconexo y sin una clara relación entre personajes y hechos. Umbero Eco señala que todas las versiones de Superman se sustentan en que el sistema funciona perfectamente, a pesar de algunos cambios superficiales y que los valores en los que se basa el sistema liberal capitalista son insuperables, como los poderes del superhéroe. El mal está fuera del sistema. Toda la ficción creada sobre los poderes de Kal-El (superman) del planeta Krypton y sobre los humanoides extraterrestres (los kryptonianos) tiene su conexión oculta con esta Tierra y con su gran Metrópolis que sería Nueva York. La ficción y la realidad están mezcladas, pero finalmente la lucha de Superman contra sus enemigos instaura un tiempo permanente con un sistema económico que es el único posible: el capitalismo.

Los superpoderes de Superman son el vuelo, la superfuerza, la supervelocidad, la invulnerabilidad casi total, la visión telescópica y microscópica y la visión de rayos Superman y los kryptonitas son el ejemplo mitológico de una humanidad terrenal existente, la del sistema social y económico que ha vencido a todos sus enemigos representados por la alternativa socialista y comunista. Por eso después de 81 años, el mito de Superman, junto a otros como Batman, sigue vigente y representa no solo al Hombre de acero, sino sobre todo la consistencia e invulnerabilidad del capitalismo.

En conclusión, la mitología actual, la de la ficción literaria, la de la ciencia ficción, la de los cómics, de los videojuegos y del cine ha creado nuevos superhéroes y superheroínas que luchan contra todos los males y que en muchos casos poseen superpoderes extraordinarios que dejan pequeños a los héroes y heroínas griegos. Ahora se habla mucho más de extraterrestres que pueden traer nuevas formas de vivir a los humanos terrestres. Si en la Grecia clásica los dioses adoptaban formas antropomórficas y tenían conductas poco ejemplares en muchos momentos, ahora los nuevos mitos nos presentan a superhéroes o superheroínas capaces de vencer a sus enemigos mediante poderes superespeciales y además justificar que este sistema social y económico es el mejor de los mundos posibles, aunque en apariencia sus leyes y su justicia no sean de este mundo.

Los mitos griegos y romanos nos narran relatos en los que los dioses y los humanos ...

Índice

• Portada
• Créditos
• Índice
• Prólogo
• Introducción
• I. Unas preguntas básicas
• II. Sociología del hecho religioso
• III. Tipología religiosa (proféticas, místicas y de la sabiduría)
• IV. Antropología cultural y religión
• V. Filosofía de la religión
• VI. Teología y religión
• VII. Política y religión
• VIII. Ética y religión
• IX. Pluralismo de actitudes ante lo religioso: teístas, panteístas, deístas, animistas, ateos, agnósticos e indiferentes
• Bibliografía recomendada
• Bibliografía de consulta general
• Contraportada