CUARTA PARTE
El caso de Clara
En esta cuarta parte del libro, vamos a exponer el tratamiento de un caso utilizando la técnica que hemos desarrollado a lo largo del libro.
El caso que presentamos es el de una familia con una hija de 16 y un hijo de 19 años. Consultan por la hija, a la que llamaremos Clara. Antes de esta consulta, Clara había iniciado dos tratamientos, que había abandonado el cabo de dos y tres entrevistas, respectivamente. El motivo de consulta es un último suceso en el que tuvo una pelea con su novio, de noche y en medio de la calle. Durante los dos últimos años, estas peleas o discusiones eran frecuentes y, algunas veces, acababan en urgencias del hospital por las heridas que se hacían. En una de estas peleas, por ejemplo, se rompió la muñeca. En esta última ocasión, tuvieron que llamar a la policía y acabó en urgencias en el hospital por las heridas que sufrió.
Los padres están muy preocupados por su hija, sobre todo desde hace dos años. La madre dice: «No entiendo que tenga estas crisis. En esos momentos, no se puede controlar, estamos muy asustados. Es muy buena chica, pero cuando le cogen estas crisis cambia de carácter y no es ella. Se vuelve furiosa y rompe todo lo que se le pone por delante. Últimamente, no vivimos. Mi marido está mal, no se concentra en el trabajo, yo no puedo más. El otro día, Clara cogió un cuchillo y rayó todo el mármol de la cocina de lo nerviosa que estaba. Yo tenía miedo de que nos pudiera hacer algo a nosotros. Es que cuando se pone así, se transforma y no es la misma, y no se controla. Hemos llegado a un punto en que no podemos más: miedo, conflictos, peleas. Estamos desesperados, en casa no hay tranquilidad. Ahora lo quiere todo, no soporta que le digas que no, pero se comporta como una niña. No estudia, lo quiere todo, lleva el novio a dormir a casa, hay que hacerle de comer lo que quiere, y si la contradices, peleas, enfados, amenazas. Es insoportable. No puedo más». (Llora). Mientras la madre habla, los demás escuchan en silencio. El padre consuela a su mujer.
DIAGNÓSTICO
A partir de las informaciones que obtuvimos de la familia, nos enteramos de que es una muchacha caprichosa, que no colabora con las tareas de la casa. No mide las consecuencias de sus acciones: sabe, por ejemplo, que sus padres no tienen mucho dinero, pero quiere que le compren un iPhone de última generación. Cuando se angustia en la escuela, llama a su padre o su madre y les ordena que dejen su trabajo y la vayan a buscar inmediatamente, sin tener en cuenta las repercusiones laborales que tiene para sus padres.
Pudimos comprobar que Clara tenía una mentalidad infantil, no tenía desarrollada la organización yoica adecuada a su edad, y su evolución mental se había quedado detenida en etapas infantiles. Propio de madres narcisistas: quieren que su hija sea la mejor y les transmiten sus valores, sus convicciones y, sobre todo, que su forma de ver las cosas es la única verdad. Es un sometimiento a su forma de ver, sentir e interpretar las cosas, los sentimientos, los vínculos.
En cambio, el «no entiendo» de la madre («no entiendo que tenga estas crisis») es una manifestación de su narcisismo, propio de las organizaciones familiares narcisistas de carencia en la que predomina la proyección del ideal del yo. «No entiendo» es una negativa a entender, propia de la negación como mecanismo de defensa. La madre no quiere entender que a su hija le ocurran estas cosas, porque su hija debería ser la mejor. De otro modo (si lo entendiera), que Clara «tenga estas crisis» no encajaría con el ideal del yo que la madre ha proyectado siempre en Clara y sería una herida narcisista para la madre.
Las pruebas psicológicas dieron personalidad límite con difusión de identidad, y un coeficiente intelectual (CI) de 78. Tiene bastante elevados los valores relacionados con la organización, percepción espacial, planificación del trabajo… Y muy baja la comprensión y la capacidad de adecuarse a la realidad (este ítem está relacionado con el proceso de separación-indiferenciación). En el medio-bajo tenemos la conceptualización y atención. El CI resultante es de 78. El CI bajo se suele dar en todos los casos donde el proceso evolutivo infantil está bloqueado. Su CI real es 10-15 % superior, como pudimos comprobar más adelante.
En estos casos, no se puede dar mucho crédito a las pruebas de inteligencia porque una vez se han desarrollado las funciones cognitivas o superada la simbiosis recuperan un CI normal. Por eso, lo que nos preocupó más fue observar y ver que no había superado la separación-individuación.
Esta chica no pudo terminar ningún tipo de estudios ni aguantó dos años en la misma escuela. No había podido terminar ningún curso de Educación Primaria. Dejaba de acudir a clase, o bien la habían expulsado por su mal comportamiento. Y, al comentar cómo cuando Clara se angustia en la escuela llama a su padre o su madre y les ordena que dejen su trabajo y la vayan a buscar inmediatamente, la madre dice: «No la puedo dejar. Yo vivo solo para ella. Llevo el teléfono encima porque me puede llamar en cualquier momento. Casi no puedo trabajar. Siempre pendiente de lo que pueda pasar». El padre está presente pero no participa. Queda evidente su ausencia como figura paterna.
Con los padres, vimos que existía una colusión entre ellos, que se justificaba con el siguiente argumento: el padre había tenido una educación muy represiva, con lo cual hubiese sido él mismo muy represivo a la hora de educar a sus hijas. Por lo tanto, se repartieron las funciones: la madre se ocuparía de cuidar a los hijos y el padre se encargaría solo de aportar dinero a la familia. A cambio de ello, el padre podía tener una relación con sus amigos en el bar, lo cual llegó a fomentar en él un leve alcoholismo.
La simbiosis narcisista materna apartó al padre de ejercer sus funciones parentales en la familia. Y la madre fue perpetuando en esta hija una personalidad infantil, sin tolerancia a la frustración, no tolerando el no, buscando la satisfacción inmediata de las cosas, caprichosa y sin límites. Y esta relación de la madre con la hija se acentuó a partir de un accidente que ocurrió en la familia. Así la madre podía cuidar de sus hijos, en especial de Clara, a su manera. Clara era como una prolongación de ella.
Estos acuerdos entre los padres, la colusión que mantenían, les benefician a ellos, puesto que le permite a cada uno hacer lo que le gusta, pero perjudica al tercero, en este caso a la hija.
De acuerdo con lo que hemos expuesto en el apartado «Comentarios sobre el funcionamiento de las familias», consideramos que la familia funciona como un grupo de supuesto básico de dependencia, en el que se supone que la madre lo sabe todo y se hace cargo de todo. En consecuencia, los hijos no pueden desarrollar sus propias experiencias. Existe una pobreza mental en todo el grupo familiar. Todos los miembros están desvitalizados y existe una incapacidad de todos para organizar su identidad. Esto es coherente con lo que ocurrió a continuación.
Al preguntar a Clara si desearía cambiar alguna cosa de su personalidad, de entrada, dijo que no, que a ella no le pasaba nad...