Con la escuela hemos topado
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Con la escuela hemos topado

Y unas notas de teología de la educación

  1. 248 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Con la escuela hemos topado

Y unas notas de teología de la educación

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Un doble enigma, tanto universal como cristiano, provoca estas pa´ginas: ¿en serio valoran la sociedad y los poli´ticos nuestro desarrollo personal durante la infancia, la adolescencia y la primera juventud, sobre todo en la escuela obligatoria? ¿Y por que´ no se llega de una vez al tan cacareado Pacto Educativo serio y duradero? ¿Y a la Iglesia tambie´n le preocupan absolutamente todos o solo los suyos y en sus colegios? ¿Por que´ la reciente asamblea vaticana sobre los jo´venes apenas hablo´ de educacio´n?Hoy la escuela, ma´s que un "lugar privilegiado para la promocio´n de la persona [...], necesita una urgente autocri´tica", ha dicho el papa Francisco, en referencia a todas las escuelas, no solo a las "cato´licas".

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Información

Editorial
PPC Editorial
Año
2021
ISBN
9788428836814
Categoría
Education
CAPÍTULO AUXILIAR 1

NADIE EDUCA A NADIE

Este capítulo pone la educación en su nivel humano más hondo y así diluye las ansias de gestionarla desde fuera. Maduramos de otra manera.
¿Ah sí?, ¿se sabe cómo maduramos? Por supuesto que sí. Lo sabemos todos por experiencia propia y familiar, sobre todo cuando vemos a los chicos y chicas que tenemos cerca. La claridad se enturbia con la jerga pedagógica, que insiste en «educarlos», cuando a lo más que llega es a enseñar (y no es poco). Así que me he convencido de que la idea de educar se ha emborronado tanto que aumenta la confusión actual.
Ya me gustaría que la educación fuese «desarrollar todas las posibilidades ocultas o dormidas en una persona». Eso respondería a una de las etimologías latinas más frecuentes de educere (sacar); de donde también viene sencillamente educir (salir), que yo prefiero. Pero puede que también venga de educare o del padre duco, ducis, ducere, con sus muchos derivados (abducir, aducir, conducir, deducir, inducir, introducir, producir, reducir, reproducir, seducir, traducir...), lo que ha sugerido innumerables metáforas, desde la alfarería, la escultura, la jardinería, la alquimia, el diseño, la crianza, la doma, el gimnasio y, hoy con gran éxito, las derivadas de la informática y, en definitiva, de la clonación 1. Tanto que algunos prefieren, en vez de sacar cualidades y competencias dormidas, plasmar y modelar a los niños según cierto plan, ideario o proyecto educativo predeterminado: a una infanta para ser reina o a unos pobres adolescentes para ser ciudadanos, soldados, músicos o bailarines..., hasta en contra de su voluntad.
Con definiciones así de claras resulta fácil inventar métodos que susciten algo de cuanto llevamos dentro o entrenen para alguna actividad. Creo que es la línea hoy predominante en las leyes y en las Facultades de Educación. En una ocasión querían que disertara sobre «¿qué persona necesitamos en el siglo XXI?» o «¿para qué educamos?». Y me callé.
En dichas definiciones me sobra y me falta algo. Me sobra tanto protagonismo del supuesto educador sobre la masa blanda de los educandos y me falta, sobre todo, la trama vital en la que viven. Las personas no somos las macetas de un balcón madrileño –donde escribo– o de un patio cordobés. Vivimos entrelazados afectivamente –¡y pobre del que no lo esté!– con personas y situaciones concretas, y solo con ellas maduramos. Por eso hay otra manera de entender la educación.
1. La confusión está más allá del lenguaje
Varios autores recientes han polemizado sobre la distinción entre educación e instrucción. Por ejemplo, en la prensa española, en 2007, con motivo de la fallida «Educación para la ciudadanía» como nueva materia curricular, Fernando Savater veía obsoleta la distinción, mientras Rafael Sánchez Ferlosio la defendía aguerridamente: «Los conocimientos que proporciona la instrucción [...] ni pueden ni deben, de ninguna manera, dejarse dirigir por ninguna finalidad educativa» 2. Ya Antonio Tovar había observado algo importante y general respecto de la ejemplar paideia griega:
Los héroes homéricos, se nos ha dicho, tienen un ideal educativo [...] Mas, si nos detenemos a examinar las cosas, lo característico de los jóvenes de la epopeya, lo que los hace más admirables, envidiables, sorprendentes, divinos, es su espontaneidad, su vigor no falsificado ni estorbado ni comprimido. Pues el fondo mismo de la civilización –tomando esta palabra en todo el valor peyorativo que es a veces necesario– consiste precisamente en que se consiga educar a los hombres; es decir, intervenir en los abismos del ser humano donde están los resortes de la acción. La educación es poco menos artificial que el injerto y hace dar al hombre frutos distintos de los originarios 3.
José Saramago también fue claro, según una crónica periodística desde Buenos Aires:
Bajo el epígrafe Qué sociedad queremos, qué gentes necesitamos, Saramago disertó sobre la situación actual de la enseñanza. En su opinión se ha sustituido de manera errónea la palabra «instrucción» por «educación». «La escuela puede instruir a sus alumnos, pero no puede educarlos, porque ni tiene medios ni es su finalidad», aseguró. Como ejemplo, el escritor expuso cómo familias con padres analfabetos pueden educar a sus hijos, aunque estos estén sin instruir, y cómo jóvenes instruidos pueden carecer de educación 4.
Y Giovanni Gozzer, experto en la llamada «escuela católica», avisó a raíz del Concilio:
La escuela ya no es instrumento de educación, sino de instrucción pura. Todas las luchas en torno al problema escolar terminan si la escuela se sitúa en el terreno neutral de los conflictos científicos puros. La escuela ha dejado de ser la expresión de un sistema preciso de valores [ideologización lo llama él] [...] El sistema escolar no se funda sobre doctrina alguna específica [...] sino sobre principios de bien común y sobre la convergencia de intereses en toda la comunidad [...] De ahí que deba someterse la escuela a un proceso de desideologización [...] Se sitúa más acá de la educación 5.
De hecho, el Concilio Vaticano II debatió en profundidad hasta consensuar una breve declaración –que primero iba a ser sobre las escuelas católicas y, por fin, se centró en la educación en general– y circuló por el aula conciliar un escrito de obispos latinoamericanos con «argumentos para revisar el esquema» (ya muy avanzado), porque identificaba –«como en Occidente»– educación con escuela, a pesar de no ser un proceso infantil, sino permanente y distinto del aprendizaje 6.
2. La trama educativa de los mejores maestros
Mi propia paradoja es que los dos grandes pedagogos del siglo XX que más admiro, Lorenzo Milani y Paulo Freire, no utilizan un lenguaje demasiado preciso ni, mucho menos, me llevan hacia la falsa conclusión de que «en la escuela se aprende y en la vida nos educamos» (aunque tantas veces sea verdad) 7.
El de Barbiana, por ejemplo, en un párrafo explícito de la Carta a una maestra que escribió con sus alumnos, demostró conocer bien ambas necesidades humanas:
Si [el padre de Gianni, el eterno suspenso] pudiera hacerlo él solo, no os mandaría a Gianni a la escuela. A vosotros os corresponde sustituirle en todo: instrucción y educación. Son dos caras de un mismo problema (LP 69).
Milani también distinguía el aprendizaje de otra acepción todavía más casera de educación. A quien había hospedado en su casa a varios de sus alumnos le escribió:
Maresco me ha dicho que sus niños son tan educados que impresionan. Sin embargo, los míos son muy instruidos y poco educados. ¡Ojalá! En cualquier caso, estaría bien que Vd. prevea ya desde ahora un curso de ejercicios espirituales para la recuperación moral y social de los suyos tras nuestra m...

Índice

  1. Portadilla
  2. Intención
  3. Capítulo central. Una urgente autocrítica
  4. Capítulo auxiliar 1. Nadie educa a nadie
  5. Capítulo auxiliar 2. El subsuelo inconsciente de los chicos
  6. Capítulo auxiliar 3. Los maestros Paulo Freire y Lorenzo Milani
  7. Teología de la educación. 1. Luces pedagógicas desde el Evangelio
  8. Teología de la educación. 2. La escuela necesita una urgente autocrítica. Papa Francisco
  9. Pedagogía narrativa. Una Barbiana española. En el drama de la «escuela católica»
  10. Notas
  11. Contenido
  12. Créditos