Terrorismo y deporte
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Terrorismo y deporte

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Terrorismo y deporte

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El atentado ocurrido durante los Juegos Olímpicos de Múnich en el año 1972 acabó de forma traumática con la inocencia del deporte y puso de manifiesto que un ataque a un gran evento deportivo proporcionaba la visibilidad internacional que cualquier agrupación terrorista desea para su causa. Desde entonces, decenas de ataques se han producido durante el transcurso de competiciones de interés mundial, convirtiendo el deporte en un rehén más del terrorismo. Atlanta'96, la Eurocopa de Fútbol de Inglaterra, la semifinal de la Champions League de 2002, la maratón de Boston en 2013… son solo algunos de los blancos y escenarios que han sido objetivo de atentados terroristas durante el último medio siglo. Carlos Igualada analiza los objetivos y el impacto de todos estos ataques y también la repercusión que tuvo del 11-S en las medidas de seguridad de estos macroeventos para concluir que el deporte no solo representa una atractiva diana para los que siembran el terror, sino también una herramienta fundamental para prevenir el radicalismo violento.

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Información

Año
2021
ISBN
9788413522777

Capítulo 1

Buscando la intersección
entre deporte y terrorismo


Los Juegos Olímpicos de Múnich 72, la Eurocopa de Fútbol de Inglaterra, los Juegos Olímpicos de Atlanta 96, la semifinal de la Champions League de 2002, la selección nacional de cricket de Sri Lanka en 2009, la selección de fútbol de Togo en 2010, la maratón de Boston en 2013 o una peña madridista en Irak en 2016. Estos son solo algunos de los blancos y escenarios que han sido objetivo significativo de atentados terroristas durante el desarrollo de competiciones deportivas en el último medio siglo. A raíz de ello, cabe preguntarse: ¿por qué el terrorismo golpea al deporte? ¿Qué fin persiguen aquellos que introducen el terror en una celebración de este tipo? ¿Es esta la forma que tienen de mostrar su rechazo hacia la práctica del deporte? ¿En qué casos estos ataques han resultado ser contraproducentes para los propósitos de los terroristas? En este primer capítulo se tratará de dar respuesta a todo ello.

Definiendo terrorismo

Es importante que, desde un primer momento, se defina a grandes rasgos aquello que entendemos por terrorismo. El estudio de este fenómeno desde una óptica puramente conceptual ha presentado durante las últimas décadas, y sigue presentando diariamente, distintas complejidades a la hora de acuñar una definición sobre la cual exista un amplio consenso en cuanto a la exactitud del término y su contenido. En este sentido, son varias las definiciones aceptadas generalmente por expertos y especialistas en la materia, aunque existan matices que las hagan diferenciarse entre sí. Teniendo en cuenta todo ello, y como bien afirma Juan Avilés, “en la actualidad, la comunidad internacional no ha consensuado una definición precisa y las que aparecen en las legislaciones de distintos países no coinciden”3.
Tomemos el caso de distintos ejemplos para ilustrar esta realidad. El Convenio Internacional para la Represión de la Financiación del Terrorismo, firmado en el año 1999, plasmaba una definición de terrorismo que fue adoptada posteriormente por otras instituciones como la ONU. Bajo esta interpretación se entendía como terrorismo todo aquello que tuviese la intencionalidad de
causar muerte o lesiones corporales graves a civiles u otras personas que no participen activamente en las hostilidades durante un conflicto armado […] con el propósito de intimidar a una población u obligar a un Gobierno o a una organización internacional a realizar un acto o abstenerse de hacerlo.
Una definición más completa, dado que aborda el término desde una perspectiva más amplia, es la planteada por los informes del Global Terrorism Index, refiriéndose a terrorismo como “empleo o amenaza de la fuerza ilegal o la violencia por parte de un actor no estatal con el fin de alcanzar un objetivo político, económico, religioso o social, mediante el miedo, la coerción o la intimidación”. Esta definición tiene en cuenta algo tan importante como son los objetivos, entendiéndose intrínsecamente a partir de ello que todo acto de terrorismo debe de estar premeditado y planificado. Dicha interpretación se puede vincular con la aportación realizada por el sociólogo francés Raymond Aron, quien considera que el terrorismo incorporaría aquellas agresiones deliberadas que generasen consecuencias psicológicas desproporcionadas en relación a los daños ocasionados4. En esta misma línea, en la que se hace mención a los aspectos psicológicos, se expresa Luis de la Corte, quien afirma que terrorismo sería
una sucesión premeditada de actos violentos e intimidatorios ejercidos sobre población no combatiente y diseñados para influir psicológicamente sobre un número de personas muy superior al que suman sus víctimas directas y para alcanzar así algún objetivo, casi siempre de tipo político5.
Por su parte, Louise Richardson enfatiza que la característica más importante del terrorismo, siendo aquello que lo diferencia de otras formas de violencia política, es el ataque premeditado e indiscriminado hacia objetivos civiles6.
Otros tantos académicos hacen hincapié en el aspecto comunicativo del terrorismo, algo en lo que se profundizará en este mismo capítulo. En este sentido, Bruce Hoffman afirma que “el terrorismo debe verse como un acto violento, el cual es entendido específicamente como medio para atraer la atención, para más tarde, mediante la publicidad generada, comunicar un mensaje”7. En esa misma línea se expresa Marc Sageman, quien asegura que los actos terroristas tienen una función comunicativa porque “son un acto de propaganda que inspira a una audiencia especialmente joven que decide imitar esos actos y cometer atentados terroristas en sus propios países”8.
Un último ejemplo de la complejidad y las dificultades que existen a la hora de precisar este término quedó de manifiesto tras un trabajo publicado por Alex Schmid y Albert Jongman en 2005, quienes plasmaron una nueva definición tras pedir a más de un centenar de colegas que cada uno describiese el fenómeno a partir de sus conocimientos. El resultado de todo ello fue la obtención de 109 enunciados distintos, de los cuales se extrajeron 22 elementos comunes definitorios. La conclusión a la que llegaron los autores de dicha investigación es la siguiente:
El terrorismo es un método inspirado en la ansiedad producida por las acciones violentas repetidas empleadas por individuos, grupos o actores no estatales (semi) clandestinos, por motivos idiosincráticos, criminales o políticos, por lo que, en contraste con el asesinato, los objetivos directos de la violencia no son los principales objetivos. Las víctimas humanas inmediatas de la violencia se eligen generalmente al azar o selectivamente a partir de una población objetivo, y sirven como generadores de mensajes. Los procesos de comunicación basados en amenaza y violencia entre terroristas, víctimas y los principales objetivos se utilizan para manipular el principal objetivo o audiencia, convirtiéndolo en un objetivo de terror, de demandas o de atención, dependiendo de si se busca principalmente la intimidación, la coerción o la propaganda9.
Como se puede ver, el estudio del terrorismo presenta una gran complejidad, partiendo de la dificultad existente en su propia definición. A lo largo de la historia reciente han sido múltiples las formas a partir de las cuales se ha manifestado este fenómeno en base a una serie de ideologías que poco o nada tienen que ver entre unas y otras. Asimismo, este término también ha sido tergiversado en constantes ocasiones, siendo utilizado e instrumentalizado por aquellos que con fines esencialmente políticos han hecho uso de él para deslegitimar a un adversario. Pese a todo ello, es importante destacar que, en la actualidad, tanto la comunidad internacional como los propios estados condenan el uso del terrorismo como fin para conseguir unos determinados propósitos, independientemente de su ideología o de las motivaciones que conlleven a su ejercicio.

El deporte como rehén del terrorismo

No hay ninguna duda a la hora de reconocer a las organizaciones terroristas como uno de los actores no estatales tanto a nivel nacional como internacional con mayor capacidad para influir en las decisiones adoptadas por las esferas políticas. El terrorismo siempre ha ido acompañado de una naturaleza política motivadora de sus actos violentos. Si a ello se le añade el carácter transnacional adquirido durante las últimas décadas, tenemos como resultado un combo en el que cualquier gran evento, independientemente del lugar en el que se desarrolle, puede ser objetivo de un ataque. Además, el atentar durante la celebración de importantes competiciones deportivas contiene un atractivo añadido para las organizaciones terroristas por una serie de motivos que se comentarán a continuación:
  • La repercusión global. Partiendo de la base por la cual los atentados son un acto propagandístico para dar visibilidad mediante el uso de la violencia a las reivindicaciones políticas de las organizaciones terroristas, difícilmente se puede plantear un escenario mejor en el que estos quieran presentar su agenda10. La dimensión internacional de grandes eventos deportivos, tales como los Juegos Olímpicos, la Co­­pa del Mundo de Fútbol, la Super Bowl, la final de la...

Índice

  1. PREFACIO
  2. CAPÍTULO 1. BUSCANDO LA INTERSECCIÓN ENTRE DEPORTE Y TERRORISMO
  3. CAPÍTULO 2. TERROR EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS: DE MÚNICH 72 A SIDNEY 2000
  4. CAPÍTULO 3. TERRORISMO Y SEGURIDAD EN MACROEVENTOS DEPORTIVOS TRAS EL 11-S
  5. CAPÍTULO 4. TERRORISMO YIHADISTA Y DEPORTE ALREDEDOR DEL MUNDO
  6. CAPÍTULO 5. TERRORISMO Y DEPORTE EN ESPAÑA
  7. CAPÍTULO 6. EL DEPORTE COMO ALTERNATIVA AL EXTREMISMO VIOLENTO
  8. CONCLUSIONES
  9. ANEXO. ATENTADOS E INCIDENTES TERRORISTAS RELACIONADOS CON EL DEPORTE
  10. AGRADECIMIENTOS
  11. BIBLIOGRAFÍA
  12. NOTAS