La retícula disciplinar de la urbanidad
La tercera parte de este libro aborda la tecnología de la urbanidad propiamente dicha en sus características más importantes. Para ello se analizan los manuales de urbanidad, en tanto discurso codificado de esta tecnología modelizante y de las prácticas que le corresponden, a partir de criterios de estudio y conceptualización intrínsecos al campo enunciativo.
Lo primero que se hará es presentar el concepto de disciplina junto con los demás conceptos que lo acompañan, según Foucault los concibe en algunos de sus trabajos. Desde el capítulo introductorio se señaló la importancia de los conceptos y el método de trabajo de Foucault para esa tarea. Este permite tratar los aspectos contextuales de una práctica de poder, así como los procedimientos distintivos que le permiten instalarse en el tejido social, circular por este y causar efectos.
Se hará, seguidamente, un análisis de la urbanidad a partir de dos grandes técnicas disciplinarias que se pueden evidenciar en dicha tecnología: 1) la distribución espacial y 2) el control de la actividad de los cuerpos.
Se estudiará, después, el discurso de la urbanidad desde la perspectiva de un saber que constituye un código moral y, en ese sentido, establece un régimen de verdad a partir del cual el sujeto producido se piensa a sí mismo y a los demás. Lo anterior lleva a explorar si hay rasgos de cuidado de sí en la tecnología de la urbanidad o si esta es estricta y únicamente una disciplina. En otras palabras, se quiere analizar que, si bien la urbanidad resulta una forma de sujeción impuesta por las relaciones de poder en las que está inmiscuido el sujeto, es posible que en esta tecnología haya ciertos procedimientos en los que el sujeto se apropie de sí con el fin de autoconstituirse. Una vez desarrollada esta pregunta, se buscará concluir en el sentido de problematizar acerca de la actualización de los enunciados de la urbanidad y su vigencia.
A lo largo de la segunda parte de la investigación, se hizo una aproximación con rasgos más que todo históricos, debido al conjunto de preguntas que se quisieron abordar sobre la emergencia de los enunciados de la urbanidad. Esta tercera parte busca ser de carácter analítico, ya que se sumerge en la circulación más cotidiana de la tecnología de la urbanidad: su discurso, prácticas, continuidades, discontinuidades y poder productivo. Puede ser que, como se pudo avizorar en el segundo capítulo, el contexto de la época haya dado muestras de escasas instituciones en formación, pues, como se ha venido afirmando, el periodo histórico bajo examen, el cual parte de 1850, es el propio de la Colombia que estaba dando los pasos necesarios para construirse como Estado independiente con unos primeros elementos iniciales de modernización. Sin embargo, dicho contexto también da cuenta de una compleja y agitada vida pública de los sujetos. Es en esos afanes sociales que la urbanidad se desplaza con fluidez y es allí donde hay que entrar con el objetivo de ver cómo sucede esta misma como tecnología.
La disciplina como productora de subjetividad (apropiación del concepto acuñado por Foucault)
Para tratar el concepto de disciplina puede partirse por el sujeto que resulta objeto de esta y luego ir al proceso en el que ocurre tal objetivación y producción. Como la disciplina se practica sobre los cuerpos, es posible pensar en un cierto tipo de cuerpo que pueda ser un primer punto de referencia modélica: se trata del soldado. De todas formas, cabe mencionar que, por su parte, otros tipos son: el estudiante, el trabajador de la fábrica y el prisionero.
A partir de los tipos mencionados, se puede afirmar que los sujetos producidos por la tecnología de la urbanidad ejecutan órdenes sin cuestionarlas, así como el soldado; son objeto de examen, así como el estudiante; hacen parte de un aparato articulado de producción, así como los trabajadores, y son constantemente vigilados, así como el prisionero. Pero resulta especialmente atractivo el soldado por el cuidadoso proceso que da lugar a la producción de su cuerpo, las partes de ese cuerpo y por la relación que ocurre entre estas y aquel con diversos objetos y las partes de tales objetos. Dicha relación cuerpo-partes-objeto-partes ocurre de forma similar en la urbanidad, a partir de cuyo proceso productivo el cuerpo del sujeto y sus partes son formadas de tal manera que manejen con destreza ciertos objetos y sus partes.
El soldado es alguien a quien se conoce de lejos gracias a los signos impresos en su cuerpo, los cuales son notorios. Esto quiere decir que su cuerpo habla, lo cual permite reconocerlo. Esa retórica corporal del soldado expresa su vigor, valentía y altivez. Sus ojos vivos y despiertos, su cabeza erguida, su estómago levantado, sus ojos anchos, sus brazos largos, sus dedos fuertes, su vientre hundido, sus muslos gruesos, sus piernas flacas, sus pies secos dan muestra de un hombre siempre hábil y fuerte y son resultado de algo que se fabrica: una suerte de máquina que se necesita para algo. Esas partes de la máquina, que corresponden a esas partes del cuerpo, han sido objeto de una coacción calculada que recorre cada una de tales partes y las sujeta y las vuelve perpetuamente disponibles. Ello en cuanto ese cuerpo entero y sus partes expresan el automatismo de unos hábitos (Foucault, [1975] 2009, pp. 157-159). Lo mismo sucede con el cuerpo del sujeto urbano, el cual se destaca por el estricto manejo que da a las partes de su cuerpo, con el fin de hacer con estas lo que le ordena la norma de urbanidad.
El ejemplo del soldado muestra que los cuerpos, en las sociedades modernas (siglos xvii y xviii, en adelante), se han hecho objeto y agentes del poder. El cuerpo se manipula, educa, forma, se hace hábil, se multiplican sus fuerzas. De ese modo, se hace sumiso y se utiliza. Los cuerpos se hacen dóciles: pueden ser sometidos, transformados, perfeccionados, y eso implica nuevas técnicas para poder lograr esa regulación del cuerpo. Primero, una escala de control que trabaje el cuerpo en sus partes y ejerza una coacción en lo que concierne a los movimientos, gestos y actitudes. Segundo, un objeto de control dirigido a la economía del cuerpo, en términos de administración óptima de sus recursos, lo que conlleva la eficacia de sus movimientos, su organización interna, la coacción sobre sus fuerzas, la ceremonia del ejercicio. Tercero, una modalidad, esto es, una coerción ininterrumpida que vela por los procesos de la actividad más que por el resultado; esta coerción se ejerce con reticulación, es decir, con la mayor aproximación al tiempo, espacio y movimientos.
La disciplina es un método que permite el control minucioso de las operaciones del cuerpo, lo que garantiza la sujeción constante de sus fuerzas, y lo sumerge en una relación inquebrantable de docilidad y utilidad. Sin embargo, disciplina no es lo mismo que esclavitud, ya que esta se apropia de los cuerpos mientras que aquella es una relación costosa y violenta. Tampoco es servidumbre, en tanto esta es global, no analítica, ilimitada y establecida bajo los parámetros de la voluntad de un amo. No es vasallaje, la cual atañe más bien al trabajo y a las marcas rituales, lo que lo hace codificado y lejano. Tampoco es ascetismo monástico, porque este busca renuncias del cuerpo y no utilidades.
La disciplina es todo un arte del cuerpo humano que tiende al aumento de sus habilidades y a su sujeción. Esto ya muestra un vínculo muy estrecho que en el mismo mecanismo disciplinario hace del sujeto tan obediente como dócil y viceversa. Se trata entonces de utilidad económica y obediencia política. Estas dos solo se predican de hombres libres (Foucault, [1975] 2009, pp. 160-162), tal como ocurre con la tecnología de la urbanidad en Colombia, dirigida a la producción del sujeto que ha de vivir en una sociedad y en un régimen político propios de una época posterior a la independencia. Claro está que esa modernidad, en el caso de la Colombia del siglo xix, no tiene la misma concentración institucional de la población en escuelas, fábricas, cuarteles y prisiones, tal como sucede en la Europa que analiza Foucault. En atención a lo anterior, es necesario señalar que, aunque el país también entró en un proceso de modernización, este fue muy distinto. Tales diferencias, como se ha mostrado, están implicadas en las particularidades propias del contexto colombiano de entonces. Por tal motivo, el presente análisis se circunscribe a la capacidad subjetivante de la tecnología de la urbanidad, dentro de su propio campo de enunciación.
La disciplina se ejerce a través de una multiplicidad de procesos con frecuencia menores, de diverso origen y de dispersa localización; pero que terminan por coincidir, repetirse, imitarse o apoyarse unos a otros. Por eso, en ellos puede verse un método general. Tal método, que podría llamarse tecnología, está compuesto de técnicas minuciosas, íntimas; pero que tienen su importancia, puesto que definen cierto modo de adscripción política y detallada del cuerpo. De ese modo, definen toda una micro...