Jesucristo, el Hacedor de Discípulos
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Jesucristo, el Hacedor de Discípulos

  1. 160 páginas
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Jesucristo, el Hacedor de Discípulos

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"Cuando Jesús escogió a sus discípulos, llamó a pescadores y recaudadores de impuestos y los convirtió en algunos de los más influyentes hombres que jamás han existido. ¿Pueden los líderes de la iglesia moderna capacitar a gente común para encontrar su potencial como siervos de Dios?El recurso de discipulado más reconocido por más de veinticinco años, Jesucristo, el Hacedor de Discípulos, destaca los métodos de Jesús en el entrenamiento de sus doce discípulos y presenta un modelo bíblico que emula el modelo de Cristo para alcanzar a los perdidos. Esta primera edición en español incluye nuevas ideas surgidas durante todos estos años de labor del autor ayudando a las iglesias a hacer discípulos a partir de sus miembros comunes."Este libro merece la atención de alguien que seriamente desea aprender a hacer discípulos cristianos."ROBERT E. COLEMANAutor de ""El Plan Supremo de Evangelización"" - Gordon-Conwell Theological Seminary"Yo he usado este libro para regresar a más de 1.000 congregaciones norteamericanas a sus raíces de discipulado. Apegado a la Biblia, Jesucristo, el Hacedor de Discípulos, contiene los más importantes conceptos jamás escritos para equipar a la iglesia local para hacer discípulos de una manera efectiva."BOB GILLIAMPresidente de T-Net International"Bill Hull desafía nuestras nociones de quién hace discípulos, cuánto requiere, el proceso de aprendizaje y el resultado final. Este libro muestra maravillosamente cómo las relaciones abiertas y cariñosas estaban en el corazón del discipulado del mismo Jesús durante su ministerio en esta tierra y cómo ellas aún son la clave para hacer discípulos hoy."ALAN ANDREWSPresidente, U.S. Navigators"

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Información

Año
2021
ISBN
9789584410436
Categoría
Religión
10
Capítulo
Siendo más como el Maestro
Intentar algo por primera vez es a menudo tan excitante como aterrador. No importa cuánto entrenamiento avanzado preceda ese vuelo solitario, el valor de la experiencia misma supera por mucho toda preparación. El aprendizaje es muy importante, pero viene un tiempo natural en el que el estudiante se gradúa y sale a confrontar el mundo solo, poniendo en práctica todo lo que ha aprendido. Cuando Jesús reunió a sus doce hombres para enviarlos al campo de cosecha, fue muy parecido a un padre enviando a su hijo lejos de sí. Aun cuando ellos eventualmente regresarían para algunos estudios de posgrado, esta era la primera aventura ministerial independiente de los discípulos.
Si la multiplicación espiritual toma lugar, los convertidos deben madurar para llegar a ser discípulos firmes que deben a su vez madurar para llegar a ser líderes capacitados. Estos obreros en turno necesitan ser capaces de nutrir y entrenar a otros discípulos a través de este mismo proceso de crecimiento. La Gran Comisión gira en torno a este proceso (Mateo 28:19-20).
Hay ahora en marcha un cambio importante en muchas iglesias del mundo occidental, un cambio del ministerio centrado en el clero a un ministerio de laicos equipados para el servicio. Este cambio en el mundo occidental está teniendo lugar gradualmente en todo nuestro alrededor. Los líderes cristianos son cariñosos pero están liderando firmemente la iglesia fuera de las equivocaciones y errores del pasado hacia el adecuado modelo escritural dado por Dios. La meta de muchas iglesias independientes es transformar una congregación de espectadores liderada por un ministro en una armada de ministros liderados por un pastor.
Saliendo Ellos Solos
Mientras vemos a Jesús instruyendo a sus doce hombres antes de irse a ministrar en el campo de cosecha, veamos el modelo del Hacedor de Discípulos. Él sabía qué era lo más importante en el proceso de “destete” espiritual. Asignar la tarea adecuada a un niño, un empleado o un discípulo es crucial, pues esta debe ser lo suficientemente desafiante para permitirle a la persona ser probada a su límite pero no más allá. La tarea debería ser un proceso gradual.
Enseñarle a mi hijo a montar bicicleta fue una experiencia progresiva. Él se sentó orgullosamente encima de su bicicleta nueva, bien balanceado mientras yo caminaba a su lado con una mano agarrando la parte posterior de su sillín y la otra sobre el manillar. Algunos días después, yo mantenía sólo una mano en el sillín mientras empujaba la bicicleta y lo animaba con susurros al oído. Así pasé de caminar a correr.
Finalmente, llegó el día que yo determiné que correría junto a la bicicleta como acostumbraba, pero en cierto momento dejé que la bicicleta se fuera por completo. Como lo dejé ir, él se mantuvo en carrera como si yo lo estuviera aún agarrando. En el momento que descubrió que él estaba solo, gritó y se estrelló. Pero unos minutos después de entender que había recorrido unos metros por sí solo, estaba montando su bicicleta por todo el estacionamiento sin ninguna asistencia.
Jesús soltó a sus discípulos de la misma manera como yo finalmente solté la bicicleta de mi hijo. En una manera similar, Él estaba enviándolos en misiones locales, dejándoles saber que Él estaba cerca para ayudarlos si era necesario. Por supuesto, esto no representaba que estuvieran listos para darles toda la responsabilidad. Era simplemente el solitario vuelo inicial de los doce.
Jesús dio a sus hombres instrucciones precisas respecto a esta primera sesión en solitario. En esta reunión ministerial, encontramos cuatro principios generales de entrenamiento que pueden ser útiles en este siglo XXI para equipar obreros.
1. Envíelos de dos en dos. Hay varias razones para enviar obreros en pares y no en tríos o cuartetos. El dúo más pequeño le brinda a la gente la oportunidad de utilizar plenamente sus dones. Cuando dos personas trabajan en un proyecto, cada una necesita hacer una variedad de trabajos.
Estos doce hombres habían estado observando a Jesús por más de dieciséis meses y se estaban reventando con tanta información y conocimiento no probados. Ellos necesitaban la libertad para traducir la teoría en acción. Tendrían que desarrollar su propia mentalidad, planeación, oración, confianza y predicación. Sin el lujo de girar alrededor de pedirle consejo a Jesús, ellos aprenderían rápidamente a pensar por sí mismos.
Un equipo de dos ofrece la oportunidad positiva de una cercanía personal. Es mucho más fácil desarrollar una relación de confianza con una sola persona que con varias. Un equipo de tres o más puede acarrear la competencia por la cercanía en la relación o la oportunidad de ponerse dos contra uno. Cuando dos salen al campo por sí mismos, ellos tienden a depender el uno del otro en lugar de competir entre sí.
Otra característica positiva es el factor responsabilidad. Una persona sola está expuesta a muchas más tentaciones que cuando tiene a alguien a quien debe responder y ser considerado responsable. Generalmente, esta responsabilidad no es algo que está claramente articulado; simplemente existe porque estas dos personas están juntas en el ministerio.
2. Deles autoridad. Nunca le pida a alguien empezar una tarea a menos que usted le de la autoridad para completar el trabajo. Un obrero necesita una descripción detallada del trabajo que debe hacer, además del equipo y el conocimiento para llevarlo a cabo. Pero más que todo, el obrero debe tener la autoridad necesaria. No hay nada más frustrante que dar su mejor para algo que finalmente resulta inútil, debido a que usted no posee la autoridad para completar exitosamente la tarea.
Jesús se aseguró de darles a sus discípulos plena autoridad; al confrontar a un demonio, ellos podrían responder de la misma manera que su Maestro (Marcos 6:7). La confianza es crucial en el ministerio; tener autoridad genera confianza y esta a su vez, incrementa el rendimiento.
3. Especifique la audiencia. Jesús instruyó claramente a sus hombres: “No vayan entre los gentiles ni entren en ningún pueblo de los samaritanos. Vayan más bien a las ovejas descarriadas del pueblo de Israel” (Mateo 10:5-6). Jesús tenía un plan que disponía que los judíos fueran los primeros en escuchar las buenas nuevas del reino de Dios. La agenda del Padre determinaba este enfoque. Las promesas enraizadas en el Antiguo Testamento exigían que de Israel partiera la proclamación del reino de Dios y del Mesías prometido. Era un asunto de priorizar lo primero. De esta manera, los discípulos estarían en la agenda divina.
Las barreras teológicas y culturales entre judíos y gentiles eran demasiado grandes para que los doce las cruzaran en su primera salida. Cuando un novato está tratando de sacar sus alas ministeriales por primera vez, usted no debería exponerlo al fracaso poniendo barreras infranqueables en su camino. Ellos podían sanar enfermos y expulsar demonios, pero anunciarle a un samaritano (un judío mestizo), el reino, esa era otra historia.
En las primeras etapas de aprendizaje, la gente no debería enfrentarse a demasiadas opciones. Si estos hombres hubieran sido enviados a predicarle a todo aquel que se cruzara en su camino, el enemigo habría podido distraerlos. Pero como ellos tenían instrucciones tan específicas respecto a la gente a la que deberían hablarle, fue mucho más difícil para satanás obstaculizar su labor.
4. Aclare el objetivo. Exactamente, qué mensaje debería escuchar esta audiencia particular del primer siglo? Jesús le dijo a sus hombres: “Dondequiera que vayan, prediquen este mensaje: «El reino de los cielos está cerca.»” (Mateo 10:7). Este era un mensaje único para una gente única, un mensaje que sólo un judío podía entender o interesarse.
Tener un mensaje específico para un grupo objetivo específico simplifica la labor del ministerio. Los obreros deberían ser capaces de presentar el evangelio con tanta claridad que no haya confusión de los temas. Al principio se sugirió entrenar a todos los obreros en el mismo método. De esta manera, el entrenador se asegura que cada uno conozca al menos una manera para compartir efectivamente el evangelio. Otros métodos están bien también, si son apropiados, pero la responsabilidad del discipulador es asegurarse de que todos puedan compartir efectivamente su propia fe.
No debería esperarse que los nuevos trabajadores llamados respondieran todas las posibles preguntas y objeciones al evangelio. Algunas personas creen que si un cristiano no puede explicar cada culto, responder cada objeción y debatir cada pregunta filosófica, no está listo para dar testimonio de su fe. Esto no es verdad, pero es de vital importancia que conozcamos completa y minuciosamente en qué creemos, pues sólo así podremos refutar el error. Mientras ganan experiencia al presentar el evangelio, los discípulos tienden a estudiar cada vez más las Escrituras y otros materiales para responder las preguntas que los han confrontado. El cristiano tiene la ventaja de poseer un mensaje sobrenatural que al ser usado fielmente, cumplirá su cometido (Isaías 55:11).
Las instrucciones adicionales del Maestro a los obreros incluían temas específicos como sanar enfermos, resucitar muertos, liberar endemoniados, consejos sobre cómo financiar el ministerio, sugerencias acerca del vestido y directrices para encontrar alojamiento (Mateo 10:8-14; Marcos 6:8-11). Tanto la hostilidad como la hospitalidad son mencionadas, con consejos acerca de cómo manejarlas. Uno tiene la impresión de que Jesús quería que sus hombres experimentaran una total dependencia en Él mientras ministraban sin un sistema de respaldo o apoyo.
Con un sentido de confianza y realización recién descubiertas, los doce hombres ministraron como se les pidió hacerlo. “Los doce salieron y exhortaban a la gente a que se arrepintiera. También expulsaban a muchos demonios y sanaban a muchos enfermos, ungiéndolos con aceite” (vv.12-13). Ellos estaban por primera vez laborando por sí mismos. Jesús los había equipado suficientemente para una primera misión.
Al entrenar obreros para una misión, un discipulador debería estar tan comprometido con una planeación detallada y una instrucción como lo estuvo Jesús. Él le dio a sus hombres los detalles y las especificaciones. Él cubrió todas las bases, no dejó nada importante por fuera e hizo todo lo posible para asegurarse de que sus hombres fueran exitosos. El entrenamiento sobre la labor debe ser minucioso, progresivo y bien programado. Los discípulos habían observado a Jesús con frecuencia y así ellos sabían qué significaba cuando Él decía: “Prediquen el mensaje, sanen a los enfermos y expulsen a los demonios” (Mateo 10:7-8). Ellos lo habían visto hacer estas cosas, lo cual hizo que ellos creyeran mucho más en que podrían hacerlas.
Después, Jesús envió a otros setenta y dos de sus discípulos al campo de cosecha, igualmente de dos en dos. Ellos eventualmente regresaron a decirle a Jesús que habían cumplido con su trabajo (Lucas 10:17). La responsabilidad es de hecho esencial en la efectividad del entrenamiento. La supervisión y aplicación continuas estuvieron presentes a través de todo este período de entrenamiento del Maestro, llamado vengan y quédense conmigo. Su transfiguración, la alimentación de los cinco mil, el apaciguamiento de la tormenta y su caminata sobre el agua, fueron todas lecciones que Jesús discutió con sus hombres.
Una persona que está aprendiendo las implicaciones del trabajo, no sólo necesita supervisión, sino en muchos casos desearla. Debido a nuestra caída naturaleza humana, cuando se nos da una tarea necesitamos rendir cuentas de nuestra experiencia. Una parte vital del liderazgo es ayudar a quienes se entrenan a aprender y mejorar habilidades. Como líder, yo estaría pecando contra los que entreno y los que ellos tocan si no superviso.
Yo me encuentro semanalmente con los obreros que están entrenando discíp...

Índice

  1. Introducción
  2. Introducción a la EDICIÓN HISPANA
  3. Parte
  4. Capítulo
  5. Capítulo
  6. Capítulo
  7. Una Persuasión Creativa
  8. Parte
  9. Capítulo
  10. Capítulo
  11. Capítulo
  12. Capítulo
  13. Nuestra Fuerte Unión Espiritual
  14. Parte
  15. Capítulo
  16. Capítulo
  17. Capítulo
  18. Siendo más como el Maestro
  19. Parte
  20. Capítulo
  21. Capítulo
  22. Unidos con Dios