Diarios
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Xavier Mina decidió en 1817 organizar una Expedición militar internacional –una de las primeras intervenciones exteriores en un conflicto interno– en apoyo del general Jose María Morelos, jefe de la insurgencia mexicana.Pero su objetivo fundamental no era sólo apoyar la independencia de México, sino la de toda la América insurgente como pieza inicial del derrumbe del absolutismo y de la opresión en América pero también en España. Para Mina, la liberación de la América española era la condición indispensable para el triunfo de la Constitución y de la libertad en España.El Diario de James Brush, el Informe de J. M. Webb, las Memorias de John Bradburn y el Diario de campaña de Andrés Terrés y Masaguer, son cuatro piezas relatadas en primera persona que hablan del valor, la capacidad de resistencia, los sueños de libertad, la esperanza, pero también los fracasos y la derrota de esa Expedición libertadora a México. Brush, Webb, Bradburn y Terrés conocieron a Mina y contaron sus vivencias –a su lado o en el bando contrario.Edición de Manuel Ortuño Martínez.

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Información

Año
2021
ISBN
9788412389609
Categoría
History
Diario de la Expedición de Mina
James A. Brush1

Introducción

Para comprender con mayor claridad el relato que se presenta a continuación, se considera necesario ofrecer una somera descripción de la topografía y los recursos de aquella parte del extenso país llamado en general el Reino de México, que fue el escenario de la campaña de la expedición del general Mina, así como un esquema de la población y del ascenso y progreso de la actual revolución en el momento de su llegada entre los independentistas.
La gente autóctona por lo general divide el país en tres grandes partes, que se distinguen de acuerdo con su clima y localización: la Costa, las Tierras Calientes y las Tierras Frías. La Costa occidental incluye una región que se extiende desde los litorales del Pacífico treinta o cuarenta leguas hasta la gran Sierra2, normalmente llamada Sierra Madre; a partir de ahí, las Tierras Calientes se extienden unas veinticinco leguas hasta las faldas de la gran Sierra del Tacámbaro donde comienzan las Tierras Frías. Los límites de las tierras orientales que bordean el golfo de México no están tan bien diferenciadas por la naturaleza como las anteriores; podría decirse que la Costa se extiende unas veinte leguas desde el mar hacia el interior, donde comienzan las Tierras Calientes, y otras veinticinco más hasta las vastas llanuras de las Tierras Frías.
El total de la parte habitada del reino no es más que una inmensa tierra elevada que asciende desde el océano, en la que se encuentra cada clima susceptible de vegetación en proporción a los diversos grados de altitud y localización. Por esa razón, en especial las Tierras Calientes occidentales, a pesar de estar infinitamente más elevadas que la Costa son por lo general mucho más calientes, ya que están situadas en una gran hondonada bordeada de sierras elevadas, lo cual evita que moderen el calor las frescas brisas marinas que enfrían la atmósfera de la Costa. Las Tierras Frías gozan por su gran elevación de un clima templado a pesar de estar situadas en la zona tórrida, y desde el mes de noviembre hasta febrero se producen fuertes heladas en las sierras y en los lugares más elevados.
Al ascender desde las Tierras Calientes a las Tierras Frías, el cambio de clima es muy repentino; un viajero podría comer en una plantación azucarera aspirando la fragancia de los naranjales que lo rodean y cenar esa misma noche entre escarchas, en una tierra cuyos únicos productos son píceas y otros árboles de bosque que sólo se suelen encontrar en las regiones polares. La vegetación es por supuesto tan variada como el clima: la Costa y las Tierras Calientes producen toda clase de árboles, frutas, granos o plantas que se encuentran normalmente entre los trópicos, pero las Tierras Frías, además de maíz y pimiento de cayena (dos artículos muy importantes en el país), producen todo tipo de árboles, frutas, granos o plantas que se cultivan normalmente en Europa. En consecuencia, los mercados están siempre abastecidos de una gran diversidad de frutas y verduras. Supongo que en ningún otro lugar se pueden encontrar, lo que causa tanto asombro como placer al visitante que no está acostumbrado a ver reunida de esta manera en un mismo lugar la producción de las zonas templadas y de las tórridas.
Las cimas de las sierras, que a menudo están al mismo nivel a lo largo de muchas leguas, suelen estar cubiertas de enormes y altos árboles de bosque, entre cuya diversidad predomina una especie de roble. Los cerros y muchos de los llanos y valles3 producen principalmente una vegetación baja de árboles espinosos y arbustos, mezclados con varias clases de nopales que dan un fruto no comestible, muy apreciado por la población autóctona del país. Todo esto, a no ser que se emplee como combustible, tiene poca utilidad, y la madera para la construcción se ha de traer desde las sierras con gran trabajo. En las pequeñas zonas de tierra llana, al borde de los ríos y de los arroyos por donde éstos desembocan en el mar, crece entre otras variedades una considerable cantidad de palmas altas y árboles de caoba.
En el Occidente, los territorios de la Costa y las Tierras Calientes consisten principalmente en vastas cordilleras de cerros de roca muy quebrados, lo que hace que sean apenas transitables los caminos, senderos en realidad; una gran proporción de las Tierras Frías, por el contrario, son inmensas llanuras bordeadas de cerros por todos lados. Muchos de los llanos muestran indicios de haber sido anteriormente el lecho de extensos lagos, llenos ahora por la continua sedimentación de la tierra que arrastran las lluvias de las montañas de alrededor. He visto algunos de estos lagos o llanuras casi completamente llenos que se secan una vez terminada la temporada de las lluvias, dejando sus lechos sin nada de agua en veinte o treinta millas. Los principales lagos que actualmente existen son los de Chapala, México y Pátzcuaro o Zinzunzan; el primero es tan extenso que sólo es inferior en tamaño al mayor de los lagos canadienses.
En una isla de este lago, los independentistas tuvieron hace unos años un fuerte inexpugnable que durante mucho tiempo sitiaron los realistas. Lo defendían sobre todo los indígenas, que frustraron todos los intentos de los sitiadores, quienes para bloquear el lugar construyeron y llevaron al lago barcazas armadas en San Blas con un coste muy grande. Si no hubiera sido por la traición del comandante general de la provincia, es probable que no lo hubieran tomado, pero aquél se trasladó con sus tropas a donde estaba el enemigo y propició que el fuerte se entregara.
Las llanuras de las Tierras Frías consisten por lo general en suelos fértiles y en la temporada de lluvias producen grandes cantidades de maíz, frijoles, cebada, etc. El cultivo de trigo está limitado principalmente a los dueños de grandes haciendas4 que pueden costear la construcción de presas5 para el riego, sin el cual no se podría producir ese grano en las altiplanicies mexicanas. La razón es que el trigo se debe sembrar a finales de octubre, cuando ha comenzado la temporada seca y no fructifica a menos que la tierra esté húmeda, lo que sólo se puede lograr gracias a las presas, ya que las llanuras de las Tierras Frías, debido a su gran altura, carecen en su mayoría de ríos y arroyos. He visto producir trigo en las sierras secas, refrescadas por la atmósfera húmeda de estas elevadas regiones, pero es de calidad inferior.
No obstante que las llanuras de las Tierras Frías tienen pocos riachuelos, no es de ninguna manera el caso en las sierras de las Tierras Calientes, ya que éstas, y podría añadir también la Costa, están regadas en abundancia por magníficos ríos y riachuelos que en su mayor parte se inician en las altas montañas que limitan las vastas llanuras de las Tierras Frías, de las que se podría decir que son sus cumbres. Los ríos no son muy largos debido a su pronunciado declive y a la brevedad de su recorrido, pero lo son suficiente para que se establezca en sus márgenes cierta cantidad de huertas y plantaciones azucareras. Estos riachuelos raramente dejan de correr; por el contrario, los pocos que se pueden encontrar en las Tierras Frías en ocasiones se mantienen durante tres meses más que las lluvias.
Entre los mexicanos generalmente se acepta la división del año en dos partes, a saber, la temporada de lluvias y la temporada seca; la primera, por lo regular, comienza en mayo; desde entonces llueve con escasas interrupciones hasta mediados de octubre, cuando comienza la segunda, y, a menos que caigan chubascos aislados en el mes de enero, a partir de esta época ya no caen más lluvias hasta la temporada siguiente. La primavera mexicana propiamente dicha comienza en junio, y los meses de marzo, abril y mayo son demasiado calientes y por lo tanto la vegetación no crece mucho debido a la sequedad de la tierra.
Poco tiempo después de que lleguen las lluvias, gran parte de los cerros del país, como también las llanuras, se cubren de exuberante vegetación, lo que proporciona el pasto para las innumerables manadas de caballos, vacas y ovejas que corren por esos lugares. Cuando cesan las lluvias, la hierba se seca y permanece en el suelo sin pudrirse, por lo que no es necesario poner a secar heno para las provisiones de invierno, y como los caballos y ganado de las grandes haciendas6 corren por ahí sin ningún control, se vuelven casi salvajes.
Es difícil imaginar que un país montañoso carezca de metales y minerales, y en efecto, según parece, no pueden encontrarse en mayor abundancia y diversidad que en México. Desde muy antiguo, las minas mexicanas han adquirido notoriedad sobre las de los demás países por su riqueza en metales preciosos como oro y plata, aunque son abundantes en otros metales más útiles como cobre, hierro, estaño y plomo, pero también se puede encontrar azogue en considerable cantidad. La corona española sólo permite la explotación de las minas de oro y plata, de las que obtiene ingresos muy superiores a los del resto de países.
Desde el comienzo de la revolución los indígenas han extraído cuantiosas cantidades de cobre, hierro, estaño y plomo sin ningún otro proceso que derretir lo que en tanta abundancia encuentran en el terreno, sin tener el problema de excavar para obtenerlo: nunca escuché que en México se explotara una mina de estos metales.
En la actualidad, los independentistas usan el cobre para fundir y moldear cañones y fabricar balas, el plomo para cartuchos de mosquetes y el hierro para espadas y lanzas; no sé qué hacen con el estaño, pues a pesar de haber visto enormes cantidades extraídas de los cerros, nunca escuché hablar que se produjeran platos de estaño en algún lugar que perteneciera a los revolucionarios. Probablemente se vende en las grandes ciudades que ocupan los realistas.
Se extrae abundante suministro de salitre de las numerosas cuevas de las montañas, donde a veces se encuentra en un estado cristalino puro; los volcanes7 –hay muchos en estas provincias– suministran cantidades inagotables de azufre, lo que permite a los independentistas fabricar toda la pólvora que utilizan, aunque no es muy buena debido a la deficiente manera de prepararla.
La Sierra Madre es una perfecta masa de metales y minerales, y las escabrosas vertientes de los cerros suelen aparecer verdes a grandes trechos debido a la cantidad de mineral de cobre que contienen. Esta mena, si me informaron correctamente los que parecen estar familiarizados con el tema, también contiene cierta proporción de oro. Hay varias minas de oro y plata en este país que permanecen intactas porque sus descubridores, sean criollos o indígenas, al no tener la esperanza de conseguir licencia para explotarlas, no dan noticia de su hallazgo a los españoles, a los que consideran sus enemigos y opresores naturales, estando resueltos a no beneficiarlos con esa información.
En la vecindad del pueblo de Silao, no lejos de León, observé rastros de carbón y no tengo la menor duda de que abunda en el país, pero sus habitantes no conocen su uso. En la mayoría de las provincias abundan fuentes minerales y termales8, muchas de las cuales visité, pero describirlas va más allá de mis límites.
La población total del Reino de México se podría dividir en cuatro clases: los europeos o españoles nativos, los criollos, los indígenas civilizados y los indios bravos o salvajes. Los criollos se pueden subdividir en tres clases más, a saber: los blancos descendientes de los europeos, las diversas mezclas de blancos (europeos y criollos) con los indígenas y la mezcla producida por el matrimonio mixto de negros africanos con indígenas.
Los negros que permanecen en la actualidad en las provincias que visité son tan pocos que casi no merecen ser reconocidos como una clase de población distinta, lo cual probablemente es consecuencia de que prefieren el matrimonio mixto con criollos e indígenas que con los de su propio color. En su mayoría, los europeos y los criollos blancos se han establecido en las ciudades, pueblos, aldeas y haciendas de las Tierras Frías; la población de las Tierras Calientes se compone sobre todo de la mezcla de blancos e indígenas, y la de la Costa de la mezcla de todo tipo con algunos indígenas. Estos últimos prefieren vivir en los cerros y las sierras, a donde se supone que muchos se retiraron poco después de la conquista española; viven en pueblos y aldeas reservados para ellos, preservando así su lengua y sus costumbres, y casi nunca visitan las ciudades y pueblos que habitan los criollos, a no ser que vayan a ofrecer el producto de su labor y de su ingenio9. Los dialectos de los indígenas de las diversas provincias son completamente distintos, y en sus aldeas el párroco y el gobernador indígena son, en general, los únicos que hablan español.
Los indios bravos o indios salvajes habitan las vastas e inexploradas regiones de la provincia de Texas, al occidente del Río Bravo del Norte, y al norte y occidente del golfo de California, y como el resto de sus tribus hermanas de Norteamérica sobreviven de la caza. De vez en cuando el gobierno de México les ha enviado misioneros españoles, pero nunca escuché que sus exhortaciones hayan tenido mucho efecto o que los haya inducido a cambiar su modo de vivir10. Lo que los sacerdotes llaman una vida civilizada, estos hombres no pueden evitar considerarla como un estado de servil sometimiento a los españoles, por lo que para resistirlos están generalmente en guerra contra el virrey de México. Los artificios que vencieron a sus vecinos más civilizados, los súbditos de Moctezuma, resultan inútiles con estos hijos del bosque que consideran las ventajas de la vida civilizada una adquisición muy cara frente al sacrificio de su independencia.
En el imperio de Moctezuma, hasta lo que he podido observar en las costumbres de la gente, los misioneros han hecho más que los militares para doblegar a los habitantes del país en favor de la corona de España.
La superstición religiosa es, sin duda, el medio más poderoso que cualquier gobierno puede emplear para dominar sobre un pueblo ignorante y en ningún otro país se ha usado con mayor éxito que en México. Los curas han fraguado aquí tan alegremente una ingeniosa fusión de la pompa de las procesiones católico-romanas con las ceremonias que antes usaban los indígenas, que a estos hombres les resulta difícil diferenciarlas. En sus procesiones de los días de fiesta cargan las imágenes de los santos de la Iglesia católica entremezclados con representaciones del sol, la luna, etc., que anteriormente eran objeto de la devoción de los indígenas; en ocasiones solemnes todavía ejecutan las antiguas danzas religiosas de los indígenas, que después de celebrar la misa realizan en el interior de las iglesias. Una vez que me tocó presenciar una procesión de este tipo, le pregunté a uno de los habitantes del lugar el significado de unas ceremonias que me parecían muy extrañas y me contestó que procedían de sus antecesores de la época de Moctezuma.
No se puede considerar maravilloso que los indígenas hayan adoptado tan ...

Índice

  1. Prólogo
  2. Diario de la Expedición de Mina
  3. Informe de la Expedición del rebelde Mina al virrey Apodaca
  4. Memorias de la Expedición del general Mina
  5. Diario de campaña
  6. Biografía de los principales personajes
  7. Notas
  8. Créditos