López Obrador: el poder del discurso populista

Luis Antonio Espino

• Editorial: Turner
• Año: 2021
• ISBN:
  9788418428951
• Categoría: Politics & International Relations
• Categoría: Politics

¿Por qué López Obrador es todavía tan popular si los resultados de su gobierno son tan pobres? Este libro tiene la respuestaDurante sus primeros dos años de gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha mantenido la aprobación de la mayoría de los mexicanos y ha construido una intensa relación emocional con sus seguidores.Esto, sin embargo, no corresponde con los resultados de su gestión, que han sido los peores en décadas. En este libro, Luis Antonio Espino sostiene que esa diferencia entre aprobación y desempeño se explica por el uso que AMLO hace del lenguaje para crear un discurso poderoso y efectivo, que tiene como prioridad la consolidación de su poder personal.Este libro disecciona los cinco pasos que el presidente de México sigue disciplinadamente en todos sus discursos para ganar la batalla por el control de la realidad y sustituir las débiles e imperfectas instituciones democráticas del país con su propia versión de populismo nacionalista, que él llama "la Cuarta Transformación".

iv

Deslegitimar el conocimiento, la información y la crítica

We’ve heard quite enough of experts and their dealings. Why face the facts, when you can just feel the feelings? Let’s lead this world a merry dance. Let’s give stupidity a chance.1

pet shop boys

Yo tengo otros datos

Y no salgas con que

Los especialistas gobiernan mejor

Cuando los miras bien

Son gente arrogante y alejada de las mayorías

A pesar de que

Muchas ciencias dominan

No lograron nada positivo para el país

Y es mentira que

Los expertos saben más

Esto no es así porque

El verdadero conocimiento está

En la sabiduría del pueblo

Si usted lee estas líneas de arriba hacia abajo, parece que está escuchando a Andrés Manuel López Obrador en sus conferencias matutinas, en las que responde frecuentemente “yo tengo otros datos” cuando algún reportero cita las cifras negativas de su gestión. Pero si las lee de abajo hacia arriba, verá que el texto se parece a cualquier columna de opinión de un experto cri­ticando el estilo de toma de decisiones del presidente. Con esta suerte de palíndromo discursivo –basado en un pequeño poema que se volvió viral en redes sociales hace algunos años–2 trato de ilustrar las dos caras de una discusión que no es exclusiva de México. La ola de descontento que ha dado fuerza al populismo en el mundo tiene como uno de sus pilares la percepción de que la democracia ya no es más el gobierno de las mayorías y que una minoría de expertos (la “tecnocracia”) ha secuestrado los procesos de toma de decisiones que afectan las vidas de todos. El discurso populista es una denuncia de cómo esos grupos adoptan, escudados en la superioridad de sus credenciales académicas y conocimientos técnicos, una agenda favorable a intereses de élites económicas y políticos venales.

En este capítulo analizaré ese choque narrativo entre “el pueblo” y “los tecnócratas” desde la perspectiva del discurso populista de AMLO. Demostraré cómo el presidente deslegitima y debilita, a través de la palabra, a las instituciones y grupos que producen y difunden conocimiento técnico, información y crítica sobre las decisiones públicas y que, al hacerlo, le disputan el control de la percepción de la sociedad sobre la realidad. Sus palabras parecen reivindicar los intereses del “pueblo” en su lucha contra una élite insensible, pero sus acciones demuestran que López Obrador no tiene como propósito poner el conocimiento experto al servicio de una visión más igualitaria de la sociedad o abrir instituciones burocráticas insulares. Sus objetivos son, en realidad:

• Convertirse en la única voz legítima en el debate público.
• Eludir la evaluación objetiva de sus resultados como presidente.
• Remover contrapesos intelectuales al ejercicio de su poder.

Para fines de exposición, agrupo a las instituciones que generan conocimiento, información y crítica sobre los asuntos públicos en cuatro grandes conjuntos:

1. Los cuadros de funcionarios técnicos, ubicados tanto en la estructura del gobierno federal como en comisiones, institutos y organismos autónomos.
2. Lo que aquí llamaré “organizaciones expertas”, que incluyen a las organizaciones de la sociedad civil profesionalizadas, a los organismos internacionales, así como a algunas áreas del sector privado, todas ellas generadoras de estudios, datos y análisis útiles para medir y evaluar el desempeño del país en diversas áreas.
3. Un sector muy visible de la academia y los intelectuales que producen tanto conocimiento científico y técnico aplicable a las políticas del Estado, como opinión informada sobre los asuntos públicos.
4. Los medios de comunicación, que usan el conocimiento y los datos generados por los funcionarios técnicos, la academia y las organizaciones expertas como insumo para producir y difundir información, análisis y opinión sobre el desempeño de los gobiernos.

Estos cuatro grupos generan un bien público intangible e inva­luable: la comprensión colectiva de la realidad del país. Destruir ese entramado de conocimiento experto y lograr que la mayoría de la gente deje de creer en él para depositar su confianza úni­camente en el mundo paralelo que se construye a partir del discurso del presidente es uno de los objetivos centrales de la retórica de AMLO.

amlo vs. los funcionarios técnicos

El 9 de julio de 2019, el entonces secretario de Hacienda y Crédito Público, Carlos Urzúa, entregó por escrito al presidente López Obrador su renuncia al cargo. El texto decía en su parte central que:

En esta administración se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento. Estoy convencido de que toda política económica debe realizarse con base en evidencia, cuidando los diversos efectos que esta pueda tener y libre de todo extremismo, sea este de derecha o izquierda. Sin embargo, durante mi gestión las convicciones anteriores no encontraron eco. Aunado a ello, me resultó inaceptable la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública. […] Por los motivos anteriores me veo orillado a renunciar a mi cargo.3

Muchos se sorprendieron al leer esta carta de renuncia, a pesar de que el desprecio de López Obrador por los funcionarios con conocimientos especializados es añejo, y forma parte central de su relato populista. Como lo expuse en el primer capítulo, el “érase una vez” de su narrativa describe a México como un vergel de abundancia cuando era gobernado por los cuadros del PRI, entonces un partido de tendencia nacionalista y estatista. Los problemas del país iniciaron cuando llegó a estas tierras el “neoliberalismo”. Y quienes trajeron esas ideas al PRI fueron los “tecnócratas”, los funcionarios mexicanos educados en el extranjero, que comenzaron a contaminar las instituciones públicas con su credo económico. Así lo relataba en 2010 López Obrador, entonces líder opositor, en uno de sus numerosos libros-manifiestos:

La crisis de México viene de tiempo atrás, pero se precipitó desde la década de los setenta, cuando un grupo internacional de potentados que se [sentían] dueños del planeta ordenó a sus técnicos y sus políticos diseñar y aplicar un nuevo modelo que les permitiera dominar a los estados nacionales y apoderarse de los recursos naturales y de los bienes de la mayoría de los seres humanos.4

Los tecnócratas son, literalmente, instrumentos de ese grupo internacional que conspira desde las sombras para “dominar al mundo”. Una suerte de SPECTRE económico,5 oculto para las masas, pero cuyo modus operandi es más que evidente para la mirada del líder populista:

Inventaron una serie de recetas y recomendaciones que fueron sembrando en la mente de millones. Convirtieron en dogma criterios tan absurdos como la supremacía del mercado, la desregulación de la economía y del sistema financiero, la utilización del Estado solo para proteger y rescatar a las minorías privilegiadas, y, desde luego, proclamaron que la privatización era la panacea. También postulaban que el nacionalismo económico era anacrónico y la soberanía nacional un concepto caduco frente a la globalidad, que se debían cobrar menos impuestos a las corporaciones y más a los consumidores, que eran más eficientes y honestos los administradores privados que los públicos, que debía privar lo económico sobre lo político y lo social, que el Estado no debe promover el desarrollo.6

En México, los “tecnócratas neoliberales” comenzaron su ascenso al poder en el gobierno del presidente Miguel de la Madrid (1982-1988) y se consolidaron al mando durante el mandato de Carlos Salinas (1988-1994), el archienemigo de López Obrador, encarnación de todos los males y villano absoluto en su narrativa. Fue en ese sexenio cuando: “No solo se adoptaron los dogmas del neoliberalismo de manera puntual, sino que se utilizaron como parapeto para llevar a cabo el peor saqueo de las riquezas de los bienes de la nación que se haya registrado en la historia de México”.7

Los tecnócratas, además, acuden a las universidades extranjeras para aprender a ser mafiosos:

Hay ahora hasta pseudointelectuales apoyando a Meade, diciendo que Meade estudió en el extranjero, como si los hijos de ‘El Padrino’ no hubiesen estudiado en el extranjero, los mandaba a estudiar ‘El Padrino’ a las buenas universidades de Estados Unidos para que aprendieran a ser mafiosos […]. Hay una camarilla en el ITAM, donde se han adiestrado en la doctrina, en el arte de cóm...

Índice

• Introducción
• i
• ii
• iii
• iv
• v
• Epílogo
• Bibliografía
• Agradecimientos
• Sobre el autor