La experiencia del tiempo
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La experiencia del tiempo

Aportes fenomenológicos sobre la temporalidad

  1. 287 páginas
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La experiencia del tiempo

Aportes fenomenológicos sobre la temporalidad

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Esta obra viene a ofrecernos un amplio y sugerente estudio de la temporalidad desde una perspectiva fenomenológica, a través de los análisis de Husserl sobre la pluralidad de niveles temporales implicados en la experiencia de la finitud, la muerte, el sueño y la vigilia; pasando por la apropiación y reinterpretación del tiempo en Heidegger y Levinas, y por un eventual diálogo de la fenomenología con otros autores de la tradición filosófica que ofrecieron líneas de reflexión sugerentes sobre esta problemática (Aristóteles, Spinoza y Marx). Temáticamente hablando, nos abre un abanico rico de lecturas, interpretaciones y conexiones del tiempo con el olvido, el recuerdo, el nacimiento, la añoranza, el trabajo y la amistad, lo que nos permite volver a poner en cuestión la clásica oposición entre el incesante fluir del tiempo y la inmutable eternidad. La fenomenología nos enseña que el tiempo es la fuente de cualquier permanencia, que lo invariable solo es posible en tanto fluyente y viviente, es decir, como un incesante transcurrir que es vivenciado por alguien concreto y cuya permanencia, por más paradójico que parezca, está garantizada por su continuo pasar.

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Información

Año
2021
ISBN
9789876919517
II
La temporalidad fenomenológica en contraste

Temporalidad como entrelazamiento en Husserl y como cuidado en Heidegger: convergencias y divergencias entre los Manuscritos de Bernau y Ser y tiempo

Diego Ulises Alonso Pérez
Una de las mayores críticas hechas a los análisis husserlianos del tiempo, principalmente por Heidegger y Levinas (entre otros), es la primacía del presente entendido como protoimpresión, es decir que la fuente primigenia que desencadena la temporalización es la impresión originaria (Urimpression) y su correspondiente dación como siendo ahora. Sin embargo, esta crítica se revela como incompleta, pues no toma en cuenta los análisis realizados por Husserl en su obra inédita, entre otros textos, los llamados Manuscritos de Bernau, por ejemplo, en los cuales es manifiesto que la primacía del presente no se deja enmarcar en un presente entendido como ahora-puntual. Por otro lado, durante algún tiempo reinó la idea de que la fenomenología trascendental husserliana y la fenomenología hermenéutica heideggeriana eran caminos no solo distintos sino opuestos. Con las publicaciones de muchos de los textos que permanecieron inéditos de ambos autores, cada vez se hacen más evidentes las semejanzas o convergencias entre ambos, aunque ello no quiera decir que no persistan grandes diferencias. En todo caso ambos pensamientos parecen estar más cercanos, vistos en detalle, de lo que ellos mismos se hubieran atrevido a aceptar. Y cuando hablo de cercanía me refiero a que muchos de los problemas que ambos circundan son los mismos, aunque abordados desde distintas perspectivas. El presente texto busca mostrar algunos puntos de convergencia y divergencia entre los análisis del tiempo en Husserl y Heidegger, ateniéndose, principalmente, a Los manuscritos de Bernau y a Ser y tiempo y a las semejanzas y diferencias que cumplen en la explicación de la temporalización los conceptos de entrelazamiento (Verflechtung) y cuidado (Sorge).
Los Manuscritos de Bernau son textos en los que el filósofo moravo se ocupa intensamente del tiempo en las vacaciones de verano de 1917 y 1918 (entre nueve y diez horas diarias)1 justamente en Bernau, un pequeño poblado en el corazón de la Selva Negra en el que se localizaba su casa de campo. Si bien se requerirían precisiones historiográficas para determinar cómo, cuándo y hasta dónde alcanza la influencia de la lectura heideggeriana de los Manuscritos de Bernau, mi escrito no tiene tal objetivo, sino que pretende resaltar las convergencias más bien temáticas. Por lo demás, la influencia podría pensarse que fue recíproca porque después de la lectura de Husserl de Ser y tiempo en 1930 también se constata en su obra una mayor importancia del mundo de la vida y de la pragmaticidad.

1. La conciencia de tiempo como entrelazamiento preintencional

Como atinadamente señala Inga Römer (2010: 67): “[Husserl] dejará de considerar en esta etapa [la correspondiente a los Manuscritos de Bernau] a la protopresentación como el punto de partida de la conciencia de tiempo”,2 es decir, la protoimpresión dejará de jugar el papel de ser el desencadenante de la temporalización (Zeitigung). En su lugar se probará con un modelo explicativo diferente que, buscando la génesis de la protocorriente de conciencia, se topará con que el tiempo –entendido aquí siempre como proceso de temporalización (sich zeitigen)– es más bien un entrelazamiento (Verflechtung) preintencional de protenciones, retenciones y protoimpresiones. Si bien ya desde las Lecciones de fenomenología de la conciencia interna del tiempo (desde ahora Lecciones) se consideraba que el tiempo está formado por un campo temporal originario –justamente por retención, protoimpresión y protención–, era fácil interpretar la protoimpresión como teniendo la primacía, como siendo la que temporaliza el tiempo. En este nuevo modelo explicativo la tesis husserliana afirma que el tiempo es desencadenado (temporalizado) por el futuro, por lo por-venir, aunque esto tampoco entendido de manera “puntual”.
Uno de los conceptos clave en esta nueva etapa es el de Verflechtung, que bien se puede traducir como entrelazamiento, interdependencia o entretejido.3 No me resulta fácil elegir un término para traducirlo, pues cualquiera de las posibilidades apunta a aquello que fenomenológicamente se pretende describir. Tampoco es un concepto que cause demasiado problema al ser vertido en nuestra lengua, precisamente por las mismas razones. En cualquier caso, las tres opciones aciertan en lo mentado. Me decantaré por usar mayoritariamente la palabra entrelazamiento porque, según la Real Academia Española, significa “estar enlazado” y a la vez “estar entretejido”. Lo que tal concepto pretende expresar es precisamente que el tiempo, genéticamente hablando, se efectúa como un entrelazarse preintencional4 de protenciones, retenciones y protoimpresiones. Este nuevo modelo de la autoconstitución de la conciencia de tiempo como entrelazamiento está correspondientemente acompañado de otros dos conceptos centrales: plenificación (Erfüllung) y desplenificación (Entfüllung). ¿En qué consiste este nuevo modelo explicativo del tiempo?
Recordaré que los análisis husserlianos previos en torno al tiempo condujeron a la distinción fundamental entre constituido-constituyente; así, los objetos temporales (sean de la índole que sean) o, para ser más general, cualquier unidad constituida en el tiempo, se diferencian plenamente de la conciencia constituyente. Para decirlo con otras palabras: la materia del tiempo, es decir, el fluir diacrónico de las vivencias –entendidas como unidades constituidas sean intencionales o no– debe ser distinguida de la conciencia sincrónica de este fluir diacrónico (o uno tras otro) de las vivencias, que es lo correspondiente a la forma siempre presente del tiempo y que en un principio se llamó conciencia de tiempo (Zeitbewusstsein). Sobre esta distinción se funda también la interpretación heideggeriana del tiempo, entre lo que dura (intratemporal) y lo que temporaliza. Para seguir con la explicación tomaré el famoso ejemplo de una melodía que escucho. Cuando mediante una modificación de la atención nos dirigimos a la melodía que está en el trasfondo del café, en la retención nos encontramos con que esta ya estaba, de cierto modo, en el campo temporal, aunque justamente en el trasfondo (de manera no expresa). La atención se encuentra impregnada por lo más reciente, aquello que acaba de sonar o pasar, con un giro de ella podemos tratar de hacer perdurar aquello que retuvo y dirigirnos a ese presente sido en el que sonaba el estribillo de la canción que atrajo nuestra atención. Sin dejar de notar que nuestra atención también fluye (también va perdiendo en claridad y aquel presente retenido va desvaneciéndose lentamente), pregunto: ¿qué es lo que la retención retiene? ¿El contenido sensible de un “estímulo” que provoca la melodía, el cual se daría en una impresión originaria? (No olvidemos que ya desde las Lecciones se había hecho hincapié en la doble-intencionalidad de la retención, que retiene tanto los datos hyléticos como las fases de conciencia). Desde este nuevo enfoque genético habrá que responder rotundamente: no. ¿Por qué no y qué es lo que la retención retiene entonces? Para entender esto lo primero es tener en cuenta la distinción entre dos tipos de retención: aquella que podría denominarse protorretención y la retención derivada o concreta. La protorretención o retención originaria sería aquella en la que se van enlazando de manera pasiva los horizontes retencionales en los que se constituyen los objetos temporales. En segundo lugar, está la retención concreta que es la que retiene las fases de los objetos y las correspondientes fases concienciales de los actos que están dirigidos a esos objetos, por ejemplo, al escuchar una melodía. Esto no quiere decir que mi atención cree la retención, pues precisamente al dirigir expresamente mi atención a aquello que acaba de pasar descubro –por decirlo de alguna manera– aquello que la retención ya había retenido.
Con este nuevo enfoque lo que se pretende es desplazar la protoimpresión, pues esta no es la “creadora” del objeto temporal, ni siquiera del presente. Ya desde las Lecciones se resaltaba que el tiempo no es la sucesión de ahoras aislados y puntuales, sino un campo temporal originario en el que los modos temporales (o decursivos) se encuentran entrelazados. Husserl dice: lo que llamamos ahora protopresentación “es punto límite entre dos actos re-presentantes de dos clases, la retención y la protención” (Hua XXXIII: 4),5 punto limítrofe que solo es posible en el tensar (entrelazar) de pasado y futuro. ¿Acaso no es esto lo que trata de describir el concepto campo temporal originario (Urzeitfeld)? Porque justamente el concepto de campo temporal originario nos permite pensar la temporalidad como un espacio que entrelaza retenciones-impresiones-protenciones. La limitación es que el campo temporal originario se concentra en las fases de conciencia y de dación objetual puntuales, dando por supuestos los horizontes que los posibilitan.
Para entender la novedad del enfoque de los Manuscritos de Bernau recordemos que en las Lecciones parece que la temporalización es desencadenada por la protoimpresión y que tanto protenciones como retenciones son modos temporales únicamente con relación al ahora correspondiente de la protoimpresión (al menos así se puede interpretar), justo porque lo que se está tematizando es el modo a priori de vivirse el tiempo, pero enfocándose en la experiencia de los objetos temporales y dando por supuesto los horizontes que posibilitan esa experiencia. Esto implica: el tiempo pasado y el futuro fueron y serán un tiempo presente, no solo respecto del objeto que dura y los actos dirigidos a este, sino de sus horizontes retencionales y protencionales que los acompañan. Así la modalización temporal que tiene prioridad en el presente no desaparece, simplemente es interpretada de otra manera, justo porque la atención se enfoca en ese proceso de entrelazamiento de los horizontes retencionales y protencionales que posibilitan la experiencia del tiempo y ya no en las protenciones y retenciones específicas y correspondientes a un objeto temporal determinado. De hecho, para señalar tal desplazamiento Husserl hace la distinción entre retención-protorretención, protención-protoprotención. Por estas mismas razones la protoimpresión es desplazada y remplazada por los conceptos de protopresencia [Urpräsenz] y protopresentación (Urpräsentation). Ambos van acompañados del uso del vocablo, que se vuelve común, de tiempo de la presencia (Präsenzzeit)6 y ambos son lados de una misma moneda, el Präsenzzeit (que engloba tanto la protopresencia como la protopresentación) designa (1) tanto los datos hyléticos en tanto sentidos (vividos) (por ejemplo, rojo sentido) y los datos hyléticos en tanto lo correspondiente al rojo que aparece, (2) como los horizontes temporales que posibilitan su aparecer. Entonces, el ser-presente del objeto temporal no es provocado o producido exclusivamente por una impresión originaria, porque toda presencia es “para empezar una expectativa vacía y luego viene un punto de protopercepción” de ella (Hua XXXIII: 4).7 Todo presente corresponde entonces a una plenificación (Erfüllung) de una expectativa previa y vacía que ya está preconfigurada por el entrelazamiento de los horizontes temporales (retencionales y protencionales) y, en cierto sentido, presente –justamente bajo el modo de expectativa vacía– en el flujo del tiempo. La “protopresentación es, en el nuevo enfoque genético de los Manuscritos de Bernau, un punto límite, en el cual se entrecruzan las modificaciones protencionales y retencionales” (Römer, 2010: 67-68).8 Segundo, el protoproceso constituyente de tiempo –antes llamado flujo absoluto– se topaba, en las Lecciones, con el problema de cómo ser captado; pues la reflexión que regresaba sobre este tenía que presuponer un “algo” (datos hyléticos) que ya siempre estaba ahí, antes de ser aprehendido por un acto de conciencia. ¿Cómo resolver pues este acceso a la corriente originaria?
Al probar el nuevo enfoque genético se intenta resolver el problema de la siguiente manera: la conciencia es de antemano y originariamente preintencional y ello sin necesidad de una aprehensión, de ahí que use el prefijo “pre”, pues es una intencionalidad anterior a los actos de conciencia, anterior al yo despierto. Esto quiere decir que los modos temporales se remiten –tienden– entre sí; unos a otros se van entrelazando pasivamente sin necesidad de aprehensiones que vengan a animar los datos sensibles, sin la intervención de un yo despierto, por decirlo así, se efectúan entrelazándose de manera anónima. Y, lo más importante, sin estar restringidos a las fases ni de sus objetos correspondientes ni de los actos que están dirigidos a ellos, sino que su entrelazamiento se va entretejiendo junto con los horizontes retencionales y protencionales que son los que los posibilitan. La nueva pregunta fundamental entonces es:
¿Qué es el protoproceso, el proceso de las “últimas” partes trascendentales de la vida? A él pertenecen todos los acontecimientos del tiempo fenomenológico, que son sin “participación de la atención” o, transcurriendo, son constituidos, sin el aprehenderlos del yo puro, y a él pertenece también […] la corriente del irse constituyendo. (Römer, 2010: 6)9
Es decir, ni atención ni tematización ni participación de un “yo puro” son necesarias para que este protoproceso (Urprozess) de la protocorriente de conciencia –que se efectúa como entrelazamiento preintencional– tenga lugar, suceda o acontezca (aunque sí que existe la participación de un protoyó, pero este se dice de manera equívoca y en un sentido que escapa a los propósitos de este ensayo). Dicho en otras palabras, la temporalización de la temporalidad simplemente se da siempre ya de antemano, pues ella misma va preconfigurando sus horizontes temporales que son los que permiten que la experiencia del tiempo se dé como un campo temporal originario. Desde luego, queda la dificultad del estatus de esta autotemporalización, la cual plantea dos opciones: 1) o es un algo temporalizándose anónimamente siempre previo y necesariamente presupuesto, o 2) o es una temporalización que “crea” la mirada fenomenologizante que la teoriza.
Al perder la p...

Índice

  1. Cubierta
  2. Acerca de este libro
  3. Portada
  4. Dedicatoria
  5. Epígrafe
  6. Presentación, por Ricardo Gibu Shimabukuro y Ángel Xolocotzi Yáñez
  7. I. La temporalidad en el desarrollo de la obra husserliana
  8. II. La temporalidad fenomenológica en contraste
  9. III. Apropiaciones fenomenológicas de la temporalidad
  10. IV. Temporalidad y situaciones vitales
  11. Sobre los colaboradores
  12. Créditos