Parte I
Declaración preliminar
I
El 3 de octubre de 1945 el Departamento de Estado inició una consulta entre las Repúblicas americanas con respecto a la situación argentina. El resto de las Repúblicas americanas acordó participar en esta consulta. Durante el período transcurrido, el Gobierno ha realizado un cuidadoso estudio y evaluación de toda la información a su alcance sobre Argentina. Un enorme volumen de documentos del enemigo derrotado, encontrado en muchos casos con enorme dificultad y después de una prolongada búsqueda, ha sido estudiado y verificado. Funcionarios alemanes e italianos acusados de tener responsabilidad en actividades en y con Argentina han sido interrogados. Aunque este trabajo de investigación continúa, en la actualidad el Gobierno de los Estados Unidos tiene en su poder información que establece que:
1. Miembros del gobierno militar colaboraron con agentes enemigos en importantes asuntos de espionaje y otras actividades perjudiciales para el esfuerzo de guerra de las Naciones Unidas.
2. Líderes, grupos y organizaciones nazis se combinaron con grupos totalitarios argentinos para crear un Estado nazi-fascista.
3. Miembros del régimen militar que controlan el gobierno desde junio de 1943 conspiraron con el enemigo para socavar los gobiernos de los países vecinos y destruir su colaboración con los Aliados, en un esfuerzo por alinearlos a un bloque pro-Eje.
4. Los sucesivos gobiernos argentinos protegieron al enemigo en materia económica, con el objetivo de preservar el poder industrial y comercial del Eje en Argentina.
5. Los sucesivos gobiernos argentinos conspiraron con el enemigo para obtener armas de Alemania.
Esta información permite llegar a las siguientes conclusiones:
1. El gobierno de Castillo y aún más el régimen militar actual siguieron una política de ayuda activa al enemigo.
2. Las solemnes declaraciones de cooperar con las otras Repúblicas americanas fueron completamente incumplidas, y se ha demostrado que fueron diseñadas para proteger y mantener los intereses del Eje en Argentina.
3. Las políticas y acciones de los recientes regímenes militares en Argentina tenían por objeto socavar el Sistema Interamericano.
4. Los individuos y grupos totalitarios, tanto militares como civiles, que controlan el actual gobierno en Argentina han perseguido, junto con sus colaboradores nazis, una meta común: la creación de un Estado totalitario en este hemisferio. Este objetivo, en parte, ya se ha alcanzado.
5. De manera creciente a partir de la invasión de Normandía , y más claramente desde el fracaso de la última contraofensiva alemana en enero de 1945 , el régimen militar argentino ha tenido que recurrir a una estrategia defensiva de camuflaje. La asunción de las obligaciones dictadas por la Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y la Paz para acabar con la influencia nazi y las repetidas declaraciones sobre intenciones pro-democráticas procedieron de esta estrategia de camuflaje.
6. Por el brutal uso de la fuerza y de métodos terroristas para derribar toda oposición del pueblo argentino, el régimen militar ha hecho una burla de su compromiso con las Naciones Unidas de “reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana”.
II
Antes de la Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y la Paz, veinte Repúblicas americanas concluyeron unánimemente que el gobierno argentino no había colaborado en el esfuerzo de guerra y no podía, por tanto, participar debidamente de la Conferencia. Hacia el final de la reunión, deploraron el hecho de que “las circunstancias previas a la reunión no experimentaron cambios que justificasen a la Conferencia la adopción de medidas para restablecer la unidad continental”. Jamás se ha dictado un juicio tan claro por parte de una comunidad de naciones en relación a la conducta del gobierno de uno sus miembros. Y para que su juicio no fuera malinterpretado, la Conferencia distinguió cuidadosamente —como debemos distinguir actualmente— entre el pueblo argentino y el régimen imperante: “la unidad de los pueblos de América es indivisible… la Nación argentina es y siempre ha sido una parte integral de la unión de las Repúblicas americanas”.
Fue en gran medida debido a este espíritu de unidad entre los pueblos, y a la fe que anima el Sistema Interamericano, que las Repúblicas americanas se inclinaron por aceptar, una vez más, la palabra dada por el gobierno de Farrell-Perón.
Con su adhesión al Acta Final de la Conferencia de México , el régimen de Farrell dio un paso necesario para poder participar del tratado contemplado por la Parte II del Acta de Chapultepec. Pero el empleo de los beneficios del Acta de Chapultepec, así como de otros derechos del Acta Final de la Conferencia, estuvo condicionado por la buena fe del Gobierno de Farrell tanto en la asunción como en la ejecución de los acuerdos y declaraciones aprobadas por la Conferencia.
El reconocimiento del régimen de Farrell y su admisión a la Organización de las Naciones Unidas no se basaron en la conclusión de que el régimen había satisfecho sus obligaciones. El reconocimiento y la admisión a la Organización de las Naciones Unidas se basaron, en cambio, en un compromiso tomado por el gobierno de Farrell de cumplir con los acuerdos de la Conferencia de México. Como fue anunciado el 28 de mayo de 1945 por el Secretario de Estado Stettinius, Presidente de esta delegación del Gobierno tanto en México como en San Francisco:
“Al votar para admitir a Argentina en estas circunstancias, los Estados Unidos… no han cambiado en absoluto su posición y esperan que Argentina cumpla efectivamente todos los compromisos tomados bajo las Declaraciones de la Ciudad de México. Más aún, consideramos que su admisión a la Conferencia de San Francisco aumenta sus obligaciones de hacerlo. Esperamos que la Nación argentina cumpla esta obligación”.
Varios meses después, el Secretario de Estado adjunto para los Asuntos de las Repúblicas Americanas y delegado suplente de los Estados Unidos en la Conferencia de la Ciudad de México, el Sr. Nelson Rockefeller, declaró:
“El registro muestra que, mientras se han tomado algunos pasos para llevar adelante los compromisos, hay varios importantes fracasos que tienen serias implicancias. Con frecuencia han comenzado esos pasos o promesas y no se han llevado a término. Es un hecho que varios de los compromisos vitales que Argentina ha tomado con sus vecinos americanos se mantienen incumplidos por su Gobierno”.
La aceptación de la palabra dada por el gobierno de Farrell repitió un proceso en el que las Repúblicas americanas, en un espíritu de genuina buena voluntad hacia el pueblo argentino, han participado pacientemente durante cuatro años de guerra. Desde poco después de Pearl Harbor hasta la rendición incondicional del enemigo , los sucesivos gobiernos argentinos combinaron afirmaciones de pleno cumplimiento con solemnes promesas de desempeño futuro. Esta evidencia, en sí misma, demostró insinceridad y podría haber servido como base para un cargo de engaño deliberado. Hoy sabemos las razones detrás de los importantes fracasos, la aparente reticencia, los compromisos vitales incumplidos, las promesas de mantener las promesas. Detrás de este registro de promesas incumplidas y de repetidas palabras de cooperación, tenemos pruebas de una real complicidad con el enemigo.
Esta complicidad nos obliga a dudar de la motivación, el plan y el propósito de cada acto del actual régimen argentino. Tal falta de confianza no será redimida por decretos u órdenes administrativas, por firmas de pactos o por adhesiones a actas finales de conferencias. Sólo se recuperará la confianza cuando nuestro pueblo hermano de Argentina sea representado por un gobierno que inspire completamente fe y confianza, tanto en el país como en el exterior.
III
La información que sustenta estos cargos es enviada respetuosamente a los gobiernos de las Repúblicas americanas para su consideración en relación al Tratado de Asistencia Mutua que será negociado en la próxima conferencia en Río de Janeiro .
Por sus propios términos, el Acta de Chapultepec sienta las bases para establecer un pacto de asistencia mutua que demandará a los gobiernos miembros a asistirse unos a otros ante un ataque o amenaza de agresión, cualquiera sea su proveniencia. Además, de conformidad con la Resolución IV de la Conferencia sobre Problemas de la Guerra y la Paz, el pacto se aplicará mediante la creación de un organismo militar permanente encargado de preparar propuestas para una colaboración militar más estrecha entre las Repúblicas. Esta implementación requerirá una estrecha cooperación en el desarrollo de planes de seguridad de vital importancia para cada República americana. También requerirá cooperación en el mantenimiento de establecimientos militares adecuados para la defensa del continente.
Una estructura de defensa tal puede ser construida únicamente sobre la base de una confianza absoluta. En octubre de 1945, en razón de que el Gobierno de los Estados Unidos no tenía tal confianza en el actual régimen argentino, decidió que no podría firmar un tratado de asistencia militar con este.
La información transmitida a los gobiernos de las Repúblicas americanas en este memorándum muestra claramente un patrón que incluye ayuda al enemigo, tergiversación y engaño deliberados en las promesas de cooperación en el hemisferio, actividad subversiva en contra de las repúblicas vecinas, y una asociación corrupta entre nazis y fuerzas totalitarias locales. Este patrón plantea un interrogante más profundo y fundamental que el de la adecuación de los decretos y medidas administrativas presuntamente promulgadas en cumplimiento de las obligaciones de la Argentina en virtud de la Resolución LIX de la Conferencia de México. Este interrogante es si el régimen militar, o cualquier gobierno argentino controlado por los mismos elementos, pueden merecer la confianza necesaria para integrar un tratado de mutua asistencia militar entre las Repúblicas americanas.